sábado, 27 de marzo de 2010

JORDI VIRALLONGA [103]


Jordi Virallonga 

(Barcelona, 1955) es catedrático de Literatura Española de la Universidad de Barcelona y Presidente del Aula de Poesía de Barcelona desde su fundación, en el año 1989. Su obra poética comprende: Saberte (Laertes, 1981), Perímetro de un día (Laertes, 1986), El perfil de los pacíficos (Libertarias/Prodhufi, 1992), Crónicas de usura (Kutxa, 1996 y Plaza&Janés, 1999 - Premio Ciudad de Irún, 1996), Los poemas de Turín (Lumen, 2001), la antología Llevarte el día a casa (Ayto, de Málaga, 2000, con prólogo de José Hierro), y Todo parece indicar (Hiperión, 2003 - Premio Valencia, Alfonso el Magnánimo, 2003). En traducción al italiano ha publicado Il profilo dei pacifici/Le poesie di Torino (Edizioni dell’Orso, Torino, 1992 –Trad. de Franca Manzini) y Cronache d’Usura (Campanotto Editore, Pacían di Prato (UD), 1999 –Trad, di Gaetano Longo). Algunos de sus poemas fueron también vertidos al francés, inglés, portugués, rumano, macedonio y danés.                                                                                                                                                                                  Ha traducido al castellano a los poetas portugueses Herberto Helder, Luis Quintais, José Jorge Letria y Luiza Neto Jorge; a los italianos Eugenio Montale y Gaetano Longo; y a los catalanes J. Verdaguer y  Salvat Papasseit, entre muchos otros.                                                                                                                                                                                                        Su antología Sol de sal (Barcelona, DVD ediciones, 2003) reúne a 20 poetas catalanes del último cuarto del siglo XX, traducidos al castellano, en edición bilingüe.                                                                                                                                      Entre sus libros de ensayo cabe destacar: José Agustín Goytisolo, vida y obra (Libertarias, Madrid, 1992) y la edición crítica de El Ángel verde de José Agustín Goytisolo (Libertarias, Madrid, 1993).                                                                        Colabora en diversas revistas especializadas y en los periódicos españoles El país (Madrid), y La Vanguardia y Avui (Barcelona).


MÍMESIS DEL ARQUITECTO

Quien construyó esta casa
nunca pensó que un día iba a odiarte
y los niños tendrían sólo una habitación
para ahogar a cuentos y a canciones bajitas
los gritos de sus padres:
que por favor sigan queriéndonos, te pido,
nosotros como si no estuviéramos,
no queremos molestar.

Quien levantó esta casa lo hizo a base
de prósperos años nuevos y negocios familiares,
no proyectó refugios para el fajador
que escapaba oyendo el puente
derrumbarse tras de él casi cada día,
y sabiendo que el vencedor
se queda con todo al sonar la campana.

Es curioso viajar sin que pase el tiempo,
tener veinte años más y que se estreche el camino
en esta carretera aparecida por los faros,
con piedras de repente, lugares
cuyo tiempo es su ausencia de destino.

De nosotros queda sólo una casa malvendida.
Los arquitectos no saben de amor,
como tú dibujan planos
donde sólo permanece
lo que jamás se habita.

(De Hace triste)



Álbum

Mira qué piernas tienes, la lisura de tu cuello.
La vida te ha dejado ser bella todavía.
Aún te queda tiempo para más de una noche,
noches que no son un regalo,
que regalas a los amigos feos,
precoces pero tiernos, o a hombres
que te llamaron guapa y querían
estar contigo a solas una noche
como un verano entero.
Una noche tan sólo, y otra vez sola
tras otra soledad entre las piernas.
Da lo mismo, quizá es un mal comienzo,
saca el álbum, ¿dónde está el mechero?

Princesa de las fotos,
no volverás a contar tu vida a nadie.
Lejanas, irrompibles, testigos implacables
que a cientos de quilómetros del tiempo,
de cuando había risas y un paisaje,
siguen llevándote a las playas, los amigos,
la toalla de un hotel a mediados de noviembre.

Mira ésta, es invierno,
y unas hojas más allá la primavera
de otro año y los niños corriendo la alameda,
¿si nunca ibas a morirte,
qué risa entonces podía imaginarse
que nunca más volverías a ser ésa?

