viernes, 12 de marzo de 2010

078.- OLVIDO GARCÍA VALDÉS



OLVIDO GARCÍA VALDÉS

Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, Asturias (España), 2 de diciembre de 1950) es una escritora asturiana, que destaca por su obra poética.

Licenciada en Filología Románica por la Universidad de Oviedo y en Filosofía por la Universidad de Valladolid, es profesora de Lengua Española y Literatura en el Instituto El Greco de Toledo; fue también Directora del Instituto Cervantes de Toulouse (Francia). Es codirectora de la revista Los Infolios y fue cofundadora y miembro del consejo editor de El signo del gorrión. Sus poemas se recogen en diversas antologías, como La prueba del nueve (1994), Ellas tienen la palabra (1997), El último tercio del siglo (1968-1998). Antología consultada de la poesía española (1998), o Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000) (2002). Sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, alemán, sueco y portugués.

Escritura

Su obra podría dividirse en tres etapas. La primera la conforman sus tres primeros trabajos, «El tercer jardín» (1986), «Exposición» (1990) y «ella, los pájaros» (1994); la segunda integra un solo libro, «caza nocturna» (1997); y la tercera es la que compone «Del ojo al hueso» junto a «Y todos estábamos vivos», muy marcada por la presencia de la muerte, que transfigura lo real y la existencia. Sus libros se caracterizan por la mezcla de lo breve y fragmentario con lo extenso, y del verso con la prosa, así como por el ascetismo verbal y las insólitas transiciones.

El poema no es un artificio que pretende construir un mundo paralelo con igual valor al del mundo, sino que más bien, para la poeta, el mundo está ahí, con sus dosis mezcladas de nítida realidad y de intensa e hiriente irrealidad. Desde esta perspectiva -ha escrito Eduardo Milán- "logra imprimir una libertad resplandeciente, atravesada de dolor, buceadora de relato, suspendida de fragmento. De cara siempre a lo real -que materialmente investiga-, esa poesía actúa con una sobriedad de sorpresa, pautada por un ritmo que sostiene cambios imprevistos como un clima, como una estación".

Bibliografía

Poesía

Libros:

El tercer jardín, Ediciones del Faro, Valladolid, 1986.
Exposición, Ferrol, 1990, premio Ícaro de Literatura.
Ella, los pájaros, Diputación, Soria, 1994, premio Leonor de Poesía.
Caza nocturna, Ave del Paraíso, Madrid, 1997 (ha sido traducido al sueco:Nattlig jakt, traducción de Ulf Eriksson, Ariel Skrifter 27, Stockholm, 2004; y al francés:Chasse nocturne, traducción de Stéphane Chaumet, L'Oreille du Loup, París, 2009).
Del ojo al hueso, Ave del Paraíso, Madrid, 2001.
La poesía, ese cuerpo extraño (Antología), Oviedo, 2005.
Y todos estábamos vivos, Tusquets, Barcelona, 2006, premio Nacional de Poesía 2007.
Esa polilla que delante de mí revolotea. Poesía reunida (1982-2008). Prólogo de Eduardo Milán. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2008.

Plaquettes:

Mimosa de febrero, Astrolabio, Palencia, 1994.
Si un cuervo trajera, La Borrachería, Lucerna, Zamora, 2000.
Todo acaba cayendo del lado que se inclina, Edición a secas, Buenos Aires, 2002.
Siete poemas. Con monotipos –Serie Babel 15106- de Luis Costillo. Escuela de Arte, Mérida, 2006.
Ensayo[editar]
Teresa de Jesús Barcelona, 2001.
Los poetas de la República (en colaboración con Miguel Casado), Barcelona, 1997.

En volúmenes colectivos:

Perdidas en el espacio. Formas de ocupar, recorrer y representar los lugares. V.V. A.A. (Coord. Asun Bernárdez). Huerga y Fierro, Madrid, 1999.
En torno a Velázquez. V.V. A.A. (Coord. Miguel Ángel Ramos) Comunidad de Madrid, Madrid, 1999.

