jueves, 24 de noviembre de 2016

SUZANNE DRACIUS [19.627]


Suzanne Dracius

Suzanne Dracius (nacida el 25 de de agosto de de 1951 en Fort-de-France, en el distrito de Tierras-Sainville) es una escritora y poeta de Martinica en lengua francesa.

Obras principales:

Novela:

L’Autre qui danse. Paris: Seghers, 1989; Paris: Le Serpent à Plumes, 2007.

Recueil de nouvelles:

Rue Monte au Ciel. Fort-de-France: Desnel, 2003.

Nouvelles parues dans des ouvrages collectifs:

« De sueur, de sucre et de sang ». Le Serpent à Plumes 15 (printemps 1992): 35-38;  1995: 111-127.
« La Virago ».  Diversité; la nouvelle francophone à travers le monde.  Sous la direction de Valérie Budig-Markin et James Gaasch. Boston: Houghton Mifflin, 1995: 70-81.
« La Montagne de feu ». Diversité; la nouvelle francophone à travers le monde. (2e édition)  Sous la direction de Valérie Budig-Markin et James Gaasch.  Boston: Houghton Mifflin, 2000: 64-76.
« La langue de Molière sauce chien ». Les identités francophones, anthologie didactique sous la direction d’Aurélien Boivin et de Bruno Dufour. Québec: Les Publications Québec français, 2008: 86-92.
« DOM : Départements à part entière ou entièrement à part ? ». International Journal of Francophone Studies 11.1-2 (September 2008): 229-238.
« In Search of Suzanne Césaire’s Garden ». Research in African Literatures 41.1 (Spring 2010): 155-165.
« Chocolater son petit corps ». Voix du Monde, nouvelles francophones. Bordeaux: Presses universitaires de Bordeaux, 2011.
« Caribéenne en littérature », « Nous finirons tous métis » et « Le racisme est soluble dans l’encre noire ». Plumes rebelles. Fort-de-France: Desnel, 2011: 9-52.
« La couleur du béké goyave » et « La langue de Molière sauce chien ». Partir sans passeport. Fort-de-France: Desnel, 2012: 7-17 et 73-96.

Poesía:

Exquise déréliction métisse. Fort-de-France: Desnel, 2008.
Déictique féminitude insulaire. Paris: Idem, 2014.
Scripta manent. Paris: Idem, 2016.

Poesía en obras colectivas:

« Nègzagonal » et « Moun le Sid », poèmes en créole avec traduction française. MicRomania 3 (1992) et 5 (1993). Bruxelles: Édition de Traditions et Parlers populaires de Wallonie.
« Aux horizons du Sud », « De rue d’Enfer à la rue Monte au Ciel » et « Urgentes turbulences ». Hurricane, cris d’insulaires. Fort-de-France: Desnel, 2005: 41-48.
« Prosopopées suburbaines » et « Anamnésie propitiatoire ». Prosopopées urbaines, Anthologie poétique d’inédits, coordonnée par Suzanne Dracius. Fort-de-France: Desnel, 2006: 73-83.

Teatro:

Lumina Sophie dite Surprise, fabulodrame historique (héroïque fantaisie). Fort-de-France: Desnel, 2005. Première représentation à la Préfecture de Fort-de-France lors de la Marche Mondiale pour la Femme, le 17 octobre 2000.

Dirección de obras:

Hurricane, cris d’insulaires. Ouvrage collectif coordonnée par Doriane Suicard (Suzanne Dracius). Fort-de-France: Desnel, 2005.
Prosopopées urbaines, Anthologie poétique d’inédits, coordonnée par Suzanne Dracius. Fort-de-France: Desnel, 2006.
« Memories », anthologie poétique : Jacques Roumain, Nicolas Guillén, Langston Hughes. Fort-de-France: Desnel, 2007.
Pour Haïti. Fort-de-France: Desnel, 2010.

Ensayo:

La Vallée des papillons. Habitation Anse Latouche (beau-livre, en collaboration avec Pierre Pinalie). Le Carbet: Hugues Hayot, 1994.
La crise de l’Outre-mer français ; Guadeloupe, Martinique, Réunion (avec Jean-François Samlong et Gérard Théobald). Paris: L’Harmattan, 2009.

