lunes, 5 de abril de 2010

114.- PUREZA CANELO


Moraleja (Cáceres). ESPAÑA

Pureza Canelo irrumpe en el panorama poético español con la obtención del Premio Adonais 1970. Durante los años 1975-1983 ocupa la dirección del Departamento de Actividades Culturales Interfacultativas de la Universidad Autónoma de Madrid, y en 1977 funda el Aula de Cultura y Biblioteca Pública «Pureza Canelo» de Moraleja. En 1975 obtiene una Beca Juan March de creación literaria para la escritura de Habitable (Primera Poética), y en 1982 disfruta de una beca similar otorgada por el Ministerio de Cultura. Coordina en 1993 la celebración nacional del Medio Siglo de la Colección Adonais, así como el I Centenario del poeta Gerardo Diego en 1996. Además del Adonais, ha sido galardonada con los premios de poesía «Juan Ramón Jiménez» (1980) del Instituto Nacional del Libro Español y «Ciudad de Salamanca» (1998). Su obra ha sido traducida ampliamente al inglés y al alemán. Impulsora de colecciones poéticas desde mediados de los setenta, dedica un tiempo importante a la gestión de actividades en el ámbito de la comunidad científica y universitaria. Desde 1999 es Directora Gerente de la Fundación Gerardo Diego, que refundó ese mismo año junto con Elena Diego. El 15 de mayo de 2007 firma la escritura de donación de su Archivo y Biblioteca particular al Archivo-Biblioteca de la Diputación Provincial de Cáceres. En 2008 recibe la Medalla de Extremadura como reconocimiento a su obra literaria.


Entre sus títulos más destacados figuran Celda verde (1971), Lugar común (1971), El barco de agua (1974), Habitable (Primera poética) (1979), Tendido verso (Segunda poética) (1986), Pasión inédita (1990), Moraleja (1995), No escribir (1999), Dulce nadie (2008), Poética y Poesía (2008).




No escribir

Digo No escribir
y conspiro con la ausencia real
donde algunos años se plegaron
a otro origen de la melancolía:
darme pereza seguir buscando
el gemido de la creación, darme rubor
volver a sembrarme el cereal
que después de la mano, dicen,
podría cortar bajo los cielos




Noviembre

Antes de que llegaras
abriendo el cielo de mi vida
la poetisa hacía cosas extrañas.
Era la soledad, era el decoro, era
la inteligencia sobre asno de plata.
Un asno hermoso, cristal tapiado
que iba empujando su estatura
para la caverna del poema
y sólo él.

Atrevimiento, apareciste
un día cargado de noviembre.
Llegué a la cita como en los tiempos
mejores de mi infancia, ajena
chorreando el pelo y la cartera
hasta el sillón color azul
donde aguardabas.

Sorpresa:
esta mujer además de insobornable
esquiva -dicen que dicen dicen-
viene impresentable al salón, mojada.

Corría la tarde por nuestros vasos y
extraño que atendiera a palabras
de creación mundo que no fueran
las de mi bien atesorado asno.
De pronto en tal anchura
supongo que inocente
sin darme tiempo a ver paisaje
que hoy ya es nuestro
entré en tus grandes ojos
que iban tragándose los míos
en el comienzo de dos asaltos
vertiginosos de otra
nueva inteligencia.

Ni un roce de las manos hubo
ni billar ni baratarias
que tan deprisa empujan a los cuerpos
a contagiarse en nada.
Solamente nacían bajo las nubes
torrenciales de noviembre puro
dos rostros desesperados de perderse
echando por tierra sus antiguos
dominios
para un asno de plata atar
ya un bronce tu cabeza.

Ya fuera del lugar
me daba vueltas el mundo
daba placer cruzar la esquina
de otra soledad, otro decoro, otra
boca a recibir el agua
del cielo como agua del barro
de la noche entera.
En casa, perdida, como jamás estuve
no pude ordenar mi ropa
ni dar cuerda al reloj
ni adelantar la taza para mañana
ni ofrecer liturgia en el espejo.
Directamente me abracé
a la blancura de un bordado
que decía P.C.G.




Escribo y apareces siempre

Este amor ¿canta o atestigua?
¿Confesión o hilos invisibles
sueño o verdad
la luz que visita
para hacerse vestido
tantos como mundos
que en este hermoso oficio
yo procuro?

Espiando tú mi pensamiento
aventuras:
canto y testimonio
no pueden separar
ave sobre velero
en el dominio mar y
siempre pagarás ser dueña
pues de agua llamaste un barco
que obedece.
No estoy conforme. Mira el ancho
de los versos:
Te amo bajo los astros
(testimonio sería)
o
Estamos abrazando al mundo
(canto parece).

