martes, 17 de agosto de 2010

PATRICIA SUÁREZ [512]



Patricia Suárez



Escritora argentina. Nació en Rosario, 1969. Estudió psicología y antropología. Asistió al taller de narrativa de la escritora Hebe Uhart y estudió dramaturgia junto a Mauricio Kartún. Ha trabajado en periodismo cultural en diarios (El País de Montevideo, La Capital de Rosario, La Prensa de Buenos Aires) y revistas. A partir de 1997 comenzó a publicar sus obras y hoy cuenta con una extensa bibliografía editada y varios premios en su haber. Recibió la beca de la Fundación Antorchas para residir en el Banff Centre for the Arts, en Banff, Alberta, Canadá, para la elaboración de una novela. Entre sus obras encontramos cuentos, novelas, ensayos, teatro, crítica y poemas. Actualmente, dicta talleres de lectura y de narrativa para niños y adultos. Mencionamos algunos de sus libros: Fluido manchester (poesía, Siesta, 2000), "Late" (poesía, Alción, 2003),Secreto descentando (poesía, Vox, 2008), Completamente solo (Cuentos, Eudeba, 2000 y Causa y efecto (novela, Punto y apoarte, 2008).



Ojos azules lloran en la oscuridad

Hice la faena de nuestra relación
-si es que esto alguna vez fue una relación-
indicando: aquí, los momentos felices,
allá, los desdichas, los sinsabores;
tomo una decisión, hago una elección
que quizás no es más precisa que una cartera
un día de grandes ofertas en una tienda;
no te consulto, simplemente sigo
el curso de mi sangre; voy, me muevo
hacia algún lado, en resumen, existo.
Cuando no pienso, no: estoy aniquilada;
nunca hubiera debido mirarte directo
soy una persona destinada a protegerse
de tus ojos como Perseo sabía protegerse;
te largo todo en un bar –ya habíamos ido,
ya habíamos discutido ahí mismo, otra vez,
una vez que probamos una cerveza experimental
de doce grados-, está oscuro. Espero tus palabras,
tu enojo, tu rabia, el envión con que me amabas
-vos decías que me amabas-;
pero te quedás inmóvil, sorbiéndote las lágrimas,
esto es lo que pasa a la Gorgona
cuando se queda sola, huérfana de miradas;
tomás impulso como un pez para saltar fuera del agua;
te levantás, del bolsillo sacás un billete que tirás
encima de la mesa; esto ya lo tengo visto
en una película francesa; o este proceder
de Humphrey Bogart en El Halcón Maltés;
así que te vas, ¡te vas! y me queda sonreírle al mozo,
pagar con la plata que dejaste y salir;
tengo ganas de decir: esto es lo que pasa
con la belleza, en todos sus órdenes,
provoca caos, desencuentro, el amado
está poseído de la divinidad, sí,
pero esto es en la filosofía clásica:
yo sencillamente me siento una estúpida;
andás unos pasos, unas cuadras tal vez,
torcés la calle, la espina, y buscás un portón
en que guarecerte: el dios te ha abandonado;
así que te lamentás como un gato pardo,
sus bigotitos manchados con el lodazal,
las plumas del canario ya sin sabor alguno,
vuelan por aquí y por allá,
y llorás solo en la oscuridad, sin ningún seno,
sin ningún hombro que acune tu estrella macabra.

(De "Infección")



Poema para otro

era, tal vez, el primer poema que escribía en mucho tiempo:
te lo enseñé; estábamos en la cama, supe enseguida
que hubieras preferido no saber de él, no haberlo leído
nunca. Te dije lo escribí recordando los últimos días
que viví con aquel hombre, otro hombre, el final
de aquella relación, el filo existente aun en las cosas más mullidas;
el vendaval, la nada que surge como agua aprisionada
en una esponja, donde antes sangraba la pasión.
Me miraste muy serio, pero al cabo de un instante,
te pusiste risueño; ibas a decir algo tremendo,
igual no importaba porque importaba más
hacerme ver a mí mi error, esa ocupación que tanto
te gustaba: dijiste: este poema no habla sobre él,
este poema es para mí, lo que dice tu alma,
lo que dictan tus manos, todo, todo en vos,
aquí, habla de nosotros, vamos, de mí.

(De "Infección")


Pero esa era la vida de mamá,

antes. Ella iba a un restaurant fino,
tenía amantes, señores mayores.
El maître la recibía y le decía
“Señora por aquí”: a ella le parecía
elegante que le dijeran Señora,
cuando tanta pinta tenía de no serlo.
Hablaba con tal o cual señor
de lo que está bien escrito
o lo que está mal escrito
–este poema, por ejemplo,
debe estar mal escrito-,
ella estaba atenta a los alejandrinos,
a los endecasílabos. Después,
se iban a la cama, que es
lo que de verdad importa
entre los amantes: la sustancia,
la materia, la cosa, el fluido.

