miércoles, 15 de febrero de 2012

RUI PIRES CABRAL [5.905]



Rui Pires Cabral 

(Macedo de Cavaleiros, PORTUGAL 1967) es Licenciado en Historia con una especialización en arqueología por la Universidad de Lisboa, donde vive haciendo traducciones, luego de haber dejado Oporto para ir hasta la capital, donde vivió en pensiones de estudiante y frecuentó bares y discotecas, consumió drogas, se enamoró y visitó varias ciudades europeas, cosas y asuntos que ha ido dejando en sus poemas. Su libro Música Antológica & Onze Cidades fue considerado en los años noventa una de las novedades de finales de siglo. Algunos de sus poemas fueron incluidos en El Arte de la Pobreza. Diez Poetas Portugueses Contemporáneos, Málaga, 2007.

Castillo


¿Habrá un lugar para pasar la tarde
sin mayor quebranto? Extraña armonía
con la música… Aquí, donde la muralla se rompió
en los siglos y se sumergen las cosas
en sus simas: higueras esparcidas
en las huertas del llano, pavos, la cabeza de un viejo como si
estuviese envuelta en un dibujo.
Hallo un orden concreto en el contraste,
¿tú no? Asombra cómo tanto viene todavía
desde esa voz, en estas guitarras. ¿Es el desorden
lo que quieres apagar en mí, lo que tomas
por juventud? En el vagón, une tu pierna
a mi rodilla. Va casi vacío bajo esta luz blanca
e inerte. Nunca supe bien qué te hace reír
y tienes que aceptar que es una lástima.


Traducción de Juan Ramón Mansilla


Back to the Old House


Boys meets girls en la biblioteca.
Tus ojos eran tan cómplices,
se diría que habíamos escrito juntos todos esos libros.
Una única tarde podía llevarnos más allá de los barcos,
era fácil olvidar que allí fuera hubo apenas
una ciudad pequeña con el invierno en los cristales.


Los libros permanecen donde los abandonamos,
pero el tiempo revolvió las pistas que nos guiaban en ese
laberinto.
Acordarme de ti significa medir una distancia dentro de mí
mismo.
Sirve esto para decir cuánto nos alejamos de la casa vieja
donde era costumbre estar cerca de ti días enteros.


Versión de Umberto Cobo y HAT


El cielo visto desde arriba


Estabas predispuesto a la tristeza de ese pueblo,
pero la noche tenía pasos secretos,
sólo bastaba perseguir las señales.
La sombra de un reptil avanzaba muy hondo,
palpabas un territorio de piedras difíciles, a veces peligrosas.
Después con la boca, otra vez amarga,
la ropa amontonada sobre la silla
como al comienzo de un poema no deseado,
el cielo, reflejado en tus ojos,
era un lugar inhabitable.


Versión de Umberto Cobo y HAT


El bosque de Cedofeita


Fueron estas las calles que se alzaron para nosotros,
mal diseñadas, veloces bajo el fardo de nuestros aderezos:
símbolos de paño, mortajas,
música ligera con muchos violines y un coro de mujeres.
Pero el movimiento roza apenas la superficie de las cosas,
es la malla donde prendemos los ojos,
una especie de venda.


El bosque que conducía a la iglesia está bajo el cemento –
¿no lo oyes respirar?
Todo lo que crece sobre la tierra tiene la misma vocación,
las casas, el pasado el cuerpo en todo caso:
cualquier cosa segura desde el principio.
Y las plazas, que estaban al fondo de la noche,
es hacia donde vamos toda la vida


Traducción de Uberto Stabile


Señores pasajeros


Algunos chavales van más deprisa hacia la muerte,
pero todos debaten con la vida que les queda.
A veces, en el cemento de las ciudades,
entre la asfixiante circulación de los vehículos,
curiosean el olvido de un dios sordo:
me concede un nuevo amor igual que a mis hermanos.
Mientras tanto, son más las chicas que no leen libros
en el venenoso relente de las estaciones ferroviarias,
chupan caramelos de menta con miel,
suavemente inclinan la cabeza para escuchar:
señores pasajeros va a salir un tren
con destino a Santa Apolonia de la oscuridad.


Traducción de Uberto Stabile


The boy with the thorn in his side


Viéndolo bien, las voces más ingratas
fueron las que despertaron en nosotros un violento
amor a la vida: por esa belleza indomable
sufriríamos todo, hasta el fin. Pero, después
de la música, era como si una estrella
muriese de repente: teníamos 18 años
y andábamos siempre de luto. Los viejos muros
de las fincas, recreos de nuestra infancia,
estrangulaban calles torcidas en el atardecer inerte
de un dia festivo. Descendíamos a la ribera
por detrás del cementerio – estábamos ya muy solos
y todavía queríamos todo: un beso y un porro
mojado en lágrimas para aguantar más. Sin embargo
la vida todavía (como tardaría siempre), era un lento
desengaño con pequeños intersticios musicales.


