miércoles, 23 de noviembre de 2016

FARID OTHMAN-BENTRIA RAMOS [19.611]


Farid Othman-Bentria Ramos

Farid Othman-Bentria Ramos (Tánger, Marruecos 1979), nace en el seno de una familia orgullosa de su interculturalidad. Se forma en CC. Políticas y Sociología en Granada, ciudad en la que reside durante veinte años y que culmina su carácter profundamente humanista. Poeta desde siempre, culturalmente inquieto, actualmente es Director de FIDH (Fundación Internacional de Derechos Humanos), Coordinador Federal del Grupo MEDINA (árabe-Amazigh) del PSOE, miembro de la Ejecutiva de THRibune for Human Rights, de la Asociación Carmen Cerdeira, del Observatorio Euromediterráneo de Democracia y Espacio Público la URJC y de la Agrupación de Retórica y Elocuencia del Ateneo de Madrid, activista social, asesor y gestor cultural.

En 2012 publica Un viento de madera (Ediciones Dauro, 2014), un libro-arte que recoge poemas y prosa poética de exquisita belleza y sensibilidad en versión trilingüe español-francés-árabe, y en el que se combinan los textos con fotografías del propio autor.


Para soñar sin horas

Inunda el ojo la lágrima inquieta,
zozobra, languidece y sonríe,
calma la ansiedad, saborea mi alma,
llena de azahar la estancia
y se desliza.

Al caer rozando la mejilla
me inquietan certeras las palabras
que no quiero decir,
que se saben casi dichas,
se incitan a salir
y en mi delirio amante
caben en dos todas mis promesas.

Mi ser de nuevo párvulo,
mi amor latiendo ileso,
tocable, eterno en su camino,
no puedo pretender callarme
ahora que mis labios
te empiezan a nombrar.

Te amo y amarte es
dejar que me ames sin recelo,
dar dirección a mis miedos
para que huyan,
arrastrar al sol, besar la luna,
volar a tus pies, soñar despierto.

Recojo de mis pasos
el orgullo de saberme vulnerable,
vulnerable porque quiero,
porque no puedo cesar ni lo deseo
de desear en tu tacto este camino
que no necesita del tiempo,
que nos recorre indómito y carnal
haciendo relativo lo infinito.

Alzas tu dedo que recoge lento
la lágrima en mi mejilla,
callas de un beso mis palabras,
me miras,
casi diría que me abrazas,
me tocas,
recorres de un suspiro mis anhelos,
vistes de color mi alma,
y yo busco entre tus pétalos
la condición que al amar ignoras,
el dolor de querer queriendo,

el amor para soñar sin horas.



Arcángel

A los infiernos,
al último adiós que te resguarde,
al cuerdo y su mentira,
a la viuda cautiva que te salve.

A los contrastes,
al entretiempo extinto de amazonas,
a la entelequia instintiva de tu talle,
¡a las antorchas!, ¡a la calle!

Al momento,
evitando al capricho los instantes,
al placer el sabor que cicatriza,
a la tiza el lugar para marcarse.

A los infiernos,
a cualquier lugar, de cualquier manera,
pero jamás, jamás aquí en este limbo
en el que todo lo que tengo
es la espera.



La estrella distante

La estrella distante parpadea
y la noche se hace absoluta,
absolutamente yerma
y descarada, 
bella, 
tuya.



Adiós a la espera

En las nubes de tu piel, entre tus brazos elevado,
la noche entera es un papel con nuestros nombres marcados.

Sobre mi pecho tu entrega, en el tuyo mis anhelos,
los latidos al compás para perdernos en el tiempo.

Suave luz de atardecer, inevitable primavera,
llegas para darme el color y las esencias,

llegas para ser, para que entienda
que hoy no hay lugar para las sombras,
que saludo a la esperanza, que digo adiós a la espera.




Así sus manos

Nunca, como las suyas, unas manos.
Un suave sentir para mover el mundo.
La música aliena a tientas las notas
cuando busca su tacto.

A lo largo del sueño las caricias
emergen de sus dedos como el agua
para besar la lluvia y ser marea,
ser orilla y milagro.

Abrazo de su piel, casi lejano,
tan capaz de alentar al universo
que conmueve al amor
y desnuda al tiempo, sobrepasado.

Silueta fugaz, luz en movimiento
un paso al margen de la realidad,
en sus manos se crea intenso el sabor
del dios de los encuentros.