(De "Infección")



The man I love

Vendrá con la mano extendida, diciendo paz
luego pronunciará mi nombre; si cierro los ojos
puedo ver cómo el hombre que amo llegará hasta mí;
agotado por este largo camino, se quitará los botines
y yo le lavaré los pies; un legionario;
voy a agradecer haber vivido hasta ese momento;
a lo mejor sea un jueves, un viernes, un miércoles
el día que llegue el hombre que amo;
por nada del mundo creo que pueda ser un lunes,
el malhumor no permite a nadie que se me acerque
lo suficiente; si cierro los ojos logro verlo,
su estampa, su modo de sonreír tan franco,
el brillo alegre de su mirar, la seguridad
que tiene de saber que yo lo estaba esperando,
él, el hombre que amo, el olor a limón,
edificará una casa pequeña, solo para nosotros dos,
allá me llevará él, tal vez sea en la playa,
tal vez no; yo voy a hacer todo lo posible
para que él se quede conmigo, aunque
no habrá necesidad de retenerlo,
todo pensamiento cuando esté con él,
será absurdo y no tendré desesperación
de hallar las palabras para abrir
el libro de quién soy y enseñarle;
él, el hombre que amo está tranquilo,
está callado y toma mi mano,
dirá basta de angustias por hoy, entonces
mi nombre en sus labios y luego habrá el sol.

(De "Infección")



POEMAS


salgo de su oreja como un ciervo,
y como una liebre
de su corazón.



los huracanes del tiempo
toman cursos para
deshojar las rosas...



en la telenovela de las 5
la criada dijo a jade, la protagonista,
que el amor es una cobra
disfrazada de collar;
de said comentaron que había llegado
a esa etapa de la vida
en la cual un hombre o bien se vuelve loco
por la mujeres o bien le son
indiferentes; sentenciaron que era mejor
sentarse sobre un león
que sobre el corazón de un hombre;
de soraya, la amante, concluyeron
que su bondad era intrascendente
y su generosidad tenebrosa;
le regalaba a uno un bizcocho en un andén,
se ofrecía a llevarlo en automóvil
y luego lo abandonaba a mitad de camino.
podía dar a un mendigo una turquesa
y olvidar la miseria de cualquiera
que no estuviese justo parado delante
de sus ojos en ese momento;
vivir es un perjurio, dijo jade,
pero la criada agregó:
vivir es perjurar.



anoche soñé con su ex
aunque no recuerdo qué pasaba,
el sueño transcurría en río gallegos
y me desperté pensando si esa era una ciudad cierta
o una ciudad de sueño;
y anteanoche también con otra de sus ex
pero de esta me acuerdo más,
porque era rubia platinada y usaba anteojos negros
y se suicidaba, creo yo, arrojándose de un balcón,
tenía un aire irremediable de actriz de cine de los '40,
de esas al final resentidas porque nunca
obtuvieron un premio oscar;
imagino mis sueños motivados por celos retrospectivos,
eso que ahora da en llamarse retrocelos,
de toda la familia de los celos los retrocelos son
seguramente los más avergonzantes, los más inútiles,
y los que se eliminan con mayor entusiasmo
una vez superados.
él censura mis celos, lo fastidian,
"en otras culturas los celos son prenda de amor,
para otras personas", le digo, tampoco son tan estúpidos,
es la rabia ante la inmutabilidad del pasado
y el quejido metafísico de que las cosas en el mundo
pueden suceder a pesar de la ausencia de uno;
el sexo, por ejemplo, el amor;
toda esta última parte no se la digo,
ni siquiera le comento, pienso nada más en cómo mentirle,
qué argumento urdir si por una casualidad llegara a preguntarme
qué cosa soñé anoche y lo único que se me ocurre es:
"andaba en trineo y el trineo se llamaba rosebud
como en la película" o mejor: "con cerezas,
con muchas cerezas heladas,
con presas de pollo, fritas”;
supongo no obstante que eso también habla
de mi insatisfacción.

en una entrevista jean rhys decía algo así:
lo que se puede escribir deja
un resto de melancolía pero nada más,
en cambio, la tristeza no escrita
la abisma a una en la desdicha;
tenía una libreta en la que anotaba
todos sus malos momentos;
el acto de escribir los desvanecía en el olvido.

