Jorge Alberto Dipré
Nació en Ceres, Prov. de Santa Fe, Argentina, en 1960.
Fue co-director de la revista Transparencia, La Turbamulta, Piedra Libre; secretario de redacción de la revista Expresión.
Integró, en Venado Tuerto, ‘LUZ –grupo pro Arte y Cultura’ y participó, en Rosario, del ‘Poeta Manco’.
Fundó, junto a Pablo Beker, Jorge Yakoncick y Oscar Pablo Baldomá, la revista La Luna de Tlön.
Cursó la carrera de Letras en la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario.
Dirige la esporádica editorial El Heresiarca & Cía. desde 1984.
Estuvo a cargo de la revista electrónica de textos ‘de Cierta Poesía’, publicación digital transformada en ‘La Luna de Tlön’, 2ª época, y de los boletines electrónicos de ‘El Heresiarca’
Ha participado del primero y del noveno FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA en ROSARIO -como lector. También ha coordinado mesas de poetas en otras ediciones del referido festival, y en la Feria del Libro en Córdoba, durante el 2007.
PUBLICACIONES:
Cenizas- Venado Tuerto, 1983, Editorial Expresión. Poesía. (Libro compartido con Elsa Pfleiderer, Leandro Tuntisi, Oscar Baldomá, Boris Padován y Juan Carlos Rodriguez).
Sacramento- Venado Tuerto, 1984, Editorial Transparencia. Poesía. (Libro compartido con Leandro Tuntisi).
Hacia Arriba- Venado Tuerto, 1984, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía.
El Señor S- Rosario, 1985, Ediciones El Heresiarca & Cía. Prosa. (Escritura en común con Jorge P. Yakoncick).
13- Rosario, 1987, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía. (Libro en común con Oscar P. Baldomá).
El Bodrio- Rosario, 1990, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía. (libro en común con Jorge P. Yakoncick).
Del Señor S sólo sueños- Rosario, 1991,Ediciones Cooperativas No Muerden. Prosa. (Escritura en común con Jorge P. Yakoncick)
Poemas Notables- Rosario, 1993, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía (parte integrante del libro Desfile de Monstruos)
Entre Trenes – Resistencia, 1990-2004, Ediciones El Heresiarca & Cía. Poesía (http://ar.geocities.com/elheresiarca/entretrenes.swf)
Merodea – Córdoba, 2006, Ediciones Recovecos. Poesía
Todo se quema aquí - Chaco / Córdoba, 2009, Ediciones Recovecos. Poesía
Cicatriz, Ediciones Recovecos, 2013. Poesía
BARROCO
Tantas formas
auscultadas
o entrevistas.
Sombras
desconciertos.
El vacío de la cerradura
distorsiona.
Un ojo para el ojo para el ojo.
LA PALABRA
Qué habrá de mí
se dice el poeta
en esa palabra que se astilló
rodando siglos de piedra
puliendo el abismo
destellando ante la sombra
Qué habrá de mí
se pregunta dios
en la nada blanca
Siesta
Las siluetas, difusas
Calle de polvo
Sombras luminosas
que oscilan, escapan
a la mirada turbia
Los hoyos
Las cuencas
Baldosas sueltas
Pedazos
Rompecabezas de pasiones
Aquí todo es nuevo y viejo
Fulgura
debajo de la pátina
como un niño avejentado
nada de lo que empieza
está condenado a terminar
Senda de interrupciones
Los changos
apenas se mueven al mediodía
La maestra cruza la luz
y un estruendo
de verdes claridades la ciega
pero su olfato
la libra de todo mal
El perfume de las flores
adormece
con agradable sopor
No sé si encender un cigarro
todo podría estallar.
¿Y si hablaras de poesía?
¿Y si hablaras de poesía
Despojándote de Freud
Foucault, Derridá, Barthes
Y de todos los discursos académicos?
¿Y si hablaras
Sin comentar
Sin descifrar
Sin interpretar
Ó, verdaderamente, 'interpretando'?
