domingo, 13 de noviembre de 2016

VIVIAN SANCHBRAJ [19.536]


Vivian Sanchbraj 

(Mexicali, Baja California, México, 1978)
Es una poeta mexico-americana. Estudiante de la Maestría en Poesía por parte de Spalding University. Ha cursado diplomados y estudios poéticos en Yale University, UCLA y The Writer’s Studio. Ha publicado poemas y ensayos en México, España, Colombia y Estados Unidos. Actualmente vive en Praga, República Checa y está trabajando en su primer libro de poemas bilingües.




B O R D E R L I N E   A R S   P O É T I C A

Nací en un desierto, debajo del nivel del mar
púrpura y calva. La maestra de tercero
me hizo dibujar el mismo árbol siete veces.
Mis compañeros de clase escondieron
un conjunto de lápices de Care Bears
bajo mi escritorio. Me llamaron mentirosa y ladrona.
Una vez me creí Superman y mi mejor
amiga era tan fea que evité la parte del beso.
Me gustaría poder robar versos de Keats,
Hughes, Pizarnik y salirme con la mía.
Un tipo griego me llamó versión femenina
de Bukowski, yo prefiero ser Ritsos,
Sabines, Zbigniew, Lorca o Catulo.
A los 37 años todo el mundo es consciente
de mi locura y creo saber el por qué.
Llamada telefónica de larga distancia con mi madre:
Recuerda que estás vieja y no has hecho
nada con tú vida. No te cases, sólo ten un bebé,
te vas a arrepentir por el resto de tu vida si no lo haces.
Colgué lo más rápido que pude. Desasosiego
en mi torrente sanguíneo, lo que me mata, me dió la vida.
Si la brujería funciona, tengo que felicitar a
mi primer novio machista. Cuatro años de tempestad,
el primer amor terminó con una maldición:
ella no va a ser ni para el diablo ni para ningún hombre.
Escribo poemas como si tejiera laceraciones.
Universidades americanas rechazaron mis poemas,
y escribo poemas con agallas y con todo mi corazón
Nací en la frontera norte de México y tengo acento,
pero escribo en inglés y mi pasaporte es azul oscuro.
El invierno pasado tomé la decisión de dedicar
el resto de mi frenética y libertina vida a la poesía.
Mis poemas asustan a mis amantes,
aún así, quiero fornicar con los poetas muertos,
porque lo único que puedo dar a luz es poesía.
Por mis poemas este verano viajé a una patética
conferencia de poesía en Italia, y acabé con mis ahorros.
A veces puedo reemplazar escribir poemas
por mi consolador, me toma no más de 10 minutos.
Luego vuelvo a leer y escribir poesía.
Quiero beber poemas, orinar y beberlos de nuevo.
Quiero tatuar todo mi cuerpo con mis versos favoritos.
En lugar de hablar con la gente, me encantaría recitarles poemas.
Mi furia no es diferente a la de los refugiados Sirios,
y no hay nada romántico sobre mí.
Siento el miedo de los demás, la radiación de las emociones
viajando a la velocidad de la luz dentro de mí,
imposible escribirlo en papel.
¡Ay! Me falta lo que a las poetas gringas les sobra.
Amigos, autógrafos y falsedad.
Al igual que cuando mi madre me dice: mírate la cara de desquiciada
y mis acciones dicen soy tú esclava.
Lo siento, pero no tengo un espejo a mano, los detesto.
Madre te encuentras a miles de millas de distancia
mientras más lejos estás, más cerca estoy
de mi poesía y de lo que queda de mi persona.



B U E N A S   A C C I O N E S

Tú me das unas palmadas suaves en la cara.
Adoro tu cuerpo y tú boca en mi vulva.

Una vez más, voy soportando
tu peso en odio sobre mí. Qué tiene de racional mi vagina.

Dialogar contigo, es como una conversación
entre un loco de manicomio y el mundo.

Me asfixias con cuidado, estoy por alcanzar la petite mort.
De inmediato colocas una mano en mi boca,

para evitar que una de nuestras madres
escuche mis gemidos y mis orgasmos.

Como mujer, la Sirenita, en la madrugada
se arrojó en el mar. Esa es la historia de mis amoríos.

