Marcela Morel
Argentina. Soy del 68, porteña, autodidacta. Casi inédita con publicaciones en blogs de poetas (Las afinidades electivas y El poeta ocasional) y un libro editado en autogestión en 1996.- Mi interés real por publicar ya no pasa por la pasión que sienta por escribir sino por el interés, también real, del otro por leerme. Esa eclosión o parto tendrá que ser mutuo y a su tiempo- Mis tiempos (y en general) son extraños porque pienso rápido (eso creo al menos yo) y lo resolutorio lo macero durante el tiempo sin presiones. A más presión menos resultados y chau objetividad- Y un libro propio merece todo: apoyo externo y autocrítica hasta soltar lo que no nos pertenece.
Muy distinto a lo que ocurre con las lecturas en mi voz. Allí me encuentro con público que no escribe, de manera que el feed-back es hasta físico..Ya no importa tanto lo que digo, las comas, si alguien del paño me conoce, los clichés... delante del micrófono soy una poeta y ya. Ese humilde "aguante" del público me deja exhausta y feliz. Me encaran con un verso mío memorizado (cosa que no haré jamás, memorizar o declamar al estilo Bécquer) y siento que ya está: hay un significado propio y ajeno en lo que uno escribe y que el otro se apodere y guste de eso también es un motivo para seguir, aún sin publicar.
Soles, pajarera
la materna vista tierna
de las casas derrumbadas.
Corazones en el Centro
furgoneta, daban vueltas a la chacra,
la comanda un tío bueno:
el que " nunca tuvo hijos ".
Salvada caricia,
moneda del día,
¿quién paga? La misma
cordura que luego, jangada
de imágenes sacras, aquellos burlesques
devuelven al tío, Avenida Corrientes.
Sueños en hilera se aproximan,
¿quién paga el pulso, el devenir idiota,
la mañana?
Constante boliviana con las frutas,
pimentones y corpiños,
¿y el azar? Surco exacto entre los pelos,
quintaesencia.
¿Quién paga a los ajenos muertos,
tatuaje del recuerdo y el arroz yamaní
integral?
Calla el verso, costo impuesto
de un marido, libertades infligidas
a los días.
La música, salvando el habla
con el miedo del que olvida
sin deseo ante el azar.
La lluvia cava el lodazal del sueño,
un parpadeo entre las hojas de los libros
previos.
Y escalada de ojo abierto,
sonidos alternan en la sombra
tu presencia ingrata.
Silencio diera al concentrar
la palabra macerada,
el letal deterioro de la noche
y los días.
San Felipe
La bodega estaba cerca
del pagano ulular, el verano en la montaña,
el champagne…
La matríz descangayada, el fatal
decorado de la guía y el turista
que frenético tomaba
fotos al azar. Y viñedos
en quincuncio
ofrecían sus caminos
a un grupo de personas
que prefieren escuchar
a la guía entre afectada
y nerviosa por los gestos
obligados, primitivos
de una voz con antifaz,
los papeles sostenidos
con las manos transpiradas,
la mirada
salitral.
*
Pendular herbario, quieto
Paso del azar
Y la espera o el ratán
De colchones apilados
La vidriera parpadea
El azar
En remeras de la Gilda
Curiosidades varias
Y en oníricas imágenes
Cargadas de silencio
El despertar
La virgen
Jubilosa en la madera
Tallada se cansa,
Se incendia en las arenas
Del alcohol al sueño
El lago San Roque resiste a la mente,
pergeña vida después de la vida.
Mi cuerpo en el agua, suspendido,
apenas atisbada, la montaña.
Corazón es un bolero en la cabeza, el viejo Cucú
La silbatina, cavilar…
Y en el humo se bosteza, en lo ligero…
Un vetusto objeto circular,
Bocaccio, la sal.
… el corazón del poema, el corazón.
Miran la niebla, el agua,
su mantra incandescente, un lugar:
Las piedras junto al río.
… el corazón del poema, el corazón.
Las mayólicas con nombre italianini
trajeron de las casas, por el agua,
restos de la autopista:
… iglesia-bar-iglesia-bar
Sólo un árbol contiene la forma del deseo,
la savia nutridora de los egos.
(El diente permitido, medialunas,
tres más, el café).
El haya vengadora echando sombra,
mordiscos permitidos en la leche.
…iglesia-bar-iglesia-bar
Busco en el húmedo calor del subte
La voz
Y al lado, por enésima vez, la reproducción
de Monet y su bote
La mujer viviendo ahí, en el agua.
A mi izquierda una señora lee
revistas del dos mil,
la dieta de la luna, los signos paso a paso.
Miro a la derecha y veo
cómo el pintor loco mira el sol
que cae al agua
… los puentes
Ahora cambió el tema
y el misterio de los jeroglíficos
se apodera de la chica del catálogo
MONET VS IDEAS UTILES
Cuando subí hablé con santos
(los únicos que escuchan)
porque es la luz que uno les lleva
lo que les quita ese aire
de muñecos de torta.