¿Y si lo hicieses
Sin comparar,
Triturando la histórica serie
Los cánones, los contra cánones
Los estilos y antiestilos
Masticando los cañones de la taxonomía / taxidermia
El bisturí láser de la disección?
¿Y si hablaras de poesía
Sin opinar (clausurar)
Sin valorar (extirpar)
Sin diferir ni auscultar?
¿Y si dejaras que la poesía te hable?
El muerto
Todos los días
cuando paseo en auto por el cementerio
me saluda,
sentado en el borde de la vereda
un muerto
Siempre que paso
está el muerto
me saluda
el muerto
Un día de esos malos, que suelo tener
pasé y me saludó
el muerto
entonces, colérico,
me bajé y lo desarmé a patadas
pero tanto me agité
que tuve que sentarme en el borde
de la acera
junto al montón polvoriento de huesos
Ayer
cuando estaba, como todos los días
sentado en el borde de la vereda
del cementerio
pasó un muerto en automóvil
y creyó que yo le saludaba.
Origen de la niebla
Se ha extinguido el ruido del mundo
la oscuridad viste mi cuerpo
espectante.
El agua del estanque
debiera espejar las estrellas
sin embargo
sólo veo el temblor
de un vaporcillo
Mi nariz otea el aire
anhelando el perfume de la naciente nube.
Sortilegio nocturno
Es de noche. Estoy eterno
plagiando un verso
con el que acceda al templo de la cumbre
desde donde podría tocar las estrellas.
No soy quien la hace caer
pero cae.
Conozco el sortilegio del desear
en el momento
en que el cielo de la noche
es escrito en una ráfaga.
Ni con cierta mesura
es posible controlar el devenir
por una misma invocación
tres veces repetida.
Es de noche. Estoy pleno
agigantado
las múltiples raíces de mi ser
se agitan
burlándose del espacio y del tiempo
puedo besar continuos labios
y beber otros tantos alientos
y oír el arrullo de tantas promesas...
Tiemblo. Es de noche
Estoy solo
y el río lácteo
me vuelve vértice
de un reloj de arena infinito.
de: "Maldoror" nª 5
Cicatriz, Ediciones Recovecos, 2013.
Seis balas
Vendí los zapatos
los juguetes de mis hijos
una caja con libros que compramos
con el dinero que nos regalaron cuando nos casamos
algunas otras chucherías.
Con lo recaudado compré un revolver usado.
Elegí uno con el que habían matado primero a una adúltera
y luego a un policía que intentó robar una panadería.
Pasión y delito, rumié. Saqué la bolsa con billetes y monedas
y me llevé el fierro guardado cerca del corazón.
Tenía muy claro para qué lo quería
pero desperté de golpe.
La persiana había quedado entreabierta
un rayo de luz cruzaba la habitación
y me daba de lleno en la cara.
A mi lado aún dormía ella
desde la calle llegaban los ruidos de un día a medio hacer.
Recordé el revolver
y me pregunté para qué lo querría.
No me gusta cazar, no he matado ni a un pájaro en toda mi vida
mis odios no son tenaces
sin embargo, la vigilia súbita, plegada aún al sueño
me llegaba con una calidez, una sensación de completitud
que me sobrecogió.
En la mesa de luz se apilaban los libros
que entregaban sus historias de a tramos.
Repasé cada carátula sentado en la cama
antes de levantarme y meterme en el baño.
El espejo devolvió el rostro de un hombre de
casi cincuenta años, desnudo, con barba desprolija
demasiados pelos en el cuerpo
ojos aún hinchados, algo excedido de peso
con ilusiones masticadas como chicle
y aliento a perro.
Trago amargo a esta hora del domingo
cuando el cepillo de dientes te reclama el abandono
y la cabeza no logra decirle al cuerpo que otro día
que otro día
mientras, en la mesa de luz,
en el cajoncito, junto a las medias y un viejo reloj
duermen seis balas
para ningún revolver.
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