Eva Luka
Eva Luka (Trnava, Eslovaquia 1965) es el pseudónimo literario de Eva Lukácová. Es especialista en cultura japonesa; vivió ocho años en ese país para después trasladarse a España, tierra que le dejó la huella de una trágica experiencia: la muerte violenta de su compañero.
Como poeta debutó en la antología generacional Mujer profundamente verde (1998). Después publicó los libros Fierahermana (1999), Diablomanzano (2005) y Cuervángel (2011).
La lírica de Eva Luka se distingue por su intensa carga emocional, en la que los sentimientos se muestran como pulsiones primordiales, a menudo destructivas. También son características su imaginación onírica y su exuberancia lingüística, que se desborda en una rica adjetivación y en juegos de palabras, como los patentes en sus títulos.
Traducción Alejandro Hermida de Blas
Retorno a las islas
Mientras duermo, mi pensamiento nocturno
me abandona y pasea
en torno al estanque, a los verdosos
nidos de las ranas, les habla, pregunta
a cada una de ellas de qué
va su pequeña vida en la charca. Este paisaje
no me resulta extraño. La luna, inmensa
como un dirigible, está pendiendo de un hilo.
Bajo su blanco globo, igual que siempre,
un conejo sonriente muele sin cesar
la píldora de la inmortalidad.
De mañana me despierto cuando un petirrojo
irrumpe en mi cuarto, batiendo las alas
revolotea en el sitio. Siento dolor
como si me hirieran: como cuando a la belleza
sigue faltándole algo.
Reina
Me protege el ala
de un pequeño dios que en silencio
desprecia mi carne y, no obstante,
atraído por su acre, fuerte aroma,
se envuelve en un plumaje más oscuro
que cenizas de muertos, que carbón
de un hogar apagado, para así asemejarse
a un cisne negro.
Sola en la torre, junto a la fría lámpara
que da una luz verdosa, en el mismo momento
en que entrego mis cabellos
intocables a la luna pesada, soy consciente:
no debo compartir
la red luminosa de la reja
en mis mejillas inmóviles:
no debo sonreír.
Debajo de mí el lago,
debajo de mí los dóciles,
los perspicaces peces.
Feminidad
Es así como el diablomanzano
se aparece a mi espalda en sueños: preñada
camino por el bosque que oscurece, un niño
pesado, no deseado, arrastro en mi cuerpo
embrutecido, viviente para él
más que para mí. Tan sólo soy
un recipiente lleno de sangre, un frágil jarrón
que en el momento de parir estalla como pulpa
machacada de un fruto silvestre. El parto, ese amenazante,
absoluto desgarro del cuerpo
me persigue en sueños como a una
bruja en fuga.
No, no elegiré: mira, mis largos,
mis prístinos cabellos ondean al viento,
un mes tras otro me vuelvo hacia mí misma, impura
entrego a la tierra puñados de sangre
superflua, oscurecida. En sueños doy a luz niños menudos, violáceos,
en torno a mí hay secreciones, sudor, el olor sofocante de la fecundidad.
De noche abandono regularmente
mi lecho de parturienta, hembra infiel
a mí misma. El niño no deseado queda
en él, arrojado, con un trozo de tela sucia
entre las temblorosas piernecitas, y yo,
asustada como un animal, me marcho
y recuerdo; toda la vida
recordaré
las manos pequeñas, dejadas a la oscuridad.
El grito del pavo real
De vez en cuando, mami, en tu amor se mezcla
una fruta amarga, la fruta de bayas mortales
tras la cual ya sólo hay la leve envoltura de la oscuridad. Entonces
apoyas en la mesa tu cabeza fría, esperas
a que el árbol más cercano del jardín tienda hacia ti
sus mangas de múltiples capas a través de la ventana.
Por el piso fregado pasan corriendo
pequeños hombrecillos de luto, aquellos que vivían con vosotros
en la casa del jardín; cada año redondo, acabado,
lo engarzan en un hilo a manera de joya. Llévala con orgullo,
con rostro de antigua diosa, y recuerda los tiempos
cuando te despertabas con un hijo nuevo cada vez en el vientre,
una y otra vez recibiendo los misterios de la fecundidad,
las judías blancas y negras.