Premios y distinciones literarias:

2003     Membre Honoraire de l’American Association of Teachers of French (AATF).
2004     Membre Honoraire de la Foreign Language Honor Society de l’Ohio University, U.S.A.
2005     Prix Fètkann ! Poésie, pour Hurricane, cris d’insulaires.
2006     Médaille d’Honneur de Schoelcher, pour Lumina Sophie dite Surprise.
2009     Prix Fètkann ! Poésie, pour Exquise déréliction métisse.
2010     Prix Jacques-Raphaël Leygues (de la Société des Poètes français), pour l’ensemble de son oeuvre.




Suzanne Dracius​, EXQUISITO DESAMPARO MESTIZO

Turbulencias urgentes

A June y a Adlai Murdoch

Oh isla mía
Tanto fuego casi nada[1]
Acurruca la península tuya
Tan afectuosa que bien
Se extiende
Se tiende
Que por largo tiempo mantienes
Tanto, tanto
No como antaño
Esquife esquiva en vulcanismo
Venus y Vulcano arrojan y arriman
Venus y Marte, fusta y faena
Recibe buenos palazos
Ogun Ferralla[2] conmina pero consuma
En aporía[3]
En apnea[4]
¡En empatía partí ![5]
Dura resueltamente sé perjura
Te adjuro
¡Que aún dure
El asentimiento !
Turba
Se desfoga, se turba
Loca cuando te aloca
Roza pero mima
Cripta hipócrita
Sondeas su sombra recelosa
El Monte de Venus[6] penetra
Después descuartiza
Reprende somnolencias
Expresamente expresa
Tu turbulenta turgencia[7]

[1] “Si feu que rien” : juego de palabras, de la expresión francesa “si peu que rien”, “tanto para nada”.
[2] Ogoun Ferraille” (Ogun Ferralla) es un Orisha de la mitología yoruba, patrón de los herreros ; preside el fuego, el hierro (como Vulcano) y la guerra (como Marte).
[3] “Aporía” (del griego απορία) : dificultad lógica que presenta un problema especulativo.
[4] Una apnea es el cese completo de la señal respiratoria.
[5] “An pati” (criollo), en francés “je suis parti(e)” : “partí”, “me fui”.
[6] “Patat lonbraj” (criollo), en francés “le mont de Vénus ou pénil” : “el monte de Venus en el pubis”. Se trata de la penetración del sexo masculino en el femenino durante el coito. En este verso, la mujer le ordena al hombre que se introduzca en ella y le haga el amor.
[7] “Turgencia” : presión ejercida por los fluidos y por el contenido celular sobre las paredes de la célula.

- Traduction en espagnol : EXQUISITO DESAMPARO MESTIZO, Suzanne Dracius​ (EXQUISE DÉRÉLICTION MÉTISSE), Premio Fetkann, Premio de La Sociedad de los Poetas Franceses (edición, introducción, traducción y notas Verónica Martínez Lira), Espejo de viento-Centre National du Livre – Embajada de Francia en México, México, 2013, cliquar aqui


Exquisito desamparo mestizo, Suzanne Dracius, Premio Fetkann, Premio de La Sociedad de los Poetas Franceses (edición, introducción, traducción y notas Verónica Martínez Lira), Espejo de viento-Centre National du Livre – Embajada de Francia en México, México, 2013. 
Sinopsis :

El poemario, en formato bilingüe, reúne veinte poemas que se concentran en el tema del mestizaje ; es una obra construida con la diversidad de las lenguas de la región caribeña. La resonancia de las palabras y los ecos de la pluralidad insular se despliegan en cada verso como un horizonte a mar abierto. Las metáforas, las imágenes, así como las dolorosas memorias, conducen al lector a la reconciliación y al deleite de sus raíces. 

- Exquisito desamparo mestizo, Suzanne Dracius

Exquisito Desamparo mestizo (Exquise déréliction métisse, Prix Fetkann) de Suzanne Dracius, traduction de Verónica Martínez Lira, publié avec le soutien du CNL (Centre national du Livre, Paris), et de l’Ambassade de France à México, ed. Espejo de viento.

