viernes, 4 de noviembre de 2016

MIGUEL MARTÍNEZ LÓPEZ [19.457]


MIGUEL MARTÍNEZ LÓPEZ

Miguel Martínez López, Madrid, 1982. Profesor de Filosofía en Bachillerato. Ha participado en antologías y festivales como la del III Día Internacional de la poesía en Segovia o Voces del extremo 2014: Poesía y Resistencia. En 2014 ha publicado Mis pies de mono, su primer poemario, con la editorial Baile del sol. Reside en Madrid e intenta, como usted, ser feliz un rato largo, si es posible.



Nietszche estaba equivocado

Dios está mayor
Dios no ha muerto todavía.
Dios lleva unos cuantos siglos
jubilado
Baja todas las mañanas
con su chándal de estrellitas
y sus manos a la espalda 
a contemplar el mundo.

Primero hace un poco de ejercicio
en una de esas bicicletas estáticas
que ponen en los parques
Dios se monta, pedalea
y lentamente van girando las galaxias.

Luego se sienta en un banco
a ver cómo el sol riega las calles
con su manguera de fotones
hasta que se cansa y se dedica
a alguno de sus pasatiempos favoritos:
incendiar algún arbusto
separar las aguas de los charcos
multiplicar salmones y baguettes
convertir el agua mineral en vino tinto
todas esas cosas que le gustaba hacer
en sus buenos tiempos.

Los domingos por la tarde
Dios juega a la petanca
con sistemas planetarios muy lejanos.
Los lunes madruga,
baja andando al bar de siempre
y se toma un carajillo
luego se gasta en una tragaperras 
algunas trayectorias de los átomos. 

Dios está mayor,
se aburre
a veces se queda dormido
en cualquier parte
la última vez mientras roncaba
en su sillón de nubes
aquí abajo pasamos
dos guerras mundiales
veinticinco terremotos
y algunos genocidios.

El pobre ya no habla con nadie
y cuando la gente reza
sube el volumen de la lluvia.
Cada vez recuerda menos cosas
y ya no es tan omnisciente
como cuando era joven.

Son las cataratas del Niágara
las que tapan sus pupilas
los bosques nevados de Siberia
las canas que le han salido en la cabeza
el cambio climático
sus problemas de la próstata.

Él, que puso en pie la gravedad
que alicató el solito la Vía Láctea
que en su divina juventud
fue un Dios salvaje
de esos que por un pequeño enfado
desataban sin pensar El Gran Diluvio
y ahora, pobre
ya no le quedan fuerzas
para tanta omnipotencia.

Dios está muy pero que muy mayor
cada vez que sale de la ducha
y se mira en el espejo
se vuelve un poco más ateo.

El día que Dios se muera
no habrá grandes funerales
ni un coro de alondras y cigarras
entonando un réquiem
ni una bella explosión de supernovas

Dios se apagará despacio
en un tímido rincón de su universo
con la misma sencillez
con que se apaga la luz de la cocina 
sin hacer apenas ruido
lentamente
como se apagan siempre
las grandes ilusiones.


Las cosas son las cosas

Las cosas son las cosas
y no hay mucho más misterio
la piedra
cada mañana se coloca su disfraz de piedra
y sigue el guión a rajatabla
no improvisa
pero es imposible hacer tan bien de piedra
como lo hace ella.

Las paredes de esta casa
no echan de menos a los inquilinos antiguos
el cuchillo duerme a pierna suelta en el cajón
y no sueña con bañarse desnudo
en la sopa de verduras.

No esconde dudas existenciales mi zapato
y la silla no se siente abandonada cuando me levanto.
El paraguas negro
no tiene complejo de pingüino
y el pingüino
se conforma con vivir apingüinado.

Las cosas son lo que son
y están tranquilas en ese límite
sólo yo de entre todos los seres de este pequeño mundo
me muero por salir de mi frontera
por ser algo más que yo. 

Solamente yo estaría dispuesto a dar un brazo
una pierna, un par de primaveras
cualquier cosa 
por saber en este mismo instante
qué será de mí cuando yo no sea
qué comienza donde yo me acabo
qué demonios se siente
siendo tú.