El antiguo médico Galeno, dijo que todos los animales,
después del coito, se ponen tristes, excepto las mujeres y el gallo.

Duermes a mi lado, con la postura y los ojos hundidos de un cadáver.
Tú siempre tan maquiavélico, sin chispa,

cómo cuando dices que me quieres, mi corazón se vuelca
como un gallo negro de pelea entumecido.



E L   S A L M O   D E L   O N A N I S T A

En la belleza libre y colosal de la web
alguien está sentado o acostado
ellos y su melancolía están ahí!

Sus ojos fastidiados
las bocas pueriles sin sentido
y los Adidas y el esmalte de uñas cereza
golpeando arco iris.

La mezcolanza de
dolores y gritos en su timbre de voz
el fortalecimiento de la soledad en la extraña era
de las relaciones desechables
ellos, los que están ahí.

Las selfies de sus genitales
en el baño, frente al espejo
adulan sus fotografías al desnudo
skype ó facetime aislados patios de recreo,

juego de egos, llantos en el manicomio,
es aquí cuando la nínfula
se sobresalta y cierra la sesión.



U N    P O E M A   T R E S   X

Manejando en Mexicali,
un deseo psicoactivo
endemoniado de mescalina
se apoderó de mi.
Mi cuerpo enloquecía
por tener un orgasmo.
Recordé que mis dildos
estaban en la casa
de mi madre, en Calexico.
              
Me negué a hacer fila
para cruzar al otro lado.
Sin refrigeración, en súbito
las nalgas sudan y se calientan
en el asiento de plástico.

En Calexico hace 120 grados Fahrenheit,
y en Mexicali 48 grados Centígrados.

No quise esperar quince minutos en la línea,
y mucho menos una o dos horas.
Desde niña, el aire acondicionado,
tiene la magia de ponerme cachonda.

Llegando a la Calzada Aviación,
el semáforo se puso en rojo.
La circulación vial y el tiempo
como en las películas,
transcurrieron en cámara lenta.

Un camión de carga frenó
a mi izquierda, ocultando
la preparatoria y a los estudiantes
que salían de clases.
A mi derecha el carril quedó desolado. 
Nadie caminaba por ese lado de la banqueta.                                    
Nadie, ni siquiera un limpia vidrios
apareció por sorpresa regando mi ventana.
Metí la mano derecha en mis leggings.   
Dedo medio siguiendo las manecillas
del reloj al revés, presionó el clitoris,
dibujando agitados círculos.
Resbaló por labia menor y se hundió
en los fluidos de mi carne vaginal, junto al índice,
Entraban y salían. En menos
de dos minutos, grité cuando vino el orgasmo.
Trance de sangre y ensueño. 
Cegada solo ví lucecitas
que nacen cuando apretamos fuerte los ojos,
como galaxias en el cosmos.

Abrí los ojos, saqué mi mano
la coloqué sobre el volante,
pisé el acelerador y sin prisa
Seguí hacia adelante.



E L   C A B A L L O   D E   T U R Í N

En 1889 Nietzsche, estaba viviendo en Turín, Italia con su madre. Ese año, atestiguó un evento crucial de un caballo y su amo, que marcó el principion de los últimos días del filósofo.

I

Madre dice que soy una idiota
por jugar mal el juego de la seducción.
Madre, estúpida soy,
Madre, estúpida soy;
Mutter Ich bin dumm,
dijo Nietzche
a su madre también.


II

Madre, aquí están mis fracasos.
Al final de mis errancias inútiles,
como un caballo que se derrumba,
repetidamente llego a tus pies.
Bajo el sol escarlata y la luna picada de viruela
soy transparente; el hombre mira mi tristeza
y no quiere hacer pareja conmigo.
He vivido el ardor de mi soltería pero,
en mi corazón, la soledad se adivina.
No tengo secretos o remordimientos de un aborto
ni la pena de haber enterrado a un ser amado.