Suzanne Dracius, una de las mejores plumas insulares contemporáneas, reúne en este singular poemario, una secuencia de veinte poemas que gira en torno al mestizaje y los efectos que éste ha producido en la humanidad a lo largo de la historia. Los ecos de la pluralidad lingüística de esta poeta martiniqueña se despliegan en cada verso como un horizonte a mar abierto. La universalidad de las metáforas, la belleza de las imágenes, así como las dolorosas memorias conducen al lector a la reconciliación y al deleite de sus raíces sin importar la geografía. Cada palabra, escogida a sabiendas de su peso, conforma una escritura ágil y exuberante ; hermosa y culta ; lúdica y aguda ; femenina y sensual. Los colores, olores, visiones, sonidos y estaciones riman con la palabra Tierra : matriz profunda de la obra de Suzanne Dracius. 
Esta edición (francés-español), acompañada de notas, ofrece la posibilidad de degustar los poemas en su versión original.

- “Exquisito desamparo mestizo se lee de un tirón. Procrastinadores
absténganse”. 
Abderrahmane Baibeche, Universidad de Puerto Rico, Romanitas.

- “Un poemario que retiene, desde los primeros versos, la atención
del lector”. 
François Teyssandier.

- “Una poesía llena de humor, de distanciamiento y, de igual forma,
desbordante de sensualidad femenina”. 
Pilibo Mag

- "Me encanta el contraste del título...’Exquisito’ : imagen gustativa extraordinaria. Gusto que se enfrenta a lo trágico del desamparo. Y luego la gran verdad : el mestizaje...identidad que se presenta al desnudo y con enorme carga sobre los hombros. Este título bien seleccionado provoca una lectura inmediata. Solo Suzanne Dracius es capaz de tales imágenes." 
Grisselle Merced, Universidad de Puerto Rico.

- Introducción 

¿De qué verdad profunda 
es siempre la isla una metáfora ?(1)

La trama poética se teje en una erudita urdimbre con hilos de varios cabos : agudos juegos de palabras, diversos registros idiomáticos y atinadas referencias históricas, mitológicas y políticas. La versatilidad lingüística de Suzanne Dracius trenza una cuerda que rompe las barreras del tiempo y del espacio ; de las lenguas y de las razas ; de las geografías y de los territorios. (2) 

En cada verso la autora entrelaza una vida nueva que va cambiando de rostro, de color, de temperatura e incluso de sabor : habla el joven, el viejo, el héroe, la academia, la alegoría, la mujer, la isla. La voz de la poeta conoce el argot, el lenguaje culto, el nombre de la tierra, la música del mar, el ímpetu volcánico, la violencia humana, la simbología del mito y el misterio que desemboca en la rima y el ritmo.

En Exquisito desamparo mestizo Suzanne Dracius logra lo que Robert Graves describe en su libro La Diosa Blanca a propósito de un verdadero poema : “El motivo de que los cabellos se ericen, los ojos se humedezcan, la garganta se contraiga, la piel hormiguee y la espina dorsal se estremezca cuando se escribe o se lee un verdadero poema, es porque un verdadero poema es necesariamente una invocación de la Diosa Blanca, o Musa, la Madre de Toda la Vida”. 

Este poemario cuyo tema central es el mestizaje, invoca ese poder femenino descrito por Graves, ya que la responsabilidad recae sobre la mujer en el último verso del primer poema : “Desde entonces, este siglo veintiuno será femenino o no será”. (3) La mujer antaño relegada a las tareas consideradas propias de su género, ahora deberá vigilar “el telar del mestizaje” (4) para devolverle al desamparado mestizo las referencias que él no encuentra en un mundo arbitrario que dicta los cánones de belleza física, de éxito, de estilo de vida, de color de piel, un tirano con el atributo de dar a quienes no se ajustan al modelo, diferentes nombres : “todos” peyorativos. 

El desamparo es un concepto filosófico que expresa el sentimiento de una soledad y de un abandono definitivos ; sin embargo, como lo indica el oxímoron del título, aún en esta situación la autora consigue mostrar lo exquisito con una audacia poética que se le agradece ; sus poemas son una promesa cumplida. 

Las palabras forman un lienzo de tantos cruces que resulta imposible no identificarse : uno termina por hacer propias las imágenes que desencadenan los versos, con la tensión y el suspenso de pequeños cortos cinematográficos en los que están presentes el mito, el rito y el juego ; el ritmo de las prosopopeyas tiene la sonoridad de himnos versificados. 

Armada de un lenguaje universal, Suzanne Dracius exige su lugar en el devenir de la humanidad : revisa detenidamente dónde ocurrió la ruptura dispersora de diferencias, y lúdicamente desata el racismo, la exclusión y el abuso que aún persisten. 