Y te acercas a la mesa
para decirme
no pierdas más tiempo
de tus manos que escriben
cosa mejor conmigo
ni busques más amparo
que el de tu voz nunca indecisa
ni temerosa al lado de tu amor
que sabe el movimiento puro
del zarpazo cuando habitas
un rostro de escribiente
que me parece abismo
si acerco tu cintura
clavada en esta sala.
Ven, tu poema mejor
es el mío, lo mío, la esfera.

La presa en tus brazos
¿será este libro
puntada de la sangre
fisura del pensamiento
camino de sencillez
amor crecido las estrellas
pegadas a mi cuerpo
egoísmo salvación
condena manzana dulce?





Hojas, hojas

En la almena dorada del atardecer
donde relata mi cuello punzada
comprime ahí la vena su aroma
y la oración en silencio mece
Tú eres capitán de los pájaros
llegando interminables a la hiedra
que durante el día estuvo en vilo.
Alguna rama se me adelanta al rostro
y con la mano aparto el verde oscuro
buscándote donde enloquecen las aves
al entrar en sus casas.
Gritadoras vienen de los álamos
cada día más hondos de estatura
copa, ser que en lo alto vive.
Crepúsculo y es la desbandada
el adiós a la luz hermosa
hermana temperatura en sangre
pulso que vas a beber si antojas.
Por eso los pájaros se creen
-mía es toda la casa de hiedra-
tu fuerza de capitán abriendo
con el pecho semillas entre la cal
atravesando hojas, hojas
que en próximo minuto cogerán
el color de incendio.

Arriba de la almena, picos mirad
se están amando hiedra y mar
ballesta y cielo
jefe y alondra
todos los picos, mirad
mis alas batiéndose en vuestro oeste
tan cerquita de Portugal.





Juego a dos

Como gota que resbalara
y no acabando la línea
de su cabeza
prende contra la luz
también hermosa, y abrasas.
Ya tengo doble la muerte
sin conseguir rehacerme
de tu perfil que avanza.
Un nudo de miel concentras
está cayendo
de la sien a mis labios
y de ahí al juego de tus manos.
Detenida estoy. Enamorada
con aire libertad en bosque.
El error es no mirarte de frente
apresar el ave
que se mece en la rama y suspiro
y se espanta.

Acaba con el juego, amor mío
que la niña se duele de comba
paciente su cadencia avaricias
no estrellando tu cuerpo
a favor de la reina.
Juego a dos es duelo
haciendo parteluz
hoguera en el bosque
y la rama te pide
benevolencia.
Entonces yo soy
quien el relevo toma
y nos vamos de una vez
de esta leña a más incendio.
Juego a dos porque
se siente la muerte.





Estanque de abril

¿Eres tú
o soy yo
Narciso?
Dejemos de beber en esa fuente
y vamos al regazo, amor mío
destapando la esencia
cuerpo a cuerpo no borroso
del tiempo sin fisura
ni compasión por los mortales
ajenos a la enorme
conversación de cuando se ama
en la vecindad de sus casas
cruzándonos la selva
de la tierra magnífica.

¿Eres tú
o soy yo
la maravilla
al fondo?
Si te duermes abandonarás
la poesía de mi estanque
la poesía del recuento
la poesía nido en alto
la poesía del rayo abril
la del tesoro cuando
se desgranan las horas
de tu boca
en mi ser como castigo.

Si tu cuerpo
oprime mi pensamiento
escribo lo mismo
de la travesía
y dudo si es amanecer
o si es noche, mediodía
crepúsculo pero sí hace
sabe a amor.







Regrésame

No sabrás con certeza
tu caminar conmigo
en este verano de temblor
frente a los álamos.
Debo decirte
nunca conocerás
cómo te he amado
hasta dónde el sol
me ha entrado en la boca
el hueso en la garganta
toda la soledad
dorándome
lo que tú has amado.

La orfandad es esto.
Abrazar la noche
buscar su cuello
matar la oscuridad
pero sin fuego
y al amanecer tirar la ropa
con bordados azúcar P.C.G.
saliendo en busca de los perros
que sí se han amado
entre huerto y más huerto
donde la huella está.

Créeme.
He sido como Agustín
y su hoyo de arena
frente a todo.
Aquí el pasto
vencido a mediodía
mi espalda
entreteniendo a hormigas
sola entre higueras
con el fruto a punto
de enamorarme
y la boca mejor no estaba.

El amor es así.
Quiero decir, el mío,
sobrevivencia
en el desnudo
mujer o tierra
abrasadas del astro
pero la vida
huida a veces
pero la vida
pero, amor,
regrésame.







La carta, el beso

Llega una carta y rompe abre
la mañana en mis verdes ojos.
Ha llegado después
del cántaro de leche
de la cesta con higos
y otra sombra que cruzó
con oveja merendera y juncos
recién cortados
el portal de mi casa todavía
en la frescura del valle.