The Protester

Te propondrán que te conformes y tú gritarás libertad en las calles, llenarás de cielos los muros grises de los tiranos, arrojarás flores y libros a los que, a golpes, te intentan convencer de sus razones, serás la llama que alienta a los que, como tú, no se conformen.

Te señalarán inquisidores y tú responderás "ciudadanía". Llenarás tu piel de orgullo y empuñarás derechos como lunas, contra nadie, humanismo henchido y silencios ilustrados que preceden la voz y la palabra. Nadie si no tú va a obligarte a ser tú mismo, que nadie tampoco te obligue a lo contrario.

Te mirarán despechados, te querrán dos palmos bajo su mirada y tú te acercarás a las nubes para susurrar que eres consciente, que sólo se puede soñar si se despierta, que un pecho libre y una pluma desarman a la más poderosa de las armas, que nadie te puede hacer temblar porque no te es legítimo su frío.

Te amenazarán, construirás símbolos y ellos derrotas, destruirán perlas, vaciarán las plazas a dentelladas secas y cobardes, se creerán las mentiras que tatúan cada vez más cuestionados y simples, cada vez más altivos, criminales y escuetos, tan asustados que se les acaban por caer las máscaras mientras huyen inventando enfermedades y tinieblas, acusándote de las tormentas y de las heces con las que intentaron sepultarte y en las que, ahora o mañana, ellos son los que se ahogan.

Intentarán volver a crear tus miedos y tú construirás símbolos más altos, vientos más fuertes para vencer más fuertes odios, lazos más dignos para abrazar íntegro al futuro con los brazos abiertos, con la frente alta, con los ojos bien abiertos y brillantes, llenos de vida, con los pies asentados en su tierra, en tu tierra, dispuestos a saltar, a correr, a avanzar junto a los tuyos y moverlo todo contigo, con los latidos a flor de piel y con la actitud rotunda de la valentía.




De tus colores, el mundo

De poder elegir los colores del mundo,
diría tu nombre, nombraría tus ecos,
sería infinito y callado.

Callaría, con la contención 
de Bernini en sus estatuas
toda tu belleza
sin dejar de preguntarme
si te volverás laurel si te describo.

Y de repente me sonríes.
Y entonces me pregunto
por qué tendría yo
 que elegir los colores 
con los que pintas el mundo.




El voto

Menos la ruina, el círculo y el color, tenías de todo.
Te alejabas escalando vanidades y en el ondular de tu capa se vislumbraba lo impío. No hay sudor. No existe en ti ninguna voluntad de lucha.
¿Qué imploras tú, qué importas, ser sin empatía?, ¿en qué rincón buscas lo que no atesoras?, ¿callas también cuándo ríes?.
En el encuentro con tu sombra, espero que la espera te atormente, que sientas el olor de tu conciencia, que abras la boca  y el grito te abandone, que sólo puedas volar cielo abajo.
Hasta entonces nadie te dará el frío que mereces, tan sólo puede que un desprecio inacabado y algún voto.




Pas de Deux

Suave brisa que alza las hojas
que siguen cayendo hacia el suelo.
Llueve, huele a bello siempre Otoño,
a un tiempo acaso eterno
que se solía vestir de Primavera.
Surgen dragonias como esquirlas,
confesiones como amantes,
caricias a una distancia prudencial.
Y aquí, donde quiera que estemos,
sigue habiendo un nosotros,
un arco iris que nos cree su base,
un lustro que será nuestro para siempre.
Y aquí, tan fieles, cómplices,
andamos descalzos cogidos de la mano,
nos miramos con toda el alma que tenemos
y volvemos, con tanta belleza que nos damos,
cada uno a su lado del espejo.




Un soneto vivo

Qué queda hoy en mi ser resucitado
del camino que anduve, del ayer,
que hube aprendido aprendiendo a querer
si el final vuelve a ser inesperado.

Qué es de aquél futuro que hoy es pasado,
no todo lo que quise pudo ser;
sé volar, parece que vuelvo a ver,
pretendo que veo el mar, ilusionado.

Ante mi pecho dios estremecido
hoy se abre al horizonte y me confiesa
que vuelvo a ser humano y que he vencido,

que tengo en mis latidos concentrada
la mirada imponente que atraviesa
a destino y canción desesperada.