En sus poemas cargados de humor, de sufrimiento, de orfandad, y al mismo tiempo plenos de sensualidad femenina, ella cambia definitivamente el curso de la tragedia del mestizaje. Podría decirse que Exquisito desamparo mestizo es la búsqueda de identidad de un grupo de seres que no figuran como humanos en el gran libro de la historia. 

De manera irremediable el mercado mundial de la publicidad promueve un sentimiento de profundo desamparo al insistir en la imagen de una felicidad perfecta, aparejada a cierto fenotipo y posición social de un ser humano inexistente. 

¿Con quién podríamos identificarnos para sentirnos dignos de habitar en este mundo ? ¿Cuál es el precio a pagar por pertenecer a un sistema que en ningún momento toma en cuenta a los individuos ? Se trata pues de colmar una ausencia, y Suzanne Dracius lo hace en la poesía, al decretar una realidad nueva conformada por una mitología femenina, mestiza y cimarrona. (5) 

Verónica Martínez Lira - 23 de abril de 2013 

1. Andrés Sánchez Robayna, Cuaderno de las islas, México, Lumen, 2011, p. 56.
2. “Innegablemente, Suzanne Dracius es una de las grandes voces de las Antillas Francesas”. (Cultures Sud/TV5 Monde.) “Una de las voces femeninas más importantes de Martinica”. (Profesor Jean-Pierre Piriou, Universidad de Georgia, The French Review.) “Una de las grandes figuras de las letras antillanas”. (Frédéric Mitterrand, entonces ministro de la Cultura, en su discurso de inauguración en « Le Livre sur la Place », Nancy, 16 de septiembre de 2011.)
3. Guiño a André Malraux, en una intertextualidad que aflorará aquí y allá en todo el poemario.
4. Guiño a René Depestre.
5. “La voz de Suzanne Dracius es importante en la literatura del Caribe francés. La combinación de sofisticación literaria, de puntualidad histórica y de valorización feminista hace su obra un punto de referencia literaria y cultural”. (H. Adlai Murdoch, Tufts University, introducción de Climb to the Sky, traducción de Rue Monte au ciel de Suzanne Dracius por James Davis, University of Virginia Press, 2012.)





Escritora Suzanne Dracius. Femenitud: sentirnos bien en la piel de mujer

La poeta, novelista, dramaturga y profesora de letras clásicas de origen martiniqués Suzanne Dracius nos recibió con la cordialidad característica del Caribe, irradiando placer por el encuentro y ganas de hacer descubrir un espacio que en su conjunto llaman los “Outre-Mer”.

Suzanne Dracius, poeta, novelista, dramaturga y profesora de letras clásicas de origen martiniqués.

Suzanne Dracius, poeta, novelista, dramaturga y profesora de letras clásicas de origen martiniqués.
Recientemente ganadora del premio de la Sociedad de Poetas Franceses por el conjunto de su obra, durante la charla con Suzanne Dracius pudimos ahondar en la esclavitud, el mestizaje y la feminitud, verdaderos ejes de su pensamiento.

Su carta de presentación es Anamnésie propitiatoire (Anamnesis propiciatoria), un poema épico sobre las revueltas en la periferia parisina en 2005.

Todas las culturas, en Oriente y en Occidente, tienen en común que nos han impuesto el desagrado de ser mujeres. En Martinica se llega al extremo de dar nombres masculinos a las hijas.

– Pero, ¿qué es la anamnesis?

La anamnesis es lo contrario de la amnesia, un paso verdadero para recordar, para recoger todo lo que, por su gravedad, la memoria puede haber ocultado o falseado. Es decir, la desobediencia a la orden de olvidar. Porque hay muchos temas en los que se ha forzado a los pueblos a olvidar, hacer como si ciertas cosas no hubieran ocurrido jamás.
En nuestra casa, el Caribe y con más precisión en las Antillas, es el caso de la esclavitud y las secuelas de la colonización, la postcolonización.

– Mejor no remover el pasado…

Yo, en cambio, tengo la convicción inversa. Para liberarse completamente de esas cadenas es necesario saber quiénes éramos, qué es lo que pasó, saber cómo se combatió y también reapropiarnos de nuestra historia. Porque la historia de la Martinica es como la historia de la caza, siempre contada por el cazador, porque el tigre no ha tenido nunca la oportunidad de contar su versión de la cacería.
Mi deseo es contar la cacería desde la mirada del tigre, contar la historia desde mi mirada de martiniquesa. Esa es mi apuesta cuando escribo.

