lunes, 28 de noviembre de 2011

5235.- ROSAMEL DEL VALLE


Rosamel del Valle, seudónimo de Moisés Filadelfio Gutiérrez Gutiérrez (*Curacaví, 13 de noviembre de 1900 - †Santiago de Chile, 22 de septiembre de 1965), fue un poeta vanguardista chileno.

De origen campesino, se marchó a Santiago siendo aún menor de edad. Debido al temprano deceso de su padre, en 1918, se vio forzado a dejar sus estudios para mantener a su familia numerosa. Trabajó de obrero linotipista durante un largo periodo.
Publica poemas con diversos seudónimos en diferentes revistas y periódicos hasta que en 1920, saca a la luz su primer libro, Los poemas lunados, en donde adopta su seudónimo tomado del nombre un romance juvenil: Rosa Amelia del Valle.
Estos primeros textos son de una estética marcadamente modernista y postromántica, muy diferente de la escritura que lo hará reconocido, más ligada al surrealismo y la poesía metafísica. Apenas publicado Los poemas lunados desaparece de las librerías, probablemente por intervención del propio autor, que se sentía insatisfecho por el resultado, influido por los movimientos vanguardistas. El texto incluso es sacado de las listas de "obras del autor" que posteriormente se publicarán.
En 1923 conoce al poeta Humberto Díaz Casanueva, de quien será amigo toda la vida y con el que compartía una estética muy similar.
La escena cultural de Santiago en la que participaba con otros artistas lo lleva a fundar dos revistas de corta duración Ariel y Panorama, las que sólo tendrán dos números cada una.
En 1946, luego de trabajar más de dos décadas de linotipista y funcionario de Correos y Telégrafos, partió a Nueva York, gracias a un trabajo que le consiguió Humberto Díaz Casanueva como corrector de pruebas de la oficina de publicaciones de la Organización de Naciones Unidas. Allí conoció a Thérèse Dulac, con quien se casó en 1948.
A fines de 1962 regresó a Chile y se radicó en Santiago hasta su muerte en 1965.
Rosamel del Valle está considerado por la crítica como uno de los poetas fundamentales del periodo vanguardista en Chile, junto a Vicente Huidobro, Pablo Neruda, y Pablo de Rokha.

Obra

Poesía
Los poemas lunados, 1920
Mirador, 1926
País blanco y negro, 1929
Poesía, 1939
Orfeo, 1944
El joven olvido, 1949
Fuegos y ceremonias, 1952
La visión comunicable, 1956
El corazón escrito, 1960
Adiós enigma tornasol, 1965 (publicación póstuma)

Prosa poética
El sol es un pájaro cautivo en el reloj, 1963

Cuento
Las llaves invisibles, 1946

Novelas (publicadas en forma póstuma)
Eva y la fuga., 1970
Elina, aroma terrestre, 1983

Ensayo
La violencia creadora. Poesia de Humberto Diaz-Casanueva, 1959









Memoria monólogo

Y vino el tiempo de la pequeña eternidad
La piedra en luz de lo que muere y resucita
Porque la duración es una gota de rocío
Con esto recordarás al pájaro que una mañana
Cantaba sobre el sol
Para que el árbol que protege tu sueño diera frutos
Mientras el mar desvestía a sus náufragos en mi cuerpo
Ahora el tiempo ¿cólera? ¿canto?
Está a las puertas de la casa del sol
Y el mar abre el pecho y conversa
Con peregrinos terrestres vestidos de espumas
Doctores de la ley de la profundidad y del espacio
(Así tomados de la mano nos iremos a las clínicas
O a laboratorios en vez de hacia bosques ardientes?
Se les conocía por retratos de otros tiempos
Un rostro y una sonrisa mas sin nombre alguno
-El nombre se había borrado como se habían hundido
Sus miradas en una visión inalcanzable-
E innecesario ya y caído del marco hacia la noche.
Debemos regar el corazón
Con esas memorias
Donde el tábano puso la daga
Y la abeja la música
Varillas de viento
Para golpear
El aroma muerto de la vida
Quizás exista aún la respiración
De una vertiente
De otro mundo
Transformándose en taladro para abrirse
Pero no enciendas el acto ni las palabras
Ya que mucho hemos ardido
Junto a la zarza
¿No eres tú quien durmió por años
En un rayo de sol?
Yo sólo inventé el vacío para que pasaras
Adán y Eva en el jardín ardiente
El hijo por nacer desde tus cabellos
Yo el padre ciego
Conducido por el ruido del ángel
Hacia el exilio

Oh y en esa columna de cielos en equilibrio
Con el cuello en llamas
Con los ojos en viaje por desiertos
Con el corazón picoteado por pájaros
Y no era la hora que canta en los relojes
La hora que traen en sus alas las luciérnagas
Sino la hora del sol en la ventana
Con palomas brillantes
Que entran
Y se paran en tus hombros
Correr la luz que te reanima hacia mi
Aunque se haya borrado el camino
De todas las estrellas
En la exaltación sin piedad de las palabras
De las palabras parecidas a fogatas en la lengua
Se ve
En el reino de las burbujas encantadas
No lo olvides
El tiempo
La familia duerme debajo de un árbol no lo olvides
La cena es la visión sin apóstoles
Los sueños flotan sobre la arena por la noche
Los quehaceres mágicos no lo olvides
Se pegan a la goma de las plantas
Y las plantas se doblan hacia la red del vacío
Con la idea de resucitar no lo olvides
La vida hierve a fuego lento
Y la muerte no lo olvides se adorna los huesos
Con meteoros
Mañana las ciudades
Empezarán a alejarse unas de otras
Entre llamas
En la danza de la permanencia secreta
No lo olvides aunque el hombre esté ahora
Irritado con su propia sombra
Con el hueco
Donde a toda hora se resecan sus palabras
El gesto de mimo para la resurrección
El acto del fruto verde todavía
Dispuesto a no saltar hacia la noche
Aun tentado por las trompetas
Y la solemnidad del Juicio
O por el prometido exilio angélico
No lo olvides canta
En el extasis matutino
Canta con una rama encendida en cada mano
Predice las hermosas catástrofes
Soñadas en tu infancia
Detiene el vuelo de los pájaros que emigran
Florece como un coral en el centro del océano -.

