Norys Nicoliello
(1966), nació en Churuguara, Estado Falcón, Venezuela, desde los cinco (5) años ha vivido en el Estado Carabobo. Participó en Seminarios y Talleres de Poesía dictados por el Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo y Ateneo de Valencia. En el año 2002 obtiene el primer premio en el IX Concurso Nacional de Literatura Poeta Pedro R. Buznego M., en Mención Poesía con la Obra Corubo. Posteriormente, el año 2001 recibe las menciones honoríficas concedidas por el jurado Calificador de la IV Bienal de Poesía “Roque R. Muñoz” y la I Bienal Interuniversitaria de Literatura “Simón Rodríguez”, por el Poemario “Volverme Alúmina”. Ha publicado los poemarios “El Acecho del Cordero” (2002), Ediciones La Tuna de Oro, de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo; “Volverme Alúmina” (2007), Sistema de Imprentas Regionales, Editorial El Perro y La Rana y “La Luna de Adelia” (2009), Colección Breves, Poesía Venezolana, Editorial El Perro y La Rana. Dicta el taller de poesía El Acecho del Cordero, promovido por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello.
De: La Luna de Adelia
El hombre necesita
algo para asirse
por eso toma el arado
otea una lluvia
sus retoños
esto no es nuevo
escarba
espera que haya buen tiempo
claro de día para recoger.
La niebla inunda
trepa las paredes de la casa
sube la escalera
invade nuestro cuarto
¡bienvenida!
aquí estará
danzando por años
incitándonos a juntarnos.
De Volverme alúmina
Ni aun de día
la noche
parece dormir
en estas calles.
Stephan Baciu
Los rostros se confunden
en este cementerio
sólo los nichos
hablan de tu condición
el sopor invade lo cálido
oscurecido deja ver
sus entrañas
las miserias
se va el sol
el mendrugo nos alcanza.
Ahora sé
puedo vivir mi metáfora
cuánto tiempo
superficie carente
sin las plazas
cualquier cementerio
para otro
qué pasó de mí
cuando no tenía y estaba
qué anhelaba el páncreas
dejé de tener lo elemental
tengo demasiado
ya no sosiego
podría patear las latas
también recogerlas
volverme alúmina
en el saco.
Aprecio la calle luminaria
avisos que hipnotizan
segregándonos a su espejismo
arrastrándonos a la superficie
la verdadera no se ve
la noche nos acoge en sus fauces.
Libertad
paz
las he oído mucho
últimamente
es fácil decir
cuando sabemos que un dios
perdona.
Quién escoge
recorre
huele
palpa
busca firmeza
al mejor precio
luego desbrizna
hasta el fondo
mercadear es un hacer
por intuición
la experiencia sabe el tiempo
que le queda al fruto.
Comprador
malabarista de presupuestos
torcidos
escoge como otros
lo que consumen enhiestos
una manzana debe esperar
por alguien que deguste lo foráneo.
El primer día de lluvia
no es como otros
la tierra absorbe la sed
plegada en sus sienes
un sorbo tintineante
es la constante vaina
porque con tanta lluvia
no se vende.
Vive conmigo
claroscuro de media noche
mi fe no alcanza a la mostaza
es mi única certeza
tanto vivir es un lujo.
No todos los días camino
impulsándome
con el propio cuerpo
meta
morfo
sí mutación
signo del otro infinita
mente sin cansancio.
No recuerdo su nombre
príncipe de nuestros juegos
de carnaval
el tiempo tiene memoria
trae las comparsas
las carrozas y el papelillo
que soñamos
los príncipes se vuelven
humanos.
El dejo de la muerte
su desdén
nos tocan
a quién
y no es de los nuestros
sin embargo pesa
cerca de nosotros
este escalofrío nos despierta
anda por ahí
deambulando.
Soy animal
mis patas pisan con firmeza
mis ojos oblicuos
miran hacia los lados
un animal se lanza
lame
muerde
absorbe
cualquier aliento
es de vida.
Se viste de rojo
dice de éste color
que hoy toca
cambia la cara
se eleva en sus zapatos
está vestida
se desnuda
morir y vivir al mismo tiempo.
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