miércoles, 10 de marzo de 2010

031.- ALMUDENA GUZMÁN



Almudena Guzmán (Navacerrada, Madrid, 1964) es una poeta y periodista española.
Licenciada en Filología Hispánica, obtuvo su Doctorado con una tesis sobre Francisco de Quevedo. Colabora habitualmente con artículos de opinión en el diario ABC y en el suplemento cultural del mismo.
Comenzó a escribir poesía cuando apenas tenía 15 años, y ha obtenido una larga serie de premios y reconocimientos, entre los que cabe destacar el Premio Hiperión por su obra Usted (1986), el Premio Ciudad de Melilla, conseguido tres años después, con El libro del Tamar, que fue prologado por Claudio Rodríguez y el Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez por su obra El príncipe rojo (2006).
La poesía de Almudena Guzmán es de temática fundamentalmente amorosa y sensual. Hace suyas dentro de las posibilidades expresivas de la poesía española contemporánea el verso libre y el lenguaje coloquial con frecuentes imágenes surrealistas.


Obras
Poemas de Lida Sal. Madrid, Libros Dante, 1981
La playa del olvido. Madrid. Altair, 1984
Usted. Madrid. Hiperión, 1986. (Finalista del I Premio Hiperión de Poesía)
El libro de Tamar Melilla. Ciudad Autónoma de Melilla, 1989 (Premio Ciudad de Melilla) 2.ª ed., Granada, La General, 1991
Poemas Palma de Mallorca. Universidad de las Islas Baleares, 1999
Calendario Madrid. Hiperión, 2001
El príncipe rojo Madrid. Hiperión, 2005. (Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez)
Zonas comunes. Madrid. Visor, 2011. (XXIV Premio Tiflos de Poesía)


AHORA ES EL RITMO DEL INVIERNO...

Ahora es el ritmo del invierno
quien me clava sus ojos entre las uñas
y el cielo.

Lo demás poco importa.

Solo aquellos pasos absorbiendo mi cuello de niebla
al borde bellísimo de sus sirenas y abismos.







ANOCHE...

Anoche,
al abrir los ojos para apartarme de la boca un cabello,
la mirada que luego alcé
por encima del hombro de mi amante
-inexplicable reflejo--
tuvo que detenerse cuando ya iba a salir al pasillo.

Usted,
apoyado en el quicio de la puerta,
se reía de mí.

(Y sus labios como girasoles inversos
rehuyeron la sudorosa
luz del cuarto.)







ANTES...

Antes,
nunca hubo el silencio necesario entre abrazo y abrazo
para advertir el parpadeo de esta guillotina
que hoy,
al rozar por sorpresa mi nuca con sus manos de lejía
me ha puesto los ojos amargos.

Yo misma no me oigo cuando grito.
Querría huir. Pero ya es tarde:
las sábanas se han convertido en agua cenagosa mezclada
con pegamento.

Y dentro de poco,
como esa cosa horrible siga detrás de mí
y usted continúe dormido,
me moriré de risa ante el retrato de Leonardo que tengo
enfrente de mi cadáver.







COGÍ EL VESTIDO...

Cogí el vestido que tanto le gusta
a mi amigo
cogí el vestido y volaron mariposas
y lo enredé en mi pecho
con tres deseos de hiedra.

(A las velas del barco blanco
que no me olviden,
al pájaro que no me cante en la rama
de la flor del dolor
y al agua que mi amigo me llame
cuando lo lave.)







DE UN TIEMPO A ESTA PARTE

De un tiempo
a esta parte
estoy prisionera
en un coche
de gritos y hielo
que circula
por carreteras oscuras
y en vertical
como catedrales,
deslumbrada
por las luces largas
de los que vienen
en sentido contrario
que sois todos.

De"Calendario"







DESLUMBRAMIENTOS SOMBRÍOS

Esta mañana, el helado y marchito sol de enero hizo estragos
en mis ojos.
Por él, vi con más intensidad a esa gitanilla en manga corta
que pedía junto al metro,
tuve plena consciencia de lo arduo de nuestro amor,
me horroricé al contemplar los ametralladores grabados de Goya,
y salí de nuevo a la calle con las manos encogidas de angustia
sin saber
-pálida prisionera de los subterráneos-
si me bajaba en Velásquez o en Lista.
Y subí las escaleras de dos en dos para encontrar a la muerte
cómodamente recostada en mi gélido cuarto.

(La playa del olvido, 1984)







DESNUDO EN SOMBRA

Volverse a enamorar.
Besar una piel que sabe distinto,
no encontrar puntos de referencia
que indiquen el momento justo,
la caricia perfecta,
la mano compañera.
Retornar a un cuerpo nuevo
sin los huecos del anterior,
no poder palpar una nuca excitada,
una espalda con escalofríos conocidos.
Qué pobre se queda el intento de amar igual a la primera vez.
Cómo pesa una boca tan sabida,
tan llena de humo compartido
ante la desconocida tan poco explorada, tan miedosa.
Cuánto cuesta abandonarte, lavarme de tu olor,
quitarme las huellas de tu peso,
desdoblarme en otra Almudena
y comenzar a hacer mía una figura
de la calle que me asusta y que ¿quiero?
poseer, pero... tú, ahí estás tú,
traspasando con tu desnudo mi sombra,
consolándome pesaroso de mi dolor al terminar,
tu sonrisa y tu cigarrillo,
ese brazo moreno rodeando mi cintura
y llevándome a un lecho desordenado...

y tus manos de violinista
volando y enredándose en mis senos.







EN UN BANCO...

En un banco,
meneando aburrida mis zapatos de bruja,
yo veía al invierno entrar y salir,
flirtear con el aire y sentarse finalmente a mi lado.
(Otro -pensé- que tampoco tiene nada que hacer
esta tarde.)

Ya me iba a levantar cuando descubrí su espalda
en la ventana de enfrente.
Usted hablaba con alguien.

Y en ese mismo momento
-Ios libros, cómo no, resbalaron patosos desde la falda
hasta el suelo-
se volvió a mirarme.






ENTONCES...

Entonces el beso conocía el norte y el sur,
el este y el oeste de toda cartografía
como si antes de labio en medio de la lluvia
hubiera sido rosa de los vientos
o brújula del corsario de los siete mares.
Nada estaba preparado
-dormían las leyendas su sueño abisal-
y sin embargo no cabía margen alguno de error:
cada noche atracaba en su alborada,
cada zozobra en su bahía,
cada deseo en su rompeolas.
Así era el amor,
volver a casa
con la red llena de certidumbres
nunca un naufragio en alta muerte
silenciosa
como ahora.








ERNESTO, MORENO DE LUZ Y LUNA ARGENTINA...

Ernesto, moreno de luz y luna argentina,
cigarrillo entre los dedos,
sonrisa de ni ñ o en los naranjales del alba.

Ernesto, amigo fiel de espejos y cafés,
padre confidencial con aire triste de gorrión,
páramo de salina y dulce de leche.

Ernesto, aire de tocayo guerrillero,
espuma que se desborda por la vida,
costado tembloroso ajeno a ti mismo.

Ernesto, paloma que se ha roto una pata,
plata sin cascabel,
runruneo de pato deslizándose en el canalón...
te quiero más que a él
pero -perdona, compañero tan próximo-:
no te amo

1 comentario:

  1. Gran trabajo de recopilación y merecido reconocimiento al menos.
    Muchas gracias, por usted hay toda ésta información tan cerca nuestro.
    saludos

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