Aquí es verano. Éstas no, que no las vea nadie,
o da lo mismo,
también en esas calles la gente se encierra
con sombras que tampoco fueron suyas.

Ya siempre será así.
Seguirás tomando leche hasta que llegue
la vejez sin paliativos,
no la muerte a la que temes menos,
para dar a tus hijas una herencia de fotos que mostrar
a sus novios, a sus amigos nuevos
(por cierto, estás preciosa de perfil en la del puente),
y entiendan en tus ojos, los suyos,
que perder no es fracasar,
y que la victoria significa
estar sufriendo siempre
para no alcanzar verdad alguna;
que con su poco de amar, todo es vivir
irremediablemente.


Con orden y concierto

-Adagio Calmo-

Para Pilar Chavarrías Alvarez


Carissima:

Aunque ser no sea lo que soy ni lo que he sido,
sino una cosa vaga,
todo significa ver
lo que estos ojos ven
porque uno
no detenta
más vida
que la suya,

y ya que lo preguntas:

Asistirás a la cerrada verdad de la quietud,
aun en la distancia,
porque son tus ojos en mí los que te llevan.
Asistirás aunque no adviertas perpetrar la emboscada
del día
o se vuelva gris el tren y acucie la insistencia una patria
sin edad.

Asistirá de nuevo el tiempo
triángulo amoroso de un antiguo anhelo,
sin que le importe al tiempo un álamo
el riesgo de poseer al tiempo, a ti o al pensamiento que te
lleva a cientos de quilómetros por nada más extraño
que su hora.

Adulta o no,
la alameda se repite:
la alameda se repite como un obcecado mirador de despertares.
Agradece pues esas miradas desbandadas
como el alojo de un cuerpo en un cuerpo que le vence,
así el jolgorio de verano en los ulises de las playas,
tal el vicio en el cerebro de los hombres de Instituto
(entonces yo era una pena y no estaba,
yo estaba rindiéndome a escondidas de los curas a Sachmis de Karnak).

Pero como en ti se obcecó el clima de aquel aire, estarás durmiendo.
Dormir fue siempre en ti un particular viaje,
una parcial totalidad de andar despierta,
abandonada siempre como abandonándote,
como si ya en el avión no encontraran más que tu maleta,
como si te hubieran secuestrado en Oriente al comprar una tetera,
como si me hubiera tragado el desagüe y no me
encontraras al licuarse las burbujas de jabón.

Todo este anacoluto -que rima con grazie di tutto,
es decir con falta de coherencia emocional-
viene a cuento
de que me pareció tu nombre entero un bar pequeño,
pueblo anexionado al empeño de poder a toda edad,
sólo por el son y serpenteo de una sonrisa limpia, cerrado
caracol, embrión del reposo que al estallido brama... oh
sí dime ¿cuándo amando a las mujeres te llamé mujer?

Amando el verde amé la tropelía de tus ojos donde quiera
que se urdiera una fatiga,
aquí,
como si de veras habitara alguien
capaz de residirte sin tú abandonarle.

El frío afila la vagina de los puentes
(qué fría maquinación esta de así respirar).
La alameda se repite en su ingenua vocación filmada
como el culo de un mandril en un álbum de animales;
restará ahí siempre como el museo egipcio,
como los felinos y marmóreos pechos de Sachmis de Karnak.

Amando los felinos y marmóreos pechos de Sachmis de Karnak
amé los tuyos,
mis horas bajas:
el revisitado estado donde no se hacía viejo ni jamás,
la hora de volver a casa,
una especial mala uva por la cual bebo tanto y pierdo
poco a poco la memoria
y el futuro que no siendo mío cruzará de nuevo la estupidez de amar,
es decir, de volver a conocerte.

Decía
que aunque febrero no sea ya tu mano en el cambio de luna
y un teléfono hilvane
y sepas que no hay razón en esta telefónica ventura,
es inútil saber que eres tan sólo tú quien pasas,
o yo, o todos los ojos de este tren saltando álamos,
un mandril, el recuerdo fotográfico en las bolsas de maíz,
el cauce seco que quizá ensombreciera un viaducto,
o Sachmis de Karnak en el museo de mis ojos,
ya los tuyos.

sólo nosotros,

por mucho que el observatorio espere persiga y aguarde
a todos los cometas en su idiota trayectoria,
o nos prometan que dentro de cien años, ya pesar de los primates,
la flor del junco reflorecerá.