Sigue sentándote a la mesa limpia, busca el agua
en el fondo de las bolas de cristal; deja que el viento te suelte
los cabellos, serán nuevamente como pelaje de potros,
marrón claro y ligero.
Y no te asustes si alguna vez en sueños
escuchas el áspero grito del pavo real: es sólo mi amor muerto
que del fondo de la noche te saluda.
Murciélagos
Qué bien saben definirse a sí mismos, como si no les
llegasen ni por casualidad planes ningunos
de filigranas del Creador. En una oscuridad vidriosa
se agarran unos a otros por las patas colgadas, tiernos embriones,
mellizos, quintillizos,
cien veces, mil veces repetido
el diseño incansable de minúsculas vísceras, modeladas
con la esperanza de convertirse nada más nacer
en souvenirs del mundo. Irrepetibles.
Sólo para Irrepetibles. Sólo para la luz
que nos mira desde arriba, enviada de incógnito
para deleitarse
con este milagro en las paredes de las grutas.
Poema a los ojos de perro
Ojos de perro que estáis alumbrando en mi cielo,
os pido que os quedéis y que veléis
mis sueños extraños, aún hoy y aún mañana.
Voy cruzando el jardín lúgubre, llevo un gorro
hundido hasta las orejas, susurro en silencio
un padrenuestro de perro por mí y por vosotros, y así el miedo
parece ser menor.
Es mucho lo que me enseñasteis,
de la luz y las tinieblas y las cosas sencillas.
Desde que os conozco no hay lugar en mí
para complejas plegarias. Mirad ahí, la tierra
echa árboles jóvenes, se elevan al cielo como hebras
que a su vez tiran del cielo hacia la tierra. Y entremedias
el amor —nada más,
nada menos.
Fierohermano
Dentro de su cabeza corretean las bestias felices
que en las cacerías dejó ir. Las manos,
cálidas como instrumentos bien afinados,
asidas a mi cuerpo, encienden en mí
ocultos fuegos. Él intenta no ver
la retina del libre pecado
en mis ojos entornados. Me acepta.
Acepta las fantasmagorías que noche
tras noche me atormentan. Acepta mis frivolidades, mi rabia,
mis menstruaciones; los días en que me vuelvo hacia mí misma,
las huellas del maquillaje sin quitar en la almohada, en el cabezal
sexual de mi opresiva, plenamente desenvuelta
feminidad.
Está aquí tan sólo para mí. Mira,
mientras me muerde insoportablemente, cómo la
feminidad me rueda entre las manos, capullo grávido
de algo que no es posible calcular de antemano; hinchado a reventar
de su imprevisibilidad.
Tiene aroma a incesto cuervangelado, ciervangelado.
Tiene aroma
a piel de conejo desollado; a sangre. Tiene aroma a todo
lo que yo podría haber sido
si hubiera nacido siendo él.
Fierohermano; doloroso gemelo con quien
duermo.
Salto mortal
El salto mortal atrae con el irresistible olor
de ciruelas fermentando, con un impulso
dulzón. Vete y pruébalo: el encanto consiste
en que no sabes cómo acabarás
cuando saltes:
y qué pasará entonces con tu
loco corazón, que a pesar de todas las cosas
quiere tanto sentir que aún está vivo,
que está muy vivo, que vive al límite
ahora
y con la precisión
del reloj de péndulo en casa de los Borrowers.
El salto mortal es dejarlo todo e irse
a otro lugar. Sn dinero ni hogar,
sin certezas. Descubrir de qué material
estás hecha; de que metal, papel
o tierra. El salto mortal es dar golpecitos
en tu lámpara interior. Esperar
qué genio saldrá de ella,
si es que sale alguno.
Oscuridad
Sólo ahora es la verdadera soledad,
cuando mis piernas bronceadas y desnudas dicen:
queremos descansar;
pero no hay cama, queridas, les respondo
como a perros que no entienden que el hogar
es una quimera, que no hay
hogar, que el hogar
no es más que una idea,
una astillita,
un pedacito pequeño, inflamable, de madera, arrojado por la sierra
como desperdicio.
