Christine de Pisan
(Francia, 1364-1430)
Poeta, prosista y humanista francesa, nacida en Venecia. Pasó su infancia en la corte del rey Carlos V de Francia, de quien posteriormente escribió su biografía. Al cabo de diez años de matrimonio con el secretario de la corte, Étienne du Castel, enviudó a la edad de 25 años. A partir de entonces, consiguió mantener a su familia gracias a sus escritos. Sus primeros poemas, baladas de amores perdidos, transmitían la tristeza de su prematura viudedad, y se hicieron populares de inmediato. Las obras en prosa defendiendo a las mujeres frente a las calumnias de Jean de Meung en el Roman de la Rose incluyen Epístola al dios del amor (1399), que fue escrita para oponerse a las actitudes cortesanas con respecto al amor, y La ciudad de las damas (1405), una relación de las hazañas heroicas de las mujeres. Su autobiografía, La visión de Christine (1405), la escribió como réplica a sus detractores. Una de sus últimas obras es Canción en honor de Juana de Arco (1429).
Obras
Ilustración del Epitre d´Othea (1400).
Cent Ballades (1399)
L´Epistre au Dieu d´Amours (1399)
Le Debat Deux Amants (1400)
Le Livre des Trois Jugemens (1400)
Le Livre du Dit de Poissy (1400)
Enseignemens Moraux (1400)
Proverbes Moraux (1400)
Epitre d'Othea (1400)
Epistres du Debat su le Roman de la Rose (1401-1403)
Cent Ballades d´Amant et de Dame (1402)
Le Dit de la Rose (1402)
Oraison Nostre Dame (1402)
Livre du Chemin de Long Estude (1403)
Le Livre de la Mutation de Fortune (1403)
Dit de la Pastoure (1403)
Le Livre du Duc des Vrais Amants (1404)
Ilustración del Le Livre de la Cite des Dames (1405).
Livre des Fais et Bonnes Meurs du Sage Roy Charles V (1404)
Le Livre de la Cite des Dames (1405)
Le Livre des trois vertus à l'enseignement des dames (1405)
L´Avision Christine (1405)
Epistre à la reine Isabeau (1405)
Le Livre de la Prod´hommie (1405-1406)
Livre du Corps de Policie (1407)
Sept Psaumes Allegorises (1410)
Le Livre des Fais d´Armes et de Chevalerie (1410)
La Lamentation sur les Maux de la France (1411-1412)
Livre de la Paix (1413)
L´Epitre de la Prison de Vie Humaine (1418)
Heures de Contemplation sur la Passion de Nostre Seigneur (1420)
Le Ditie de Jehanne d´Arc (1429)
Ediciones en español
La ciudad de las damas. Ediciones Siruela. 2006. ISBN 978-84-7844-489-2.
La rosa y el príncipe: voz poética y voz política en las epístolas. Editorial Gredos. 2005. ISBN 978-84-249-2769-1.
Ediciones en gallego
A Cidade das mulleres. SOTELO BLANCO EDICIONS. 2004. ISBN 978-84-782-4446-1.
La ciudad de las damas (fragmento)
"Si fuera costumbre mandar a las niñas a la escuelas e hiciéranles luego aprender las ciencias, cual se hace con los niños, ellas aprenderían a la perfección y entenderían las sutilezas de todas las artes y ciencias por igual que ellos... pues... aunque en tanto que mujeres tienen un cuerpo más delicado que los hombres, más débil y menos hábil para hacer algunas cosas, tanto más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo aplican.
Ha llegado el momento de que las severas leyes de los hombres dejen de impedirles a las mujeres el estudio de las ciencias y otras disciplinas. Me parece que aquellas de nosotras que puedan valerse de esta libertad, codiciada durante tanto tiempo, deben estudiar para demostrarles a los hombres lo equivocados que estaban al privarnos de este honor y beneficio. Y si alguna mujer aprende tanto como para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no desprecie el honor sino más bien que lo exhiba, en vez de exhibir ropas finas, collares o anillos. Estas joyas son nuestras porque las usamos, pero el honor de la educación es completamente nuestro. "
Jehanne d’Arc
“Tú, Juana, en buena hora nacida
¡Bendito sea el que creó! (……)
¡Ay! ¡Qué honor para el sexo
Femenino! Bien amado de Dios, según provee,
Cuando todo este gran pueblo desfallecido,
Huye del reino despavorido,
Ahora rescatado y salvado por una mujer
(lo que no pudieron los hombres hacer)
Y los traidores desertores,
Antes apenas hubiesen podido creer que fuera cierto”
Cristina de Pizán
Escrito por Esmeralda Merino
Preludio
¡Cristina! ¡Ah, Cristina! ¡Qué sola te encontraste! ¿Recuerdas? Sola, joven, viuda, y lo peor: ¡mujer! Nunca imaginaste que la vida te iba a regatear de aquella manera la felicidad que te había concedido. Pero, cuéntanos, ¿te aplastó el peso de tus desgracias?, ¿emergiste por encima de tus dificultades, como las heroínas? No te creías capaz de ello, ¿verdad? Y, sin embargo, te sobrepusiste a tus circunstancias para ejemplo de muchas mujeres.
Porque yo lo sé... Te hablo desde el futuro..., y por eso conozco tu historia. ¿Nos la quieres contar?
–¿Quién me convoca después de tantos siglos de sueño? ¿No me habíais olvidado? ¿Todavía os interesa saber mi historia? Está bien, tal vez me recordaríais mejor si os cuento mi relato.
Una biografía medieval
Me llamo Cristina. Me apellidan Pizán o Pisan indistintamente por la diferencia de fonética entre los dos países en los que viví; fui italiana de nacimiento pero francesa de adopción. ¡Qué diferente vuestro tiempo al que me vio a mí nacer! Tal vez no sepáis que durante mi vida fui una escritora reconocida. Lo fui por vocación y por necesidad. Hoy me llamaríais "feminista". Pero claro, las reivindicaciones que hoy exigís las mujeres distan mucho de las que me tocó conquistar a mí. ¡Hace ya tanto tiempo!
Veréis, yo nací en el año 1364, en Venecia. Mi madre siempre quiso estimular mi dedicación a las tareas propias del hogar, pero nada podía hacerme más feliz que seguir los pasos de mi padre, de mi docto padre. Se llamaba Tomás y de él heredé mi curiosidad intelectual y mi interés por el estudio. Aunque mis dos hermanos menores fueron varones, ninguno de ellos se parecía tanto a él en su afán de saber.
Mi padre abandonó la tierra italiana al ser reclamado por Carlos el Sabio, el rey cristiano de Francia que quiso tenerle a su lado y que vosotros conocéis por Carlos V. Yo tenía cuatro años de edad cuando toda mi familia fue acogida calurosamente en el Louvre. Cuando fuimos presentados en la corte francesa no podía yo sospechar que un día escribiría la vida de aquel rey al que tanto respeté. Fue un príncipe al estilo renacentista que hizo entrar en lo que en vuestro tiempo es la Biblioteca Real de París, unos mil libros, entre ellos, las obras de Aristóteles y algunos tratados de cosmografía.
Siempre otorgó el buen monarca grandes favores a mi padre Tomás, que fue su asesor, su médico, su astrónomo, su leal y fiel consejero. Nunca permitió que faltara nada en la mansión de su amado súbdito. Por esta razón vivíamos muy holgadamente en aquella época. Le obsequió con valiosos manuscritos e, incluso, le regaló la torre Barbeau, que formaba parte de las murallas que rodeaban París y de la que hoy podéis ver algunos vestigios. También adquirió mi progenitor el castillo de Mémorant. Fueron aquellos, tiempos sin reproches ni ofensas, en los que gocé de privilegios que difícilmente hubiera podido tener una muchacha cualquiera de clase media, y que me otorgaron el equilibrio y el coraje necesarios para sobrellevar las duras pruebas que vinieron después.
Fue una infancia la mía del todo feliz, vivida en una atmósfera de curiosidad científica y de esplendidez real en la que llegué a asistir a suntuosas recepciones, y en la que pude acceder al estudio. Mi conocimiento del latín me abrió las puertas del mundo de los clásicos y de las Sagradas Escrituras, y pude acceder al campo privado de los varones ilustres: la teología, la filosofía, las ciencias.
Vivía yo alegre, entregada a las lecturas y admirada cuando, a los quince años, me casé con Etienne Castel, notario y secretario del rey. No penséis que fue un matrimonio como tantos otros, pactado y sin encanto. No. Le amé apasionadamente y con él tuve tres hijos.
Sin embargo, Fortuna, que tan generosa había sido conmigo hasta entonces, decidió dejar la puerta abierta a mis infortunios en el momento de mayor felicidad conyugal. En diez años cambió mi suerte y también la de Francia.
El buen rey murió en 1380. El reino quedó huérfano de guía valiente y sabio. Dardos y jabalinas sustituyeron a libros y astrolabios. Mi amado padre moriría pocos años más tarde cubierto de deudas. Nadie en el entorno del nuevo rey se preocupó de prolongar el favor de que había gozado. Su asignación quedó suspendida. Insistieron en reclamarle alquileres por sus propiedades, y algunos se enfrentaron a él y le difamaron. Mi adorado esposo pudo conservar su cargo, pero los sueldos de los oficiales reales se pagaban de forma muy irregular, sobre todo, en un periodo de escasez fiscal como aquél. Aunque el nuevo rey, Carlos VI, se acordó más tarde de "su amado cirujano, el maestro Tomás de Bolonia" y le asignó 200 francos de oro por consideración a los servicios prestados, no pudimos con aquello más que cancelar las deudas más urgentes.
Poco antes de la muerte de mi padre, Etienne, mi marido, tuvo que acompañar al rey en un viaje. Nos despedimos el 29 de octubre. ¡Fortuna caprichosa! Nunca más le volví a ver. Diez días más tarde la peste me lo arrebató para siempre.
Sin rey, sin padre, sin esposo, me quedé sola, me vestí de negro, deseé morirme de la pena. Duelo sobre duelo, negro sobre negro, yo, viuda a los 25 años, me encontré con tres hijos que alimentar, la mayor de 9 años, el dolor de perder a un hijo recién nacido, el deber de mantener a mi madre, la tarea de sacar adelante a una sobrina pobre a la que había acogido en mi hogar y la responsabilidad que suponían mis dos hermanos menores. Cabeza de familia siendo mujer. Mucha carga para tan frágiles hombros... ¿O quizá no?
Tomé una resolución. Alguien tenía que tomar las riendas de la situación y, si no había otro alguien, lo haría yo.
Convinimos que mis dos hermanos, franceses de nacimiento, prudentes y de buena vida, fueran a probar suerte a Italia, donde mi padre poseía algunos bienes en Bolonia. En aquella época, semejante separación implicaba que no nos volveríamos a ver y fue una dura prueba por la que me lamentaba a Dios, al ver a mi madre sin sus hijos queridos y a mí sin hermanos.
Tomé la dirección de la casa. Pero la repentina desaparición de mi esposo me había dejado totalmente indefensa, obligada día tras día a pelear contra acreedores sin escrúpulos y a entablar un proceso judicial que duró trece años para recuperar los atrasos debidos a mi marido por la Corte de Cuentas.
Ninguna afrenta a la que podía estar expuesta una mujer sola me fue evitada, ninguna dificultad compartida, ningún impedimento alejado.
Hubo un tiempo en que se me demandaba judicialmente en cuatro tribunales de París para negarme el patrimonio que mi marido había comprado. Todavía recuerdo cada ocasión que pasé en aquellas salas, cómo aquellas gentes, llenas de vino y de grasa, se burlaban de mis pretensiones. ¡Yo, una mujer, pretender que se me restituyeran los bienes que legítimamente me correspondían, sin más argumento que el de la justicia!
Pero una mujer que no se siente culpable por estar viva, y una madre que tiene la obligación de velar por sus hijos, no se arruga fácilmente, aunque tenga que pasar por encima de todas las convenciones sociales, aunque tenga que enfrentarse, con un abrigo cada vez más deshilachado, a la prepotencia de unos ignorantes. Por eso insistí y, con el corazón encogido por dentro y la dignidad en la mirada por fuera, acudí una y otra vez acompañada de la razón, sobreponiéndome a las miradas de soslayo que mi condición femenina provocaba en una sala de hombres de un mundo de hombres
Aquel duro y largo periodo de juicios y pleitos, de tribunal en tribunal, lleno de respuestas dilatorias, de palabras desdeñosas y miradas insolentes, me produjeron un dolor difícil de comprender para quien no lo experimenta. Mi suerte dependía del concienzudo estudio de una causa de la que nadie se preocupaba.
Aprendí, a través de tan dura experiencia, que se puede ser difamada sin ninguna razón; llegaron a decir que yo tenía amores culpables, ¡yo, que pasé años y años llorando la ausencia de Etienne! Sus mentes estrechas no podían concebir las idas y venidas de una joven viuda si no se asociaban a relaciones inconfesables. Pero yo no dejé por eso de reclamar mis derechos y, ante los nombres que me asociaban, siempre respondí: "Dios, él y yo, sabemos bien que no hay nada", aunque confieso que me sentí irritada y sufrí mucho en algunos momentos, hasta el punto de desear la muerte.
Pero había que comer mientras tanto y, seguramente por inspiración del destino, empecé a escribir, liberando así una energía que latía en mi interior, ya que los recuerdos de mi marido y la gran soledad en que me vi sumida fueron estímulos que me indujeron a la escritura de forma sistemática y organizada. En vuestro tiempo, dicen algunos que se me puede considerar la primera mujer escritora profesional. Con mi pluma, logré alimentar a mi familia. Todavía conserváis treinta y siete obras de las que yo escribí. También me podríais llamar editora porque copié asimismo mis propias obras y velé para que las adornaran adecuadamente con hermosas miniaturas. Os recuerdo que el privilegio de publicar simultáneamente varios ejemplares de una misma obra no existió siempre.
Lo más sorprendente es que empecé a adquirir cierta fama y que mi nombre traspasó las fronteras de Francia a través de mis escritos, hasta el punto de que gentes de calidad me reclamaron a su lado. ¿No es curioso el capricho de la rueda de la fortuna cuando le da por girar?
Fue la celebridad de mi poesía la razón por la que un gran señor inglés se fijó en mí. El conde de Salisbury me hizo un ofrecimiento que alivió mis angustias de madre. Me propuso enviar a Inglaterra a mi hijo mayor, Juan, de doce años como el suyo, con la promesa de recibir una educación de caballero. Yo no podía pretender algo mejor para quien había perdido tan pronto el sostén de un padre. Esto valía la tristeza de una separación.
Pero Fortuna no pregunta cuándo queremos que cambie su dirección y así, sin avisar, recibí un escueto mensaje: "El rey de Inglaterra ha sido depuesto. Salisbury ha sido hecho prisionero". Una nueva dinastía, la de los Lancaster, suplantaba en el trono a los Plantagenet y el protector de mi hijo, benevolente caballero y elegante poeta, no sobrevivió al cambio.
¡Otra vez mi dolor de madre!, ¡otra vez! Mucho tiempo me consumió la inquietud de no recibir noticias de mi hijo. Afortunadamente, el nuevo rey, que yo nunca consideré legítimo, apreciaba mis poemas y, por ello, mantenía en buen estado a Juan a su lado. Más aún, el rey me invitó a instalarme en Inglaterra, donde preveía que mis dotes poéticas serían apreciadas.
Pero yo sólo deseaba que mi hijo volviera a Francia. Viendo cómo estaban las cosas, tuve que fingir estar a sus órdenes para poder recuperarle. Por fin, gracias a Dios, conseguí que regresara. ¡Mi hijo!, mi único varón porque, durante su ausencia, al otro, ¡cruel destino!, me lo llevó también la muerte. ¿Cómo describir entonces la alegría de verle después de tres años sufriendo la incertidumbre de no saber si estaba vivo? Era mi tesoro junto con mi hija, que entonces estaba de novicia en un convento.
Cambiaban los planes que la vida me proponía y yo bregaba por adaptarme a su ritmo. Aunque reclamé la protección de grandes señores para mi vástago sólo se perfiló una esperanza cuando el primer duque de Milán me ofreció una renta perpetua si me trasladaba con mi familia a Italia. Nuevamente, el viraje brusco de Fortuna: el duque fue asesinado cuando ya estábamos en puertas de iniciar el viaje.
Nos tuvimos que quedar en París. Al menos, me quedó la satisfacción de haber permanecido fiel a lo que era justo, sin caer en la tentación de un fortuna fácil, más allá del mar, siendo poetisa oficial de un usurpador desleal y, por añadidura, hostil a mi país.