Quiero decir, quería se entendiera,
que a veces sólo a veces gran amor es casi siempre un infortunio,
lo es respirar así, tan como queriéndolo, como contando pulsaciones.

y tú lo sabes

-llegaste azul, azul al verde y lo supiste todo-,
porque escribir esto es amarte
aun al desaguar lo que todos dejamos de ser levantando losas, buscando playas.

Tampoco yo demostraré que aquel tiempo de laurel y de jardines
y de cuerda y de columpio y de atado a los cipreses;
de testigo insobornable de una infancia infame, pasó,
aunque ocupe también ahora el sueño ajeno
(así un labio dejado en el cristal) ,
de habitar un lugar que aun siendo mío
es de alguien que pronto volverá
por todo aliento que le fue arrebatado.

Estoy cansado, D' Artagnan, es cierto
que no merece la vida una pregunta.

En realidad las cosas me son así

por eso que no supe ser a tiempo, tú ya sabes:
llegó abril y tus ojos de cometa
se asomaron a la apatía de las próximas playas.

Nunca quise retenerte.
En realidad las cosas fueron así,
entonces no te dije,
y quizá eso lo hubiera aclarado todo, te digo,
ya que no lo preguntas.



Ejemplo

Se leyó a sí mismo
los versos que había escrito
y se negó, nunca más,
a recibirse.
Era un mal poeta,
pero un hombre extraordinario.



El centinela

Esperar, sufrir,
dar vueltas por la casa,
atender un regreso,
desear verdad y venganza,
cavar la bajeza.

Nada más puedo hacer
con todo esto que soy,
aun sabiendo que,
cuando tienes pavor,
la peor soledad
es la del centinela.



El delirio de Patrizia

Mira mis brazos, se cubren de neón,
abarcan la luz nocturna de los barrios y aeropuertos;
ese esparcimiento de órbitas tardas en peceras de cristal,
zona a zona,
planta a planta, la cometa de ascensores.

Mira mis ojos, todo lo ocupan
-más inmensos que el iris de la noche,
que la luz de la bahía resguardada de los puertos-,
derramados en la incógnita inicial del horizonte,
donde están los sueños todavía por crear.

Mira mi sexo,
mira su longitud cavernal
recibir la láctea dispersión de caminos boreales.
Mira mis piernas levantarse por encima de las patrias,
apuntalar la tierra, embovedar planetas,
también la lejanía ignorada,
de océano a océano,
piedra a piedra, el malecón de asfalto.

Mira mi huella pisar las calles,
sombrear la estela de los faros autónomos en los escaparates.
Mira mi pecho, imagina la nada impensable
y amnistía tu legítimo deseo.

Mira hombre mi ansiedad,
el húmedo filtro que atraviesa los cristales,
la perfecta distribución de las horas, las luces,
el sugestivo encaje de los vientos
y alza sobre mí
la dispuesta obscenidad de tu semblante.
Levántame los diciembres, el cristal vaporoso,
la línea suburbial donde acaba tu viaje.

No respondas al teléfono, es gerencia:
mira seis veces mi ropa,
acércame las sales, esa colonia agreste.

Déjame descansar y el mundo será nuestro,
también el baño de alto standing, estatura brutal,
y el dúplex de porcelana en que te espero.



Inocencia

No es el verdugo quien dicta ni atiende
los asuntos mundanos. Sólo hace su trabajo.
También el asesino que asesina,
la víctima que muere, los testigos
que atestiguan que sí, que no o quién sabe,
todos ellos, la gente que pasaba,
la prensa que pensaba, hacían su trabajo.

Mas no temáis. Ni ellos ni yo ni nadie
debemos responder ante la historia.
Si acaso el rey o dios, que son irresponsables,
paradigmas verbales del odio y de la gloria.




La razón de Mesalina

Amor y sexo van juntos,
sólo que uno se termina
mucho antes que el otro,
generalmente el amor,
de pura menopausia.