¿Libertad, Igualdad, Fraternidad…?

– La historia oficial francesa da un lugar secundario a sus colonias…

Hay ciertas cosas que, aún siendo buen alumno, no vamos a aprender en Francia, no se muestran. Alexandre Dumas se convirtió en el escritor francés más popular en el mundo; sus personajes de Los Tres Mosqueteros son los más conocidos de la literatura francesa en el resto del planeta. Sin embargo es difícil descubrir que Alexandre Dumas tuvo una madre negra, esclava, que provenía de Santo Domingo, que pertenecía a Francia y que luego sería Haití. Este mestizo, este mulato es casi el inventor de la novela histórica, él decía que la Historia con una gran Hache era un clavo donde él colgaba sus historias. Y lo que es chocante es que cuando estudias Letras en Francia, no te dicen que el creador de los mosqueteros era un mulato con los cabellos crespos, es algo a lo que hay que sacar el polvo para descubrirlo. Pero es peor que eso, cuando se estudia a alto nivel la lengua francesa, se insinúa que Alexandre Dumas tenía un negro literario, es paradojal, como si un negro no pudiera ser un gran autor francés.
No podremos encontrar la paz hasta que consigamos extirpar los prejuicios; lo que me interesa en ese sentido es el apaciguamiento de todos esos prejuicios.

– ¿Y cómo avanzar para apaciguar los prejuicios?

Sin descartar jamás ese paso anamnésico, mi modo de obrar es el mestizaje, que no es invitar a todo el mundo a acostarse todos juntos para fabricar mestizos, sino que en el Caribe y, singularmente en la Martinica tenemos todas esas sangres que se han mezclado, con mayor o menor violencia. Y todas esas culturas que cohabitan hacen de nosotros la prueba de que pueden convivir. Aunque resten tensiones porque los problemas sociales, económicos o políticos no se han arreglado, pero en todo caso, tenemos ejemplos culturales de apaciguamiento. La cultura mestiza es un medio para el sosiego, para la unión.
Tengo la impresión que desde el punto lingüístico y cultural, el Caribe es un mundo en escala reducida, con el aporte de África, de Europa, de Asia, con la India o la China, con ese fondo, ese patrimonio amerindio que tenemos en nuestra casa, los Caribes y Arawaks, que han dejado su huella en toda la región. No forzosamente en la sangre, pero sí en el imaginario de la gente y eso es en extremo importante. Hay prácticas comunes en el todo el estuario caribeño. Yo me emocioné mucho cuando leí a García Márquez, en sus memorias “Vivir para contarla”, que él se afirma Caribe, no caribeño. Es fuerte, eso lo acerca mucho más a esos pueblos precolombinos.



Creolizar, ayer y hoy

– Para hablar de ese mestizaje se suele hablar de “creolización”…

Es un término peligroso, en realidad. Seguro que existe esa forma de creolización que puede ser vista en el buen sentido que he descrito hace un momento: todos esos aportes que vienen del mundo entero que terminan por crear otra realidad, que no tiene la dimensión del mundo, porque hablamos de pequeñas islas, de un archipiélago que forma parte de un país, pero que es universal porque aquí han confluido de todos los rincones del planeta.

Créole viene del español criar, criollo y define a todos los seres, humanos o animales, incluso los vegetales, toda persona, toda bestia, toda planta que no ha nacido en la metrópoli y que ha nacido en las Antillas. Así que el término Créole en el siglo XVII y hasta el siglo XIX designa al perro créole, al negro créole. En los archivos de la época se encuentra en los listados de las plantaciones, una diferencia muy clara entre los esclavos criollos y los otros, recién llegados de África, que eran llamados los Congos, aunque no vinieran de ese país. Y ese apelativo también era sinónimo de tener malas maneras, de ser groseros, maleducados, el negro bruto, salvaje.

Así vemos que el término créole tiene una utilización arrogante, condescendiente, porque es utilizado por los colonos. Son ellos los que empiezan a hablar de creolizar a los negros, para que sean más productivos, más dóciles, más fáciles de llevar. En cartas entre colonos de las Antillas y otros de Luisiana en Estados Unidos, los primeros recomiendan tener rápidamente descendencia con las esclavas, para obtener mulatos que nazcan en el lugar, sean educados en la colonia y con el blanco como modelo, diabolizando la raza negra, asociándola a la miseria, a la falta de libertad, a los malos tratos, al trabajo forzado, y se produce una inclinación por lo blanco; la belleza es la blancura.

