miércoles, 18 de septiembre de 2013

KOSTÍS PALAMÁS [10.532]


Kostís Palamás 

(en griego Κωστής Παλαμάς; 13 de enero de 1859 - 27 de febrero de 1943) fue un poeta y dramaturgo griego. Ingresó a la Universidad de Atenas, de la que fue más tarde secretario. Con su poesía ensanchó las posibilidades de la lengua hablada o demótico, postergada hasta entonces. Fue el autor de la letra del himno Olímpico.

Fue el poeta y el intelectual más relevante en la Grecia de su tiempo. Pertenece a la llamada “Generación de 1880”. Su obra está caracterizada por una simbiosis de modernidad y tradición. Abandonó los estudios de Derecho para dedicarse a la literatura, sobre todo a la poesía. Fue desde 1897 secretario de la Universidad de Atenas y su escritura privilegió la lengua dimotikí. Escribió asimismo textos periodísticos y de crítica literaria, y un drama de corte naturalista, Tres veces noble. Su obra poética contiene títulos como El dodecálogo del gitano, Canciones de mi patria, Yambos y anapestos o Las noches de Fimios. Palamás es el poeta griego nacional por antonomasia, figura eminente junto a Cavafis, Elitis y Solomós. Una selección de su poesía está traducida al castellano en la Antología de la poesía griega de J. A. Moreno Jurado (Madrid, Ediciones Clásicas, 1997).

Obras principales

Las Canciones de mi patria (1886)
La tumba (1898)
Vida inmutable (1904)
Los doce discursos del gitano (1907)
La flauta del rey (1910)
Antares (1915)



Traducción y nota: Pedro Redondo Reyes



¡Ah Penélope, desvelada, por qué me convertiste en tu doble 
una estrella iluminaba la noche de un hexámetro
mujer, lira, y los dos dominios, tan hermosa!
¡…como poco de temer era tu arco, Odiseo!




Ώ Πηνελόπη, αγρύπνησα, ‘τί μου είχες γίνει ταίρι,
τη νύχτα ενός εξάμετρου μάς φώτιζε τ' αστέρι, 
γυναίκα, λύρα, κα τί δύο κυρίαρχα, τόσο ωραία! 
Όσο δεν είταν τρομερό τò τόξο σου, Οδυσσέα!






KOSTÍS PALAMÁS 
(1859-1943)





El poeta griego nacido en Patras, huérfano desde su temprana infancia, lector precoz, crítico literario juvenil, abogado de litigio virgen –no ejerció profesionalmente el Derecho–, funcionario académico en la Universidad de Atenas –durante más de tres décadas– son parte de la historia personal del Palamas "poeta de la liberación patria".

El patrasiano Kostis Palamás marcado por la melancolía y las depresiones infantiles pasa de su "liberación en el mundo subjetivo" a la construcción de una de las corrientes literarias más importantes que influyen en la política helénica para unir Grecia a Europa. Afanoso de la "otra liberación" toma el escudo del "habla-lengua-lenguaje en formación del demótico –griego moderno–" como parte de las estrategias y recursos orientados a superar el viejo idioma –el katarevousa– asociado a la hegemonía del elitismo colaboracionista de la dominación extranjera.

A Palamás, reconocido como "constructor emocional de su país", lo marca el destino como luchador incansable a favor del demótico griego. Es simultáneamente crítico literario, poeta de excelencia, ensayista consumado. En la globalidad que caracteriza el inicio de siglo y milenio, se hace interesante un acercamiento al repaso de una fase poco difundida en el contexto de la "cultura nacionalista" del país donde se asentaron parte de los cimientos occidentales, ahora en el ojo del huracán en la "Aldea Globalizada", en función de una poética que sigue en la galaxia de Gutenberg como ejemplar y digna de testimonio.

Con estas reflexiones genéricas se ofrece al lector una serie de poemas que pertenecen a distintas colecciones. A cada quien, su "propia liberación".





Canción desnuda

Todo está desnudo alrededor, 
aquí todo se encuentra desnudo 
la planicie, las montañas, el horizonte, 
es de día.

La creación es transparente, 
sus palacios permanecen abiertos. 
Ojos, sacien su sed de luz, 
guitarras, colmen su hambre de ritmo.

Aquí los árboles crecen separados, 
en un caos, 
el mundo es vino puro, 
aquí reina la desnudez. 
Las sombras, sueños son 
y aquí, aún la noche 
esboza una rubia sonrisa.

Aquí, todo se subleva 
con pechos 
desnudos, sin pena 
la seca roca es una estrella, 
el cuerpo es llama, 
¡tu divina desnudez, noble Ática, 
está unida con oro, plata, perlas y rubíes!

Aquí, el joven es embrujo, 
la carne, es dios, 
la virginidad, Artemisa, 
el deseo, Hermes, 
Aquí, cada momento desnudo 
Hermes sobresalta al pasado, 
a los monstruos marinos, 
Afrodita desnuda surge y todo inunda.

¡Quítate la ropa! 
¡Vístete con la desnudez, alma mía! 
Vístete de belleza. 
Sacerdotisa del desnudo, 
alma mía, tu cuerpo es un templo. 
Magnetiza mi mano. Ámbar de la carne, 
¡Que mis brazos te envuelvan! 
Dame de beber el olímpico néctar de la desnudez.

Rompe el velo: despójate 
de la pesada túnica. 
Une tus espléndidas formas 
a las de la naturaleza. 
¡Deshaz tu cinto! ¡Cruza tus brazos 
sobre el corazón! 
Haz con tu velo 
una real vestidura.

¡Vuélvete una inmóvil estatua! 
Deja que tu cuerpo asuma 
la perfección del arte 
que en la piedra brilla 
juega y actúa con ideas desnudas 
como animales ágiles, salvajes, serpientes, pájaros.

Juega y representa 
la voluptuosidad de lo bello, 
purifica tu desnudez y 
vuélvete espíritu. 
Deja que el alba 
redonda, alargada, suave, 
haga con sus curvas una danza. 
¡Oh, divinos tremores 
bailen, dancen!

Frente, ojos, olas, cabello, muslos, 
valles secretos, rosas de amor, 
mirto, escondites, 
piernas que atrapa, temblores, 
fuentes de caricias, palomas 
de deseo, halcones de destrucción.

Boca, expresa desde el alma palabras no dichas, 
boca 
como la cera de abeja, 
color granada, 
boca con lirios de alabastro. 
Los juegos de abril 
envidian las formas de tus senos 
por no beber en ellos.

Beber de los rosados, 
turgentes, esmaltados pechos 
la leche de mis sueños felices. 
Feliz soy. 
Yo soy tu hierofante, 
tus rodillas son altares, 
los dioses hacen milagros 
en tu ardiente abrazo.

Lejos de nosotros todo 
está cubierto y oculto, 
lo feo, lo impuro, lo extraño. 
¡Que todo sea visible, 
que esté desnudo, sin culpa! 
La tierra, el aire, los cuerpos, los pechos. 
La verdad es desnudez 
y la desnudez belleza.

En el sol, espléndida desnudez 
de un día ateniense 
si a ti algo te parece 
un monstruo desnudo, 
como un árbol sin hojas, sin brillo, 
sin la gracia de la sombra, 
como piedra bruta, 
cuerpo delgado y seco.

Algo desnudo en el horizonte 
con mirada ardiente, 
sólo para mostrar que vive, 
un hijo de los sátiros, 
un animal salvaje, 
con una voz de plata, 
no huyas, soy yo.

Soy el sátiro aquí arraigado, 
como un olivo, 
detengo los vientos con mi flauta, 
toco y hago danzar a los 
hombres, a los animales 
y a los fantasmas que aparecen 
los que adoran y son adorados. 
Yo toco y embrujo.

El dodecalogo del gitano 
(fragmento)

Gitana, pecho de perdiz, 
maga que hablas 
a los astros a media noche 
con lenguaje de mando.

Eres más grande que el mundo 
y al mundo sorprendes, 
las estrellas te coronan 
como a una hada.

Enciérrame en la vida 
con tus fuertes brazos 
soy el mago del amor 
maga de estrellas.

Enséñame a conocer 
el destino de hombres y naciones, 
el secreto de los ciclos 
y de los cielos.

Cómo revivir 
los mágicos espejos 
de las mujeres más bellas 
y de todos los tiempos y del tiempo.

Cómo atar en el círculo dorado 
de los demonios 
y a las hordas de seres fantasmales 
y someterlo.

Cuando las palabras 
el demonio y el fantasma, 
en el dorado anillo 
del ritmo.





Tristeza de las marismas

Canciones de Ianina, de Esmirna, de Estambul, 
canciones de Oriente que por mucho tiempo llevó mi alma 
canciones tristes 
que me modelaron el alma. 
Que está llena del perfume de su música 
y en sus alas vuela.

En ustedes habla y gime la madre 
y exhala intensos perfumes, 
sus besos lascivos son de fuego, esclavizada 
adora la fatalidad y la teme. 
Tiembla el alma y la carne, esclava en un harén 
es la Anatolia lánguida.

En ti lloran la oscura pobreza y 
la alegría, el gozo en ti es un canto amargo, 
sombrío, pobre, 
esclavo perezoso, 
de corazón estrecho, inactivo... 
soy un paseante como tú.





Paseos y saludos

Era como las ramas del granado 
cuando abre la boca el niño enfermo 
para tomar el primer alimento. 
Era como la dulzura del sueño 
que inclina las pestañas de un obrero. 
Era como el agua fría 
en la raíz del arce 
y como la sombra en la 
cabeza desnuda del labrador. 
Era como el florecer de la violeta, que en la tarde 
se abre en la hendidura de la roca. 

Versiones de Cayetano Cantú








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