Los prácticos

Son divinos, simpáticos, flamantes,
polis sin sueldo, curas sin sotana,
simpáticos, escépticos con clase
que no beben ni fuman, se divorcian
o no, y se hacen ex de todo lo de antes;

pueden fletar deseos, no soñarlos,
infames que no pasan por infames,
porque la vida es dura y ellos son
aquellos que nos la hacen agradable.

Con los pies en la prensa, lo real,
de entre tanto indecente, inocentes,
patrimonios de la humanidad,
paganos bautizados, mas cristianos,
trajeados, polícromos, púbicos,
crianzas de agua, manzana y ensalada,
follandrines sin par de interés público,
profundan pensamientos, nuevas razas,
algo sobrio, sereno y muy profundo
que calman, con su calma de excesivas
realidades, el límite del mundo.

Errantes, bellos, nómadas de playa,
felices, fatigados laborables,
azules fascinantes, nobles de alma,
princesas sin principios pero llenas
de finales, princesas con principios
de grandes almacenes, sin fisuras;
son todos compañeros de camino,
son los héroes que esperan recompensa
pues la vida les debe un buen destino.
Ya no gritan Dios, Rey, Patria, Familia,
su coraje temático y garrido
es de naturaleza parecida
en todos ellos, seres competitivos,
pues son al fin y al cabo adversarios,
no mucho, hipotéticos amigos,
presuntamente amantes, padres, hijos,
continúan la especie, son como antes,
quizá mejores, oyen, hablan, dicen
y dicen, hablativos absolutos,
que toda opinión es respetable;
que una imagen vale más que mil palabras,
que ninguno está loco, está enfermo,
que todo tiene siempre un responsable
y siempre que no quede otro remedio.

También tienen minutos para sueños:
la paz, la tolerancia, el respeto;
eclécticos, modernos, no afamados,
no ansiosos, tolerantes, tan acordes:
respeto, no comparto pero imparto,-
me importo yo a mí conmigo porque
del mismo modo tú te a ti contigo
y ella le lo lará se sí consigo,
como es de suponer dentro de un orden,
o sea algo lógico y normal.

No se acuerdan ahora, pero saben,
no tienen opinión, pero la tienen,
no saben para qué, pero no paran.
¿Que quieren saber más? hacen gimnasia.
¿Que quieren trabajar? son consultores.
¿Que quieren aspirar? pues se autoaspiran,
y no juegan por ser los vencedores.

Arriesgarse es tirarse desde un puente,
subir ríos, bajar cimas, barrancos,
pantalones, correrse por teléfono,
nunca más ser pequeños, despreciados,
ni jóvenes ni viejos ni burgueses,
correctos, coherentes y equipados;
no feos, no chillones laborantes,
no imprescindibles, pero, desde luego,
irrepetibles sí, inimitables,
superinsuperables, sublimados,
sólo que con recato y compostura:
risas cortas, la cena y al teatro,
los amigos, dos copas con mesura,
luego al sofá de casa elucubrando:
sábado sabadete, i buena está
hoy mi señora, ya era hora, jodamos
sin perder demasiado la cabeza,
con los pies en el suelo y por detrás!

Intachables, maduros, parecidos,
aparentes, que compran mil fascículos
para arreglar enchufes, muebles viejos,
terminar con la gota de los grifos,
enseñar a sus hijos, comprenderlos,
prevenir lo interrupto, y por antojo,
el parto inesperado o el forúnculo
informático que tienen en el culo
(hacendosos, correctos, con sus ojos
rojos, los tres, buscando una salida)
de tanto estar sentados viendo el mundo.
Así que ya no hay que aprender la vida,
la compran comprendida en los quioscos.

En fin, que así es la vida y suenen los timbales,
con curas comunistas, demócratas tribales,
soldados pacifistas, personas reciclables,
fascistas abortistas, tiranos liberales,
café sin cafeína, agentes muy amables,
saciables muy promiscuas, ninfómanas vestales,
artistas de revista, amantes deplorables,
católicos budistas, pero no practicantes,
geniales futbolistas, azar justificable
y pías que repían y bombas que no maten
y nacen muchas niñas a morirse de hambre...

y en fin, que así es la vida, damas y caballeros,
no es verdad ni mentira,
tampoco del color con que la miran
ni la miro; tal témporas, tal mores,
tal culo así las témporas, morimos
por muy buenas razones.



