viernes, 25 de noviembre de 2016

NEREA DELGADO [19.638]


NEREA DELGADO

Nerea Delgado nace en Valencia en 1993 pero se declara de dos pueblos de Teruel. Historiadora del Arte. Vive lo que escribe porque no sabe cantarlo. Recita de aquí para allá, y viceversa. Miope, le gusta la montaña y el arroz al horno de su madre. Nerea Delgado se topó con la poesía sin buscarlo y nunca imaginó que ella llegaría a ser la propia poesía. Con el calor del sol valenciano escribe desde hace años y desde hace algún tiempo decidió dar el paso y “mostrarse al mundo”. Así comenzó su andadura por las redes sociales dando a conocer sus versos hasta que quiso hacerlos libro. 

Libros publicados:

Tanto en ti. (Editorial Origami, marzo de 2015).
La barba de Peter Pan. (Frida Ediciones, septiembre 2016). 


Confesión mecanografiada

Nuevo Documento de Word, nº87.
Octogésimo séptimo intento de fingir que me das igual,
que te he olvidado,
que me importa una mierda no ser la reina de tu baile.

No soy nada convincente.
Mi perro no me cree,
es que no me creo ni yo.

Te atropellaría
ahora mismo
con un vagón lleno de pasajeros
y les encendería el típico letrerito de aplausos
de los programas de humor malo
para que vitorearan tu pérdida.

Llevo los brazos en cruz
para no perder el equilibrio
pero siempre acabas apareciendo tú
cambiando el sol por un vinilo de mi cantante favorito,
entonces miro hacia arriba y me tropiezo.

No sé dónde caigo
pero estoy segura de que muy lejos de ti.
Lejos de los bares
lejos de las chaquetas vaqueras
lejos de los pañuelos que me protegen la garganta.
Demasiado cerca de las canciones de blues.

Soy carne de melodía triste de armónica
en la celda más oscura de la cárcel.

Escondo con vergüenza mi traje de abandonada
pero tengo que aprender a lucirlo.
Tengo que volver a caminar haciendo ruido,
ya sea por los tacones
o por los espejos rotos que llevo dentro.

Me he disparado en la lengua
y en vez de sangre han salido cartas.
Todo mi cuerpo está lleno de folios escritos que nunca te envié,
fechados y firmados
donde me confieso suicidamente tuya.

Ahora ya lo sabes.



Besos y cerillas

No te besé
porque sabía que sería como comprobar
con la lengua
que la plancha está suficientemente caliente
como para quitarle las arrugas a mi camisa
y agujerearla por completo.

Soy un Ave Fénix
con la asignatura de resurgir suspendida
y no quiero que me recojan
como a un cenicero que un perro ha tirado a la alfombra.

Un beso se convierte fácilmente
en una antorcha.
Un beso y una cerilla son gemelos,
adivina cuál es el hermano malo.

Tus labios son el asa de una taza de café
recién servida.
El asa no quema,
decían.
El vaso tampoco,
aseguraban tranquilos.
Mentían.

Estuve a punto de convertirme en leña
cuando te pusiste delante
pidiéndome que completara tu chimenea.
Me invitaste a pasar
pero me tropecé con el felpudo,
y cuando aprendí a saltarlo
se me olvidó cómo se mira hacia delante.

Me asustaron tus llamas,
pero ahora sé que el verdadero villano de esta novela
es la ausencia de ellas.

Es mejor vivir calcinado
que dormidos y arrepentidos.
Pero eso lo pensé después
cuando ya no había tiempo,
que es cuando se piensa todo lo bueno.


Una protagonista que se muere por besar

Hora punta en el metro.
Y yo he quedado contigo
para ir al teatro.

Andenes asfixiados y escaleras mecánicas
sucumbiendo al desenfreno de maletines negros
y zapatos de tacón.

La lluvia hace de este escenario
una película de bajo presupuesto
con una protagonista que se muere por besar.

Falda empapada,
medias llenas de barro,
zapatillas donde bailan mis dedos
sin saber con certeza si llegarán a tiempo.

La gente se grita escupiendo verdades
a caras de falsedad sin opción de cruz.
El azar siempre me puso cachonda.
Y en esta vida hasta la muerte juega
a los dados.
Y a los dardos.
Envenenados.

Con el rimmel corrido
me siento guapísima
sólo porque eres tú quien me mira
y me dice "ojalá fuera lluvia
para calarte hasta la ropa interior".

Ya lo haces.

La ropa interior no es nada
sin alguien que la admire
y prefiera arrancártela que plancharla.
Sin alguien que tenga curiosidad
por ver lo que hay debajo.
Sin alguien que vista a sus musas
con tus sujetadores.

Llegar a tiempo
es ver de rodillas
cómo empieza la función.



Insomnio de un cadáver

Anoche volví a tomar pastillas para dormir.
Eres más fuerte que el sueño
sólo la droga y el alcohol te debilitan y apartan de mí
pero reapareces
como las flores del jardín que un muchacho roba creyendo que así conseguirá follar
como el dolor de garganta
como el hijo sin dinero.