Viaja hacia la casa solitaria
Carcomida por la niebla
Ahí está tu imagen en mi imagen
La risa de los amigos muertos o a punto de morir
Los padres cubiertos por la harina
Con que fuimos formados
Y la campana que es la porfiada
Respiración del tiempo
Dormida estás lo imagino y tu sonrisa
Es el movimiento marino de las cosas
Aun el de las que no existen
El movimiento de las abejas que son mis años
Las cuerdas de los días que me sostienen el cuerpo
(Y de dónde sale la mano luciente?
¿La voz parecida a la de los frutos en la rama
(La música del árbol más alto que la tierra?
Oh poderoso vacío
Adiós sin adiós
Universo de silenciosas fronteras
En otro tiempo
Quise iluminar el color de la noche
Secreta purificación y diálogo con el origen
De sombra a sombra
¡Creció el corazón?
iFue más liviano el cuerpo?
iComparti la soledad sin ojos?
Espaldas salieron a mi encuentro
Y ni la muerte hablaba un lenguaje distinto.
Tú dices:
La luz es un pájaro muerto en tu espalda
La vida se baña en el río de las lágrimas
No duermes
Sueñas hacia el país donde soy la sonámbula
Tenaces
Bajo el cielo de vidrio
Una sala vida
En mi para ti
La soledad de la mujer de Lot
La del tiempo por la Via Appia
Cipreses
Y el polvo en torbellino de las legiones
Resurrección resurrección
Cuerpo y sombra en un mismo nido.
¿Recuerdas?
No lo olvides
Todo está ahí
Y dudo si cantar
O morir








VOLUNTAD

Esta primavera de frías paredes y de presencias enfermas de sombra
es el ruido secreto que desata los pies en el clima largo tiempo nocturno.
Una paloma en el aire de la nada del pecho
derrama el mensaje sospechado en el temblor de alambre del sueño.
Que el libro de invisible escritura que nadie abre en el miedo de las venas
muestre por fin su dichoso o terrible resplandor de lengua desgarrada.
Que esté oscuro el hombre como el mundo está oscuro,
pero que abra para siempre sus inmensos ojos de viajero que regresa en el día.











El misterio cumple años

a Humberto Díaz Casanueva

Desde qué aguas y tiempo y heridas y calor
Y fábulas y permanecer en acecho como el aceite
Dispuesto a dar ida y qué fatiga de la luz
Y qué celebración de la sombra y qué andar
Sobresaltado y qué temor de lo que sigue
Siempre, siempre con la helada furia de la hoja
Al verano y de la ceniza al fuego, siempre, siempre
En el mismo peligro de cabezas celestes y voces
Pegadas al vidrio húmedo y nocturno de hallarse
Y no ser planta ni flor, ni existencia ni cuerpo,
Entre aires y sospechas y videncias y sobre todo
Entre lo que permanece como estatua y dolor.
Como llanto enemigo y paciencia de lámpara y nieve
Filuda y ojos obscuros dedicados a su muerte y al frío
Que conduce y envejece con cejas de llama.
Desde qué aguas oh estremecimiento continuado y amigo
De mi estremecimiento y de lo que se nos escapa
Porque no somos de hierro, ni de oro, ni de temblor,
Ni de ceniza, ni de corriente desnuda, ni de párpado civil,
Ni de punto de partida ni de llegada, ni de continuación,
Ni de permanencia, ni de calor, ni de sombra, ni de luz,
Ni de existencia, ni de muerte.
Y acaso seamos fábula y acaso seamos el aire
Pasajero y acaso lo que se parece a la sangre
Seamos nosotros, de viaje permanente, y acaso
Por la sangre de ahora habrá más sangre mañana
En las pupilas y en el corazón del hombre
A quién turbamos el sueño y la permanencia y la sombra
Que hace al lado de sí mismo y que es nuestra,
Como el aire del mar es de los náufragos,
Como el peligro es de la seguridad,
Como la sed es de la muerte.
Algo nos toca, oh amigo de fuego creciente y espada
En la noche de afán y fatiga y respiración
Por la costumbre de permanecer, aunque nuestra vida
Salga de noche y seamos su lecho vacío y sin embargo
Su guía, su sueño, su sed, su mensaje a lo obscuro,
Su iluminación de los muertos y su regreso
Y su entrada en la habitación y su acto
De volver a ser lámpara y carne y respiración.
Y ahora con qué fuerza, oh misterio, oh amigo,
Te hago sitio en mi calor y en mi angustia,
En mi cárcel de cielos derribados,
En mi iluminada desesperación,
En mi ciudad de piel crispada,
En mi voz que ha viajado cerca de tu lámpara
Y en las brasas de mi corazón, levantado un día
Por tu mano de admirable calor.







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