Metafísica

Perdurará el vuelo, no las aves,
el fuego sin la guerra, la tierra
junto al agua, sin bien y sin maldad.

Las ideas cambiaron las calles, no el aire,
son una persiana flotando en el mar.
Lo que es, quieras o no, es lo que te espera.




Sobre la gloria

Habían de luchar hasta la muerte
y muchos la querían. Incendiaron
templos y bibliotecas y llenaron
valles, sentinas, plazas, de cadáveres.
Buscaban el prestigio y obtuvieron,
sólo algunos, anónimos honores
esparcidos a trozos en museos.

Poeta que persigues recompensas,
niega si puedes que en este lugar,
lejano de tertulias y congresos,
donde vienen los niños a fumar
y a mearse en capiteles y botellas,
se entierran, ignorados, cinco imperios.





del libro

Todo parece indicar
(Hiperión. Madrid, 2003)



MAGIA

Sabía que siempre estabas,
como el columpio al volver el verano,
como dura la lluvia si ansías
que huela a mojado la hierba.
               
Nos eras la vida y nos queda
el olor del geranio al abrir las tijeras,
la humedad de tus ojos, los míos,
en la hora feliz del infierno.

No eres mi ángel, tampoco me guardas,
ni ese mal descriptible de versos:
polen, brisa, azúcar derramado
: vuelo,                 
sólo vuelo.




RESPUESTA TARDÍA

Recuerdo tu nombre,
tu cuello, aquellas zapatillas de deporte,
el tren hacia París y al volver,
un par de meses en la cárcel
(esto lo recuerdo con frecuencia).

Después tu nota entre el espejo
y la espuma de afeitar:
Debías irte mas me amabas
más que Cristo a los leprosos,
más que Trotsky a los trotskistas,
pero otro pueblo, unido, por supuesto,
requería urgentemente tus ardores
contra bombas, contra curas, capital.

Hoy, antes de acostarme,
me acordé mucho de ti,
de tus gestos, de tu vientre,
de la forma prematura del miedo,
de los que nunca habían de pasar,
como pasaron los años
en que pudimos estar juntos,
con otra vida, otra gente,

quizá jamás vencidos.




HONRADEZ DE LA POBREZA
                     
Toda buena acción tiene su castigo,
encaja como un guante entre los dedos
que luego, con solícita torpeza,
masturban al patricio sin vergüenza.
                         
Muy penosa razón la de estar juntos
tu formada ambición y tu cabeza
con un alma servil y agradecida
que de la humillación hace virtud
y exalta dignamente su pobreza.

Adictos cada cual a su destino
conservamos desde niños el futuro
pues aterra descrear lo recibido.
Mientras tanto progresan los ayeres
como una recesión en blanco y negro:
al fondo el antifaz, el carruaje,
la primera vejación, el primer fuego,
y los primeros reptiles voladores.



BREVE REFLEXIÓN SOBRE 
LA PRÁCTICA DE VALORES CIUDADANOS
                   
A veces sucede que se termina el año,
que hemos bebido mucho, queremos sexo
o charlar o que no se termine la noche
tan como la habíamos previsto,
porque van a venir las voces
a ocupar el lugar del sueño, o los ángeles
no permitirán que suceda nada malo
y un vacío simple nos ocupa la ternura
que habría que llenar urgentemente
con un cuerpo que nos cubra, un sudor a satisfecho.

Pero la decencia enseña
que hay que poner en juego la entereza,
la prestancia, el sentido del ridículo,
el orgullo, esa autosuficiencia
que nos lleva a la cama solos,
muy despiertos y pensando
lo jodidamente dignos que hemos sido.