Escribo ahora
por la mañana
a la luz de este octubre carcelero
porque la rabia
me tenía ocupada anoche rompiendo y quemando cosas.

Anoche volví a odiar los aviones
las motos
los contestadores
y las canciones que hablan de números de portal.

Volví a escupir por la ventana
a arañarme las piernas
a romper papeles importantes.

Volví a fumar
me tragué el humo igual que me tragaba tus mentiras.

Volví a dejarme caer
¿me lees?
me dejé caer
yo, que ya me había olvidado de tus infiernos
y vivía cómoda en el piso de arriba con los pies calientes.
Ahora mi cuerpo es un volcán
y mi sangre es magma
y si tuviera cerca un revólver provocaría un fenómeno natural
digno de portada de la National Geographic.

Anoche volví a quedarme sin reloj y sin hambre.

Anoche me pinté los ojos
lloré
y con el rimmel corrido me corté el pelo.

Se me quitaron las ganas de saltar.

Me quedé helada
pero no quise abrigarme.

No quiero más luz,
sé un sol con ella.

Anoche volví a desaprender a vivir sin ti.

Anoche volví a tener miedo
salí corriendo
y me perdí.

Pero vuelve a su ombligo
al mes de su calendario
que te domestique,
vete con ella
yo ya estoy muerta.


Se avecina tristeza

Esta mañana me he lavado la cara
con agua helada
agua que parecía emanar del corazón de una viuda.

Con las manos mojadas he extendido el brazo
para coger la toalla
pero no estabas acercándomela.

Joder, ¿dónde estás?
¿Quién va a pasarme ahora la toalla?
Estoy condenada a gotear por casa:
principalmente lágrimas
principalmente de pena
desintegrándome por ti.

Qué tortura este ruido
de grifo incompleto
de cañería agujereada
de puta satisfecha.

Sin ti está tan vacía esta casa
que el sonido de mi mandíbula
masticando los escasos cereales que me llevo a la boca
hacen eco por todo el pasillo.

He vuelto a asomarme por la mirilla
(sí, poniéndome de puntillas,
como te gustaba que caminara desde mi habitación a la tuya
por la noche
los fines de semana en casa de tus padres).
La puerta del ascensor sigue cerrada
la luz de emergencia está encendida,
¿sabrán mis vecinos que me has dejado colgando del precipicio
y que te has llevado el helicóptero de salvamento?
Qué van a saber,
ellos que ni siquiera saben cómo se recogen las mierdas de perro
en el portal.

Sigo goteando,
a este paso erosionaré el suelo
y caeré al piso de abajo
matando a la señora Rebeca y a sus dos nietos
cuyos llantos a la hora de la siesta no superan a los míos.

La tristeza es un arma
con buenísima puntería
que se dispara por los ojos;
acabo de mirarme en el espejo:
menudo tiroteo.

Ven a secarme la cara, aunque sea con un delantal.
Ven a pintarme los ojos.
Ven a vaciarme la sal del corazón.

Si fueras tú el que gotea
si fueras tú el de las cascadas en las mejillas
si fueras tú el que llora
pondría mi boca debajo de tu barbilla
como una niña con un tarro de mermelada vacío
en un día de lluvia.



Destino francotirador

El destino me ha disparado en el estómago.
Un balazo sucio que me ha manchado el ombligo.

El destino me ha puesto
por toda la autopista
clavos en forma de labios;
mi cuerpo ha pinchado
y sin parar de acelerar ha caído en la cuneta.

Mi cuerpo huesudo
ha caído en tu cuneta;
has venido a olisquear comprobando que no me he roto nada.

El impacto ha sido de película,
sigo viva como si esto fuera cine de acción.

Me veo capaz
de caerme por todas las escaleras del mundo
sin hacerme ningún rasguño.
Esta noche he rodado por la de Led Zeppelin,
quién quiere cielo si las partes de abajo siempre fueron las mejores.

He llegado hasta ti con el vaso intacto y vacío;
lo he llenado en la barra libre de tu desastre,
voy borracha de causas perdidas.

El destino es un pintor
y acaba de cubrir el primer plano del lienzo
con tu pelo moreno
porque ha pensado que esta noche
no me gustaría bailar sola dentro de mi cuadro.

El destino ha clavado sus dientes
en mi ingle
como una víbora hambrienta que se defiende,
el veneno ha llegado hasta el fondo
y quiero que lo chupes.

El destino me ha disparado en el estómago
y tú te has colado por el agujero de bala
como si mi cuerpo fuera el único bar abierto.

Que el destino nos siga acorralando.
Que sigamos hiriéndonos juntos
hasta que con la última gota de nuestra sangre
escriban la palabra fin.




La barba de Peter Pan. Frida Ediciones, septiembre 2016. 


No sé callar de otra forma que no sea habiéndolo dicho todo.


*


Quiero no acabar de conocerte, para descubrirte siempre: y besarte cada día por primera vez.


*


Tienes pinta de tormenta. Y aunque siempre me gustó ver llover, la cosa cambia cuando soy yo el blanco fácil de los rayos.


*


Algo ha hecho que me acordase de ti esta mañana. 
A lo mejor la luz todavía encendida del parque. 
A lo mejor el olor de la primera barra de pan. 
O tal vez este agujero en la garganta, 
por donde se me empiezan a colar las ardillas y el invierno.



*


Cuidaré tu voz como los niños cuidan las semillas que sus profesores les dan para que crezcan
en un recipiente de yogur.

Adoraré tu risa como si fuera la melodía que inicia el carnaval,
como si fuera el pistoletazo de salida de una carrera solidaria.

Acariciaré tus manos, únicas mantas que necesito en mis próximos inviernos.
Protegeré tus huesos como cimientos que son del edificio que habito.
Caminaré tu piel con el mismo cuidado con el que el lince camina la montaña.
Apostaré siempre por ti, caballo ganador.
Y nunca dejaré que mis sombras te den miedo.

Créeme, ahora sí, los buenos ganan.



INFIERNO

Habla bien de mí cuando vayas al infierno.

Diles que yo tampoco supe atreverme,
que en mi mirada también había algo extraño con forma de cobardía.
Cuéntles que nunda dejé que me acompañaras a la parada del autobús,
que siempre quise bailar contigo pero nunca te lo pedí.

Muéstrales la fotografía en la que salgo dormida
con el cuerpo cansado de quien se ha pasado la tarde mirando el reloj
pensando cómo hacer algo que finalmente no hizo.

Habla bien de mí cuando vayas al infierno,
diles que fui exactamente igual que tú.



Vagabundo desorientado

Caminas tambaleándote en dirección a la puerta del próximo supermercado.
Traicionas la entrada de éste en el que estás; aunque te cuide, aunque te dé la mermelada sin caducar, aunque te seque la ropa mojada, aunque te regale calzoncillos y cigarrillos.
Quieres más. Siempre quieres más.
Teniendo la boca llena buscas otro plato
y no te importa si está frío
o si se maquilla demasiado para tu gusto.
Restaurante de una sola noche,
plato que abandonas con restos antes de que llegue la hora del desayuno.
Y vuelves,
siempre vuelves.
A mí.
Intentando disimular las migas de la barba.
Pero sé que no soy la única que te alimenta;
tu menú no es de plato único,
otras camareras te rellenan el bebedero
como si fueras un pajarillo huérfano.
Mendigo caradura
con los bolsillos perfectamente cosidos
donde guardas huesos de pollo con números de teléfono.
Estoy deseando que llegue el día en que te atragantes por querer abarcar tanto,
el día que muerdas el pan duro que te destroce los dientes,
el día que seas alérgico
a tu propio latido.
Y que te envenenes con tu conciencia.



Tanto en ti. (Editorial Origami, marzo de 2015).

Somos un escaparate en una gran avenida, somos la avenida, somos quien mira el escaparate y la piedra que lo atraviesa.
Somos posibilidades. 
Somos miedos.

Tarros de mermelada en manos de niños hambrientos y curiosos.
Cajas de galletas al fondo de las estanterías de excombatientes de la guerra.

Somos piñatas.

Tanto en ti recoge todos los trocitos que componen a varias personas y los une para ti 

¿y tú, de que te compones?


MI TINTA

Mi tinta es para ti.

No quiero que mi tinta le escriba a otros modos de sonreír.
Mi tinta es para tu modo de sonreír.

Quiero que mi tinta sólo llene tus vasos.
Que se derrame por papeles en blanco que irán a parar al cajón
que tienes debajo de la tele.

Mi tinta es para decirte que no voy a dejar nunca de escribirte.

Es para ti.
Hasta la última gota del bolígrafo con el que escribo poemas
y apuntes de historia romana.



CON TUS PROPIAS MANOS

Las cortinas se mueven con ritmo de blues
si me haces el amor-odio en la cocina.

Tardes oscuras en el sofá
se vuelven autocine de verano en el que nosotros ponemos
la parte erótica de la película:
los besos, el sexo
y las hamburguesas dobles.

Brinda conmigo, deja el champán
y llena tus copas de mí.

Eres un trago largo de café recién hecho
en un invierno a medias.
Y es que el café recién hecho, como el amor,
es de fácil y rápida adicción.

Sabes tan bien
como una toalla caliente
después de una ducha en enero. Qué digo; sabes mejor
porque tú tienes camisetas de los Rolling y una vieja Telecaster.

Vamos a bailar por la mañana, sin desayunar.
Miraré hacia arriba para verte, paraíso.

Nariz con nariz, piel con piel, tatuaje con tatuaje
resurrección con resurrección.

Todos los libros de mis estanterías hablarán de ti.

De cómo me salvaste la vida
con tus propias manos
retirándome el pelo detrás de las orejas.





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