Traducciones

Pier Paolo Pasolini, La religión de mi tiempo Barcelona, 1997.
Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, El canto y la ceniza. Antología poética (en colaboración con Monika Zgustova), Barcelona, 2005.
Pier Paolo Pasolini, Larga carretera de arena. La Fábrica Editorial, Madrid, 2007.

Textos en Catálogos de exposiciones

"Locus oculus solus", en Anselm Kiefer: El viento, el tiempo, el silencio. Palacio de Velázquez, junio-septiembre de 1998. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, 1998.
"Octubre o colibrí", en Javier Fernández de Molina: El sueño del colibrí. Galería Rayuela. Madrid, noviembre-diciembre de 1998.
"Descendimiento", en Antoni Tàpies: Obra recent. Galería Toni Tàpies. Edicions T, Barcelona, noviembre de 1998-enero de 1999.
"El escribiente: carta al universo", en Zush: La campanada. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, junio-agosto de 2000.
"El corazón more geometrico", en Vicente Rojo: Volcanes construidos. Galería Juan Gris, Madrid, noviembre-diciembre de 2002.
"La sangre, el aire", en José Manuel Broto: Rever. Arte Español para el Exterior, MAE/SEACEX, Madrid, 2003.
"Vincent: la sombra debida", en Luis Costillo: Vincent. MEIAC, Badajoz, diciembre de 2004-enero de 2005.
"Lugar de paso", en José-Miguel Ullán: Agrafismos. Escuela de Arte de Mérida/Instituto Cervantes, Mérida-Madrid, 2008.
«De sus lenguas aéreas», en VV.AA., Palabras iluminadas. Editor: Manuel Ferro. Madrid: La Casa Encendida, 2012. [Catálogo de la exposición sobre la obra gráfica de José-Miguel Ullán].

Premios

1989 - Accésit del Premio Esquío de Poesía en Lengua Castellana.
1990 - Premio Ícaro de Literatura.
1993 - Premio Leonor de Poesía.
2007 - Premio Nacional de Poesía (España) por su obra Y todos estábamos vivos.


A MIGUEL

Te habías quedado todo el día
allí, de pie, mirando las montañas,
y era, dijiste, alimento
para los ojos, corazón
quebrantado. Yo pasaba, parece,
en el atardecer,
andando en bicicleta por un sendero.
Lo cuentas y quedo contemplándolo
con esperanza, una buena esperanza
nodriza de la vejez. Yo lo llamo
dulzura, la música dulzura que conforta
o hidrata la aspereza. Algunos niños
cercanos al autismo, cuando crecen,
imprimen o padecen movimiento
constante, un ritmo de hombros
ajeno a cualquier música, latido,
circulatoria sangre propia, sin contacto.
Sólo a veces sus ojos buscan
engañosamente; no hay dulzura
ni aspereza, un sonido
interior los envuelve, sangre roja.
Contemplo las montañas de tu sueño,
busco en ellas tus ojos.
Y escruto, sin embargo, el corazón,
las junturas y médula, los sentimientos
y pensamientos del corazón. Nada hidrata.
Nada amortigua. Escrutar es áspero
y no lame. Las horas últimas
de la vigilia: sabia
la disciplina monacal que impone
levantarse a maitines. Enjugar,
sostener, confortar: mirar la noche.
Volver al corazón. Entonces ya la música
es azul, azul es la dulzura. Pedir.

De "Caza nocturna" 1997


AL SALIR A LA CALLE...

Al salir a la calle, sobre los plátanos,
muy por encima y por detrás de sus hojas
doradas y crujientes, el cielo, muy por encima
azul, intenso y transparente de la helada.
A cuatro bajo cero se respira
el aire como si fuera el cielo
que es el aire lo que se respirara.
Corta y se expande y un instante
rebrota antes de herir. Ritmos
de la respiración y el cielo, uno
lugar del otro, volumen
que quien respira retrajera, puro
estar del mundo en el frío,
de un color azul que nadie viera, intenso,
que nadie desde ningún lugar mirara,
aire o cielo no para respirar.