Obras
Tuve ocasión de escribir bastantes obras. Algunas, con tintes autobiográficos, en especial, L’Advision de Christine, y El libro del cambio de fortuna; otras en las que reflejé claramente mi visión de la política y de los acontecimientos de la época; algunas más en las que incluí descripciones que hoy os sirven para conocer algunas costumbres de entonces. También reflejé en mis escritos la admiración que me produjeron algunos personajes contemporáneos míos. Os recuerdo que soy la única escritora que relató los grandes sucesos provocados por Juana de Arco estando ella viva. Y también salieron de mi pluma muchos, muchos versos, y muchos consejos pedagógicos para la formación de hombres y mujeres, con los que fomentaba el cultivo de las virtudes y alertaba contra la ignorancia y el miedo, dos enemigos terribles. Pero, sobre todo, escribí defendiendo el derecho de la mujer a ser considerada un ser humano con conciencia, sensibilidad y cabeza para pensar. No os podéis ni imaginar el revuelo que provoqué entre los intelectuales de la época y entre los universitarios de París con mi osadía. Hasta los prelados me llamaron la atención, aunque ahora, ¡parece todo tan lejano!
El duque de Borgoña, Felipe el Atrevido, se mostró muy interesado por mi obra y me expuso su deseo de que emprendiera una narración del reinado de su hermano, el desaparecido Carlos V. Constituyó un gran honor para mí, un extraordinario gesto de confianza hacia mi capacidad y conocimientos, y una gran responsabilidad también.
¡Qué recompensa a mis esfuerzos! Se me pedía una gran obra. Siempre fue para mí el rey Carlos el modelo de príncipe ideal, inteligente, sabio, humanista, buen conocedor de las armas y del pueblo. Era oportuno, para el estado en que se hallaba el reino, recordar su sabiduría, su prudencia, su comportamiento lleno de equidad y previsión para que su ejemplo fuera beneficioso. La confianza del duque me convirtió en la historiadora de un reinado admirado por todos.
Durante mi vida la guerra, la peste y el hambre estuvieron presentes a mi alrededor. Así nació una obra que sorprendió a muchos: el Libro de los hechos de armas y de caballería. Habría podido llevar otro título: "cómo se hacían antaño las guerras justas". Antiguamente no se habría soportado que la guerra degenerase en pillaje, ni en disputas callejeras de brutalidad desenfrenada, que daban libre curso a las venganzas personales y a la violencia gratuita, desmanes todos de los que yo fui testigo. Por eso quise exponer lo que debe ser la guerra. Y, por eso también, comencé el libro con una invocación a Minerva.
Tampoco pude evitar escribir libros que mi actitud moral ante la vida me exigía. Nunca concebí la vida sin sujeción a un orden establecido por las virtudes: la razón que ilumina el saber en las artes y las ciencias, el valor de la palabra empeñada, la dignidad personal, la prudencia, la justicia, la rectitud. Siempre pensé que cada individuo es responsable en la Tierra de sí mismo y del bien de los demás, por lo cual necesita regirse por la virtud como pauta de conducta. Así nacieron los Proverbios morales, Enseñanzas morales a mi hijo Juan Castel o el Libro de las tres virtudes, entre otros.
Por último, muchas obras versaron sobre temas históricos y políticos, como Carta a Isabel de Baviera y el Livre du corps de police. Me permití, además, analizar los hechos históricos y proponer soluciones éticas para la política y la conducción del Estado. Osé manifestar mi opinión de que el buen príncipe no tiene derecho a promulgar leyes que vayan en contra de la ley natural, que obliga a todos y encamina al bien común y que, por tanto, es sobre él sobre quien recae la máxima responsabilidad moral y al que se le ha de exigir una sólida formación ética.
La controversia feminista
La Universidad de París adquirió un gran poder político en aquel tiempo en que conocimos el enfrentamiento entre dos papas. Cuando decidía intervenir en un asunto quería llegar hasta el final y no dudó en inmiscuirse en el gobierno de la Iglesia, del rey o en cualquier otro asunto de su interés. Fueron los docentes parisinos los que desempolvaron oportunamente cierta ley de los francos salios, ¡en desuso desde el siglo VII! con el fin de excluir a las mujeres de la sucesión al trono.
Yo, que nací mujer, me puse a reflexionar en torno a mí misma y a mi conducta y en torno a otras mujeres que conocí. Llegué a la conclusión de que podía ser erróneo el testimonio de tantos hombres ilustres que vituperaron a todo el sexo femenino sin excepción, y al que apelaban los mecanismos sociales para someternos a una condición de servidumbre y obediencia con respecto al varón. Si las mujeres hubieran escrito los libros, estoy segura de que lo habrían hecho de otra forma.
Filósofos, poetas y moralistas parecían hablar al unísono para concluir que la mujer es intrínsecamente mala e inclinada al vicio. Yo me rebelaba entonces y le preguntaba a Dios por qué no me había hecho nacer varón a fin de no equivocarme en nada y poseer esa gran perfección que los hombres decían tener.
Yo estaba convencida de que si a las mujeres se las educara de la misma manera que a los hombres, podrían tener las mismas facultades que ellos, incluso en el terreno científico y jurídico, lo que no excluiría que entre los hombres, como entre las mujeres algunos individuos fueran más inteligentes que otros.
Yo escribí que la dama debía saber defenderse y tomar corazón de hombre, es decir, ser constante, fuerte y prudente ante las situaciones difíciles y no reaccionar encogiéndose en lloros y lágrimas. No debía esperar que la protegieran en aquellos tiempos donde se habían perdido todos los valores de la caballería que tanto primaron en nuestra noble Francia. Por ello yo me esforzaba en invitar a las mujeres a instruirse, pues la ignorancia podía ser la causa de su pérdida.
En la época en que el rey de Inglaterra fue depuesto surgió en París (mejor dicho, provoqué yo) la primera de las disputas feministas, que levantó una gran polvareda. Cayó en mis manos el best-seller del momento, el Roman de la rose. Y no me gustó nada.
La primera parte, compuesta en 1245, era un poema alegórico que habla del amor. Pero quedó inacabado. Y un tal Jean de Meung, famoso por demás entre mis contemporáneos, tuvo la retorcida idea de acabarlo con un cinismo sorprendente, expresando abiertamente su desprecio por la mujer, considerando el amor como una satisfacción de los instintos, naturalmente, de los instintos del varón. Todavía se me revuelve la sangre cuando recuerdo su desdén.
Para que entendáis la magnitud de lo que pasó os diré que los últimos papas habían vivido en Aviñón, eran todos franceses y estaban formados por la universidad o influidos por ella. Sí, la misma universidad que tenía tanto poder, como os conté antes. Jean de Meung era el abanderado de esa universidad. ¡Y a ese personaje, unánimemente halagado, que encarnaba la autoridad del cuerpo universitario, fue al que yo me atreví a atacar!
Escribí que las damas eran todos los días culpadas, difamadas y engañadas por bellacos, y que su honor era pisoteado. Escribí que las damas acusaban a los que estudiaban en las escuelas por lanzar difamaciones sobre sus costumbres. Escribí que no eran ellas las que organizaban guerras, ni mataban, ni herían, ni saqueaban.
Me permití subrayar la grosería con la que se expresaba, camuflada bajo la apariencia de precisión. ¡Ah, cuánto echaba yo en falta la elegancia del lenguaje que suscitó la cortesía, cuando todavía el sentido caballeresco existía! Pero me permití algo más: me dirigí por escrito al preboste de Lille y le comuniqué el horror que había sentido por las enseñanzas que difundía el tal poema contra las mujeres. Me esforcé en hacerle entender que sería justo si difamara sólo a las de mala vida, pero es que ¡la condición femenil era de por sí suficiente motivo para la calumnia!
Claro, lo que pasó después era de esperar. Los universitarios parisinos aguzaron el oído. Recibí una misiva en la que una alta autoridad eclesiástica manifestaba tener hacia a mí compasión y amor caritativo y me invitaba a corregir mis horribles palabras, prometiendo, en ese caso y gracias a su misericordia, darme penitencia saludable.
Le contesté con desprecio y argumentos apelando a la memoria de las muchas mujeres valientes que habían existido.
La jauría fue reuniéndose y publicando escritos contra mí, reconociendo que quizá no carecía completamente de inteligencia pero puntualizando que "en la medida en que una mujer pueda tenerla". La querella se extendió: toda la universidad de París estaba conmocionada ante la idea que alguien (para colmo, mujer) pudiera emprenderla con el autor del Roman de la Rose, en quien se veían reflejados.
Pero entonces sucedió algo insospechado. Jean Gerson, un universitario, ¡desautorizó públicamente a los difamadores y me dio su apoyo! Creo que no podéis comprender desde vuestra época lo inusual y extraordinario que fue este gesto.
Aquel acontecimiento marcó un giro importante en la cuestión. Tres años después de comenzar la disputa el duque de Orleans organizaba en su palacete una fiesta, a la que asistí. Se creó entonces la Orden de la Rosa, y los hombres que asistían entraban en esa orden para asumir la defensa del honor de las damas. ¡Santo cielo! ¡Los grandes de este mundo se habían conmovido! En lo sucesivo, yo fui la guardiana de la Orden de la Rosa. Gran victoria, que no considero mía sino de Justicia.
La disputa todavía se prolongó dos años más, pero fueron sumándose escritos y réplicas de las dos partes. Ya no estaba sola. Hubo hombres de relevancia social, en el medio universitario, en el eclesiástico y en la nobleza, que tomaron partido por mí. Todavía lo recuerdo como algo increíble. ¡Gran agitación en el campo de los universitarios! Se podía desdeñar la necesidad de responder a una "mujercilla", ¡pero no al canciller de la universidad de París!
La reina Isabel no permaneció insensible en este asunto. Recibí regalos suyos y reconoció mi talento. Lo cierto es que todos se inclinaron ante mi valor por no haber dudado en desafiar a la universidad, ese mundo que se nos prohibía. Lo digo sin orgullo, alegrándome por todas las mujeres. Parecía que estaba logrando mover otra vez hacia arriba la rueda de Fortuna.
La ciudad de las damas
Fue frecuente en mi época utilizar en la literatura figuras como la nave, el castillo o el damero para mostrar una visión del mundo como navegación, torneo o juego, con suficiente fuerza simbólica como para poder conformar el argumento narrativo de una novela o un texto didáctico. Mi libro se desarrolla a través de la imagen de una ciudad que se construye.
Algunas de vuestras leyendas cuentan cómo en la argamasa que cimentó los muros de algunas ciudadelas se empleó sangre de toro en vez de agua. La ciudad de las damas está sellada con un mortero mezclado con tinta. El foso profundo en el que han de ir los cimientos de la ciudad se vacía primero de todos los prejuicios que los hombres han propagado sobre las mujeres. Intervienen alegóricamente Razón, Justicia y Derechura (Rectitud) que dirigen la construcción de esa nueva ciudad.
Os brindo ahora algunos fragmentos de este libro que pensé especialmente para las mujeres. Todavía circula por vuestras librerías. El manuscrito lo pudisteis visitar en el pabellón de Francia de la Exposición Universal de Sevilla de 1992.
(...) Las mujeres han estado mucho tiempo abandonadas sin defensa (...) Podría ganarse la causa más injusta pleiteando sin la parte contraria. (...) Venimos a anunciarte la construcción de una ciudad. (...) Sólo habitarán en ella mujeres ilustres de buena reputación, puesto que los muros de nuestra ciudad estarán prohibidos a todas aquellas que carezcan de virtudes. (...) Desecha, pues, de esta cantera las piedras en bruto, negras y mal talladas (...) La ciudad que tú fundarás con nuestra ayuda (...) será asaltada muchas veces, pero nunca presa ni vencida.
(...) queremos sacarte de esa ignorancia que te ciega hasta tal punto que rechazas lo que sabes con toda certeza para adoptar una opinión en la que no crees, ni te reconoces, porque sólo está fundada sobre los prejuicios de los demás. (...) Tú pareces creer que todo cuanto afirman los filósofos es artículo de fe y que no pueden equivocarse.
(...) (Razón) La divina Providencia, que nada deja al azar, nos ha encargado vivir entre los hombres y mujeres de este bajo mundo, pese a nuestra esencia celeste (...) Si su entendimiento puede atender a razones, llego sigilosamente a sus mentes, los amonesto y sermoneo para hacerles ver sus errores, explicándoles las causas, y luego les enseño cómo hacer el bien y evitar el mal. Como mi papel es que cada uno y cada una se vea en su alma y conciencia y conozca sus vicios y defectos, no tengo por emblema el cetro sino el espejo refulgente que llevo en la diestra.
(...) existe además una razón muy especial, (...) por la cual hemos venido (...) para que las damas y todas las mujeres de mérito puedan de ahora en adelante tener una ciudadela donde defenderse contra tantos agresores.
(...) (Derechura) Vivo entre los justos, a quienes exhorto a hacer el bien, a devolver a cada uno lo que le pertenece, a decir la verdad y a luchar por ella, a defender el derecho de los pobres e inocentes, a no usurpar el bien ajeno, a hacer justicia a los que acusan en falso. Soy el escudo de los que sirven a Dios.
(...) soy Justicia, hija predilecta de Dios, de cuya esencia procedo. (...) No cedo nunca porque no tengo ni amigos ni enemigos; mi voluntad es inconmovible. La piedad no puede vencerme, la crueldad no me conmueve en absoluto. Mi única obligación es juzgar, distribuir y devolver a cada uno según su mérito (...) y nada puede durar sin mí (...) A los hombres y mujeres que quieren creerme les enseño a corregirse, a reconocerse y a censurarse (...) a distribuir los bienes sin favoritismos, a decir la verdad, a huir y odiar la mentira, a evitar todo vicio. Esta copa de oro fino que ves en mi mano diestra, medida de buen tamaño, me la ha dado Dios para devolver a cada uno lo debido (...) Se ajusta a cada caso sin que nadie pueda quejarse de lo que le atribuyo. Los hombres de este mundo tienen otras medidas, que dicen basadas en la mía, a modo de patrón, pero se equivocan, pese a invocarme en sus pleitos
(...) El más grande es aquel o aquella que más méritos tiene. La superioridad o inferioridad de la gente no reside en su cuerpo, atendiendo a su sexo, sino en la perfección de sus hábitos y cualidades.
(...) Así, quiso Dios que el hombre y la mujer le sirvan de forma distinta, que se presten mutua ayuda, cada uno a su manera. Por ello dotó a los dos sexos con la naturaleza y cualidades necesarias para cumplir con sus deberes, aunque a veces los seres humanos se equivoquen sobre lo que les conviene.
(...) te vuelvo a decir, y nadie podrá sostener lo contrario, que si la costumbre fuera mandar a las niñas a la escuela y enseñarles las ciencias con método, como se hace con los niños, aprenderían y entenderían las dificultades y sutilezas de todas las artes y ciencias tan bien como ellos. Ya se han dado esas mujeres.
(...) ¿Qué ciudadanas albergará nuestra ciudad? Por supuesto que no queremos mujeres frívolas y casquivanas, sino de gran mérito y fama, porque no hay mejor morador para una ciudad ni mayor hermosura que unas mujeres valiosas.
(...) Tu padre, gran sabio y filósofo, no pensaba que por dedicarse a la ciencia fueran a valer menos las mujeres. Al contrario, como bien sabes, le causó gran alegría tu inclinación hacia el estudio. Fueron los prejuicios femeninos de tu madre los que te impidieron durante tu juventud profundizar y extender tus conocimientos, porque ella sólo quería que te entretuvieras en hilar y otras menudencias que son ocupación habitual de las mujeres. Pero, como reza el dicho (...) "Lo que Naturaleza da, nadie lo quita". Y tu madre no pudo arrancar en ti ese gusto por la ciencia, esa tendencia natural que te ha permitido ir cosechando el saber, aunque fuera recogiendo migajas.
(...) Honorables damas, alabado sea Dios porque queda terminada la construcción de nuestra ciudad que os acogerá a todas. Vosotras que os preciáis de virtud, dignidad y fama, seréis bien acogidas en una ciudad levantada y edificada para todas las mujeres de mérito, las de ayer, hoy y mañana. (...) Ha sido construida con virtudes, materiales tan brillantes que podéis veros reflejadas en sus resplandecientes edificios.
Despedida
¡Cuántas cosas os podría contar de mi tiempo! Lo cierto es que, además de las penalidades diarias, fui testigo de algunos graves acontecimientos que sacudieron la historia de mi época. Excepcionalmente, me tocó el privilegio de conocer de primera mano un caso sorprendente, lo que sucedió con Juana
¡Cómo lloraba Francia desde aquel 25 de octubre de 1415 en que vio caer a unos 7.000 combatientes mientras los ingleses no perdieron más que a 400 ó 500 hombres en la batalla!