yo había planeado morirme a los treinta años
y después corrí el plazo diez años, a los cuarenta,
y después a los cincuenta.
Y después una sigue y sigue.
Es difícil; demasiados problemas,
demasiados enredos, demasiadas confusiones,
eso hace a las personas sensibles
pensar con frecuencia en la muerte.
Un día en la nieve me sentí muy cansada.
Pensé: "Voy a sentarme. No puedo seguir.
Estoy cansada de vivir acá,
en medio de la nieve y el hielo."
Así que me senté en el suelo;
pero estaba tan frío que me levanté:
tal vez si hubiera llevado puesto vaqueros
el frío no me habría pasado al culo
y por fin me hubiera muerto.
Después pensé en evadirme;
siempre estoy pensando en algún lugar adonde huir,
como el desierto o Finlandia o Marruecos.
Pero no tengo auto y no puedo conducir
y eso significa que siempre estoy encerrada aquí,
una mujer presa, prisionera de su soledad.
Sigo, sin embargo,
sigo y sigo,
sin el menor escrúpulo,
aunque a veces me atasco en la rutina;
oh, sí, yo solía intentar imaginar la muerte,
pero siempre terminaba dándome la cabeza
contra un muro.

con gran simpleza de mi parte
me pregunté si el paisaje del tibet
será semejante al paisaje de mendoza:
en el film brad pitt y un chico
-probablemente mexicano-
hace del dalai lama reencarnado;
están en la argentina y fingen el tibet,
luchan por liberarse de la china;
aquel sauce pensaba yo:
¿sería el mismo que yo había visto
en mi viaje a la cordillera?
¿aquel arroyo, aquel camino?
esta clase de vida que hollywood
da a los paisajes,
mundos paralelos o apariencias inestables,
el mundo es como una pantalla de cine,
el sauce es la sombra de un recuerdo,
un amor, un día:
filosofía budista.
al final
su cuerpo era todo de aristas,
y lo que no era aristas, era abismos;
me desafiaba,
como una fuerza de la naturaleza;
no había dulzura ni suavidad en las mañanas,
su presencia me volvió fotofóbica;
andaba a los tumbos durante el día,
un murciélago sin orientación,
un ratón huido;
el atardecer me derrumbaba,
caía en la noche como en un precipicio;
soñaba con médanos, con dunas, con arena;
el sol parecía un punto blanco, me angustiaba,
no quería despertar, nunca,
las sábanas eran papeles
sobre los que yo escribía cartas,
un diario íntimo, impresiones,
estupideces con que me consolaba;
anotaba el insomnio o el sonambulismo,
era mi propia paciente,
la ansiedad, la impaciencia por caer
me roía,
caería al fin de cuentas,
casi sin protección alguna,
estaba decidido, o era
fatalismo o la consecuencia lógica
de la pasión, el conocimiento de la carne,
la suya,
en medio del caos, errático, infantil;
cuando me llamaba él no decía mi nombre,
y cuando lo decía,
me empujaba.

el actor que creo se llamaba joe pesci
y que creo hoy está muerto
explicaba a richard dreyfuss en una película
que hay dos tipos de amor:
-el de la gran pasión, donde todo es flama
y cuando se extingue
no queda nada
-y el que siempre parece extinguido
o a punto de extinguirse y sin embargo
cuando uno toca el piso o las paredes
durante un largo tiempo
permanecen calientes.
Este es el más positivo, decía joe pesci,
el que tienen tú y linda. luego dreyfuss
regalaba a linda un vestido blanco
como de boda, bailaba con ella,
y volaba solo,
volaba no importa adónde,
porque él era aviador.
-¿crees en el amor? -preguntó.

unas veces, pienso, creo que el amor muere
pero la esperanza resurge siempre.
otras, que la esperanza muere
pero el amor resurge siempre.
en ocasiones, que el adulterio es
el sitio más adrenalínico de la tierra,
y también que es el sitio
donde la cal blanquea a los muertos.
unas veces me parece que el amor
es mágico y sobrenatural,
y otras que el amor es un acto de voluntad
y significa un trabajo.
alguien dijo que el amor no se pasa
sino que nosotros pasamos por el amor
y esto no viene a ser lo mismo;
una mujer dijo que podría habérsela pasado
mejor sin cuatro cosas en la vida:
amor, curiosidad, pecas y dudas.
en ocasiones creo que es esencial
y a veces pienso que la única razón
por la cual el amor es esencial
es que si uno no lo tiene,
se pasa la vida buscándolo.

-sí, creo en el amor -respondí.
toda la discusión giró en torno
de si los astronautas podían morir o no
de quedar atrapados en el espacio,
tal vez ni siquiera envejecían,
porque el tiempo está ligado
a la vida cotidiana o a la ley de gravedad
o al ansia con que uno utiliza la manteca untable
y se abisma en los fritos;
no había entre nosotros ningún matemático
que elevara su palabra de rey
y esa noche soñé que de una vieja nave
un astronauta mujer me enviaba señales:
solamente podía comunicarse conmigo
durante el sueño; "cambio y fuera",
eso fue todo lo que dijo.












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