APORTACIÓN DE WALT DISNEY A LA ESPECIE

En la inmovilidad de la culebra al ser descubierta,
al intuir que no escapará,
que mi terror tendrá fin
con su exterminio,
en eso pienso,
                            
en las hienas,
padres de familias ejemplares,
devorando a sus víctimas
cuando aún luchan por huir,
en la fuerza y el desfallecimiento,
en la estrategia de la caza,
en el cadáver
que no provoca más que ganas de fumar,
de tragarnos un yogur,
de alabar al que filmó la escena
jugándose la vida,

en los leones, en los dromedarios,
en los machos que devoran a los hijos
para cubrir a las madres que se apartan
del suplicio sin odio y con respeto,

en las moscas, cucarachas y gusanos,
en ratones que se cuelan por rendijas,
pasean por camisas y pañuelos,
por las sábanas donde reposáis
mientras el marido, la esposa están
cerrando empresas, lamiendo culos,
poniendo multas, cansados del trabajo,
ganando la seguridad que merecemos.

Muchísimo peor que los humanos son las bestias,
mas Walt Disney corrigió lo que Dios olvidara
al dotarlas de humor y urbanidad
para ingresarlas juiciosas y planchadas
en el feliz retablo de la clase media.



UTILIZAR LA NOCHE

Con la costumbre en un mal paso,
pronto a empezar de nuevo,
quieto,
como quien todo lo perdió en un par de manos,
con la frágil resolución sólo
de abrir mi casa todavía en las maletas,
comprar bombillas y encontrar nuevos apegos,
observo este piso vacío, otra casa,
por el propósito de una rendición, otro fracaso.

No proyectar el pasado ni sus cuerpos,
utilizar la noche,
cenar con el cabrón que siempre va conmigo,
repetirme con frecuencia
que cualquier decisión me hará posible.

Para qué tanta gravedad por poseerte,
tanto padecer, majarme a palos por católico,
aborrecer mi estirpe, ya no:
después de tanta crisis sólo importa
cuadrar qué debo yo a este silencio.

Tentar saber quien fui me reconcilia
con una idea aproximada de individuo,
viejo ya, cerrado por reformas
y sin ti, a quien le gustó quien era,
ya no, y soy como había sido el hombre
a medida que ibas modelando el barro.
Todos fuimos cosas que empleabas
para olvidarte de la niña servil que vestía a sus muñecas,
de la adolescente prematrimonial,
de la desesperada,
para luego resolver
que aun amando había que dejar de amar,
que hacerse perdidiza era una ruina,
una incorrección, una vulgaridad intolerable,
que sólo existían los poblados
con cosas que caminan, con proyectos.

Mi relación con todo, la que tuve y ya no tengo,
es atemporal y es incurable.
Ahora busco encajar en este espacio,
descubrir contenidos higiénicos
en las terminales de otras bocas.

No resistirás otra mudanza, compañero,
otro traslado, otro quien fuiste,
otro papel, más sillas nuevas.
No rebusques en bolsillos ni en cajitas,
da lo mismo lo poco o mucho que aún te resta
cuando el juego final va a ser a todo o nada.



QUE LOS ÁNGELES DE ADMÁ

Cada día analizáis las guerras
llenos de ninguna precisión.
Os dieron medallas, despachos,
premios por borrar la memoria
de muertos que mataron a otros
que dejaron miles de cadáveres por medio.

Vuestro salario depende
de que nunca se encuentre solución,
de llamar posible a lo imposible.
Vivís de nuestro tiempo y de la fe
que mantenemos en conservar la vida,
pero destruisteis mi casa, mi trabajo
y la vida de mi esposo y de mis hijos.

Peores que los ángeles de Admá, decidme:
¿de qué alto el fuego me estáis hablando?



Poema de "Crónicas de Usura" 

- No me encontraste, te encontré
cuando me dabas también por perdida;
no soy ella ni soy la poesía
pero estoy aquí contigo,
donde ni una ni otra te acompañan;
te quiero, además, aunque no quieras
( tan acabado como estás, imbécil mío )
pues sólo sientes pena y abandono
y  una decadente majestad que se termina.

No eres mi amante, soy yo la que te quiere,
no eres tú, es ella la que se ha muerto,
no es el desencanto, es el miedo,
porque ya no eres nada y no soportas
recordar de nuevo aquello que has sido.
No sé, no me hagas caso;
estás triste, quieres muerte y quieres sexo.

Sigamos si tú quieres,
pero recuerda, te pido algo sucio y leve,
despacio como todo en esta vida,
así el amor, así la nieve.




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