De "Del ojo al hueso" 2001



CONOZCO UNA PAREJA DE CUERVOS...

Conozco una pareja de cuervos, sé que tienen
un tiempo semejante al de los hombres
para vivir; podría visitarlos,
pasear juntos
hasta los sauces de la orilla.
Hoy he hablado con alguien por quien sentí afecto,
le encontré satisfecho y próspero;
su enemigo murió. La muerte
siempre es de frío.

De "Ella, los pájaros" 1993


CUANDO VOY A TRABAJAR ES DE NOCHE

Cuando voy a trabajar es de noche,
después amanece poco a poco,
hace mucho frío aún.
A menudo en el cine
me parece oír lluvia azotando el tejado,
como si no hubiese lugar
donde guarecerse.
Hoy alguien en un sueño dijo:
ten, en esta garrafa
hay agua limpia, por si toma moho
la del corazón.

De "Ella, los pájaros" 1993



DESLUMBRA EL CIELO...

Deslumbra el cielo
si mira fijamente
contra él una flor,
se hace negra y deslumbra.
No habla. Porque son inherentes
al hablar el oír
y el callar. Mira: tomates,
hojas, tallo, tierra. El cielo
es una bóveda, finito
mundo azul sobre el mundo,
los tomates son rojos.

De "Caza nocturna" 1997



EL RECORRIDO DEL SOL CUANDO CAE...

el recorrido del sol cuando cae
la noche, el recorrido
de la noche, hacia dónde
va llegando, mirar
lo conocido como signos
que son y ya no son, un aceite
de estar, representar
su hueco,
desplazados miramos
como si fueran los otros
siempre a estar ahí y de
pronto no están o no estuvieran

De "Y todos estábamos vivos"



EL REY COPHETUA Y LA MUCHACHA MENDIGA

Burne-Jones

Ella tiene los pies como Marilyn Monroe
y una tierna
indefensión en los hombros.
Están en una sala y la ventana
descorre sus cortinas a un atardecer
boscoso,
pero es como si fuera
una esfera
de cristal. No se miran.
Él la mira a ella. Ella a lo lejos.
Hace ya mucho tiempo que él la había soñado
como un aire
de cigüeñas, una luz,
y ahora estaba allí.
Tantas vidas que no parecen ciertas
en una sola vida.
Campanillas azules en la mano.
Él sabe que se irá. No hablan
y el momento está lleno de voz,
voz acunada, lejana.
El amor es una enfermedad,
campanillas azules. Siempre en ti,
como en el sueño, volviendo
siempre en ti. Tan incierta
la luz. Como en el sueño.

De "Exposición" 1979



ESCRIBIR EL MIEDO ES ESCRIBIR...

escribir el miedo es escribir
despacio, con letra
pequeña y líneas separadas,
describir lo próximo, los humores,
la próxima inocencia
de lo vivo, las familiares
dependencias carnosas, la piel
sonrosada, sanguínea, las venas,
venillas, capilares

De "Caza nocturna" 1997




ÉSTE ES UN EJEMPLO...

Éste es un ejemplo: se trata de una imagen
del XIII (el XIII con su cúpula), una Virgen
sentada en el jardín, altiva y sola (la única
que yo conozca en su especie). Observen
en el prado las flores esmaltadas,
las hojas, el azul ultramar y el rojo
extraño como un incendio. Observen
su rostro, se llama féretro luminoso
de su puro; a la izquierda, el halcón
anuncia que el alma emprende el vuelo,
al fondo el río, casi un hilo,
se pierde. Es forma la pintura.