III

Mi más querido deseo es haber sido el Caballo de Turin.
Pongo palabras en la belfa del caballo, como si fuera yo.
!Escúchenme!
Nietzche abrazó mi cuello para protegerme
de los azotes; sus manos sudaron,
se arrugaron las yemas de sus dedos. Yo ni parpadeé;
sus lamentos me estremecieron y permanecí en la misma postura.
Él miró las heridas abiertas en mi rostro y más allá,
y yo ni parpadeé.
Nietzche lloró una hora,
o dos. Resbaló de mi cuello y cayó
a tierra en Piazza Carlo Alberto.
Él caminó a casa de su madre.
Ella abrió la puerta,
y él le dijo: Mutter Ich bin dumm.



UNA ELEGÍA PARA SUSANA CHÁVEZ

Despierto en el silencio de un lugar abandonado,
obscuridad y calor de un horno de estufa.
Ambos tobillos entumecidos, las muñecas detrás de la espalda,
todas mis extremidades atadas. Sé muy bien que no habrá escape.
Los reconozco por sus torsos arrugados de escuincle,
por el corte de cabello y sus pelos de nopal. 
Me han desnudado con risas sádicas y un machete.

Dios pone ojos de paloma a medio morir con mis historias,
su respiración es jadeante. Dios, te estoy hablando,
atrévete a echar un vistazo a mi último minuto en este circo.
Dios me ha llenado de cenzontles el útero y la garganta,
explotan en la bolsa de basura negra y mi pelo está en desorden.

En las calles, las sombras de las gigantes cruces rosas
y pancartas con fotos de chicas humildes de nombres irascibles.
O, vaginas en llamas! Miles quedaron atrapadas
en el desierto de piedra caliza. Tumbas invisibles
en las que sus madres caen de rodillas.
Sollozos luego aullidos, y corazones machacados.

En mi funeral Dios está cerrando mis ojos,
me dice que ha perdido la cuenta
de las muertas de Ciudad Juárez.
Le recuerdo que yo fui una más.
Dios se aleja , y veo que se ha guardado
mi mano izquierda en el bolsillo del pantalón.
El lugar predilecto del abyecto.



EL CANTO DE ÍCARO

I

Porque no soy nada, si sonrío
mi corazón sonríe conmigo.
Mi corazón es un ovillo de hilo
quien raudo y torpe regresa a mi costillar.
Porque continúo siendo un don nadie
ojalá mis reminiscencias serán
libros de poesía que la gente leerá
y tal vez unas fotografías
de los años noventa cuando fui
un poeta adolescente con futuro.
Trastornos, alti-bajos y éxtasis,
el laberinto ya existía en mi mente.


II

El mar siempre está en otra parte.
Pobre Ícaro descendió en espejismos
en el desierto de Sonora
y arde perenne en llamas.

Dentro de la pesadilla
de estar desnudo en público
Ícaro muere y renace.

En actos de heroísmo y amor
Ícaro dió su ovillo de hilo a sus amantes,
y terminó despreciado y mal entendido
incluso por las visitas de la muerte misma.

Durante quince años, todos los días
ese fue el estado anémico de Ícaro.


III

Por suerte el verano pasado escapé.
Mi cuerpo tiene quemaduras de tercer grado
y llevo puesta una gabardina impermeable.
Es viernes por la noche en Praga,
el invierno es gentil y deprecatorio,
cómo los mendigos en la pose de yoga
de niño. Mudos e inmóviles,
como las hipócritas y bellas estatuas
de los santos en el Puente Charles.


HANK, EL FEO VULGARIS

Viviste como un hombre
al que la gente consideraba feo.
Te sabías, te reconocías y te odiabas.
No tenías nada de guapo, nada galante.
Te acostumbraste a tu fealdad
así como se vuelve costumbre
ver inodoros toda una vida.
Yo he visto muchos inodoros
europeos, latinoamericanos, americanos
porque he viajado mucho más que tú Hank.
El acné conglobata te infectó en la adolescencia.
En mis veintes, el vulgaris severo me invadió la cara.  
Acné tristitia, acné despiadado de nódulos y puntos negros.
Acné generacional y corrosivo como nuestros padres,
como nuestros abuelos. Nos dejó cicatrices y hoyuelos.

Alas! Hank tal vez tú no lo sabes
pero en tús últimos instantes,
en la cama del hospital.
Te convertiste en el hombre más guapo de L.A.
La muerte te eliminó el acné,
te dió piel de Tiziano y sonriendo
te nos fuiste dulcemente.




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