Ellos necesitan de nuestros milagros.
*
La feria oscurecida en sí misma
ya no es revolución o desencanto.
En la noche, esmeril que astilla
mi vitraux por corazón
hace el viento de una sábana las velas
y como seda en humo vuelvo
al puerto.
Yo miro todo. Sufro del mal de “ojo crítico”. Si a esto sumamos a las ineludibles influencias el caos de cualquier autodidacta lo que (me) queda es un hilo conductor “medio” exquisito entre las lecturas, la música y las estéticas que atraviesen las cosas o la gente: mi mirada sobre ellas. Es inevitable el entrecruzamiento de un raid de imágenes, palabras, duermevelas y “trampas” emocionales las que darían forma a la piedra del poema. A partir de allí tan sólo una palabra podría ser disparador pero una palabra que encierre toda la música.
Creo que sí existe un procedimiento o método aplicado a mis versos. Elimino mucho de lo escrito, quizás porque me guste más la reescritura que lo preliminar, ese croquis que va mutando levemente o es rudamente cercenado. De acuerdo al resultado durante el manoseo inicial yo se cual llevará, seguramente, el punto final. No creo en absoluto que el taller termina, que sea una etapa. Esos laureles podrían dormir ese “ojo” atento del que los poetas no podemos prescindir. No diría nada sobre la voz porque, entiendo, ya se dijo todo… prefiero las palabras de Osip Mandelstan, quien dijo de Ana Ajmátova: “Quien no haya escuchado nunca su voz no conocerá jamás su poesía”.
EL ENCENDEDOR REFLEJA...
los vidrios que igualan la esmeralda, agazapado en la botella,
un dios pequeño escribe: el resumen del tiempo.
Me esperan
cansada la piedra, una conversación inhóspita
tal vez agradable, la mueca de la Sra Albornoz.
Que todos los metales pesados despierten al mundo
lo adornen y empapen de olores, bostecen
los bufones de la corte decadente, rían.
... el hombre perdió más y más la plenitud de su naturaleza y se convirtió
en cero absoluto ante su propia contemplación.
Rudolf Steiner
Estampilla con metales fileteados, las flores
nacionales y pájaros seguidos por minúsculos
centavos como símbolos de unión. El mar
se aleja y el secreto deja así su estado puro,
la resaca ambivalente ante el filo corrosivo
de la sal. El ojo duerme, el niño ve.
LA VOZ DE TRUENO EN EL PASILLO SE APROXIMA...
Desde los mismos finales de un tubo
La voz de león despierta el deseo
Que parecía dormido
Como una palta abierta que en lugar de corazón
Tiene un carozo, una piedra descartada
De cerámica verdosa cubierta por la humildad
De los árboles que amparan
La idea del comienzo en la semilla
Esperan que llegues los palos borrachos sus algodones abiertos casi desprendidos anticipan el invierno te prometo el de Dickens es cierto, estoy desesperada, espero la forma la cara la sombra. Esperan que llegues los pájaros, también-
Parque Las Heras
Los
mismos
árboles
Nosotros
Los
Mismos
La
Piedra
Eterna
Nosotros
Los
Mismos
El
Tiempo
Acabado
Nosotros
Los
Mismos
El suelo
Invertido
Nosotros
Los
Mismos
El
Cuero
De
Cielo
Oscuro
El que rasca intempestivamente
con caricias a la noche dice:
“ustedes ya no son los mismos”…
¿y cómo podría yo creer
en artilugios de la noche?
Quisiera dejar a un lado las creencias,
aunque nunca la plegaria; por momentos, tenerte,
acá y ahora, presente.
Las cartas nunca enviadas las caricias jamás recibidas: Las cartas de amor no se contestan ni se guardan. Se queman o mastican, nunca se descartan se maceran en lugares tibios si es que no llegaran al lector predestinado motivo de distrofia o desentendimiento
Imposibilidad del amor puede decirse en una carta lo negado al vacío lo opuesto al sol y al fuego
A vos
no
quise
decir
eso
en vos
todas
las
palabras
bastan.
Dípticos
Caireles fragmentan
en rayos la mirada.
Tibias carnes gimen,
las tres de la mañana.
Perduran: el viento,
la sal medieval.
Arfando el agua
mecida en sueños.
La noche clara,
... la callada.
Un mateo en extinción
circunvala monumentos.
... estúpida existencia,
... burguesa duración.
Las cortinas
mistongas, mal colgadas.
La vela
se apaga.
Ni Platón
con sus palabras.
Diera al verso
ritmo ajeno.
Corto vuelo.
... el pelechar.
Soliloquio del insomne,
la mentira matinal.
Suspicacia permitida:
humo, incienso, Paraná.
Recuerdo es un ave.
Se posa, se va.
.
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