– Francia nunca le perdonó a los haitianos que se independizaran tras la Revolución Francesa. Fueron castigados con ataques, pero sobre todo con sanciones económicas.

Exactamente, hubo un bloqueo terrible que explica toda esta miseria que persiste en Haití. El país fue dejado al margen de la humanidad, prácticamente. Ninguna de las potencias de la época reconoció a Haití como nación durante mucho tiempo. Hoy se habla de un país corrompido, pero esa corrupción es el resultado de un sistema sostenido por la dominación económica. Hoy necesitamos desembarazar a todas esas poblaciones de sus complejos, ya sean de inferioridad o de superioridad. El concepto de la negritud que acuñó Aimé César no ha sido suficiente, tampoco la creolización, así que es un tema irresoluto.
Napoleón restableció la esclavitud abolida tras la revolución, hablaba de “esos sucios negros”, se creó una suerte de campaña antiantillas en Francia. Y su mujer, Josefina, era créole, una mujer blanca pero nacida en las Antillas, y fue en ese momento que en los diccionarios se comenzó a definir a los créoles como blancos nacidos o educados en las Antillas, definición que perdura hasta el día de hoy. Desapareció la denominación de los negros créoles; no era admisible llamar del mismo modo a los esclavos que a la emperatriz. Esto no hay mucha gente que lo sepa.




Escenas de la obra de teatro “Lumina Sophie dite Surprise” de Suzanne Dracius, representada en Martinica. (Fotografía: André Paqueteau)

La femenitud y Haití

– En el año 2010 hubo revueltas en Guadalupe, en Martinica, que se debilitaron rápidamente. ¿Es posible, pese a tener tan cerca el ejemplo de Haití y lo caro que sale, rebelarse contra el poder central?

Haití fascina y Haití da miedo. Da miedo por el ejemplo de la extrema miseria que ha sucedido a la independencia, y despierta el orgullo de haber sido capaces de rebelarse; por primera vez la negritud se puso en pie. Hay en toda la región, de todos modos, un enorme sentimiento de solidaridad que se pudo constatar luego del sismo que sufrió Haití, pero también una cierta condescendencia de la parte de los antillanos, hasta recelo, considerando que a los haitianos les falta madurar, algunos incluso los acusan de supersticiosos, “si su vudú fuera tan poderoso no estarían en esa miseria”.

– Háblenos de la femenitud.

La femenitud es un neologismo que he creado yo misma, que retoma el sufijo latino, que es el mismo que en negritud, ya que al igual que la negritud ayuda a sentirse bien en la piel de negro, yo quisiera que la femenitud ayudara a sentirse bien en la piel de mujer.
En mi libro Rue monte au ciel existe esa noción espiritual, de elevarse de la propia condición de mujer, por encima de las obligaciones impuestas a la condición femenina. Partiendo de una catástrofe natural que tuvo lugar en 1902, la irrupción del volcán es utilizada simbólicamente como un disparador de la liberación femenina. Todas las culturas, en Oriente y en Occidente, tienen en común que nos han impuesto el desagrado de ser mujeres. En Martinica se llega al extremo de dar nombres masculinos a las hijas.


– El cuerpo de mujer es una cárcel para el espíritu…

El Créole es una lengua muy concreta, no tenemos pronombres personales reflexivos, no decimos “yo me baño”, decimos “yo baño mi cuerpo”. Esto puede venir de ese pasado de esclavitud, donde uno no se pertenecía a sí mismo y la única pertenencia que podía tener el esclavo era su propio cuerpo.
Tenemos mucho respeto por el tránsito del alma cuando abandona el cuerpo. Pero ese receptáculo para nosotros es sagrado. Cuando velamos a los muertos en las Antillas es para espantar los malos espíritus, impedirles que posean el cuerpo o el alma del difunto. Mi padre me contó de una tradición que ahora ya no se practica, pero cuando él era pequeño durante todo el cortejo fúnebre había hombres que daban golpes con bastones de acacia sobre el ataúd. La acacia es un árbol que se renueva indefinidamente, siempre deja nuevos brotes antes de morir, es un símbolo de vida y de renacimiento, de resurrección. Y los golpes son para asustar a los pequeños demonios que podrían venir a atacar la integralidad del cuerpo. Por eso no se practica la incineración en Martinica y preferimos la inhumación, para a través de ese contacto con la tierra asegurarnos la inmortalidad, como las acacias.