Sí, la famosa batalla de Azincourt que ganó Enrique V de Inglaterra.
Pero Francia y yo estábamos en el otro bando y nos tocó la peor parte: la derrota, el desánimo, el hambre, la falta de un rey legítimo. Muchas desdichas flotando en el aire.
Escribí Horas de contemplación sobre la Pasión de Nuestro Señor con el propósito de mitigar el duelo de tantas mujeres enlutadas.
Pero llegó un momento en que la vida me pesaba demasiado y ni siquiera encontraba consuelo en mi pluma. Pillajes, depredaciones, un país arruinado. Demasiado dolor. Me refugié en la paz del convento de Poissy, donde había profesado mi hija, el único miembro de mi familia que todavía vivía.
Once años de silencio. Pero ocurrió algo insólito y no pude contener el impulso de escribir sobre ello. Vosotros me lo agradecéis porque no conserváis ningún otro testimonio literario coetáneo de lo sucedido.
Pocos podían dar crédito a lo que corría de boca en boca. Una muchacha de 16 años había liberado Orleans en ocho días, después de estar sufriendo un asedio de siete meses. ¡16 años! ¡Una mujer!
Aquella ciudad marcaba la suerte de Francia. Era lo más extraordinario que podía suceder. Desde luego, yo no tuve dudas ni un instante de que ella era un instrumento divino y así lo manifesté y mantuve siempre. Cuando supe que el delfín se había convertido en el rey Carlos VII no pude sujetar mi mano ante el papel.
Juana de Arco y los ingleses. ¡Qué placentera fecha la de aquel julio de 1429! Escribí apasionadamente sobre la virtud y la capacidad de Juana, pero lo que más me enorgullecía era que fuera una mujer la que había recuperado y dejado a salvo el reino de Francia, algo que 5.000 hombres no podrían haber hecho. Una chiquilla a la que no pesaban las armas. Los enemigos huían ante ella. ¿No es algo fuera de lo común?
Mi alegría fue total después de aquella incomparable primavera. Me vi colmada como poetisa y como historiadora.
Fortuna moviendo la rueda hacia adelante y hacia atrás. Yo, que pasé mi existencia intentando convencer a mis contemporáneos de que hacían mal despreciando a la mujer, que siempre alabé el valor como virtud femenina, no podía desear mejor justificación que el ejemplo magnífico de esta deslumbrante doncella. En medio de una soldadesca sin comedimiento, se impuso por su pureza y pudo exigir a los otros esa rectitud de la que ella misma dio testimonio, pues no escatimaba nada, combatiendo en vanguardia o protegiendo la retaguardia, según la acción lo exigía.
De rebote, los hechos de armas y de caballería a los que yo había consagrado no hacía tanto un volumen, encontraron una ilustración completamente inédita: una mujer en la que se encarnaba el valor de los caballeros de antaño y que era en sí misma y a la vez el Caballero y la Dama.
Le ditié de Jehanne d'Arc fue mi última obra. La sorprendente epopeya de Juana venía a colmar tan expresamente mis deseos (mejor dicho, superaba en tal medida todo lo que yo había podido prever y desear) que me fui de este mundo con una sensación de complacencia interior.
Sí, me fui, aunque ya no recuerdo la fecha exacta. El mundo me olvidó y yo descansé hasta que, ¡misterios del destino!, en vuestro cambio de milenio comenzaron a proliferar los estudios sobre mi obra, tanto tiempo inadvertida, pues hasta 1940 no se imprimieron algunos fragmentos.
Os he contado todo esto para que veáis qué diferentes pueden ser las condiciones sociales que enmarcan una vida y cómo lo que para unos es natural y legítimo para otros es motivo de lucha y preocupación.
Sólo una cosa permanece siempre invariable: la aspiración de toda persona a una condición digna que le permita desarrollar sus aspiraciones espirituales, sus inquietudes de saber, de mejorar, de ofrecer algo a los demás.
En eso sí nos parecemos vosotros y yo.
Yo os he ofrecido mi historia. Tal vez me tendríais que ofrecer vosotros la vuestra.
Esmeralda Merino
Bibliografía
Christine de Pizan. Lola Esteva de Llobet. Col. Biblioteca de mujeres. Ediciones del Orto. Madrid 1999.
Cristina de Pizan. Régine Pernoud. Colección Medievalia. José J. De Olañeta, Editor. Palma de Mallorca, 2000.
La ciudad de las damas. Cristina de Pizán. Colección Biblioteca Medieval. Editorial Siruela, 2000. Edición a cargo de Mª José Lemarchand.
La mujer en el tiempo de las catedrales. Regine Pernoud.
La mujer en la Edad Media. Margaret Wade Labarge. Editorial Nerea, Madrid 1996.
Mujeres medievales. Eileen Power. Encuentro Ediciones. Madrid 1991.
http://www.revistaesfinge.com/culturas/historia/item/624-23cristina-de-pizan
OEUVRES POÉTIQUES DE
CHRISTINE DE PISAN
PUBLIÉES PAR MAURICE ROY
TOME PREMIER
BALLADES, VIRELAIS, LAIS, RONDEAUX, JEUX A VENDRE ET COMPLAINTES AMOUREUSES
PARIS
LIBRAIRIE DE FIRMIN DIDOT ET Cie
RUE JACOB, 56
M DCCC LXXXVI
Quoy que n'eusse corage ne pensée
Quant a present de dits amoureux faire,
Car autre part adès suis a pensée,
Par le command de personne, qui plaire
Doit bien a tous, ay empris a parfaire
D'un amoureux et sa dame ensement,
Pour obeïr a autrui et complaire,
Cent balades d'amoureux sentement.
Trés excellent, de grant haultesse
Couronnée, poissant princesse,
Trés noble roÿne de France,
4
Le corps enclin vers vous m'adresce
En saluant par grant humblece;
Pry Dieu qu'il vous tiengne en souffrance
Lonc temps vive, et après l'oultrance
8
De la mort vous doint la richece
De Paradis, qui point ne cesse,
Et au monde sanz decevrance
Paix, joye et toute recouvrance
12
De quanqu'il affiert a leece.
Haulte dame, en qui sont tous biens,
Et ma trés souvraine, je viens
Vers vous, comme vo creature,
16
Pour ce livre cy que je tiens
Vous presenter, ou il n'a riens,
En histoire n'en escripture,
Que n'aye en ma pensée pure
20
Pris ou stile que je detiens
Du seul sentement que retiens
Des dons de Dieu et de nature,
Quoy que mainte aultre creature
24
En ait plus en fait et maintiens.
Et sont ou volume compris
Plusieurs livres es quieulx j'ay pris
A parler en maintes manieres
28
Differens, et pour ce l'empris
Que on en devient plus appris
D'oÿr de diverses matieres,
Unes pesans, aultres legieres,
32
A qui se delitte ou pourpris
Des livres, qui maint ont en pris
Fait monter et prendre manieres
Belles; si doit on avoir chieres
36
Escriptures, non en despris.
Car, si que les sages tesmoignent
En leurs escrips, les gens qui songnent
De lire en livres voulentiers,
40
Ne peut qu'aucunement n'eslongnent
Ygnorence, que ceulx ressongnent
Qui de sens suivent les sentiers,
Si en valent mieulx ceulx le tiers,
44
Voire plus qui s'en embesongnent
Et qui la peine ne ressongnent
D'apprendre, il n'est si beaulx mestiers
Ne qui face gens si entiers,
48
Quoy que les folz, peut estre, en grongnent
Si l'ay fait, ma dame, ordener
Depuis que je sceus qu'assener
Le devoye a vous, si qu'ay sceu
52
Tout au mieulx et le parfiner
D'escripre et bien enluminer,
Dès que vo command en receu,
Selons qu'en mon cuer j'ay conceu
56
Qu'il faloit des choses finer
Pour bien richement l'affiner
A fin que fust apperceü
Que je mets pouoir, force et sceu,
60
Pour vo bon vueil enteriner.
Dont vous plaise, trés haulte et digne,
Le prendre en gré, tout soye indigne
Que mon euvre estre presentée
64
Vous doye, mais vostre benigne
Condicion qui ne decline
D'umilité, trés redoubtée
Dame, tout soiez hault montée,
68
Ne vous seuffre en fait ne en signe
Que ne soyez, comme roÿne
Doit estre, humaine et arrestée;
Et pour ce ne me suis doubtée
72
Que vous l'ayés a ce termine.
De mon labour et lonc travail
Du livre que mes en vo bail,
Qui contient grant euvre et penible,
76
Combien que peut estre g'y fail
En maint lieux parce que je vail
Trop pou en sens, bien est possible,
Ne vueillez pas, dame sensible,
80
Pour tant prendre garde au deffail,
Mais a ce que je me travail
Voulentiers de ce que possible
M'est a faire en chose loisible,
84
Qu'a haulte gent voulentiers bail.
Si suppli en conclusion,
Haulte dame d'atraction
D'empereurs de digne memoire,
88
Qu'en benigne devocion
Vous plaise mon entencion
Prendre en gré, qui loyale et voire
Est et sera, et si notoire
92
Ceste mienne posicion
Vous soit qu'a tousjours mencion
Soit de moy en vostre memoire,
Si que vostre grace m'avoire
96
Qu'ayés a moy affection.
Le ms. du Musée Britannique contient les mêmes formes de langue que nous rencontrons dans le ms. de la Bibl. Nat. Comme ce dernier il renferme 50 ballades «de divers propos», tandis que 29 seulement se trouvent dans les autres mss.; de plus il n'apporte pour ainsi dire pas de variantes au texte du ms. que nous avons reconstitué plus haut et paraît avoir été confectionné sur le même plan ou d'après les mêmes documents, mais à une époque un peu postérieure. Il contient en effet des oeuvres qui ne se trouvent pas dans le ms. du duc de Berry, à côté duquel nous le jugeons cependant digne à tous égards de prendre place.
Toutefois, malgré les avantages que peut offrir le ms. du Musée britannique, nous n'avons pas eu d'hésitation pour adopter dans cette édition le texte du ms. du duc de Berry et lui donner la préférence pour toutes les poésies qu'il renferme. Il est facile du reste d'invoquer en sa faveur les meilleures considérations, tirées non seulement de son origine bien établie, mais surtout de l'excellence de son texte. Enfin une dernière raison, et elle a bien son importance, il est de tous les mss. que nous ayons retrouvés, celui qui se rapproche le plus de la date de composition des différentes pièces dont il donne le texte9.
Note 9: La confection du ms. du Musée britannique ne peut en aucune façon être considérée comme antérieure à celle du ms. du duc de Berry. Ces recueils contiennent tous deux les Epîtres sur le Roman de la Rose renfermant une pièce datée de la fin de l'année 1407, or nous avons vu que notre ms., figurant à l'inventaire de 1413, a dû être composé entre cette dernière date et 1408, on pourrait tout au plus admettre que les deux mss. sont absolument contemporains, mais comme le ms. de Londres se trouve complété de diverses poésies nouvelles, il est logique d'en inférer qu'il est plus jeune de quelques années que son frère de la Bibl. Nat. (Voy. plus loin ce que nous disons au sujet des ballades de divers propos, Autres Balades § VII, p, XXXVI.)
Ce ne sera donc que pour mémoire, et afin d'établir une généalogie complète, que nous signalerons les mss. suivants, exécutés vers le milieu du XVe siècle et bien inférieurs sous tous les rapports aux deux mss. précédents:
B¹.—Le ms. 604 du fonds français, sur vélin, très volumineux (314 feuillets), mais incomplet de plusieurs feuillets, contient la plus grande partie des oeuvres poétiques de Christine; cependant sa préparation est restée inachevée, la place des miniatures est en blanc et les lettres initiales, destinées à recevoir une ornementation ne sont même pas indiquées10. Il était coté dans l'ancien fonds (Inventaire de 1682) sous le n° 7087-2 et provenait de la collection De La Mare n° 413.
Note 10. C'est d'après ce ms. inférieur que M. Guichard a donné le texte des Cent Ballades dans le Journal des savants de Normandie (année 1844, p. 371 et s.). Cette publication est, en outre, parsemée de fautes ou de mauvaises lectures.
B².—Le ms. 12779 (174 feuillets), à peu près de la même époque que le précédent, mais plutôt de la seconde moitié du XVe siècle, ne présente pas grand intérêt; défectueux de quelques feuillets, il renferme des miniatures très médiocres. Il a appartenu à La Curne de Sainte-Palaye qui en fit faire deux copies, l'une conservée aujourd'hui à la Bibliothèque de l'Arsenal sous le n° 3295 (provenant de la collection Mouchet, n° 6), et l'autre à la Bibl. Nat. Fonds Moreau, 1686 (Mouchet, n° 8).
B³.—Nous devons indiquer en même temps un autre ms. faisant partie de la même famille, et déposé par M. le comte de Toustain chez MM. Morgand et Fatout, libraires11. Il contient en deux volumes presque toutes les poésies de Christine, mais il est absolument identique pour le texte aux mss. 604 et 12779. Nous ferons également remarquer que ce ms. porte, comme ses deux contemporains de la Bibl. nat., la rubrique suivante inscrite sur la feuille de garde:
Note 11: Voir le Répertoire général de la librairie Morgand et Fatout, 1882, p. 190 (n° 1482).
«Cy commencent les rebriches de la table de ce présent volume, fait et compilé par Christine de Pisan, demoiselle, commencié l'an de grâce Mil c.c.c. iiij xx xix, Eschevé et escript en l'an Mil quatre cens et deux, la veille de la nativité Saint Jean-Baptiste.»
Cette mention, qui ne peut se rapporter qu'à la date de composition des premières poésies contenues dans ces trois mss., nous fournit une indication certaine pour établir la parenté rapprochée qui existe entre eux. Cette alliance se manifeste sous bien d'autres rapports. Nous en trouvons la preuve dans l'ordre identique suivi pour la transcription des différentes pièces, dans le nombre des ballades de divers propos qui est le même dans les trois mss., dans la forme orthographique des mots, dans la similitude des variantes, et enfin dans certaines lacunes et quelques vers faux qui se trouvent rectifiés dans les mss. A12.
Note 12: Voici quelques renvois qui prouvent en faveur de l'excellence du texte donné par la famille A:
Ainsi les vers suivants manquent dans la famille B: Cent Ballades, XI vers 22 à 25, XXIX v. 12 et 21, LXXII v. 22 à 25; Virelais, IX v. 10; Ier Lai, v. 73 et 74, 77, 208, 213, 241; IIe Lai, v. 55, 61, 74 à 76, 212; etc.
De plus, les vers indiqués ci-dessous se trouvent justes dans A tandis qu'ils sont faux dans B: Cent Ballades, III vers 5, XV v. 16, XX v. 7, XXIX v. 3, XXXVIII v. 13, XLIX v. 18; Virelais, XIII v. 5; Autres Ballades, VI v. 6, XII v. 6, etc.
Nous pourrions multiplier les exemples, mais ces indications nous semblent suffisantes pour édifier le lecteur.
Ces divers rapprochements nous ont permis de reconstituer dans le tableau suivant la généalogie probable des mss. contenant les oeuvres que nous publions dans ce premier volume:
ORIGINAL
/\
A¹ A² «B»
/ \
B¹ B² B³
Les quelques indications données plus haut sur la disposition des différentes oeuvres d'après les familles de manuscrits et sur le nombre variable des compositions, principalement des ballades de divers propos, ressortiront plus clairement encore des deux tableaux ci-joints, qui seront en même temps les meilleures pièces justificatives de la généalogie que nous venons d'établir.
Ordre suivant lequel sont disposées les diverses oeuvres contenues dans les manuscrits des familles A et B.
A¹ A² B¹ B² B³
I. 1.--CENT BALLADES. 1.--CENT BALLADES. 1.--CENT BALLADES.
II. 2.--16 VIRELAIS. 2.--16 VIRELAIS. 2.16 VIRELAIS
III. 3.--4 BALLADES 3.--4 BALLADES 3.--3 BALLADES
D'ESTRANGE FAÇON. D'ESTRANGE FAÇON. D'ESTRANGE FAÇON.
La 4e se trouve
reportée au milieu
des autres Ballades,
sous le n° XXI.
IV. 4.--2 LAIS. 4.--2 LAIS. 4.--29 BALLADES DE
DIVERS PROPOS
(29 ballades
seulement).
V. 5.--67 RONDEAUX. 5.--67 RONDEAUX. 5.--COMPLAINTE
AMOUREUSE.