Ella hacía ganchillo, puntillas para sábanas, le resultaban difíciles los gestos por la artrosis, sus largos dedos agudos. -Éstas de arañas son las más guapas -dice-, son las que más me gustan, aunque tengo una pena muy grande por el nenín. Un día, antes de caer enfermo, tenía una araña
roja en la espalda, muy grande, así -y señala con el puño el tamaño-, casi no podía arrancársela, y después le salieron aquellas ronchas rojas. Pensé si se habría muerto por eso, pero no, tenía endocarditis aguda, el médico lo
dijo, como si el corazón se fuera haciendo más grande cada vez y no cupiera en la caja. Era por la miseria. Yo traía brazadas de habas a la cocina para deshacerlas allí y con ellas venían arañas. Todo era trabajar y trabajar-. Se calla, sigue con la aguja y el larguísimo hilo, -¿no te gustan a
ti?-. Es morena, tiene ojos oscuros de pájaro desarbolado. El amor, arañas bajo los ojos, féretro de su puro, decía.

Si falla
la memoria, todo quiebra;
Si es escasa, empero,
significa: aquel valle
tan dulce y tan sombrío.

De "Caza nocturna" 1997



GIRASOL, NEGRO PÁRPADO...

Girasol, negro párpado, multiplicada
curva para el deslumbramiento. Somos
sólo cautivos,
presencias dentro de otros
que nos llevan. Allá, muy lejos,
el taxista le dijo: discúlpeme,
la ciudad es muy grande, sólo
manejo por las orillas.

De "Caza nocturna" 1997



HUNDIR LOS DEDOS ENTRE SUS CABELLOS...

Hundir los dedos entre sus cabellos
o pájaros jugando,
muy despacio, a caerse de un cable
de la luz,
muy despacio, abanico
de mirlos.
Cerca hay una charca y un árbol
en el centro.
Reverbera la fiebre,
el amarillo hiere sobre el agua.

De "Exposición" 1979




LA CAÍDA DE ÍCARO

1

Los atardeceres se suceden,
hace frío
y las casas de adobe en las afueras
se reflejan sobre charcos quietos.
Tierra removida.
Los atardeceres se suceden,

Cézanne elevó la «nature morte»
a una altura
en que las cosas exteriormente muertas
cobran vida, dice Kandinsky.
Vida es emoción.
Pero quedará de vosotros
lo que ha quedado de los hombres
que vivieron antes, previene Lucrecio.
Es poco: polvo, alguna imagen tópica
y restos de edificios.
El alma muere con el cuerpo.
El alma es el cuerpo. O tres fotografías
quedan, si alguien muere.

También un gesto inexplicable,
discolo para los ojos, desafío,
erizado. Cuerpo es lo otro.
Irreconocible. Dolor.
Sólo cuerpo. Cuerpo es no yo.
No yo.

Lo quieto de las cosas
en el atardecer. La quietud,
por ejemplo, de los edificios.
El ensombrecimiento
mudo y apagado.

Como ojos,
dos piedras azules me miran
desde un anillo.
Los anillos
cuidadosamente extraídos
al final.
Como aquél de azabache y plata
o este otro de un pálido, pálido rosa.
Rostros y luces
nitidamente se reflejan en él.

En la noche corro por un campo
que desciende, corro entre arbustos
y choco con algo vivo
que trata de ovillarse, de encogerse.
Es un niño pequeño, le pregunto
quién es y contesta que nadie.

Esta respiración honda
y este nudo en la pelvis
que se deshace y fluye. Esto soy yo
y al mismo tiempo
dolor en la nuca y en los ojos.

Terminada la juventud,
se está a merced del miedo.


2

Verde. Verde. Agua. Marrón.
Todo mojado, embarrado.
Es invierno. Es perceptible
en el silencio y en brillos
como del aire.
Yo soy muy pequeña.
Un cuerpo caminando.
Un cuerpo solo;
lo enfermo en la piel, en la mirada.
El asombro, la dureza absoluta
en los ojos. Lo impenetrable.
La descompensación
entre lo interno y lo externo.
Un cuerpo enfermo que avanza.