* El autor es periodista argentino residente en París, editor de Pressenza Francia. www.pressenza.com

Por Mariano Quiroga*

Source : http://www.revistasomos.cl


Mais que ce soit tous les jours

Elle a le droit d’aller
à l’école,
elle a le droit d’obtenir une bourse même si elle n’est plus vierge,
en Afrique du Sud et partout, dans le monde entier,
de ne pas subir un mariage
forcé
sous la loi d’un seigneur et maître
– saigneur et maître –,
de ne pas être excisée,
de ne pas être infibulée,
de ne pas être mutilée,
de ne pas avoir le visage tailladé au rasoir
par un mari de contrainte qui fut naguère son violeur,
de ne pas être défigurée à l’acide
soi-disant pour laver l’honneur de sa famille
ou sous le fallacieux prétexte qu’elle était « mal voilée »,
ou qu’elle portait atteinte à la virilité
de son seigneur et maître saigneur et maître
parce qu’elle voulait divorcer pour ne plus être rossée ni enfermée,
de ne pas avoir la gorge tranchée sous les yeux
de ses enfants par un homme dont elle ne veut plus,
contrainte ensuite de donner au bourreau des nouvelles
d’une progéniture éperdue,
de ne pas être violée ni pendue,
de ne pas être vendue
moins cher qu’un dromadaire,
de ne pas être battue,
de ne pas être exposée dans une cage,
nul n’a le droit d’examiner sa denture,
de tâter la fermeté et la courbure
de ses seins et de son arrière-train,
aucun quidam n’a le droit de lui mettre la main aux fesses,
elle a le droit de ne pas être déshumanisée,
de ne pas être brûlée vive parce qu’elle refuse son corps,
ni soumise, ni convertie de force
ni réduite en esclavage, 
de ne pas être enlevée
ni droguée ni forcée
à guerroyer
en des guerres qui ne sont pas les siennes,
enfant-soldat à son petit corps défendant,
elle a le droit de disposer de son corps,
son ventre n’appartient à personne,
elle a le droit de ne pas tomber
entre les mains de faiseuses d’anges,
elle a le droit d’ouvrir un compte en banque,
toute seule comme une grande,
elle a le droit de travailler sans
l’autorisation de son seigneur et maître
– saigneur et maître –,
elle a « le droit de monter sur l’échafaud,
elle doit avoir également celui de monter à la tribune »,
dixit en son temps Olympe de Gouges,
elle a le droit de voter,
de se battre pour que ça bouge,
elle a le droit
de ne pas être lapidée,
la tête dépassant d’un trou,
de ne pas être enchaînée,
de ne pas être sous-payée et discriminée,
même dans le cinéma américain, ce beau monde de paillettes,
dixit aux Oscars Patricia Arquette,
de ne pas être prostituée,
de ne pas être dérespectée,
de ne pas avoir la face
voilée,
de ne pas être bâchée, métamorphosée en zombie,
de porter une jupe, de se promener en jupe courte
au-dessus du genou,
an fanm doubout, en femme debout,
à l’instar de ces femmes
photographiées in memoriam
à l’Université du Caire ou
tête nue dans les rues de Kaboul en 1970,
tête pleine mais bien faite et nu-tête,
au temps où Afghanistan
ne rimait pas avec taliban,
trois femmes debout, cheveux au vent,
trois Grâces modernes
ad vitam aeternam,
elle a le droit
de ne pas être tatouée
de toiles d’araignée au visage
à l’instar des femmes du Myanmar,
de ne pas être « femme de réconfort »
comme ces esclaves sexuelles asiatiques, naguère,
au Japon, pendant la guerre,
de chanter des chansons d’amour
sans se faire casser la figure
à coups de pied,
de ne plus avoir les pieds bandés
à l’instar des Chinoises naguère.
Elle a le droit de quitter son homme et de reconstruire sa vie
sans lui
sans se faire percuter en 4x4, renverser,
puis égorger d’un coup de couteau
sur un parking de supermarché
à Sainte-Marie de la Réunion sous les yeux de son enfant.
Elle a le droit de conduire
et de se conduire à sa guise
ad libitum,
de vivre une chanson d’amour,
d’amour toujours,
avec la personne de son choix
sans discrimination de
religion ou de sexe,
de sentir le vent dans sa chevelure
si elle le veut…
Elle a le droit d’aller cheveux au vent si elle veut.
Elle est une toute petite
fille.
Elle est une femme de demain.
Sinon le monde sera sans lendemains
qui vaillent la peine,
l’humanité sera sans humains
qui se respectent,
la terre ne sera pas peuplée
d’hommes dignes de ce nom.