Una cuna entre dos orillas

Porque desde el primer esbozo ya contemplo como ondea el océano sobre el mar, creando murallitas de espuma que brotan sin saber la dirección, porque desde siempre me marcan los delfines en sus saltos la silueta de la piel dividida, enfrentada, de mi madre, porque sé fundirme en esta cuna de dos orillas mientras mis ojos abrazan todos los horizontes, por todo ello sé que el viento me arroja despiadado la arena en suspensión de mi playa para componer sobre mí la sinfonía sin tiempo de mi tierra, para formarme como un golem mientras me recuerda orgulloso y dolorido que mis pies no son de barro, que la historia me atraviesa las venas.

Me levanto desde entonces erguido, descalzo, con los brazos abiertos a la brisa y la sonrisa dispuesta a los silencios tanto como la voz a la palabra. Soy Anteo y Hércules en su lucha, soy el brío de las noches y la tormenta de verano, soy el bosque tremendo que me acoge y todos y cada uno de los farallones que tientan mi fantasía.
Yo, que emerjo de los sabores y supe al nacer del color de los olores, soy también la diáspora y el recuerdo, soy uno más que llega de nuevo y vuelve a mirar al mar cuando atardece.

En mis manos abarco la experiencia de las que fueron mis nanas. Regreso a la esperanza tanto como vuelvo a la realidad. En mis pasos guardo la consciencia que me otorgó cada partida, cada lienzo desdibujado en su forma pero digno aún de su valía en este mecer que no cesa entre cielo y mar, entre dos mares, entre dos tierras, dos continentes, enredado en los vientos y anclado en los pilares, ida y venida, dios y parte, historia y mito, cuna del sol, cama del tiempo, orgullo ansioso y destierro presente porque no cierra tanta sal sus heridas, ni sacia la sed tanta agua que lustra más que borra su pasado.

A la Luna del siento hago ofrenda de los años que atraviesan esta simiente de adulto que no cesa, sigo al Sol también y, entre las horas, grito al tiempo que no venderé la tierra, que late su futuro en mi sangre mecido ya lejos la cuna pero siempre presente su gloria.




De carmín

Tu pelo me huele a lluvia
y tu piel
a versos recién hechos.

Quiero ser madrugada,
salpicar de rocío tus flores,
de caricias tus pétalos,
de carmín
mis intenciones.




Lento

Ahora,
que temo mirar entre las nubes
por si mis ojos
no pueden soportar la luz,
el vacío es un calor
que se otorga 
a cámara lenta.

Me destapa
el sesgo fugaz
de mis memorias
desenfocado
sobre la espuma despeinada
de las olas sin orilla.

Lejos ya de cualquier puerto,
salvado posiblemente sin pedirlo,
ya no sé si conformarme
cerrando los párpados,
provocando en mis manos
la inercia de una cartografía.

Ahora,
mientras tanto,
no tan lejos,
las gaviotas.




Dioses y Monstruos

No creo en dioses vengadores
y a veces, doy fe, me hacen falta.
Ni a Zeus caprichoso de su ira
ni a apocalipsis alguno
de cualquier manera necesito.

Temer más de lo que soy temido
no hiere mi vanidad,
tampoco parece darme orgullo.
El rencor no me ha hecho suyo,
esa es toda la victoria
que me hace falta para ganar.

Miro al mar ligero en mi equipaje,
sereno, porque sé que soy
tan capaz de mirar a los ojos
como capaz era también antes.




Ad Portas

Son,
gota de mar,
noche en mi boca.

Yema en la piel,
sal,
entrada y victoria.




Lugar

Quiero tu piel.
Quiero prometerte tantas cosas y cumplirlas.
Quiero hacerte sonreír sin que siquiera lo sospeches.

Hay un lugar donde hago realidad nuestros sueños más callados, donde tú haces realidad también los míos. En ese lugar, que sabes bien que existe, quiero que volvamos locos a los deseos cada día, reinventando los colores que nos ven desde el ocaso en el cielo, respirando alas para hacer volar con cada latido la esperanza.
Yo quiero vivir contigo en un lugar llamado siempre.

Envidio el sabor que inunda tu boca porque tú inundas de sabores la mía.
En cada paso una estación más para hacer eterno nuestro viaje, un hogar que nace en ti y que hace tan cálida la vida.
Te encuentro en ti, me hallo. Suspiro cada mirada que me entregas y despierto para soñar que hay un tiempo que no cesa, que hay un lugar para emerger llenos de vida, que puedo sentir y que tú sientes, que creo junto a ti desde que existes.

Quiero soñar, quiero vivir bien despierto este sueño en el que habitas.







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