Les rondeaux 59, 62, Le même ordre
63 et 64 manquent sauf pour les
dans B. rondeaux XXVII
et XXVIII qui portent
ici les numéros
XLVII et XLVIII.
VI. 6.--70 JEUX A VENDRE. 6.--70 JEUX A VENDRE. 6.--2 LAIS.
VII. 7.--50 AUTRES BALLADES ou 7.--50 BALLADES DE 7.--65 RONDEAUX
BALLADES DE DIVERS DIVERS PROPOS. Les rondeaux 54 et
PROPOS 69 manquent dans A.
La ballade 44 de A2 manque Même ordre et même
et est nombre, mais la
remplacée par une autre (45) ballade 46 de A1
qui ne manque et est
se trouve pas dans A2. remplacée par une
nouvelle.
VIII. 8.--ÉPITRE AU DIEU 8.--UNE COMPLAINTE 8.--70 JEUX A
D'AMOURS. AMOUREUSE. VENDRE.
IX. .................. 9.--ENCORE AUTRES ..................
BALLADES.
X. 9.--COMPLAINTE AMOUREUSE 10.--ÉPITRE AU DIEU 9.--LE DÉBAT DE DEUX
D'AMOURS. AMANTS.
XI. .................. 11.--UNE AUTRE ..................
COMPLAINTE
AMOUREUSE.
XII. 10.--LE DÉBAT DE DEUX 12.--LE DÉBAT DE DEUX 10.--ÉPITRE AU DIEU
AMANTS. AMANTS. D'AMOURS.
XIII. .................... .................... 11.--LE DIT DE LA
ROSE.
XIV. 11.--LE DIT DES 11.--LE DIT DES 12.--LE DIT DES
TROIS JUGEMENTS TROIS JUGEMENTS TROIS JUGEMENTS
AMOUREUX. AMOUREUX. AMOUREUX.
XV. 12.--LE DIT DE POISSY. 14.--LE DIT DE POISSY. 13.--LE DIT DE
POISSY.
XVI. 13.--LES ÉPITRES SUR 15.--L'ÉPITRE D'OTHEA. 14.--L'ÉPITRE
LE ROMAN DE LA ROSE. D'OTHEA.
XVII. 14.--L'ÉPITRE D'OTHEA. 16.--LE DUC DES VRAIS 15.--LES ÉPITRES SUR
AMANTS. LE ROMAN DE LA
ROSE.
XVIII. 15.--LE CHEMIN DE LONGUE 17.--LE CHEMIN DE 16.--LES
ÉTUDE. LONGUE ÉTUDE. ENSEIGNEMENTS
MORAUX.
XIX. 16.--LES ENSEIGNEMENS 18.--LE DIT DE LA 17.--ORAISON NOTRE
MORAUX. PASTOURE. DAME[13].
XX. 17.--ORAISON NOTRE DAME. 19.--LES ÉPITRES SUR 18.--LES QUINZE
LE ROMAN DE LA ROSE. JOYES NOTRE
DAME[13].
XXI. 18.--LES QUINZE JOYES 20.--ÉPITRE A EUSTACHE 19.--ORAISON NOTRE
NOTRE DAME. MOREL. SEIGNEUR[14].
XXII. 19.--LE DIT DE LA 21.--ORAISON NOTRE 20.--LE DIT DE LA
PASTOURE. SEIGNEUR. PASTOURE[15].
B¹ B³
XXIII. 20.--ORAISON NOTRE 22.--PROVERBES MORAUX. 21.--LE CHEMIN DE
SEIGNEUR. LONGUE
ÉTUDE[16].
XXIV. ............... ................... 22.--LA MUTATION DE
FORTUNE. B¹
XXV. 21.--LE DUC DES VRAIS 23.--LES ENSEIGNEMENTS 23.--ÉPITRE A LA
AMANTS. MORAUX. REINE ISABELLE
(incomplet)
(feuillets arrachés).
XXVI. 22.--ÉPITRE A LA REINE 24.--ORAISON NOTRE DAME.
ISABELLE.
XXVII. 23.--ÉPITRE A EUSTACHE 25.--LES QUINZE JOYES
MOREL. NOTRE DAME.
XXVIII. 24.--PROVERBES MORAUX. 26.--LE LIVRE DE PRUDENCE.
XXIX. 25.--LE LIVRE DE 27.--LA CITÉ DES DAMES.
PRUDENCE.
XXX. 28.--CENT BALLADES D'AMANT
ET DE DAME.
Note 13: Ces deux pièces manquent dans le ms B¹ par suite de feuillets arrachés, mais sont indiquées dans les «rebriches» de la table de ce manuscrit.
Note 14: Le ms. B¹ ne renferme qu'un fragment de cette oraison; dans B² plusieurs feuillets ont été arrachés à la place qu'elle devait occuper; seul B³ dans la famille en donne le texte complet.
Note 15: Quelques feuillets ont été coupés dans B¹ à l'endroit qui devait contenir «le Dit de la Pastoure»; dans B² l'oeuvre n'est pas complète, tous les derniers feuillets du volume ayant été enlevés.
Note 16: Dans B¹ les 100 premiers vers du poème manquent, plusieurs feuillets ayant été coupés.
TABLEAU PRÉSENTANT LA CONCORDANCE
DES BALLADES DE DIVERS PROPOS
SELON LES FAMILLES DE MANUSCRITS A ET B
(N) REFRAINS DES BALLADES (A) (B)
I. --Car qui est bon doit estre appelle riche 1 1
II. --Si com tous vaillans doivent estre 2 3
III. --Et Dieux vous doint leur bon droit soustenir 3 2
IV. --Et honneur en toutes querelles 4 4
V. --Avisons nous qu'il nous convient morir 5 5
VI. --Ne les princes ne les daignent entendre 6 6
VII. --Car de Juno n'ay je nul reconfort 7 7
VIII. --Il veult trestout quanque je vueil 8 »
IX. --Amours le veult et la saison le doit 9 8
X. --Amours le veult et la saison le doit 10 9
XI. --Assez louer, ma redoubtée dame 11 10
XII. --Si qu'a tousjours en soit memoire 12 11
XIII. --Vous semble il que ce fausseté soit? 13 12
XIV. --Juno me het et meseür me nuit 14 13
XV. --Se Dieu et vous ne la prenez en cure 15 14
XVI. --Ce premier jour que l'an se renouvelle » 15
XVII. --N'on n'en pourroit assez mesdire 16 16
XVIII. --Ce jour de l'an, ma redoubtée dame 17 17
XIX. --Ce jour de l'an vous soiez estrené 18 18
XX. --Ce plaisant jour premier de l'an nouvel 19 19
XXI. --Si le vueillez recepvoir pour estreine 20 »
XXII. --Si le vueilliez, noble duc, recevoir 21 20
--[17] Aime le; si feras que sage » 21
XXIII. --Faittes voz faiz à voz ditz accorder 22 22
XXIV. --Le corps s'en va, mais le cuer vous demeure 23 23
XXV. --Fleur de printemps, muguet et fleur d'amours 24 »
XXVI. --Et certes le doulz m'aime bien 25 »
XXVII. --Et ce vous fait à tout le monde plaire 26 24
XXVIII. --En ce jolis plaisant doulz moys de May » 25
XXIX. --De hault honneur et de chevalerie 27 26
XXX. --Sera retrait de leur haulte vaillance 28 27
XXXI. --On vous doit bien de lorier couronner 29 28
XXXII. --A pou que mon cuer ne font? 30 »
XXXIII. --D'entreprendre armes et peine 31 29
XXXIV à LIII. Ces ballades existent seulement dans les 32 à 50 »
mss. de la famille _A_ et suivant un ordre
identique; remarquons en outre, 50 29
que l'écriture de _A¹_ se modifie d'une
façon très sensible à partir de la ballade
XL (fol. 41 v°) ---- --
[N] Numéros des ballades dans la présente édition
[A] Numéros des ballades dans la famille A
[B] Numéros des ballades dans la famille B
Note 17: Cette ballade se trouve dans A sous la rubrique «Balades d'estrange façon».
L'ordre dans lequel nous donnons les poésies de Christine de Pisan est sensiblement le même que celui adopté dans tous les mss.; nous avons d'ailleurs suivi exactement la disposition du ms. du duc de Berry, il nous a été seulement indispensable d'intercaler les pièces nouvelles heureusement retrouvées dans le ms. du Musée britannique, et de faire un simple rapprochement nécessaire à la composition du cadre du volume18.
Note 18: C'est ainsi que nous avons dû réunir à la fin du volume les deux Complaintes amoureuses, bien que la première de ces complaintes soit placée dans le ms. du duc de Berry après l'Epitre au dieu d'amours.
Les petites poésies reproduites dans les pages qui suivent forment le début de la carrière poétique de Christine, encore tout émue de son veuvage prématuré. Elles ont établi sa réputation en lui attirant de puissants protecteurs tels que la reine Isabelle de Bavière; le duc de Berry; la duchesse de Bourbon; le duc d'Orléans; Philippe le Bon, duc de Bourgogne; Charles d'Albret, connétable de France, etc. Leur place en tête de cette édition était donc tout indiquée. Nous allons du reste passer en revue les différentes oeuvres contenues dans notre premier volume et esquisser rapidement l'impression que nous a produite leur lecture.
I.—CENT BALLADES
Les Cent Ballades doivent être considérées comme les premiers essais de Christine. Elles ne sont certainement pas postérieures aux rondeaux et autres petites pièces que l'auteur a composées dans sa jeunesse; d'ailleurs dans tous les mss. elles occupent le premier rang. Rassemblées à la prière d'un ami resté inconnu (voy. ballade C) les ballades qui forment ce recueil traitent de sujets fort différents et paraissent avoir été inspirées à des époques diverses ou tout au moins à des intervalles de temps assez notables. Car la date de la mort d'Etienne du Castel étant connue19, il a été possible de fixer d'une façon précise l'époque de la composition de deux ballades, en premier lieu la ballade IX, écrite cinq ans après la mort de l'époux regretté, c'est-à-dire en 1394, puis la ballade XX, par laquelle nous apprenons que le coeur de la veuve n'a éprouvé aucune impression de joie depuis près de dix ans, ce qui permet d'assigner à cette pièce la date de 1399. Nous pensons donc que c'est dans un intervalle d'au moins cinq ou six années qu'ont dû être composés la plupart de ces morceaux poétiques. Il était d'ailleurs d'usage à cette époque de réunir ainsi des pièces détachées, inspirées dans les circonstances les plus diverses et traduisant les impressions les plus opposées. On les rassemblait en nombre suffisant pour former un livre sous la rubrique «Cent Ballades». C'est ainsi que la cour d'amour de Louis d'Orléans nous a donné le livre des Cent Ballades20 et que notre poète lui-même, comme nous l'avons annoncé plus haut, a désigné sous un titre analogue ses Ballades «d'Amant et de Dame».
Note 19: Il y a lieu d'adopter, selon toute vraisemblance, l'année 1389 comme celle de la mort d'Etienne du Castel. Au commencement de son livre du Chemin de long estude, Christine nous apprend en effet que son deuil remonte à environ 13 ans, et comme un peu plus loin elle ajoute qu'elle a commencé à écrire ce poème au mois d'octobre 1402, la date de 1389 s'obtient logiquement de ce simple rapprochement.
Note 20: Le livre des Cent Ballades, publié par M. le marquis de Queux de Saint-Hilaire. Paris, 1868.
Dès les premiers vers Christine nous prévient qu'elle cède à de pressantes sollicitations et que ses poésies reflèteront la douleur qui s'est emparée d'elle depuis la mort de celui en qui consistait tout son bonheur; «Seulette», tel est l'écho de ses vers!
Les premières ballades sont en effet empreintes de la plus profonde tristesse, et l'auteur semble se complaire à retracer longuement ses regrets amers et son désespoir, mais à partir de la vingt-et-unième ballade la veuve éplorée, s'abandonnant à des inspirations plus séduisantes, élève ses pensées vers les régions de l'amour le plus pur, et peint avec une exquise sensibilité les sentiments si divers qui peuvent agiter les coeurs de ceux qui ont aimé ou qui aiment encore.
Christine révèle dans cette poésie toute la richesse de son talent et de son art des développements; elle déploie ses pensées en modulations infinies, et exprime sous les formes les plus variées les effets d'un même sentiment; vingt fois elle refait chaque pièce sans se répéter, et les ballades se succèdent, traduisant sans cesse la même idée, et cependant ce sont toujours des ballades nouvelles.
Ces impressions sont touchantes de vérité et de simplicité, mais nous ne pouvons y voir, comme l'a supposé M. Paulin Paris21, l'image des sentiments personnels de l'auteur. Car l'aimable poète a pris soin lui-même de nous prévenir contre toute pensée de ce genre. Ne fallait-il pas d'ailleurs expliquer l'étrange contraste que produisent ces chants d'amour succédant à des cris d'infortune et de douleur?
Note 21: Voy. Manuscrits françois de la Bibliothèque du roi, V, p. 152 et 153.
La ballade L doit faire disparaître les moindres doutes, Christine y fait allusion à ses scrupules et s'excuse de traiter de sujets d'amours qui paraissent se rapporter à elle, craignant que ce ne soit un motif d'insinuations malveillantes22; elle ajoute que ces pensées n'ont nullement les tendances que l'on pourrait supposer; car, bien que de grands seigneurs aient montré pour elle de l'affection, son coeur ne ressent aucune impression d'amour ni de dépit, elle fait d'ailleurs appel, dans le refrain de sa ballade, au jugement de «tous sages ditteurs». Plus loin (ballade C) la même préoccupation se traduit encore dans ses deux vers:
Qu'on le tiengne a esbatement
Sans y gloser mauvaisement.
Note 22: Les différentes pièces des Cent Ballades doivent être considérées essentiellement comme des jeux d'esprit et de sentiment. Il est possible que certaines d'entre elles traduisent les impressions ressenties par quelques personnages de l'époque ou aient été composées à l'intention de seigneurs familiers de la cour de Charles VI, mais la révélation de l'auteur à la ballade C
Ne les ay faittes pour merites
Avoir ne aucun paiement
nous interdit de penser qu'il ait pu transformer son talent en officine de compliments et de complaintes favorables à des intrigues amoureuses.
Le soin que la célèbre femme met à défendre sa réputation pourrait, jusqu'à un certain point, paraître exagéré, si l'on ne tenait justement compte des récriminations violentes qu'avait dû susciter son ardente polémique contre l'oeuvre la plus estimée et la plus admirée de son époque, le Roman de la Rose.
Celle qui excellait à retracer dans ses vers la défense de l'honneur des femmes et la louange de leurs vertus23, devait bien être jalouse pour elle-même de semblables éloges. N'avait-elle pas d'ailleurs le droit de dissiper les moindres doutes qui auraient pu planer sur son veuvage irréprochable et d'étouffer à l'avance les calomnies de ses adversaires? C'est, comme nous le verrons par la suite, la préoccupation constante d'une vie pleine de candeur que tous les historiens se sont accordés à nous représenter comme le modèle de la douce et simple vertu.
Note 23: Voy. l'Epitre au dieu d'amours, le Dit de la Rose,... etc...
Les pensées d'amour ne forment pas exclusivement les sujets de toutes les ballades de Christine de Pisan. On trouve parsemées çà et là les idées les plus diverses, et l'auteur sait varier avec un art accompli l'expression et le tour de ses poésies: ici le sentiment des tristesses produites par la maladie (Ball. XLIII), là l'éloge finement ironique d'un personnage contemporain (Ball. LVIII), puis une dissertation sur les qualités des bons chevaliers (Ball. LXIV), plus loin une pièce satirique contre les maris jaloux (Ball. LXXVIII). Mentionnons encore, en raison de leur mérite et de leur originalité, la louange d'un grand chevalier (Ball. XCII), les angoisses causées par la maladie du roi Charles VI (Ball. XCV), enfin l'aspiration à la félicité éternelle (Ball. XCIX), comme placée en opposition avec les sentiments les plus délicats d'amour et de bonheur que l'on puisse éprouver sur cette terre.
II.—VIRELAIS
Les virelais, au nombre de 16, n'ont pas le même mérite que les ballades. Il importe cependant de signaler le premier qui traduit heureusement les efforts pénibles du poète pour dissimuler sa douleur, et le dixième qui nous offre une jolie pièce sur la Saint-Valentin.
Enfin, notons également le virelai XV parce qu'il fournit quelques indications sur le sentiment et l'objet de ces diverses compositions. Christine y constate de nouveau que ses poésies sont souvent l'expression de ses pensées d'amertume et de regrets, mais elle ajoute que, si on lui donne mission de traduire les impressions des autres, il lui faut improviser des sentiments opposés, et qu'alors, pour alléger un peu sa douleur, elle compose des pièces qui reflètent généralement la joie et le bonheur.