Desde un interior de cristales muy amplios
contemplo los árboles.
Hay un viento ligero, un movimiento
silencioso de hojas y ramas.
Como algo desconocido
y en suspenso. Más allá.
Como una luz
sesgada y quieta. Lo verde
que hiere o acaricia. Brisa
verde. Y si yo hubiera muerto
eso sería también así.

De "Exposición" 1979




LA VOZ, LA DE ESTA NIÑA...

la voz, la de esta niña
que canta sola ahí,
la del muchacho
que por la noche da gritos y repite
obsesivo hijo de puta, las voces
de los niños que juegan;
intransitiva voz, exenta
en el mundo, cuerpos autómatas
que a diario veo y que no veo, chillidos
veloces de vencejos
en el anochecer

De "Caza nocturna" 1997



MUDA Y HOSCA...

Muda y hosca, se niega
a entrar en casa, a pesar
de la noche, a pesar del buen sentido.
Él le habla
con paciencia o la empuja y golpea
con el puño. La insensata materia
que el alma es, su obstinación eficaz
o, contigua y exenta,
esta vibración azul del azul
luminoso y oscuro. Sólo
me m interesa e vacío.
Ocurrió el mismo año
en que frascos y líquidos
se arrojaban contra la pared,
a oscuras, en aquella alcoba
italiana. Eran innumerables
los huesos del cuerpo, incomprensibles
sus nombres. Sincronizado
estrictamente, rápido
y melancólico, con este azul,
aquel salto, olor de carbonilla,
adherido a la piel.

De "Caza nocturna" 1997



NADABA POR EL AGUA TRANSPARENTE...

Nadaba por el agua transparente
en el hondo, y pescaba gozoso
con un pequeño arpón peces brillantes,
amigos, moteados.
Aquella agua tan densa, nadar
como un gran pez; vosotros,
dijo, me esperabais en casa.
Pensé entonces en Klee
en la dorada. Ahora leo:
estas roto y tus sueños
se cuelan en tu vida, esa sensación
de realidad es muy fuerte; estas pastillas
te ayudarán.
Dorado pez,
dorada de los abismos, destellos
en lo hondo. Un sueño subterráneo
nos recorre, nos reune,
nacemos y morirnos, mas se repite
el sueño y queda el pez,
su densidad, la transparencia.

(Antonio Gamoneda, Jerónimo Salvador )

De "Caza nocturna" 1997



NASTAGIO DEGLI ONESTI

Boticelli

Una escena de caza
en que el amante
azuza hacia la amada los mastines,
abre en canal su espalda
y arrojando a las bestias
las vísceras sangrantes
da de nuevo comienzo, como un sueño
-ella expía y consiente y habita
el mismo sueño-, a la persecución.

De "Exposición" 1979



OTRO PAÍS, OTRO PAISAJE...

Otro país, otro paisaje,
otra ciudad.
Un lugar desconocido
y un cuerpo desconocido,
tu propio cuerpo, extraño
camino que conduce
directamente al miedo.
El cuerpo como otro,
y otro paisaje, otra ciudad;
atardecer ante las piedras
más dulcemente hermosas
que has visto,
piedras de miel como luz.