Qué felicidad, no entender
qué es el hogar. Envidio a mis bellas piernas
y a los perros.
La dulce ceguera de los embriones.
Návrat na ostrovy
Zatiaľ čo spím, moja nočná myseľ
ma opúšťa, prechádza sa
okolo rybníka, okolo zelenkavých
hniezd žiab, privráva sa im, pýta
každej z nich, o čom
sú ich malé životy na plytčine. Táto krajina
nie je pre mňa cudzia. Mesiac, obrovský
ako vzducholoď, visí na vlásku.
Pod jeho bielym balónom, ako vždy,
usmiaty zajačik, nerušene roztĺka
pilulku nesmrteľnosti.
Ráno sa prebudím, keď mi červienka
vkĺzne do spálne, zabalansuje
krídlami. Pocítim bolesť
ako pri zranení: ako keď kráse
stále niečo chýba.
Král’ovná
Chráni ma krídlo
drobného boha, čo ticho pohŕda
mojou telesnosťou, a predsa
priťahovaný jej trpkou, tvrdou vôňou
halí sa do peria, tmavšieho
než popol mŕtvych, než uhlie
z vyhasnutého kozuba, aby sa podobal
čiernej labuti.
Sama vo veži, pri chladnej lampe
svietiacej nazeleno, vo chvíli,
keď odovzdávam svoje nedotknuteľné
vlasy ťažkému mesiacu, viem:
nesmiem sa deliť
o svietelnú sieťku mreže
na svojich nepohnutých lícach:
nesmiem sa usmiať.
Podo mnou jazero,
podo mnou sladké,
chápajúce ryby.
ženstvo
Takto sa mi diabloň
poza chrbát zjavuje v snoch: tehotná
chodím v temnejúcom lese, ťažké,
nechcené dieťa vlečiem v zhrubnutom
tele, živom viac pre neho
než pre mňa. Som iba
nádoba plná krvi, krehučká váza,
v čase pôrodu vybuchujúca ako rozmliaždená
dužina divého ovocia. Pôrod, hrozivé,
absolútne roztrhnutie tela
ma prenasleduje v snoch ako stridžiu
ženu, čo zutekala.
Nie, nevyberiem si: pozri sa, dlhé,
prapôvodné vlasy mi vejú vo vetre,
mesiac čo mesiac sa obraciam k sebe, nečistá
odovzdávam zemi hrste nepotrebnej,
stmavnutej krvi. V snoch rodím drobné, fialové deti,
okolo mňa sú výlučky a pot, dusný pach plodnosti.
V noci pravidelne opúšťam
svoje pôrodné lôžko, samička, neverná
sama sebe. Nechcené dieťa ostáva
na ňom, pohodené, s kusom špinavej látky
medzi trasľavými nožičkami, a ja,
vystrašená ako zviera, odchádzam
a spomínam si; celý život
si budem spomínať
na malé ruky, zanechané tme.
Krik páva
Občas ti, mami, do lásky vnikne
trpkasté ovocie, ovocie smrtných bobúľ,
po ktorom príde už len ľahký obal tmy. Vtedy
si opieraš chladnúcu hlavu o stôl, čakáš,
že najbližší strom v záhrade položí svoje vrstevnaté
rukávy k tebe cez okno.
Po vyumývanej dlážke prebehnú
malí smútiaci ľudkovia, tí, čo bývali s vami
v záhradnom dome; každý dokončený, okrúhly rok
navliekli na niť ako šperk. Nos ho hrdá, s tvárou
bývalej bohyne, spomínaj na časy, keď si sa prebúdzala
vždy s novým dieťaťom v lone, znova
a znova preberala tajomstvá plodnosti, fazuľky,
biele a čierne.
Sedávaj naďalej pri čistom stole, hľadaj vodu
na dne veštebných gúľ; nechaj vietor, nech ti rozpletie
vlasy, budú zasa ako srsť žriebät, svetlohnedé a ľahké.
A nezľakni sa, keď niekedy v spánku
začuješ ukrutný krik páva: to ťa len tvoja mŕtva láska
pozdravuje z noci.