Deseando que buscara el sol
la ventana, el beso dice:
Te imagino quieta
es tan hermoso el existir
ofreciendo tempranura al mundo
espesada en el lecho
porque no estoy ahí
Mira que sin estarlo
sé cómo andas de transparencia
y fruta,
cómo endulzas ya tu amanecida
en la boca
y sé que en tu costura va este poema
escrito en el instante
que relees mi carta, tan firme como
mueves el brazo que yo amo
el café que sorbes pero te equivocas
que estoy bebiéndome aquí
insistencia de tu mirada
contra la distancia quiébrala
y sigue.

Ah, la distancia y su isla
es el lugar más oculto
que el amante ofrece cautivo
con su cuerpo y beso en tierra.
La distancia es una charca
cercada de pasto amarillo y antiguo
que ahora mismo se la regalo al mundo
con la belleza primera de los siglos.
La distancia es no morir de sed
sino de bebiéndola vivirte
si madruga el amor en el verde cristal
los abiertos brazos
que se han puesto a trabajar deprisa
con el rayo de sol, la carta, aquí el beso
y ya te alcanz0.
Sabes que te alcanzo miwntras tenga
silencio de amarte, no en papel
en sábana bordada con una estrella
y su número pegado a los otoños
Mañana es siempre
planeando sobre mi casa todavía
en la frescura del valle.






De agua dulce

Nunca hubiera adivinado que un amor
fuera la corriente más subterránea
sin escaparse
que va del tibio heno a un pozo
y de ahí empedrada a los huertos
sin dividirse
pero yo sí ante tu acecho
y este poema
que no acierta a explicarse mejor.

Corriente de agua dulce
en las tardes de agosto
no vayas por el agua
al pozo...
Se escribe así en el viento
una cultura detrás del amor
nacida en los campanarios
empujando suertes, ventanas
de la aldea interior
que es una mirada a la boca
trenzados frente a frente.

En el pozo andamos.
Mi saya tirando a selva
Tu camisa a juego oscura
Mi pie todavía calzado
Tu cuello abierto de mil troncos
Esta mano qué sorpresa sin anillo.
Las tuyas ayudando a sacar agua.

Del pozo me quiero ir
sin escaparme.
El busto atardecer
desconocía si esto era amor
o dulce trampa
que tira su moneda
sin dividirme
al fondo de las aguas.
Ay, la saya nueva
y camisa a rayas
flotan abrazando
el cielo, el limo puro
que del heno a un pozo
ya no saben regresar
a casa.
Y Dios arriba, abajo
empapado también
en dulce trampa
hace de una mujer aldea
este poema
que no acierta a explicartse mejor.






Veo, veo

-¿Qué ves?
Tu mar
El mar tendido como un libro de versos

-¿Color?
Elegir es barcaza lentísima de amante

-Pero dime ¿color?
El tiempo que ahora mismo sale de tu boca
El calor dulce que nos ata en la tarde
Eolo escuchando detrás de la puerta

-¿Y la palabra?
Amor

-Otra más
Mío

-Demasiado deprisa, empecemos
¿Qué ves?

El mástil de los siglos que es luchar
con tus ojos y el poso de todas las
simientes habidas en el pecho que mueves.
Veo también la noche aquella que hicimos
brillante, de brillo amor, porque navegábamos
sin perder de vista la desesperanza
de otros en el descampado de arena
lamiendo su dolor mientras restallaban
los besos de dos siglos amantes
que al cuerpo ajustábamos provocadoramente.
Acuérdate qué travesía de noche del alba
porque estando oscuro nosotros vemos y
de día cerramos la puerta hasta la luna

-Yo veo más
Amor clavado en la abundancia
que egoísmo llaman porque de gozo humano
seguimos cruzando el mar bajo los astros
voluntad de vivir que no llega
a los que solitarios siguen con el alma
de las sombras en el descampado de arena
donde tú y yo reforzamos el nido, la pasión
de azafranada luz y
juntos a recibir el sol, amar en su diente

-¿Está viniendo ya?
Previa luciérnaga mezclada de noche
paraíso y noche de día, tan despacio
como procura el deseo de morirnos

-¿Qué ves?
Tu mar
El mar tendido como un libro de versos
Las aguas que están besando el suelo
mecido en siglos que recogen tus ojos
La serpiente decididamente yerba y

amor mío
que puede silbar
y silba.






El pozo, el pozo

La enramada más honda es esa verja
donde te subes para mirar
que ando descalza que ordenando voy
algunos pensamientos a flor de piel,
que sólo llevo puesto ojos ausentes
y la ropa tirada junto a un pozo
donde antes tú me has amado
y antes de haberme amado
yo sabía que lo harías
de tu pecho expuesto al mío.