III.—BALLADES D'ÉTRANGES FAÇONS
Ces quatre ballades ont été préparées suivant le goût et la mode de l'époque. Elles n'ont d'autre mérite que celui de la difficulté vaincue.
IV.—LAIS
Les deux compositions que Christine nous donne sous forme de lais ne présentent aucun caractère particulier qui puisse nous permettre de leur assigner une date quelconque ou de supposer avec la moindre apparence de vraisemblance les motifs possibles de leur confection.
Nous n'y remarquons qu'un nouveau mode de poésie d'un genre encore inconnu à notre poète, et sur lequel il a voulu exercer la verve de son talent en se conformant d'une façon générale aux principes exposes par Eustache Deschamps dans son «Art de dictier et de fere chançons, balades, virelais et rondeaux24» et en montrant son habileté à assembler les rimes léonines.
Note 24: Voy. Poésies d'Eustache Deschamps, éd. Crapelet, p. 278. M. de Queux de Saint-Hilaire a reproduit dans son édition le passage relatif aux Lais, t. II, p. 357.
Malheureusement, les règles étroites auxquelles se trouve assujettie la diction de l'auteur ont pour inconvénient d'obscurcir fortement la pensée et de ne laisser entrevoir le plus souvent qu'un sens à peine intelligible. Car il serait assez difficile de déterminer exactement la raison d'être du premier lai dont le sujet réside tout entier dans une éloge vague de l'amour en général.
Le second lai a pour objet la louange intarissable d'un parfait gentilhomme; l'allure du poète est ici plus dégagée, plus précise, sa pensée devient plus claire, la strophe lyrique prend en même temps une forme plus nette, plus harmonieuse, et l'on y trouve des réminiscences de la littérature classique parmi lesquelles nous devons surtout signaler une longue exposition d'impossibilités évidemment inspirée des auteurs anciens. (Voy. Virgile, Egl. I.)
V.—RONDEAUX
Ces rondeaux sont au nombre de 69; le recueil débute, comme les Cent Ballades, par l'expression de la douleur et des regrets de Christine, qui fait remonter son deuil à sept années, ce qui nous a permis de donner au premier rondeau la date de 1396. Notre poète commença donc la composition de ses rondeaux deux ou trois ans seulement après avoir écrit ses premières ballades, et poursuivit la confection de ces jolis morceaux parallèlement à celle des Cent Ballades et de la plupart de ses petites poésies.
Jusqu'au rondeau VIII nous voyons Christine s'abandonner à sa douleur; mais plus loin, craignant sans doute de fatiguer le lecteur par la monotonie d'un sujet aussi triste, elle fait un effort sur elle-même, et, comme elle l'exprime si bien dans le rondeau XI, il lui faut désormais «de triste cuer chanter joyeusement».
A partir de ce moment se succèdent en effet les peintures des sentiments multiples auxquels peuvent donner lieu les différentes formes de l'amour. Inutile d'insister à nouveau sur le mobile de ces compositions légères, nous savons depuis longtemps que nous ne devons y voir que des jeux d'esprit et de sentiment. Mais on nous permettra toutefois de recommander le mérite de ces petites poésies si remarquables par leur douce monotonie et leur finesse d'expression, et où la grâce, s'alliant à une harmonie parfaite, révèle toutes les délicatesses de la femme sentimentale que devait être Christine.
VI.—JEUX A VENDRE
Ces gracieux petits morceaux servaient de distraction et d'amusement à la meilleure société des XIVe et XVe siècles. Une dame lançait à un gentilhomme ou un gentilhomme lançait à une dame le nom d'une fleur, d'un objet quelconque, et la personne interpellée devait à l'instant même et sans hésitation répondre par un compliment ou une épigramme rimés; c'était un véritable assaut d'esprit et d'à-propos tout à fait conforme au caractère vif et enjoué de l'époque. Aussi ne faut-il nullement s'étonner si ce genre de distraction, qui nous paraîtrait aujourd'hui un peu fastidieux, obtint rapidement un grand succès de vogue25, et si Christine elle-même crut devoir satisfaire à la mode en accroissant avec son abondance habituelle un répertoire d'ailleurs facile à étendre à l'infini. Elle ne composa pas moins de 70 jeux à vendre.
Note 25: Les mss. du XVe siècle en fournissent le témoignage. Voy. notamment un ms. contenant 180 couplets de ventes d'amour et appartenant à Monseigneur le duc d'Aumale, un autre ms. de la même époque conservé à la bibliothèque d'Epinal sous le n° 189, et un recueil de poésies françaises à Westminster Abbey, signalé par M. Paul Meyer dans le Bulletin de la Société des Anciens Textes, 1875, p. 25.
Le succès de ces devises de société alla grandissant jusqu'à la fin du XVIe siècle, comme on peut en juger par les nombreuses éditions de ventes d'amour qui se succédèrent depuis la découverte de l'imprimerie26. Plus tard, la poésie populaire en conserva seule la tradition jusqu'à nos jours, et particulièrement en Lorraine, sous l'ancien nom de daiemants ou dây'mans27. Ajoutons que certains jeux enfantins, comme les Boîtes d'amourette et le Corbillon, rappellent encore aujourd'hui les récréations de nos pères.
Note 26: Voy. dans le Bulletin de la librairie Morgand et Fatout, n° 7866, l'intéressante notice de M. E. Picot.
Note 27: Voy. sur cet usage Mélusine, I, col. 570, et II, col. 327, et Les Chants populaires de la Provence, publiés par M. Damase Arbaud, I, p. 220.
VII.——AUTRES BALLADES
Les pièces suivantes, comprises sous la rubrique de «Balades de divers propos» sont dignes des meilleures poésies du recueil des Cent Ballades; leur nombre s'élève à 53. Toutefois les mss. de la famille B n'en contiennent que 29; seuls, comme nous l'avons déjà dit, les mss. A¹ et A² fournissent le complément. Il est utile de faire également remarquer que dans A¹, à partir de la ballade XL (fol. 41 v°), l'écriture se modifie d'une façon très apparente et n'est plus évidemment tracée par la même main. L'orthographe et la forme des mots subissent en même temps une transformation contraire aux règles suivies jusqu'ici par le scribe du ms. Les nouvelles leçons de graphie affectent la forme qui leur est donnée dans les mss. B, copiés à une époque certainement postérieure. Ce qui paraîtrait démontrer que ces dernières pièces ont été composées plus tard et transcrites après coup sur des feuillets laissés en blanc. Le ms. Harley du Musée britannique, qui contient un plus grand nombre de ballades que tous les autres mss., renferme deux feuillets blancs préparés pour recevoir de nouvelles compositions. Du reste les différentes ballades rassemblées sous le présent titre ne constituent nullement un recueil composé d'avance et dans lequel on puisse reconnaître un certain ordre. La diversité des sujets traités, l'absence complète de tout lien, de toute transition, autorisent, au contraire, à penser que ces ballades ont été écrites à des époques assez éloignées les unes des autres, suivant un peu le cours des événements contemporains qui forment d'ailleurs le thème de quelques-unes d'entre elles et permettent ainsi de leur assigner une date certaine. L'ordre chronologique nous paraît avoir été généralement suivi, et c'est pour ce motif que le ms. Harley, le plus récent, à notre avis, qui ait été copié directement sur des originaux, renferme sous la rubrique «Encore aultres Balades» des compositions ne se trouvant dans aucun autre ms., et faisant allusion, comme la pièce IX, à des faits que l'on ne peut placer qu'entre 1410 et 1415.
Ainsi, même lorsqu'elle eut abordé ses grandes compositions, ses oeuvres de longue haleine, Christine ne dédaigna pas de rimer encore quelques ballades quand la circonstance s'en présentait et que ce cadre convenait à son inspiration.
Presque toutes ces ballades sont d'ailleurs d'un très grand mérite et permettent de constater le progrès réel accompli par le génie de notre poète. Les notes placées à la fin du volume feront connaître l'objet de ces différentes pièces et donneront quelques indications sur les faits ou sur les personnages historiques auxquels elles se rapportent.
VIII.—COMPLAINTES AMOUREUSES
Longues et languissantes tirades de poursuivants d'amour qui aspirent aux faveurs de leur dame; cette monotonie douce, quelquefois même expressive, est heureusement interrompue par des comparaisons empruntées à la Mythologie, comme l'amour de Pygmalion, l'aventure de Deuchalion et de Pyrrha, la punition de l'insensible Anaxarète.
CENT BALLADES
CI COMMENCENT CENT BALADES
Note Rubrique B¹: Ci c. cent bonnes b.
I
Aucunes gens me prient que je face
Aucuns beaulz diz, et que je leur envoye,
Et de dittier dient que j'ay la grace;
4
Mais, sauve soit leur paix, je ne sçaroye
Faire beaulz diz ne bons; mès toutevoye,
Puis que prié m'en ont de leur bonté,
Peine y mettray, combien qu'ignorant soie,
8
Pour acomplir leur bonne voulenté.
Mais je n'ay pas sentement ne espace
De faire diz de soulas ne de joye:
Car ma douleur, qui toutes autres passe,
12
Mon sentement joyeux du tout desvoye;
Mais du grant dueil qui me tient morne et coye
Puis bien parler assez et a plenté;
Si en diray: voulentiers plus feroye
16
Pour acomplir leur bonne voulenté.
Et qui vouldra savoir pour quoy efface
Dueil tout mon bien, de legier le diroye:
Ce fist la mort qui fery sanz menace
20
Cellui de qui trestout mon bien avoye;
Laquelle mort m'a mis et met en voye
De desespoir; ne puis je n'oz santé;
De ce feray mes dis, puis qu'on m'en proie,
24
Pour accomplir leur bonne voulenté.
Princes, prenez en gré se je failloie;
Car le ditter je n'ay mie henté,
Mais maint m'en ont prié, et je l'ottroye,
28
Pour accomplir leur bonne voulenté.
Note I:—A prie—2 A² Quelques b. d.—12 A¹ du manque—18 B voulentiers le—22 A¹ despoir—23 A que on.
II
Ou temps jadis, en la cité de Romme,
Orent Rommains maint noble et bel usage.
Un en y ot: tel fu que quant un homme
4
En fais d'armes s'en aloit en voyage,
S'il faisoit la aucun beau vasselage,
Après, quant ert a Romme retourné,
Cellui estoit, pour pris de son bernage,
8
Digne d'estre de lorier couronné.
De cel' honneur on prisoit moult la somme;
Car le plus preux l'avoit ou le plus sage.
Pour ce pluseurs, qu'yci pas je ne nomme,
12
S'efforçoient d'en avoir l'avantage;
Bien y paru, car de hardi visage
Domterent ceulz d'Auffrique en leur regné,
Dont maint furent, au retour de Cartage,
16
Digne d'estre de laurier couronné.
Ce faisoit on jadis; mais une pomme
Ne sont prisié en France, c'est domage,
Adès les bons, mais tous ceulz on renomme
20
Qui ont avoir ou trés grant heritage.
Mais par bonté, trop plus que par lignage,
Doit estre honneur et pris et loz donné
A ceulx qui sont, pour leur noble corage,
24
Digne d'estre de lorier couronné.
Princes, par Dieu c'est grant dueil et grant rage
Quant les biens fais ne sont guerredonné
A ceulx qui sont, au dit de tout lengage,
28
Digne d'estre de lorier couronné.
Note II:—5 B Et la f.—6 B Et puis s'en feust a—10 B et le p.—22 B loz et p.
III
Quant Lehander passoit la mer salée,
Non pas en nef, ne en batel a nage,
Mais tout a nou, par nuit, en recellée,
4
Entreprenoit le perilleux passage
Pour la belle Hero au cler visage,
Qui demouroit ou chastel d'Abidonne,
De l'autre part, assez près du rivage;
6
Voyez comment amours amans ordonne!
Ce braz de mer, que l'en clamoit Hellée,
Passoit souvent le ber de hault parage
Pour sa dame veoir, et que cellée
12
Fust celle amour ou son cuer fu en gage.
Mais Fortune qui a fait maint oultrage,
Et a mains bons assez de meschiefs donne,
Fist en la mer trop tempesteux orage.
16
Voiés comment amours amans ordonne!
En celle mer, qui fu parfonde et lée,
Fu Lehander peri, ce fu domage;
Dont la belle fu si fort adoulée
20
Qu'en mer sailli sanz querir avantage.
Ainsi pery furent d'un seul courage.
Mirez vous cy, sanz que je plus sermone,
Tous amoureux pris d'amoureuse rage.
24
Voyez comment amours amans ordonne!
Mais je me doubt que perdu soit l'usage
D'ainsi amer a trestoute personne;
Mais grant amour fait un fol du plus sage.
28
Voyez comment amours amans ordonne!
Note III:—6 A¹ de Bidonne—9 A, B Herlée—21 A² tout d'un; B¹ tuit d'un—27 A² Au fort a.
IV
Par envie, qui le monde desroye,
Est trayson couvertement nourrie
En mains faulz cuers, qui se mettent en voye
4
De mettre a fin leur fausse lecherie,
Et en leurs fais usent de tricherie,
Dont ilz prenent sur maint grant avantage,
7
En traïson, non pas par vacellage.
En grant pouoir fu la cité de Troye,
Un temps qui fu, sur toute seigneurie;
Et la regnoit de ce monde, a grant joye,
11
En haulte honneur, fleur de chevalerie;
Qui par Grigois fu puis arse et perie,
Et Troyens pris et menez en servage,
14
En traïson, non pas par vacellage.
Alixandre qui du monde ot la proye
Si fu trahy; aussi grant desverie
Reffist Mordret a Artus par tel voye,
18
Dont maint dient qu'il est en faerie.
Le preux Hector, ou ot bonté florie,
Ne l'occist pas Achillès par oultrage,
21
En traïson, non pas par vacellage.
Princes, je dis, nel tenez moquerie,
Que l'en se gard de tel forsennerie,
Voire qui puet, car on fait maint domage
25
En traïson, non pas par vacellage.
Note IV:—17 A Mortrett—19 B Le bon H. ou b. fu f.—22 B Pour ce je dy ce n'est pas m.
V
Hé! Dieux, quel dueil, quel rage, quel meschief,
Quel desconfort, quel dolente aventure,
Pour moy, helas, qui torment ay si grief,
Qu'oncques plus grant ne souffri creature!
L'eure maudi que ma vie tant dure,
Car d'autre riens nulle je n'ay envie
Fors de morir; de plus vivre n'ay cure,
8
Quant cil est mort qui me tenoit en vie.
O dure mort, or as tu trait a chief
Touz mes bons jours, ce m'est chose molt dure,
Quant m'as osté cil qui estoit le chief
12
De tous mes biens et de ma nourriture,
Dont si au bas m'as mis, je le te jure,
Que j'ay desir que du corps soit ravie
Ma doulante lasse ame trop obscure,
16
Quant cil est mort qui me tenoit en vie.
Et se mes las dolens jours fussent brief,
Au moins cessast la dolour que j'endure;
Mais non seront, ains toudis de rechief
20
Vivray en dueil sanz fin et sanz mesure,
En plains, en plours, en amere pointure.
De touz assaulz dolens seray servie.
D'ainsi mon temps user c'est bien droitture,
24
Quant cil est mort qui me tenoit en vie.
Princes, voiez la trés crueuse injure
Que mort me fait, dont fault que je devie;
Car choite suis en grant mesaventure,
28
Quant cil est mort qui me tenoit en vie.
Note V:—4 A¹ Que o.; B n'endura—10 B c. trop d.—15 A Ma doloreuse; B Ma doulante a. qui t. se treuve o.—19 B seroit—25 B v. comment t. grant i.—26 A¹ d. fait q.; B La m. me f.—27 A¹ cheoite.
VI
Dueil engoisseux, rage desmesurée,
Grief desespoir, plein de forsennement,
Langour sanz fin, vie maleürée
4
Pleine de plour, d'engoisse et de tourment,
Cuer doloreux qui vit obscurement,
Tenebreux corps sus le point de perir,
Ay, sanz cesser, continuellement;
8
Et si ne puis ne garir ne morir.
Fierté, durté de joye separée,
Triste penser, parfont gemissement,
Engoisse grant en las cuer enserrée,
12
Courroux amer porté couvertement,
Morne maintien sanz resjoïssement,
Espoir dolent qui tous biens fait tarir,
Si sont en moy, sanz partir nullement;
16
Et si ne puis ne garir ne morir.
Soussi, anuy qui tous jours a durée,
Aspre veillier, tressaillir en dorment,
Labour en vain, a chiere alangourée
20
En grief travail infortunéement,
Et tout le mal, qu'on puet entierement
Dire et penser sanz espoir de garir,
Me tourmentent desmesuréement;
24
Et si ne puis ne garir ne morir.
Princes, priez a Dieu que bien briefment
Me doint la mort, s'autrement secourir
Ne veult le mal ou languis durement;
28
Et si ne puis ne garir ne morir.
Note VI:—5 A¹ q. vid—19 A¹ alanguorée.
VII
Ha! Fortune trés doloureuse,
Que tu m'as mis du hault au bas!
Ta pointure trés venimeuse
4
A mis mon cuer en mains debas.
Ne me povoyes nuire en cas
Ou tu me fusses plus crueuse,
Que de moy oster le soulas,
8
Qui ma vie tenoit joyeuse.
Je fus jadis si eüreuse;
Ce me sembloit qu'il n'estoit pas
Ou monde plus beneüreuse;
12
Alors ne craignoie tes las,
Grever ne me pouoit plein pas
Ta trés fausse envie haïneuse,
Que de moy oster le soulas,
16
Qui ma vie tenoit joyeuse.
Horrible, inconstant, tenebreuse,
Trop m'as fait jus flatir a cas
Par ta grant malice envieuse
20
Par qui me viennent maulx a tas.
Que ne vengoyes tu, helas!
Autrement t'yre mal piteuse,
Que de moy oster le solas,
24
Qui ma vie tenoit joyeuse?
Trés doulz Princes, ne fu ce pas
Cruaulté male et despiteuse,
Que de moy oster le solas,
28
Qui ma vie tenoit joyeuse?
Note VII:—6 A cruese; B Dont tu me f. si c.—7 B¹ ce de—9 A Helas j. f. si e.—10 A¹ n'estois; B n'avoit—17 B Trés faulse h. et t.
VIII
Il a long temps que mon mal comença,
N'oncques despuis ne fina d'empirer
Mon las estat, qui puis ne s'avança,
4
Que Fortune me voult si atirer
Qu'il me convint de moy tout bien tirer;
Et du grief mal qu'il me fault recevoir
7
C'est bien raison que me doye doloir.
Le dueil que j'ay si me tient de pieça,
Mais tant est grant qu'il me fait desirer
Morir briefment, car trop mal me cassa
11
Quant ce m'avint qui me fait aïrer;
Ne je ne puis de nul costé virer,
Que je voye riens qui me puist valoir.
14
C'est bien raison que me doye doloir.
Ce fist meseur qui me desavança,
Et Fortune qui voult tout dessirer
Mon boneür; car depuis lors en ça
18
Nul bien ne pos par devers moy tirer,
Ne je ne scay penser ne remirer
Comment je vif; et de tel mal avoir
21
C'est bien raison que me doye doloir.
Note VIII:—6 A² Dont du g. m.—7 B q. m'en d. d.—12 B¹ Ne je le p.—15 B¹ Ce fu m.—18 B d. m. atirer.
IX
O dure Mort, tu m'as desheritée,
Et tout osté mon doulz mondain usage;
Tant m'as grevée et si au bas boutée,
4
Que mais prisier puis pou ton seignorage.
Plus ne me pues en riens porter domage,
Fors tant sanz plus de moy laissier trop vivre.
Car je desir de trestout mon corage
8
Que mes griefs maulx soyent par toy delivre.
Il a cinq ans que je t'ay regraittée
Souventes fois, a trés pleureux visage,
Depuis le jour que me fu joye ostée,
12
Et que je cheus de franchise en servage.
Quant tu m'ostas le bel et bon et sage,
Laquelle mort a tel tourment me livre
Que moult souvent souhait, pleine de rage,
16
Que mes griefs maulx soyent par toy delivre.
Se trés adonc tu m'eusses emportée,
Trop m'eusses fait certes grant avantage,
Car depuis lors j'ay esté si hurtée
20
De grans anuis, et tant reçu d'oultrage,
Et tous les jours reçoy au feur l'emplage,
Que riens ne vueil, ne n'ay desir de suivre,
Fors seulement toy paier tel truage
24
Que mes griefs maulx soyent par toy delivre.
Princes, oyés en pitié mon language,
Et toy Mort, pri, escry moy en ton livre,
Et fay que tost je voye tel message,
28
Que mes griefs maulx soyent par toy delivre.
Note IX:—3 A² au b. menée—15 B Que je souhaid s. p. de r.—20 B De g. meschiefs—22 B ne v. je n.
X
Se Fortune a ma mort jurée,
Et du tout tasche a moy destruire,
Ou soye si maleürée,
4
Qu'il faille qu'en dueil vive et muire,
Que me vault donc pestrir ne cuire,
Tirer, bracier, ne peine traire,
7
Puis que Fortune m'est contraire?
Pieça de joye m'a tirée,
Ne puis ne fina de moy nuire,
Encore est vers moy si yrée,
11
Qu'adès me fait de mal en pire,
Quanque bastis elle descire,
Et quel proffit pourroye attraire,
14
Puis que Fortune m'est contraire?
Son influance desraée
Cuidoye tous jours desconfire,
Par bien faire a longue endurée,
18
Cuidant veoir aucun temps luire
Pour moy qui meseür fait fuire.
Mais riens n'y vault, je n'y puis traire,
21
Puis que Fortune m'est contraire.
Note X:—2 A² Ou du tout—15 A¹ S. i. desirée.
XI
Seulete suy et seulete vueil estre,
Seulete m'a mon doulz ami laissiée,
Seulete suy, sanz compaignon ne maistre,
4
Seulete suy, dolente et courrouciée,
Seulete suy en languour mesaisiée,
Seulete suy plus que nulle esgarée,
7
Seulete suy sanz ami demourée.
Seulete suy a huis ou a fenestre,
Seulete suy en un anglet muciée,
Seulete suy pour moy de plours repaistre,
11
Seulete suy, dolente ou apaisiée,
Seulete suy, riens n'est qui tant me siée,
Seulete suy en ma chambre enserrée,
14
Seulete suy sanz ami demourée.
Seulete suy partout et en tout estre.
Seulete suy, ou je voise ou je siée,
Seulete suy plus qu'autre riens terrestre,
18
Seulete suy de chascun delaissiée,
Seulete suy durement abaissiée,
Seulete suy souvent toute esplourée,
21
Seulete suy sanz ami demourée.
Princes, or est ma doulour commenciée:
Seulete suy de tout dueil menaciée,
Seulete suy plus tainte que morée,
25
Seulete suy sanz ami demourée.
Note XI:—12 A¹ messiée—16 A¹ sié—19 A¹ abaissié—22 à 26 Omis dans B.
XII
Qui trop se fie es grans biens de Fortune,
En verité, il en est deceü;
Car inconstant elle est plus que la lune.
4
Maint des plus grans s'en sont aperceü,
De ceulz meismes qu'elle a hault acreü,
Trebusche tost, et ce voit on souvent
7
Que ses joyes ne sont fors que droit vent.
Qui vit, il voit que c'est chose commune
Que nul, tant soit perfait ne esleü,
N'est espargné quant Fortune repugne
11
Contre son bien, c'est son droit et deü
De retoulir le bien qu'on a eü,
Vent chierement, ce scet fol et sçavent
14
Que ses joyes ne sont fors que droit vent.
De sa guise qui n'est pas a touz une
Bien puis parler; car je l'ay bien sceü,
Las moy dolens! car la fausse et enfrune
18
M'a à ce cop trop durement neü,
Car tollu m'a ce dont Dieu pourveü
M'avoit, helas! bien vois apercevent
21
Que ses joyes ne sont fors que droit vent.
Note: Rubrique placée entre la b. XI et la b. XII, B²: Balades de personnages.
Note XII:—3 B Car variable—b A¹ que elle—8 A¹ Qui vid—12 A que on—15 B ne s. mais que—20 B¹ voy appertement—21 B ne s. mais que.
XIII
C'est fort chose qu'une nef se conduise,
Es fortunes de mer, a tout par elle,
Sanz maronnier ou patron qui la duise,
4
Et le voile soit au vent qui ventelle;
Se sauvement a bon port tourne celle,
En verité c'est chose aventureuse;
7
Car trop griefment est la mer perilleuse.
Et non obstant que parfois soleil luise,
Et que si droit s'en voit que ne chancelle,
Si qu'il semble que nul vent ne lui nuise,
11
Ne nul decours, ne la lune nouvelle,
Si est elle pourtant en grant barelle
De soubdain vent ou d'encontre encombreuse;
14
Car trop griefment est la mer perilleuse.
Si est pitié, quant fault que mort destruise
Nul bon patron, ou meneur de nacelle;
Et est bien droit que le cuer dueille et cuise.
18
Qui a tresor, marchandise ou vaisselle,
Ou seul vaissel qui par la mer brandelle:
N'est pas asseur, mais en voie doubteuse;
21
Car trop griefment est la mer perilleuse.
Note XIII:—11 A¹ Ne n. secours.
XIV
Seulete m'a laissié en grant martyre,
En ce desert monde plein de tristece,
Mon doulz ami, qui en joye sanz yre
4
Tenoit mon cuer, et en toute leesce.
Or est il mort, dont si grief dueil m'oppresse,
Et tel tristour a mon las cuer s'amord
7
Qu'a tousjours mais je pleureray sa mort.
Qu'en puis je mais, se je pleure et souspire
Mon ami mort, et quelle merveille est ce?
Car quant mon cuer parfondement remire
11
Comment souef j'ay vescu sans asprece
Trés mon enfance et premiere jeunece
Avecques lui, si grant doulour me mord
14
Qu'a tousjours mais je pleureray sa mort.
Com turtre sui sanz per qui ne desire
Nulle verdour, ains vers le sec s'adrece,
Ou com brebis que lop tache a occire,
18
Qui s'esbaïst quant son pastour la laisse;
Ainsi suis je laissiée, en grant destrece,
De mon ami, dont j'ay si grant remord
21
Qu'a tousjours mais je pleureray sa mort.
Note XIV:—5 B d. si grant deuil—6 A² en m. l. c.—12 B T. m'enfance et p. en j.—13 A¹ Avec—16 B mais sus le s.—17 B Et.
XV
Helas! helas! bien puis crier et braire,
Quant j'ay perdu ma mere et ma nourrice,
Qui doulcement me souloit faire taire.
4
Or n'y a mais ame qui me nourrice,
Ne qui ma faim de son doulz lait garisse.
Jamais de moy nul ne prendra la cure,
7
Puis qu'ay perdu ma doulce nourriture.
Plaindre et plourer je doy bien mon affaire;
Car je me sens povre, foiblet et nyce,
Et non sachant pour aucun proffit faire;
11
Car jeune suis de sens et de malice.
Or convendra qu'en orphanté languisse,
Et que j'aye mainte male aventure,
14
Puis qu'ay perdu ma doulce nourriture.
Le temps passé, a tous souloie plaire,
Et m'offroit on honneurs, dons et service,
Quant ma mere la doulce et debonnaire
18
Me nourrissoit; or fault que tout tarrisse,
Et qu'a meschief et a doleur perisse
Plein de malons et de pouvre enfonture,
21
Puis qu'ay perdu ma doulce nourriture.
Note XV:—5 A de s. d. l. tarice—7 A P. que ay—16 A² B Et maint m'offroient et honneur et s.
XVI
Qui vivement veult bien considerer
Ce monde cy ou il n'a joye entiere,
Et les meschiefs qu'il fault y endurer,
4
Et comment mort vient qui tout met en biere,
Qui bien penser veult sus ceste matiere,
Il trouvera, s'il a quelque grevance,
Que sur toute reconfortant maniere,
8
C'est souvrain bien que prendre en pascience
Puis qu'ainsi est qu'on n'y puet demorer,
Pourquoy a l'en ceste vie si chiere?
Et une autre convient assavourer,
12
Qui aux pecheurs ne sera pas legiere.
Si vault trop mieulx confession plainiere
Faire en ce monde, et vraye penitence;
Et qui ara la penance trop fiere,
16
C'est souvrain bien que prendre en pascience.
Chascun vray cuer se doit enamourer
De la vraye celestiel lumiere,
Et du seul Dieu que l'en doit aourer.
20
C'est nostre fin et joye derreniere:
Qui sages est, autre solas ne quiere,
Tout autre bien si n'est fors que nuisance,
Et se le monde empesche ou trouble arriere,
24
C'est souvrain bien que prendre en pascience.
Note XVI:—3 B¹ q. y f. e.—9 A¹ P. que a.—13 B c. entiere—15 B Et q. a. penitence—20 A¹ derrenier.
XVII
Se de douloureux sentement
Sont tous mes dis, n'est pas merveille;
Car ne peut avoir pensement
4
Joyeux, cuer qui en dueil traveille.
Car, se je dors ou se je veille,
Si suis je en tristour a toute heure,
Si est fort que joye recueille
8
Cuer qui en tel tristour demeure.
N'oublier ne puis nullement
La trés grant douleur non pareille
Qui mon cuer livre a tel tourment,
12
Que souvent me met a l'oreille
Grief desespoir, qui me conseille
Que tost je m'occie et accueure;
Si est fort que joye recueille
16
Cuer qui en tel tristour demeure.
Si ne pourroye doulcement
Faire dis; car, vueille ou ne vueille,
M'estuet complaindre trop griefment
20
Le mal, dont fault que je me dueille;
Dont souvent tremble comme fueille,
Par la douleur qui me cueurt seure.
Si est fort que joye recueille
24
Cuer qui en tel tristour demeure.
Note XVII:—12 B m. en l'—17 A² Dont ne p.—21 A² Et s.
XVIII
Aucunes gens ne me finent de dire
Pour quoy je suis si malencolieuse,
Et plus chanter ne me voyent ne rire,
4
Mais plus simple qu'une religieuse,
Qui estre sueil si gaye et si joyeuse.
Mais a bon droit se je ne chante mais;
7
Car trop grief dueil est en mon cuer remais.
Et tant a fait Fortune, Dieu lui mire!
Qu'elle a changié en vie doloreuse
Mes jeux, mes ris, et ce m'a fait eslire
11
Dueil pour soulas, et vie trop greveuse.
Si ay raison d'estre morne et songeuse,
Ne n'ay espoir que j'aye mieulx jamais;
14
Car trop grief dueil est en mon cuer remais.
Merveilles n'est se ma leesce empire;
Car en moy n'a pensée gracieuse,
N'autre plaisir qui a joye me tire.
18
Pour ce me tient rude et maugracieuse
Le desplaisir de ma vie anuieuse,
Et se je suis triste, je n'en puis mais;
21
Car trop grief dueil est en mon cuer remais.
Note XVIII:—1 B A. g. si ne me font que d.—7 B C. t. grant d.—8 B Car—11 B et paine t. g.—12 A¹ m. et soigneuse—17 B N'aucun.
XIX
Long temps a que je perdi
Tout mon soulas et ma joye,
Par la mort que je maudi
4
Souvent; car mis m'a en voye
De jamais nul bien avoir;
Si m'en doy par droit blasmer;
N'oncques puis je n'oz vouloir
8
De faire ami, ne d'amer.8
Ne sçay qu'en deux ne fendi
Mon cuer, du dueil que j'avoye
Trop plus grant que je ne di,
12
Ne que dire ne sçaroye,
Encor mettre en nonchaloir
Ne puis mon corroux amer;
N'oncques puis je n'oz vouloir
16
De faire ami, ne d'amer.
Depuis lors je n'entendi
A mener soulas ne joye;
Si en est tout arudi
20
Le sentement que j'avoye.
Car je perdi tout l'espoir
Ou me souloie affermer.
N'oncques puis je n'oz vouloir
24
De faire ami, ne d'amer.
Note XIX:—13 B N'encor.
XX
Comment feroye mes dis
Beaulx, ne bons, ne gracieux,
Quant des ans a près de dix
4
Que mon cuer ne fu joyeux,
N'il n'a femme soubz les cieulx
Qui plus ait eu de meschief?
7
Encor n'en suis pas a chief.
J'os des biens assez jadis;
Mais en yver temps pluieux
Si pesent, si enlaidis,
11
N'est, ne si trés anuieux,
Comme adès en trestous lieux
M'est le temps; mais, par mon chief,
14
Encor n'en suis pas a chief.
Si ay bien droit se je dis
Mes plains malencolieux;
Car en tristour est tousdis
18
Mon dolent cuer, ce scet Dieux,
Ne jamais je n'aray mieulx,
Se ma pesance n'achief;
21
Encor n'en suis pas a chief.
Note XX:—7 B E. n'en suis je p. a c.—8 A Je os.
XXI
Tant me prie trés doulcement
Cellui qui moult bien le scet faire,
Tant a plaisant contenement,
4
Tant a beau corps et doulz viaire,
Tant est courtois et debonaire,
Tant de grans biens oy de lui dire
7
Qu'a peine le puis escondire.
Il me dit si courtoisement,
En grant doubtance de meffaire,
Comment il m'aime loyaument,
11
Et de dire ne se peut taire,
Que neant seroit du retraire;
Et puis si doulcement souspire
14
Qu'a peine le puis escondire.
Si suis en moult grant pensement
Que je feray de cest affaire;
Car son plaisant gouvernement,
18
Vueille ou non, Amours me fait plaire,
Et si ne le vueil mie attraire;
Mais mon cuer vers lui si fort tire
21
Qu'a peine le puis escondire.
Note XXI:—6 B T. oy de l. de g. b. d.—15 B Si s. en trop g.
XXII
Tant avez fait par vostre grant doulceur,
Trés doulz ami, que vous m'avez conquise.
Plus n'y convient complainte ne clamour,
4
Ja n'y ara par moy deffense mise.
Amours le veult par sa doulce maistrise,
Et moy aussi le vueil, car, se m'ait Dieux,
Au fort c'estoit folour quant je m'avise
8
De reffuser ami si gracieux.
Et j'ay espoir qu'il a tant de valour
En vous, que bien sera m'amour assise,
Quant de beaulté, de grace et tout honnour
12
Il y a tant que c'est drois qu'il souffise;
Si est bien drois que sur tous vous eslise;
Car vous estes digne d'avoir trop mieulx,
Et j'ay eu tort, quant tant m'avez requise,
16
De reffuser ami si gracieux.
Si vous retien et vous donne m'amour,
Mon fin cuer doulz, et vous pri que faintise
Ne soit en vous, ne nul autre faulx tour;
20
Car toute m'a entierement acquise
Vo doulz maintien, vo maniere rassise,
Et vos trés doulz amoureux et beaulz yeux.
Si aroye grant tort en toute guise
24
De reffuser ami si gracieux.
Mon doulz ami, que j'aim sur tous et prise,
J'oy tant de bien de vous dire en tous lieux
Que par raison devroye estre reprise
28
De reffuser ami si gracieux.
Note XXII:—9 A¹ Et j. espour—14 B C. v. e. bien d. d. m.—15 A Et je ay; B Si ay—19 B Ne treuve—21 A¹ Vou d. m. vou m.
XXIII
Bien doy louer Amours de ses biens fais,
Qui m'a donné ami si trés parfait,
Qu'en trestous lieux chascun loue ses fais
4
Et sa beaulté, sa grace et tout son fait,
Qu'il n'a en lui ne blasme ne meffait;
Dieu l'a parfait en valeur et en grace,
N'on ne pourroit mieulx vouloir par souhait;
8
Certes c'est cil qui tous les autres passe.
Et avec ce qu'il est sur tous parfais,
Et que son bien est en mains lieux retrait,
Pour moy servir porte tous pesans fais,
12
Et m'aime et craint plus que riens sanz retrait;
Ne paour n'ay d'y trouver ja faulz trait.
Car il est tel que trestous maulx efface
De son bon cuer, ou il n'a nul forfait.
16
Certes c'est cil qui tous les autres passe.
Si a mon cuer du tout a lui attrais
Qui est tout sien, c'est bien raison qu'il l'ait;
Car tout acquis l'a par ses trés doulx trais;
20
Et vrayement si en mon cuer portrait
Est son gent corps, qu'il n'en sera fors trait
Jamais nul jour, se ma vie ne passe;
Car sanz mentir dire puis tout a fait:
24
Certes c'est cil qui tous les autres passe.
Note XXIII:—5 B Il—7 A¹ Ne on.
XXIV
Ma doulce amour, ma plaisance cherie,
Mon doulz ami, quanque je puis amer,
Vostre doulceur m'a de tous maulz garie,
4
Et vrayement je vous puis bien clamer
Fontaine dont tout bien vient,
Et qui en paix et joye me soustient,
Et dont plaisirs me vienent a largece;
8
Car vous tout seul me tenez en leece.
Et la doulour qui en mon cuer norrie
S'est longuement, qui tant m'a fait d'amer,
Le bien de vous a de tous poins tarie;
12
Or ne me puis complaindre ne blasmer
De Fortune qui devient
Bonne pour moy, se en ce point se tient.
Mis m'en avez en la voye et adrece;
16
Car vous tout seul me tenez en leece.
Si lo Amours qui, par sa seigneurie,
A tel plaisir m'a voulu reclamer;
Car dire puis de vray sanz flaterie,
20
Qu'il n'a meilleur de la ne de ça mer
De vous, m'amour, ainsi le tient
Mon cuer pour vray, qui tout a vous se tient,
N'a aultre rien sa pensée ne drece;
24
Car vous tout seul me tenez en leece.
Note XXIV:—10 B¹ Est—20 B de ça ne de la m.; B¹ Q. n'i a m.—21 Sic dans tous les mss.; corr. ainsi en si?—22 B q. a v. t. se t.—23 B Si ne desir nulle plus grant richesce.
XXV
Dites moy, mon doulz ami,
S'il est voir ce que j'oy dire,
Que dedens la Saint Remi
4
Devez aler en l'Empire,
En Alemaigne, bien loings,
Demourer, si com j'entens,
Quatre moys ou trois du moins?
8
Helas! que j'aray mautemps!
Ne me puet jour ne demi
Sanz vous veoir riens souffire,
Et quant vous serez de mi
12
Loins, quel sera mon martire!
De mourir me fust besoings
Mieulx que le mal que j'atens;
Rungier me fauldra mes froins.
16
Helas! que j'aray mautemps! 16
Mon cuer partira par mi,
Au dire a Dieu j'en souspire
Souvent et de dueil fremi.
20
Car je fondray com la cire
Des soussis et des grans soings
Que pour vous aray par temps;
Se je vous pers de tous poins,
24
Helas! que j'aray mautemps!
Note XXV:—2 A ce q. j'oz d.
XXVI
Mon doulz ami, n'aiez malencolie
Se j'ay en moy si joyeuse maniere;
Et se je fais en tous lieux chiere lie,
4
Et de parler a maint suis coustumiere,
Ne croiez pas pour ce, que plus legiere
Soye envers vous, car c'est pour decepvoir
7
Les mesdisans qui tout veulent savoir.
Car se je suis gaye, cointe et jolie,
C'est tout pour vous que j'aim d'amour entiere.
Si ne prenez nul soing qui contralie
11
Vostre bon cuer, car pour nulle priere
Je n'ameray autre qui m'en requiere;
Mais on doit moult doubter, a dire voir,
14
Les mesdisans qui tout veulent savoir.
Sachiez de voir qu'amours si fort me lie
En vostre amour que n'ay chose tant chiere.
Mais ce seroit a moy trop grant folie
18
De ne faire, fors a vous, bonne chiere.
Ce n'est pas drois, ne chose qui affiere
Devant les gens, pour faire apercevoir
24
Les mesdisans qui tout veulent savoir.
Note XXVI:—3 A² Car se—8 A² B C. se je s. ne g. ne j.—12 A¹ Je n'aimeray.
XXVII
Ne cuidiez pas que je soye
Si fole, ne si legiere,
Sire, qu'accorder je doye
4
M'amour a toute priere;
Trop seroye vilotiere,
Ce que oncques mais ne fus;
7
J'en ay fait a maint reffus.
Ja pour ce ne vous anoye,
Ne me faittes pire chiere,
Car amer je ne saroye,
11
Ne je n'en suis coustumiere,
Pour homme qui m'en requiere;
Aprendre n'en vueil les us;
14
J'en ay fait a maint reffus.
Ne faire je n'en vouldroie
En fais, en dis, en maniere,
Chose que faire ne doye
18
Femme qui honneur a chiere.
Trop mieulx vouldroie estre en biere.
Pour ce, soyent beaulx ou drus,
21
J'en ay fait a maint reffus.
Note XXVII:—9 B Ne m'en f.—13 A li us—15 B Car f. je ne v.—16 A¹ e. d. (blanc) m.—17 B q. f. n'en d.—20 B P. ce et a b. et a d.
XXVIII
Mon doulz ami, vueilliez moy pardonner,
Se je ne puis, si tost com je vouldroye,
Parler a vous, car ainçois ordener
4
Me fault comment sera, ne par quel voye.
Car mesdisans me vont gaitant
Qui du meschief et du mal me font tant,
Que je ne puis joye ne bien avoir,
8
Pour le desir que j'ay de vous veoir.
Si pry a Dieu qu'il leur vueille donner
La mort briefment; car leur vie m'anoye,
Pour ce qu'en dueil me font mes jours finer
12
Sanz vous veoir, ou est toute ma joye:
Car ilz se vont entremettant
De moy gaitier nuit et jour, mais pourtant
Ne vous oubli, ce pouez vous savoir,
16
Pour le desir que j'ay de vous veoir.
Mais ne sçaront ja eulx si fort pener,
Que, maugré tous, bien briefment ne vous voie.
Car tant feray, se g'y puis assener,
20
Que vous verray, quoy qu'avenir m'en doye,
Et vous feray savoir quant.
Mon doulz ami, deportez vous atant.
Car g'y mettray peine, sachiez de voir,
24
Pour le desir que j'ay de vous veoir.
Note XXVIII:—9-16 Manquent dans A².—11 B Car en grief d. me f. m. j. mener—12 B S. veoir v.—21 Sic A B; corr. assavoir.
XXIX
Le gracieux souvenir,
Qui de vous me vient,
Me fait gaiement tenir.
4
Et il appertient,
Car tout adès me souvient
Comment vostre bonté passe
Tous autres, chascun le tient,
8
Par Dieu, c'est grant grace.
Joye doy bien maintenir,
Quant si bien m'avient,
Qu'amours mon cuer retenir,
12
Dont plus lié devient,
Vous a fait a qui avient
Bien et bel en toute place
Faire quanque honneur contient,
16
Par Dieu, c'est grant grace.
Ne mal ne me peut venir;
Car mon cuer maintient
Qu'a joye puis avenir,
20
Par vous qui retient
Pense, dit, fait et detient
Tout bien, et tout mal efface
La bonté qui vous soustient,
24
Par Dieu, c'est grant grace.
Note XXIX:—3 B¹ Me f. joyeusement t.—11 A Que mon cuer veult r.; B Qu'amours m'a fait r.—12 manque dans B.—19 A puet—21 manque dans B.
XXX
Faulx mesdisans aront ilz le pouoir
De moy faire mon ami eslongnier?
Nanil, par Dieu! combien que leur savoir
4
Mettent a moy grever sanz espargnier,
Mais ja pourtant ne feront recreant
Mon cuer d'amer; a cellui le creant
Qui l'a du tout, car n'ont pas la poissance
8
Qu'a vraye amour puissent faire grevance.
Grever peut bien mon corps ou mon avoir
Leur faulx agait, que ne puis engigner,
Ou mon honneur, et si puis recepvoir
12
Par eulx maint mal; si le doy ressoigner;
Mais se mon fait devoyent en riant
Partout compter en la ville criant,
Si n'ay je pas ne doubte n'esperance
16
Qu'a vraye amour puissent faire grevance.
Par leurs lengues ou il n'a mot de voir
(Je pri a Dieu que l'en leur puist roignier,)
Me destournent mon ami a veoir;
20
De ce les voy assez embesoignier,
Et ja par eulx vont maintes gens creant
Pis qu'il n'y a, et ainsi vont grevant
Maint vray amant; mais n'ay point de doubtance
24
Qu'a vraye amour puissent faire grevance.
Note XXX:—14 B c. par la v.—23 B car n'ay p. de d.
XXXI
Mon ami, ne plourez plus;
Car tant me faittes pitié
Que mon cuer se rent conclus
4
A vostre doulce amistié.
Reprenez autre maniere;
Pour Dieu, plus ne vous doulez,
Et me faittes bonne chiere:
8
Je vueil quanque vous voulez.
Ne plus ne soiez reclus,
Ne pensif, ne dehaitié;
Mais de joye aprenez l'us.
12
Car bien avez exploitié
Vers Amours qui n'est pas fiere
Encontre vous; or alez,
J'acorde vostre priere:
16
Je vueil quanque vous voulez.
Trop mieulx m'atachent qu'a glus,
Et d'amours font le traittié,
De voz larmes les grans flus
20
Qui m'occient a moitié,
Ne plus je n'y met enchiere;
Doulz ami, or m'acolez,
Je suis vostre amie chiere;
24
Je vueil quanque vous voulez.
Note XXXI:—19 A¹ le grant flus.
XXXII
Helas! m'amour, vous convient il partir
Et eslongnier de moy qui tant vous aim?
Ce poise moy, s'ainsi est, car sentir
4
Me convendra, de ce soyez certain,
Trop de griefté jusqu'au retour.
En dueil vivray, en peine et en tristour,
Et me mourray de dueil certainement,
8
Se demourez loing de moy longuement.
Car vostre est tout mon cuer, sanz repentir,
Ne n'a nul bien sanz vous, ne soir, ne main,
Ne il n'est rien qui le feist alentir
12
De vous amer, tant fust malade ou sain;
Et, comme en une forte tour,
Est enfermé en lui vo gent atour
Qui m'ocira, n'en doubtez nullement,
16
Se demourez loing de moy longuement.
Or me ditez, doulz ami, sanz mentir,
Quant revendrez. Pour le dieu souverain
Ne demourez! car ce feroit martir
20
Mon povre cuer, qui n'a autre reclaim;
Et ne m'oubliez par nul tour,
Loyal soyez, et loing et cy entour;
Car tant vous aim qu'il m'yra durement
24
Se demourez loing de moy longuement.
Note XXXII:—12 B De v. veoir.
XXXIII
En plourant a grosses goutes,
Trés triste et pleine de dueil,
Ma vraye amour dessus toutes,
4
Cil que j'aim, n'autre ne vueil,
Vous di a Dieu a grant peine.
Car trop grant doulour soustient
Mon cuer, qui grief dueil demaine,
8
Puis que partir vous convient.
Or sont mes joyes desrouptes;
Plus ne chant, si com je sueil;
Des tristes suivray les routes,
12
J'en ay ja passé le sueil,
Puis que je seray longtaine
De vous, et il apertient.
Je demeure de dueil pleine,
16
Puis que partir vous convient.
Je mourray, n'en faites doubtes,
Sans veoir vo doulz accueil.
Ha! Fortune, tu me boutes
20
En dur point, puis que my oeil,
Fors par pensée prochaine,
Ne verront cil qui retient
Mon cuer: c'est chose certaine,
24
Puis que partir vous convient.
Note XXXIII:—17 A¹ mouray—18 A¹ vou d. a.—22 A² q. te tient.
XXXIV
Or est venu le trés gracieux moys
De May le gay, ou tant a de doulçours,
Que ces vergiers, ces buissons et ces bois,
4
Sont tout chargiez de verdure et de flours,
Et toute riens se resjoye.
Parmi ces champs tout flourist et verdoye,
Ne il n'est riens qui n'entroublie esmay,
8
Pour la doulçour du jolis moys de May.
Ces oisillons vont chantant par degois,
Tout s'esjouïst partout de commun cours,
Fors moy, helas! qui sueffre trop d'anois,
12
Pour ce que loings je suis de mes amours;
Ne je ne pourroye avoir joye,
Et plus est gay le temps et plus m'anoye.
Mais mieulx cognois adès s'oncques amay,
16
Pour la doulçour du jolis moys de May.
Dont regreter en plourant maintes fois
Me fault cellui, dont je n'ay nul secours;
Et les griefs maulx d'amours plus fort cognois,
20
Les pointures, les assaulx et les tours,
En ce doulz temps, que je n'avoye
Oncques mais fait; car toute me desvoye
Le grant desir qu'adès trop plus ferme ay,
24
Pour la doulçour du jolis moys de May.
Note XXXIV:—3 B prés et b.—4 A Reverdissent partout de commun cours—5 A¹ Et t. r. si s'esjoye, corr. si se resjoye—13 B Et—17 A D. regraittant—18 A¹ Me fait.
XXXV
Je suis loings de mes amours,
Dont je pleure mainte lerme;
Mais en espoir prens secours
4
Que tost revendra le terme
Qu'il m'a mis de retourner.
Ja sont passées trois sepmaines,
Six en devoit sejourner,
8
Tant ont a durer mes peines.
Tant le desire tousjours
Qu'en suis malade et enferme.
Or venez doncques le cours,
12
Amis que j'aim d'amour ferme,
Et vous ferez destourner
Mes angoisses trés grevaines;
Car jusques au retourner
16
Tant ont a durer mes peines.