Netopiere
Ako len vedia definovať samy seba, akoby sa k nim
ani náhodou nedostali nijaké plány
na filigránsku robotu Tvorcu. V sklovitej tme sa
chytajú jeden druhého za ovisnuté ruky, nežné embryá,
dvojčatá, pätorčatá,
stokrát, tisíckrát opakovaný,
neúnavný vzorec drobulinkých vnútorností, vymodelovaných
s nádejou, že sa hneď po narodení stanú
suvenírom sveta. Neopakovateľní. Len pre Neopakovateľných.
Len pre svetlo,
ktoré na nás hľadí, poslané tajne z výšok,
aby sa kochalo
týmto zázrakom na jaskynných stenách.
báseň pre psie oči
Psie oči, ktoré svietite na mojej oblohe,
prosím vás, aby ste zostali a bdeli
nad mojimi čudnými snami ešte dnes a ešte zajtra.
Prechádzam ponurou záhradou, čiapku
mám narazenú po uši, v duchu si šepkám
psí otčenáš za seba i za vás, a strach
sa zdá menší.
Veľa ste ma toho naučili,
o svetle a tme a o prostých veciach.
Odkedy vás poznám, niet už u mňa miesto
na zložité modlitby. Len sa pozrite, zem
vyháňa mladé stormy, ťahajú sa k nebu ako nite,
a tie ťahajú nebo zasa k zemi. A v medzipriestore
láska —nič menej,
nič viac.
divobrat
V hlave sa mu preháňajú šťastné zvieratá,
ktoré pri poľovačkách nechal ísť. Ruky,
horúce ako dobre naladené nástroje,
prisaté k môjmu telu, zažíhajú vo mne
utajené ohne. Usiluje sa nevidieť
zrenicu slobodného hriechu
v mojich privretých očiach. Prijíma ma.
Prijíma fantazmagórie, ktoré ma trápia
noc čo noc. Prijíma moje plytkosti, zlobu,
menštruácie; dni, kedy sa obraciam sama do seba,
odtlačky neodlíčenej maskary na podhlavníku,
na pohlavníku môjho doplna rozvinutého,
ťaživého ženstva.
Je tu len pre mňa. Pozerá sa,
neznesiteľne do mňa zahryznutý, ako sa mi
ženstvo kotúľa z dlane do dlane, zámotok, tehotný
niečím, čo sa vopred nedá odhadnúť; do prasknutia
navretý svojou nepredvídateľnosťou.
Vonia zhavranjeleným, zhavranjelením incestom.
Vonia
stiahnutou králičou kožou; krvou. Vonia všetkým,
čím by som mohla byť ja, keby
som sa bola bývala narodila ním.
Divobrat; bolestné dvojča, s ktorým
spávam.
salto mortale
Salto mortale vábi neodolateľným pachom
kvasiacich sliviek, sladkastým
nutkaním. Len choď a skús to: nádhera spočíva
v tom, že nevieš, ako skončíš,
keď skočíš:
a čo sa pritom stane s tvojím
podivným srdcom, ktoré napriek všetkému
tak veľmi chce cítiť, že ešte žije,
že žije veľmi, že žije nadoraz,
teraz
a presne
ako pondusové hodiny v dome Požicajovcov.
Salto mortale je všetko opustiť
a ísť inde. Bez peňazí a bez domova,
bez istôt. Zistiť, z akého materiálu
pochádzaš; z akého kovu, papiera
alebo hliny. Salto mortale je zaklopať
na svoju vnútornú lampu. Počkať,
aký duch z nej vyjde
a či vôbec.
tma
Až teraz je tá naozajstná samota,
keď moje opálené nohy bez šiat hovoria:
chceme odpočinúť;
ale niet postele, milé moje, odpovedám im
ako psom, ktorí nechápu, že domov
je chiméra, že domova
niet, že domov
je iba myšlienka,
íverček,
drobný, horľavý kúsok dreva, odmrštený od píly,
ako odpad.
Toľko šťastia, nechápať, čo je
domov. Závidím svojim krásnym nohám
a psom.
Tú sladkú slepotu embryí.
.
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