Traducción de Uberto Stabile


SHIRLEY ANN EALES

En la vitrina se lee Libros Raros
y Usados bajo el azul inclinado
de un toldo – justo en frente
de la frígida cafetería de franquicia
donde el día maltrata el deseo
y no se puede fumar. Subo
a los pequeños gabinetes
zambullidos en el dulce moho
de la literatura y recorro de la A
a la Z los lomos ásperos

y agrietados de poesía. Es el sitio
más vacío de noviembre
y el que más me reconforta;
el libro que elijo, por la mitad
de una libra, trae en el frontispicio
un nombre y un domicilio: Shirley Ann
Eales, de Scottsville – un desfigurado
autógrafo de mayúsculas delgadas
y triangulares donde la imaginación
encuentra en ese momento pretexto
y oxígeno suficientes para arder.
El libro tuvo otra existencia,
perteneció a otra casa, a otra mesa
de noche – y el pensamiento,
de tan obvio, convoca de repente
un vértigo, es un pasillo
abrupto hacia la inmensidad del mundo
donde trafica el acaso. Ah, sabemos
que la vida es improbable si
nos ponemos a divagar, a mitad de una tarde

insípida, sobre una mujer desconocida
que leía poemas en Scottsville, en los años
¿Pero habrá aquí alguna especie
de sentido, alguna señal reservada
para alguien más sabio o inocente
que yo? No sé quién eres
ni dónde estás ahora, Shirley Ann,
pero qué bello sería si pudieses
encontrar un día, por obra de la misma
suerte, tu nombre en estos versos.

“Morada” (Assírio & Alvim, 2015)
(Traducción de Alejandro Rodríguez Morales)


AMIGOS PERDIDOS

Los amigos que se llevó la vida
son los más difíciles de aplacar, los más
tiranos. Bárbaros de un país desconocido,
beben en taza los venenos del silencio y crecen
desmedidamente en la distancia, desentendidos
de nuestra soledad. Y pensar que ya fuimos
hermanos de armas, que desenterramos tesoros
en las mismas islas, en los libros
más inhóspitos. Como son las cosas.
¿Habrá sido todo en vano? Diríase
que estábamos predestinados a las mismas
canciones, a una especie más cierta de amor.
Pues sí. Ni siquiera comprendemos
lo que nos aconteció.

“Morada” (Assírio & Alvim, 2015)
(Traducción de Alejandro Rodríguez Morales)


I Was Made To Love Magic

A manhã com as suas proibições 
na tua fala. A claridade estava a crescer 
numa cama que já se tinha atravessado no escuro 
como uma nave enfileirando para a guerra. 

Eu não tinha ficado para conhecer a vista 
das tuas janelas: imaginava um pátio riscado por ervas 
mas não cheguei a levantar as persianas. 
Talvez fosse um sítio ao qual não se pudesse regressar 
porque quando falávamos os nossos olhos 
não coincidiam com nenhuma palavra. 

Teria gostado de te levar comigo outra vez 
mas era difícil recuperar as razões 
para o desejo. E no caso de nos ter acontecido 
uma mudança, onde é que havíamos de procurar 
os seus indícios? Estavas a dar de comer aos peixes 
e eu só falava em livros. 

 in 'Música Antológica & Onze Cidades' 


Morangos

No começo do amor, quando as cidades 
nos eram desconhecidas, de que nos serviria 
a certeza da morte se podíamos correr 
de ponta a ponta a veia eléctrica da noite 
e acabar na praia a comer morangos 
ao amanhecer? Diziam-nos que tínhamos 

a vida inteira pela frente. Mas, amigos, 
como pudemos pensar que seria assim 
para sempre? Ou que a música e o desejo 
nos conduziriam de estação em estação 
até ao pleno futuro que julgávamos 

merecer? Afinal, o futuro era isto. 
Não estamos mais sábios, não temos 
melhores razões. Na viagem necessária 
para o escuro, o amor é um passageiro 
ocasional e difícil. E a partir de certa altura 
todas as cidades se parecem. 

in 'Longe da Aldeia' 


A Nossa Vez

É o frio que nos tolhe ao domingo 
no Inverno, quando mais rareia 
a esperança. São certas fixações 
da consciência, coisas que andam 
pela casa à procura de um lugar 

e entram clandestinas no poema. 
São os envelopes da companhia 
da água, a faca suja de manteiga 
na toalha, esse trilho que deixamos 
atrás de nós e se decifra sem esforço 
nem proveito. É a espera 

e a demora. São as ruas sossegadas 
à hora do telejornal e os talheres 
da vizinhança a retinir. É a deriva 
nocturna da memória: é o medo 
de termos perdido sem querer 

a nossa vez. 

in 'Longe da Aldeia' 


Espaços em Branco

Ao fim da noite, no frio do táxi, pousas 
a cabeça no meu ombro - e assim entramos 
duma vez e inteiramente na nossa vida. 
Lá fora, pelo contrário, tudo perde realidade; 

há em toda a parte um sossego abstracto, 
as ruas parecem pintadas - betão entre 
as árvores - numa tela baça. Vamos por lugares 
que não reconheço, a minha geografia é vaga 

e omissa como a dos velhos cartógrafos 
que desenhavam um mundo cheio de espaços 
em branco. É onde estamos agora, num 
intervalo do mapa rente à primeira manhã - 

que será a nossa e também a última. 

in 'Longe da Aldeia' 






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