¿Cuántas algas vuelven
a convertirse en roce arenas
si los orígenes del mundo
quedan atrapados en tus ojos
y es verdad la sal de la tierra
como también es lo de la miel
hilándome la boca?
Toda joya con engarce es un nido
ardiendo pero que asilvestrado
conoce el marino punto
donde aparecen olas para sofocar
el instante cuando los espejos
chocan en pleno vuelo chocan
sin romperse pero sí el aire
que ha perdido esencia ante
nuestro único cuerpo.

Debes acordarte siempre
de enramada, pozo, espejo
algas, brocal de haberte amado
y yo olvidar sabiduría, poema,
que no valen para nada
si me has rodeado de tu fuerza
igual que decides mi cuerpo
más esbelto a pesar de los años
que no sólo pasea la mujer por dentro
sino la mujer de luna
bien entrada en lugar creciente.





Vencida

Dónde el anillo
Dónde la yerba, saboreo
y él perdido en ella?
Las flores apretadas
Como besos y palmas
La luz abriendo
caricias
en la cima de la tierra.

Es la calma
del amor vencido.
Del amor, vencida.

Dónde el anillo
Dónde la cita
claridad del poema?

Cruzándose el cielo
aves con ansia suben
hasta hacer de la dicha
un punto de cruz
que se borda en la tarde.

Atrapada
una rosa
está en el suelo.
Es la duna
del amor
vencido
vencida
oración
tan honda.





Plenitud


1
Mediodía y te ausentas...

Mediodía y te ausentas
por no conocer mis pensamientos.
Es que de pronto, dices,
se me pone una lámina en el rostro
y aparece un abismo entre los dos.
Será cierto
pero donde la soledad
me habita
ahí tu eres el centro.


2
Salgo del agua, de bañarme al sol...


Salgo del agua, de bañarme al sol
mientras duermes tu cansancio mío.
Es el momento de abandonarte
y sola recorrer el mundo.
Pero alguien moriría de ausencia
alguien incendiaría, no Roma,
el Mundo.


3
Este temblor reconocible...


Este temblor reconocible
en noche de agosto
con la ventana abierta
en altamar madrugador
es el deseo de anillarme la vida
a tu costado
y me tiende una mano
sesgada para rozarla yo
haya o no fiebre en la seda.
Digo es temblor reconocible
donde no se ha inventado poema
para dibujarlo.


4
Temblor son todas las horas...

Temblor son todas las horas
de un día
en labios tibios de la inteligencia
precisamente torneada de su sangre
o esta plenitud caballo en marcha.





Pase la luna y escriba

Vas a hacer un libro
Como tu cuerpo enjaulado -dices.
¿Dónde dejas el alma?
En tu cuerpo -repites.
¿Dónde alma y cuerpo que mueves
saben apoderarse de un verso?

Acabo de apagar la luz de la respuesta.
Aparece mi celda. Está dentro la luna.
El pinar se extiende en tu pecho
y voy cortando alguna rama, piña.
Viene tu perfil en el mío que tiembla.

No me hables de pecado a oscuras,
no existe, no se da en la tierra
no aparece libro que lo invente
ni Dios que lo repugne,
es más, l0 comparte, mira
que acaba de enviarnos su océano
nocturno y la luna.

En la asfixia... enciendes.
Yo el pinar oscuro
Tú mi jaula clara.
En el centro Dios
aprende el fuego de la tierra.

Vas a hacer un libro
cargado de árboles frutales -dices.
Imposible.
Vuelve a la cita de Lope
que lo abre.
El látigo en el templo
no es de Dios
sino mío por una pérdida
de antigua voz y boca.

No lo creo.
Tú no vives de hacer escritura.
Es de vivir de quien escribes.
Sí, imantada.
Pase la luna
y escriba.
Pase la luna
y cuente
lo que ha visto en una
celda de amor.

En el centro Dios
se acerca al riesgo de la tierra.





Como octubre disponga

No más refugio
que la faz de mis brazos
si nos entra el otoño
desgajando
lo que al viento apetece
en su alfombra de bosque
y cuerpo a tIerra.

Mírame.
Otoño aún no somos en años
pero cuando él se nos acerca
hay que extender la batalla real
de los buenos amantes
en el recuento las hojas
de infinitos sabores ocres.

Mírame, y
hagamos la abundancia
a ras de nuestro suelo.
La variedad de un amor
es sepultar la inteligencia
entre los cuerpos.
No conozco otro refugio
ni mejor temperatura.

Sólo que estoy adivinando
cómo será el Otoño
nuestras vidas
de verdad calzadas en su estación
y otra vez
el nacimiento de amarse
la pasión inédita
que alumbrará mis versos.

Debo callar.
Ahora vamonos
a lo único
que del lento mudar
es ocre, ocres
como la alfombra disponga
tú y yo
obligando a trabajar
un viento revelación
lo más humano
para empujar las lumbres
bien cernida la noche.

De: Pasión inédita

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