Suzanne Dracius, DÉICTIQUE FÉMINITUDE INSULAIRE




Urgentes turbulences

Ô île mienne
Si feu que rien
Love presqu’île tienne
Si tant que bien
S’étend
S’y tend

Que longtemps tiennes
Et tant et tant
Pas comme antan
Esquif esquive en volcanisme

Vénus et Vulcain crachent et crochent
Vénus et Mars cravachent et triment
Prends bons coups de trique

Ogoun Ferraille somme mais consomme
En aporie
En apnée
En empathie an pati* !

Dure résolument sois parjure
Je t’en adjure
Que toujours dure
L’assentiment !

Foule
On se défoule
Folle quand t’affole
Frôle mais cajole
Crypte hypocrite
En sondes l’ombrage ombrageux
Patat lonbraj * perce
Puis dépèce
Tance somnolences
Exprès expresse
Ta turbulente turgescence

*An pati (créole) : Je suis parti(e). 
*Patat lonbraj (créole) : le mont de Vénus ou pénil.




Pointe-des-Nègres

À Aimé Césaire, cette prosopopée de 
la ville qui eut pour maire un poète

Là débarquèrent
naguère
les frères
et sœurs d’Afrique
en souffrance
sous France
sous-France
déportés.
Là s’épand ma gésine urbaine.
Thalassique est cette hystérie :
ce ventre est ventre
de la mer.
J’ai fécondé l’écume marine.
Moi je pénètre, tendue,
la houle porteuse de négriers.
Moi j’ai pointé mon phallus
dans l’utérus
océan
pour en faire naître des lots de nègres
tout debout.
D’ores et déjà, désormais
je fais assaut d’urbanité
sans parvenir à oublier
que je me nomme « Pointe-des-Nègres »
dépossédée de mon nom d’Afrique.
Comment me crièrent-ils 
antan
ces enchaînés, lorsqu’ils posèrent
sur mon écale
leurs millions de pieds sanguinolents : 
Fongo ? Dankan ? Goanuà ? 
Ou bien Nchi Kavu ou Goà ?

Montent à mon oreille par gros vent
les noms qu’ils me hurlèrent naguère
ces rauques gosiers africains
avant que je ne fusse « Pointe-des-Nègres »,
pendant que j’étais Pointe à Nègres,
pendant que, de mon fer pointé
au fond des entrailles de la mer,
naissaient des lots, des piles de nègres
à l’envi,
des charges de nègres
à l’encan,
de mes graines, dans l’effervescence
de la matrice océane
au temps où je violais, impavide,
l’immensité caraïbe.
En elle j’épandis ma semence
en plein mitan de cet océanique bassin.
En sortirent des myriades de nègres
debout
hauts congos
haut levés.

Quel nom d’Afrique me donnèrent-ils
avant que les leucodermes 
ne me baillent pour nom « Pointe-des-Nègres » ?
Souf ? Terrou-bi ? Lessdi ?
De leurs cabèches esclavées,
de leurs boudins 
gonflés de faim,
leurs langues asséchées d’eau saline,
du tréfonds de leurs gosiers rauquis 
de tant et tant crier famine,
quel nom d’Afrique pouvait sourdre ?
Fus-je criée Mabélé, Oto,
Monkili, Hmsé ou Molongo ?
Lorsque, sur ma squame courbant
leurs indénombrables échines
lacérées à coups de chicotte,
ils posèrent leurs pieds en sang
couverts de chiques,
tchip ! comment avaient-ils rauqué
« Terre ! Terre ! » en leurs langues d’Afrique ?
Terre je suis, sacrée, suburbaine,
multicolore, à ce jour.
En mon hypermarchand rond-point
quelle noire lumière diffuse mon phare ?

Pointe-des-Nègres – quartier de Fort-de-France, lieu de débarquement des esclaves déportés d’Afrique pendant la traite négrière.






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