De "El tercer jardín" 1986



RECORDAR ESTE SÁBADO

Recordar este sábado:
las tumbas excavadas en la roca,
en semicírculos, mirando
hacia el este,
y la puerta de la muralla abierta
a campos roturados, al silencio
y la luz del oeste. Necesito
los ojos de los lobos
para ver. O el amor y su contacto
extremo, ese filo,
una intimidad sólo formulable
con distancia, con una despiedad
cargada de cuidado.
Así, aquella nota, reconocer en ella
la costumbre antropófaga, un hombre come
una mujer, reconocer
también la carne en carne
viva, los ojos y su atención extrema,
el tiempo y lo que ocurrió.
Alguien lo dijo de otro modo: creí
que éramos infelices muchas veces; ahora
la miseria parece que era sólo un aspecto
de nuestra felicidad. La dicha
no eleva sino cae
como una lluvia mansa. Recordar
aquel sábado en febrero
tan semejante a éste de noviembre.
Cerrar los ojos. Fatigarse subiendo,
tú sin voz,
con un cuaderno en el que anotas
lo que quieres decir.
La no materialidad de las palabras
nos da calor y extrañeza, mano
que aprieta el hombro,
aliento cálido sobre el jersey.
Para el resecamiento un aljibe de agua,
los ojos de los lobos
para ver. El contexto
es todo, transparente
aire frío. Aproximadamente así:
campesinos del Tíbet
sentados en el suelo, en semicírculos,
aprendiendo a leer al final del invierno,
cuando el trabajo es poco, se trata
de una foto reciente, están
muy abrigados; o una paliza
de una violencia extrema
a un muchacho, y que el tiempo
pase, que cure, como una foto antigua.
Tres mariposas, a la luz de la lámpara,
han venido al cristal.

De "Caza nocturna" 1997



TE BUSCO POR LAS CALLES...

te busco por las calles
de casas en ruinas y olor acre,
no hay timbres ni nombres;
te encuentro y me miras
pequeño y envejecido, no eres tú,
te pones un sombrero rayado
de ala vuelta y mínima, te vas

De "Ella, los pájaros" 1993



TRAS EL CRISTAL

Tras el cristal, se desconoce
el cuerpo, como un hijo
que crece, como si jugara
y de pronto fuera desconocido.
Coloca entonces
tu mano en el estómago,
la palma abierta, y respira
profundo. Al fin somos culpables
de quien muere, y también
de vivir. Barrios
se hacen poblados peligrosos
por la noche, hay humaredas,
rostros cetrinos junto a fuegos.

De "Ella, los pájaros" 1993



VERDE

Verde. Las hojas de geranio
en la luz gris de la tormenta
tiemblan, tensión
de nervadura verde oscuro.
Te mirabas las manos,
nervadura de venas; si los dedos
fueran deliciosos, decías.
Al caminar
apoyaba mi sien contra la tuya
y en la noche escuchaba
el ruiseñor y el graznido
del pavo. Indiferencia
de todo, oscuridad.
Me llamabas con voz muy baja.
Sólo un día reíste.





I

esa agua es la casa de la nutria,
el brillo oscuro
su alegría fría,
la corriente en la noche
su rapidez de nadadora

tú que fuiste pájaro
tal vez gato
ahora o nutria
ojillos, piel que chorrea
agua ahora,
con patitas cortas sube
a la roca y se atusa


II

No mucho antes de su suicidio, Raymond
Roussel valora sobre todo en su escritura
la ausencia de realidad, poder
de la imaginación y un esfuerzo sin fatiga
sobre ingenios lingüísticos que a sí
mismo se da. Ninguno de sus viajes
dejó nada en sus libros; adora a Julio
Verne como el más grande, y cree
en sí, cree en su grandeza como en una
perdida alegría muy íntima; recuerda
haber sido feliz cuando niño.


III

Tu irradiación es otra porque sabes
de muerte; en tu blancura caben
todas las formas pálidas
de la luz, todas las
sombras; en tu distancia suena
la urraca que amanece y el azul
que vendrá; tenue el ladrillo
tiene, que te va recortando, más
de seiscientos años, que te va
recordando si recordar pudiera
materia que envejece y
permanece. Sois el ladrillo
y tú quietos para nosotros
presencias desplazadas que
pasamos; porque de muerte
sabes desvanecida en cielo
con el día, uña casi
invisible o parece que sabes.


IV

qué bueno que murieron, si hubiera
que llevarlos y traerlos por este
raro mundo, benigna es
la muerte para lo frágil
de piel finísima y huesecillos


V

por el corredor va el mirlo entre dos alas
a recogerse, ni nido ni canto en el
ciprés, aún noches largas
y amanecer adormecido

(Lo solo del animal. 
Barcelona, Tusquets Editores, Col. Marginales 
274 - Nuevos Textos Sagrados, 2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario