viernes, 6 de febrero de 2015

FÉLIX CALDERÓN ÁVILA [14726] Poeta de Guatemala


FÉLIX CALDERÓN ÁVILA

Félix Calderón Ávila  nació en Malacatancito, Huehuetenango,  el 20 de noviembre de 1887, siendo sus padres don Francisco y doña Abelina.  Este célebre poeta ocupó cargos en la diplomacia del país. La mayoría de las composiciones poéticas pertenecen a su juventud, y datan de 1914-1916. Libros: “La voz de los Andes” (1913), “Lira altiva” (1913), “Cantos de América” (1926).

Félix Calderón Ávila, uno de los tantos bardos olvidados

Don Adrián Recinos, dijo de él: “Félix Calderón Ávila vivió y murió en la solidaridad de la raza hispanoamericana; tuvo en su mente alucinada el sueño de Bolívar y escribió estas páginas, que tienen que ser gratas a los que sienten como él la palpitación de una sola alma, digna y generosa, de uno al otro confín de la América española”.

Lastimosamente, Félix Calderón Ávila, es poco conocido, como sucede  con los muchos poetas, escritores y dramaturgos guatemaltecos. 

El gran bardo huehueteco falleció muy joven en San Francisco, California, el 8 de septiembre de 1924.

Con respeto y admiración, cito algunos textos de este gran guatemalteco:


MI PATRIA (Fragmento)

Para José Rodríguez Cerna


Yo vine al mundo en la inquietud salvaje
de una noche silente y taciturna,
en el seno de un pálido paisaje,
bajo la clara azulidad nocturna.
Los lácteos rayos de la blanca luna
me hirieron siempre con frialdad extraña,
y la muerte del sol bañó mi cuna,
y me brindó su sombra una montaña.

Yo, como el águila, el picacho altivo
tuve a mis plantas sin sentir recelos,
mientras sondeaba, grave y pensativo,
el misterio profundo de los cielos.




ORGULLO DE RAZA (Fragmento)

Para Julio Padilla Romero

Yo siento en mi sangre rebelde, americana,
en pugna con la sangre del bélico español;
y creo que desciendo de sangre sevillana,
inoculada en indio, bajo la luz del sol.

Yo siento hábil el brazo para lanzar las flechas
-certeramente al blanco- que llevo en mi carcaj;
y añoro las espadas de caballero –hechas
para brillar en duelos en un raro zig zag.

Me embriaga con sus sones la trémula montaña,
en la llanura glauca quisiera ser pastor.
Y ansío ser romántico de la gloriosa España,
al pie de una ventana: duelista y trovador. 





JESUCRISTO                                                                                                                                                         
Amó  a la humanidad-que ansioso guiara                                                           
a una cumbre divina y salvadora-                                                                        
y fue su idea la fulgente aurora                                                                      
que en un nuevo horizonte deslumbrara.  

La turba imbécil que a su voz temblara,                                                              
temió su verbo, y en maldita hora,                                                                      
en pago a su palabra redentora                                                                          
hiriole el pecho, y le azotó la cara.                                                                                            
Mas no ha muerto – que aún vive en nuestros labios
morirá en cataclismos furibundos                                                                       
cuando mueran del alma los agravios,                                                                                    
cuando estallen los ámbitos profundos.                                                             
En tanto vivirá-   sabio de sabios-                                                                        
de pie sobre la cima de los mundos.                                                                               

  
Vais a entrar a un jardín por un pórtico de mármol, con bajorrelieves de oro que Centellean al sol.                                                                                                                                                                                                    FCA.


No en cuna de oro, ni auxiliado por adas, con el aroma de verdes pinares y cánticos del Guarda barranca o del Cenzontle gris, con la brisa del rio Tiwitz, o  del Pueblo, que rodean a este gironcito de tierra, que se llama Malacatancito, viene al mundo un  20 de noviembre del año 1,887 el eximio poeta Félix Calderón Ávila, hijo de una mujer humilde  llamada Abelina Calderón y un hombre poco conocido Francisco Ávila - de ascendencia española,- procrearon cuatro hijos, habiendo muerto la madre cuando ellos eran muy jóvenes.

Félix fue un niño inquieto e inteligente que destacó en sus estudios de primaria.  Con muchos esfuerzos y con pocos conocimientos de la escuela, pero con un alto espíritu de entusiasmo y deseos por superarse, se trasladó a la ciudad de Quetzaltenango  donde encontró el apoyo del joven licenciado recién venido  de Europa, Gildardo Monzón Hidalgo, también de ascendencia malacateca.

Estando en Quetzaltenango trabajando como escribiente en el bufete del licenciado Monzón Hidalgo se inscribe en el Instituto Normal Para Varones de Occidente, al ver que sus ingresos económicos no le son suficientes para subsistir decide trasladarse  a la capital.

Algunos elogios en verso y en prosa dedicados  a doña Joaquina, madre del entonces presidente, Manuel Estrada Cabrera se supone que sirvieron para que el gobernante se fijara en él y valorizara su talento. Los escritos son parte del folleto “OROS Y BRONCES” en el cual aparecen “En el Asilo de Maternidad Joaquina” “Minerva”, “El Pabellón”, “Sueño y Ala”,”Despertad”,”Aves y Poetas”, “El Himno”.

El presidente Manuel Estrada Cabrera, le manda a llamar y después de intercambiar impresiones se da cuenta de su enorme capacidad intelectual y el 28 de enero de 1,914 fue nombrado Oficial cuarto del Ministerio de Relaciones Exteriores. El 8 de mayo del mismo año fue ascendido a oficial Tercer. El 22 de julio de 1,916 fue nombrado Secretario del Consulado General  de Guatemala, en San Francisco, California, Estados Unidos. Del 17 de junio de 1,918 al 1 de mayo del 1919 fue cónsul interino en aquella misma ciudad.

Por la fiebre de  escritores que se vivía en al ciudad de la luz en esa época y teniendo él,  la inspiración en las venas, su más caro sueño era viajar a Paris, su sueño se hace realidad al ser nombrado para ocupar un cargo diplomático y por espacio de dos años vive en esta floreciente ciudad, al regreso a su país publica su  poemario “LIRA ALTIVA” el cual se inicia con el profundo poema “LAS AGUILAS” y luego “ORGULLO DE RAZA” los cuales reproducimos para que el amable lector  se deleite leyendo estas dos joyas de poemas y se haga una idea del talento del poeta malacateco.  Félix  fallece en California, Estados Unidos el 8 de septiembre del año 1,924.  A pocos dias para que se cumpliera su deseo ya que quiso morir en octubre; cuando mueren las rosas, quiso irse en octubre cuando se van las hojas.  Años mas adelante sus restos fueron trasladados al cementerio general de la ciudad capital, donde actualmente descansan. En la entrada a Malacatancito,  frente al calvario, se encuentra la estatua del insigne poeta, gracias al apoyo del Lic Juan Florencio Calderón.



Las águilas
                                                                                                                              

Para Manuel Ugarte

 Era una cumbre roja bañada por la lumbre
-como vapor de oro- del sol crepuscular;
y, majestuosamente, sobre la roja cumbre
Tres águilas se erguían escudriñando el mar.

Al punto se volvieron con actitud airada;
En sus ojos había odio y curiosidad;
 Midieronse las tallas con bélica mirada
y un gran graznido ronco rodó en la inmensidad.

Y del picacho altivo que se hacía sonoro
Y nimbaba la tarde con un tenue arrebol,
Alzáronse las águilas, como saetas de oro
 Lanzadas raudamente desde el carcaj del sol.

Y una negra y soberbia, la mas fuerte y altiva,
Se dirigió al oeste como una enunciación;
Y –vanidosa- dijo: yo no será cautiva
Si no de una alta cumbre, seré de Napoleón

Y otra como de oro –dardo de la mañana-
Tendió hacia el frío norte su vuelo triunfador;
Serè   - dijo- el emblema del alma monroiana,
Serè esclava de Washington y reina de New York

Después, una purpura, con acento de acíbar
Clamó  -tendiendo el vuelo por el inmenso azur - ;
Os acogéis al fuerte y olvidáis a Bolívar;
Yo soy Latinoamérica, imperaré en el sur.

Y todas, altaneras, se fueron por las brumas,
Bañadas por la lumbre del último arrebol
Y en sus robustas alas parecían las plumas
Como carcajs de flechas doradas por el sol.

La negra, napoleónica, la de Austerlitz y Jena,
Cuando tendía el vuelo triunfal por el azul,
plegó las fuertes alas y cayó en Santa Elena,
 herida mortalmente del dardo de John Bull.

La roja, de Bolívar, hizo en el cielo un trazo
de libertad, y el vuelo siguiendo en el confín,
 cruzo en el Amazonas, corono el Chimborazo
y fue Adalid glorioso de Ayacucho y Junín.

Y hoy, la otra, la aurea, la de ambición quimérica,
que tiene el trust por alma y el dólar por sprit,
apresuradamente tiende sobre la América
 su vuelo de conquista desde Wall street.

Mas para esa gran águila de las garras de acero,
 hay diecisiete halcones listos para la lid,
que saben de las  glorias del viejo león ibero,
de Gonzalo de Córdoba, y de Vivar el Cid,

¿Quién vencerá primero?, ¿el musculo y la fragua
o el alma de esta raza que es toda corazón?
Si aun no somos fuertes en el aire u en el agua,
en las sonoras selvas cada hombre es un león,

Aun viven Mitre y Juárez, Bolívar esta vivo
 –Martí es una fuerte columna de cristal-
 el águila de purpura pasea el ojo altivo
de Patagonia a México en un vuelo triunfal.

Para la mano ruda, la mano fuerte y fina;
para las férreas garras, el brazo de titán;
para la urbe yanqui la gran urbe argentina
y el alma de cien héroes para el viejo Uncle Sam


                            



ORGULLO DE RAZA

                        Para Julio Padilla Romero


Yo siento en mí la sangre rebelde, americana,
en pugna con la sangre del bélico español;
y creo que desciendo de sangre sevillana,
inoculada en indio, bajo la luz del sol.

Yo siento hábil el brazo para lanzar las flechas
–certeramente al blanco- que llevo en mi carcaj;
y añoro las espadas de caballeros -hechas
 para  brillar en duelos en un raro zig. Zag.

Me embriaga con sus sones la trémula montaña,
 en la llanura glauca quisiera ser pastor.
Y ansío ser romántico de la gloriosa España,
al pie de una ventana: duelista y trovador.

¿Qué espíritu en mi extraño mi adoración despierta
 para las viejas glorias del alma medieval?
¿Por que siento el orgullo de esa raza ya muerta
que aun vibra sobre América su poema triunfal?

¿Acaso en el palacio soberbio de Palenque
–morada de cien reyes del imperio Nachàn-
Amose mi progenie…algún poeta enclenque 
hijo del sol y una hija del gran Tecun Umán.

Tengo el altivo orgullo   de la nobleza indiana
que luchó hasta la muerte contra el conquistador
y siento la nostalgia del alma sevillana
…quisiera ser flechero, duelista y trovador.

Oh, raza ingratamente por la invasión deshecha!
 Yo siento que en mí vive tu espíritu ancestral:
aún tengo fuerte el brazo para lanzar la flecha
y escribo mis cantares con plumas de Quetzal.








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