Pour mener mon dueil en plours,
Souvent a par moy m'enferme;
Mais ce garist mes doulours
20
Qu'a bon espoir je m'afferme
Que Dieu vous vueille amener,
Ou tost nouvelles certaines;
Jusques la me fault pener,
24
Tant ont a durer mes peines.
Note XXXV:—9 B a t.—14 B trop g.—20 B Qu'au doulz souvenir m'a.
XXXVI
Se vraye amour est en un cuer fichée
Sanz varier et sanz nulle faintise,
Certes c'est fort que de legier dechée;
4
Ainçois adès de plus en plus l'atise
Ardent desir et l'amour qui s'est mise
Dedens le cuer, qui si le fait lier
Qu'il n'en pourroit partir en nulle guise,
8
Et qui pourroit telle amour oublier?
Pour moy le sçay, qui suis toute sechée
Par trop amer; car, sans recreandise,
Ay si m'amour fermement atachée
12
A cil amer, ou je l'ay toute assise,
Qu'en ce monde nul autre avoir ne prise,
Ne je ne fais fors melencolier.
Quant loings en suis, riens n'est qui me souffise,
16
Et qui pourroit telle amour oublier?
Si ne pourroit jamais estre arrachée
Si faitte amour, car, pour droit que g'y vise,
Je n'ay pouoir qu'en moy de riens dechée,
20
Et si suis je d'autres assez requise;
Mais riens n'y vault: un seul m'a tout acquise;
Tant pourchaça, par soy humilier,
Que je me mis du tout a sa franchise,
Et qui pourroit telle amour oublier?
Note XXXVI:—8, 16, 24 B celle a.—17 B Ne ne—19 A q. r. de m. d.—21 A¹ un m'a t. a.—B un m'a du t. a.—22 B pour s. h.—24 A¹ tel a.
XXXVII
Pour vous, m'amour desirée,
Ay joye si adirée,
Sanz mentir,
4
Qu'adès vouldroye sentir
La mort, pour estre tirée
Du mal qui m'a empirée,
7
Et si ne m'en puis partir.
Ne, pour tost estre curée
La peine qu'ay endurée,
Consentir
11
Ne me puis ne assentir
A autre amour procurée;
J'en seroye perjurée,
14
Et si ne m'en puis partir.
C'est pour vostre demourée,
Ma doulce amour savourée,
Qui partir
18
Fera mon cuer com martir,
J'en suis taintte com morée,
Et toute descoulourée,
21
Et si ne m'en puis partir.
Note XXXVII:—8 B Ne p. e. t.
XXXVIII
Helas! doulz loyaulx amis,
En grant desir attendoie
Le terme que m'aviez mis
4
De retourner, mais ma joye
Tourne en dueil: tout est cassé
Le bon espoir que j'avoye,
7
Puis que le terme est passé.
Vous m'aviez dit et promis,
Et aussi je l'esperoie,
Que deux moys ou trois demis,
11
Demourriez en ceste voye,
Dont je me doubt que lassé
Vous soyez que plus vous voye,
14
Puis que le terme est passé.
Or est de tous poins desmis
Le soulas qu'avoir soloie,
En pensant que ja remis,
18
Du retour fussiez en voye
De venir; mais effacé
Est mon bien; car trop m'anoie,
21
Puis que le terme est passé.
Note XXXVIII:—9 B ainsi—13 B omet le second vous.
XXXIX
Qui a mal, souvent se plaint;
Car maladie le doit,
Et pour ce sont mi complaint
4
Doulereux, car chascun voit
Comment tourmentée suis
Pour amer, et ma doulour
Nullement celer ne puis;
8
Il en pert a ma coulour.
On cognoist bien qui se faint;
Car qui grant griefté reçoipt,
Le visage en a destaint.
12
Se le cuer est fort destroit,
Et pour ce mes griefs anuis
Amenrissent ma vigour,
Car repos n'ay jour ne nuys;
16
Il en pert a ma coulour.
Mais cil, par qui j'ay mal maint,
Ne scet, ne cognoist, ne voit
Comment mon cuer est attaint;
20
Helas! comment le sçaroit,
Car je ne le vis depuis
Demi an, mais son sejour
De la mort m'ovrira l'uis;
24
Il en pert a ma coulour.
Note XXXIX:—4 A¹ Douloureux—8 B Il appert a—14 B Amenuissent.
XL
Amours, amours, certes tu fis pechié
De moy lier en tes perilleux las,
Ou mon cuer est si durement fichié,
4
Que moult souvent me convient dire helas!
Et voirement dit l'en voir
Que tu ne scés nullui si chier avoir,
Qu'il n'ait, souvent avient, de ses amours
8
Pour un seul bien plus de cinq cens doulours.
Au commencier m'as le cuer aluchié,
Par moy donner assés de tes soulas;
Mais quant tu l'as fermement atachié,
12
Adonc de ses plaisirs despouillié l'as;
Car, sans lui faire assavoir,
Trestout le bien qu'il souloit recevoir
Lui as osté, et lui rens tous les jours
16
Pour un seul bien plus de cinq cens doulours.
Et se cellui, par qui en dur point chié,
Ne vient briefment, mal oncques m'affulas
De tes dangiers par qui du tout dechié
20
De joye avoir, et s'il est d'amer las
Trop me convendra douloir;
Car plus que riens le desir a veoir,
Et, s'il ne vient, j'aray pour mes labours
24
Pour un seul bien plus de cinq cens doulours.
Note XL:—6 B¹ si chierement a.—7 A pour ses labours—9 B Au premier m'as le c. si a.—B² alechié—10 B Pour m.—18 A² B¹ mar o. m.—19 A¹ donjers—23 B par m. l.
XLI
Helas! au moins se aucune nouvelle
Peusse ouïr, par quoy sçeusse comment
Le fait cellui qui mes maulx renovele,
4
Et qui tenu l'a ja si longuement
De moy loingtain, ce feist aucunement
Moy resjouïr, mais nul n'en fait raport,
7
Ne plus, ne mains ne que s'il estoit mort.
Ne sçay s'en nef, en barge, ou en nacelle,
Passa la mer ou s'il va autrement;
S'en Aragon, en Espaigne, en Castelle,
11
Ou autre part soit alé, ou briefment
Ne puist venir, ou si prochainement;
Car je ne sçay ou il est, n'a quel port,
14
Ne plus, ne mains ne que s'il estoit mort.
Ou peut estre qu'il aime autre plus belle
Que je ne suis, si ne lui chaut granment
De revenir; mais il n'est damoiselle
18
Ne nulle autre, ce sçay certainement,
Qui jamais jour l'aime plus loiaument;
Mais que me vault? quant je n'en ay confort,
21
Ne plus, ne mains ne que s'il estoit mort.
Note XLI:—1 B H. amours—2 B P. avoir—5 A ce fait a—10 A¹ en E. ou en C.—A² ou C.—18 B ne s. c.
XLII
Ovide dit qu'il est un messagier,
Qui en dormant les nouvelles aporte,
Les gens endort, et puis les fait songier
4
De joye ou dueil, songes de mainte sorte.
Morpheüs cil messager on appelle;
Au dieu qui dort est filz, ce dit la fable,
Qui en pluseurs formes se renouvelle,
8
Cil nonce aux gens mainte chose notable,
Et cellui dieu de someil alegier,
Soye mercy, veult le mal que je porte.
Car nouvelles m'envoye sanz dongier
12
De mon ami, autre ne me conforte.
Mais quant chose me dit qui ne m'est belle,
Mon cuer tremble plus que feuille d'arable;
Car en nul cas de riens le voir ne celle,
16
Cil nonce aux gens mainte chose notable.
Et ma doulour fait moult assouagier
Le dieu qui dort, certes je fusse morte
Se il ne fust; mais plorer de legier
20
Me fait souvent, car trop me desconforte
Quant il me dit qu'une autre damoiselle
Tient mon ami, et qu'il soit veritable
J'ay grant paour; car, de toute querelle,
24
Cil nonce aux gens mainte chose notable.
Note XLII:—5 A¹ Orpheüs—10 A¹ Sienne m.—B le dueil q. je p.
XLIII
Hé Dieux! que le temps m'anuie,
Un jour m'est une sepmaine;
Plus qu'en yver longue pluie,
4
M'est ceste saison grevaine.
Helas! car j'ay la quartaine,
Qui me rent toute estourdie
Souvent et de tristour pleine:
8
Ce me fait la maladie.
J'ay goust plus amer que suye,
Et coulour pasle et mausaine;
Pour la toux fault que m'appuye
12
Souvent, et me fault l'alaine.
Et quant l'excès me demaine,
Adonc ne suis tant hardie
Que je boive que tysaine:
16
Ce me fait la maladie.
Je n'ay garde que m'enfuye;
Car, quant je vois, c'est a peine
Non pas l'erre d'une luie,
20
Mais par une chambre plaine
Encor convient qu'on me maine,
Et souvent fault que je die:
«Soustenez moy, je suis vaine.»
24
Ce me fait la maladie.
Medecins, de mal suis plaine,
Garissez moy, je mendie
De santté qui m'est longtaine;
28
Ce me fait la maladie.
Note XLIII:—21 A¹ que on.
XLIV
Amours, il est fol qui te croit,
Ne qui a toy servir s'amuse;
Car qui mieulx te sert plus reçoit
4
De grans anuis, et sa vie use
A grant meschief qui s'i esluse;
Grant faissel lui fault soutenir,
7
Je m'en sçay bien a quoy tenir.
Ton bel accueil chascun deçoit,
Chascun attrait, nul ne reffuse,
Assez promet et moult accroit;
11
Mais au payer trestous cabuse,
Et pis y a, car on accuse
Qui ta vie veult maintenir,
14
Je m'en sçay bien a quoy tenir.
A la perfin chascun le voit,
Ton fait n'est fors que droitte ruse,
Et s'au commencier on savoit
18
Comment la fin en est confuse,
Tel s'en retrairoit qui y muse;
Mais on ne s'i scet contenir,
21
Je m'en sçay bien a quoy tenir.
Note XLIV:—14 et 21 A¹ Je me s.
XLV
Le messagier de Renommée,
Qui Pegasus est appellé,
Par qui grant parole est semée,
4
Car ce qu'il scet n'est pas cellé,
Cil vole plus tost qu'une aronde,
Et telles nouvelles raporte,
Souvent qu'il semble que tout fonde;
8
Et a la fois grant joye aporte.
Les nouvelles de mainte armée,
Ou s'un païs s'est rebellé,
Ou s'aucune chose est blasmée,
12
A tantost dit et revellé;
Mais souvent ment, car il abonde
En grant parole droitte et torte;
Par lui sont dolent maint au monde;
16
Et a la fois grant joye aporte.
Cellui m'a la guerre nommée,
Ou mon ami s'en est alé,
Et m'a dit qu'une aultre enamée
20
A, dont j'ay le cuer adoulé,
N'est ne premiere, ne seconde
Fois, qu'il ainsi me desconforte;
Dont plourer me fait a grant onde;
24
Et a la fois grant joye aporte.
Ainsi, en pensée parfonde
Songe m'euvre de deuil la porte,
Si qu'il m'est vis qu'en plours ja fonde;
28
Et a la fois grant joye apporte.
Note XLV:—2 A¹ appellez—5 A¹ Sil—6 B apporte—10 B p. est r.—14 A² p. et d. et t.—17 B la g. donné—19 B que a e.—20 A¹ adoulée—25 à 28 omis dans A¹ et B.
XLVI
Mesprendroye vers amours
De faire nouvel ami,
Quant j'ay, sens avoir secours,
4
Attendu an et demi
Cellui que je tant amoye?
Bien voy qu'il ne lui souvient
De moy, quant ne vient, n'envoye,
8
Ne nouvelles ne m'en vient.
Pour lui ay eu mains maulx jours,
Et se tel mal eust pour mi,
Plus tost venist que le cours;
12
Car oncques puis ne dormi
Bien, qu'il parti, ne n'oz joye;
Ne sçay quel cause le tient,
Mais n'en oz ne vent ne voye,
16
Ne nouvelles ne m'en vient.
Se ne vueil plus en telz plours
Vivre, j'ay assez gemi;
Estre y pourroye tousjours,
20
Qu'il n'en donroit un fremi.
Ce n'est pas drois que je doie
Lui amer, quant ne lui tient;
Ne ne chault que je le voie,
24
Ne nouvelles ne m'en vient.
Note XLVI:—1 B M. je v. a.—3 A B² Q. je s.—8 A¹ ne me v.—9 A² Par l.—15 B M. n. oy.
XLVII
Jamais a moi plus ne s'attende,
Cellui a qui plus ne m'attens,
Puis que vers moy ne vient ne mende.
4
Attendu l'ay deux ans par temps,
Plus ne m'en quier donner mau temps;
Folie m'en feroit douloir,
7
Puis qu'il m'a mis en nonchaloir,
Au vray corps Dieu le recomende,
Qui le gard de mauvais contens,
Et de tout peril le deffende,
11
Combien que plus je ne l'attens,
Et a m'en retraire je tens;
Et de ce fais je mon devoir,
14
Puis qu'il m'a mis en nonchaloir.
Mespris a vers moy, mais l'amende
N'affiert pas de deniers contens,
Mais du devoir qu'Amours comende
18
A ceulz qui sont entremettans
D'amours servir; mais mal contens
S'en tient mon cuer, a dire voir,
21
Puis qu'il m'a mis en nonchaloir.
Note XLVII:—1 A² J. p. a m.—11 B² je ne l'entens—12 A¹ jettens—B Et a moy r. j'entens.
XLVIII
Je ne te vueil plus servir,
Amours, a Dieu te comand.
Tu me veulz trop asservir,
4
Et paier mauvaisement;
Pour loier me rends tourment.
C'est fort chose a soustenir:
7
Je ne m'i vueil plus tenir.
Pour ta grace desservir
Je t'ay servi loiaument,
Mais je ne puis assovir
11
Mon service, car griefment,
Me tourmentes, dont briefment
Aime mieulx m'en revenir:
14
Je ne m'i vueil plus tenir.
Qui a toy se veult plevir,
Et donner entierement,
Puis descendre, puis gravir,
18
Selon ton commandement,
Lui convient peniblement;
Si m'en doit bien souvenir:
21
Je ne m'i vueil plus tenir.
Note XLVIII:—11 B trop g.—12 B bien b.
XLIX
N'en parlez plus, je ne vueil point amer;
Sire, pour Dieu vueilliez vous en retraire,
Ne me devez ne haïr ne blasmer,
4
Se je ne vueil a nul en tel cas plaire;
Helas! pour Dieu, vueilliez vous ent retraire.
Car plus ne vueil telle complainte oïr;
7
Vous me ferez d'environ vous foïr.
Par telz semblans me feriez diffamer;
A vous seroit grant pechié de ce faire.
Ja vont pluseurs partout dire et semer,
11
Que cy entour vous n'avez riens que faire,
Et si n'est nul qui autant y repaire;
Mais se vous voy de tel plait esjouïr,
14
Vous me ferez d'environ vous fouïr.
Il n'est chanteur, ne sereine de mer,
Qui cuers de gens scevent si bien soubtraire,
Ne beau parler, prier, ne reclamer,
18
Qui me feïst a telle amour attraire,
Si vous suppli que vous en vueilliez taire;
Car s'autrement ne puis de ce joïr,
21
Vous me ferez d'environ vous foïr.
Note XLIX:—6 B celle c. o.—9 B A. v. sera—18 B Q. me sceüst a t. a. traire—A¹ Q. me faist a tel a.
L
Aucunes gens porroient mesjugier
Pour ce sur moy que je fais ditz d'amours;
Et diroient que l'amoureux dongier,
4
Je sçay trop bien compter et tous les tours,
Et que ja si vivement
N'en parlasse, sanz l'essay proprement,
Mais, sauve soit la grace des diseurs,
8
Je m'en raport a tous sages ditteurs.
Car qui se veult de faire ditz chargier
Biaulz et plaisans, soient ou longs ou cours,
Le sentement qui est le plus legier,
12
Et qui mieulx plaist a tous de commun cours,
C'est d'amours, ne autrement
Ne seront fait ne bien ne doulcement,
Ou, se ce n'est, d'aucunes belles meurs,
16
Je m'en raport a tous sages ditteurs.
Qui pensé l'a, s'en vueille deschargier,
Qu'en verité ailleurs sont mes labours.
Pour m'excuser ne le dis ne purgier;
20
Car amé ont assez de moy meillours,
Mais d'amours je n'ay tourment
Joye ne dueil; mais pour esbatement
En parlent maint qui ont ailleurs leurs cuers,
24
Je m'en raport a tous sages ditteurs.
.
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