Las muelas del juicio final

Nos encerraron en un círculo cuadrado
y nos pusieron a pensar en el futuro
Nos regalaron una zanahoria de plástico
nos llenaron el tiempo de peajes 
y resistimos con tres muelas del juicio.

Nos pusieron a vivir en la afueras de la vida
en las afueras del amor
en las afueras…

Nos regalaban las sábanas
para que pariéramos tornillos.
Nos alimentaron con pienso
nos explicaron
la mecánica del éxito
y resistimos con dos muelas del juicio.

Nos redujeron la alegría y la llamaron hobby
nos ensancharon el deseo
y lo llamaron grandes almacenes
nos precintaron las lágrimas
las más nuestras y tremendas…
Nos indicaron , nos contraindicaron
y resistía el juicio de una sola muela.

Brindaron con nosotros
por la fugacidad del tiempo
nos forraron el útero de hielo
Nos ordenaron los sueños
y a cambio nos devolvieron
un catálogo de muebles
Nos ocultaron la vida
pero nos compraron un poni
Nos sacaron los ojos y los echaron al cesto
nos sonrieron
en el idioma de las hienas
nos acariciaron
en el idioma de los perros
.
Nos dejaron, al cabo
provistos de todo
y desprovistos de muelas.

Cuando quisimos salir corriendo
ya era tarde
caminábamos tristes y correctos
desdentados 
con el estómago lleno de todos los escombros
y nadie mordió a nadie
y nadie mordió nada
y todos mordimos el estúpido polvo
de la nada.


Las palabras y las cosas

Yo no lo recuerdo
pero mi madre me cargaba en brazos
cogía entre las suyas
mis dos pequeñas manos
que no eran manos todavía
que eran ruiseñores mudos y ni eso
que eran cabos sueltos
y me obligaba a tocar los objetos de la casa
uno a uno.
Me presentaba el mundo,
consciente supongo,
de que el mundo se conquista con las manos.
Naranja, cuchara, libro, nariz, hermana,
inaugurando los sonidos
me ofrecía sus texturas y sus formas,
para que yo ensamblara mentalmente
las palabras y las cosas,
para que yo tendiera esa cuerda necesaria
entre vivir y pensar,
para enseñarme en fin…
la piel de las palabras.

Mi madre, al final nunca lo supo,
logró lo que quería
yo terminé más o menos
llamando a las naranjas por su nombre.

Pero aunque el mundo hasta hoy
me siga pareciendo incomprensible
y aquella cuerda se deshaga con la lluvia
lo que de verdad le agradezco
en noches inflamadas como ésta
desde aquí
desde el oro azul de sus palabras
es este afán incorregible
por tocarlo
todo.


El viaje

Qué hartura de  narices y de manos
son las  siete y veinticinco  de la tarde
y qué cansancio de pestañas y de boca
de palabras que ahora me chirrían
como grillos despistados en la lengua.

Ojalá pudiera al menos una vez al año
hacer turismo metafísico
cambiarme el antifaz de ser humano
salir de la oficina de mí mismo
y pegarme unas buenas vacaciones
por el resto inhumano de las cosas.

Meterme en una piedra por ejemplo
pasar la noche allí
los pies petrificados, las lombrices pasajeras
los húmedos ronquidos de la tierra.

Despertarme feliz como una roca
pero ya con las maletas hechas
y entrar tranquilamente en una higuera
pasear un rato por su tronco
subir en ascensor hasta la copa
y una vez allí tumbarme al sol
como la más despreocupada de sus hojas.

Quiero que organicen viajes a una fresa
estoy dispuesto a pagar tres años de mi sueldo
por convertirme un sólo día
en la pulga que cabalga a lomos de tu perro.

Reivindico mi derecho inalienable a ser un meteorito
quiero conocer otros objetos que también habitan  este mundo
temblar  en un violín
pasar el fin de semana en un erizo
acampar al raso dentro de una caracola.

Así después del viaje
cuando regrese a esto
a mis pies, a mis costillas,
a mi recobrada lengua,
a mi asimétrica sonrisa,
lo haré  con esa mezcla renovada de ternura, deseo e incertidumbre
con  la que el viajero vuelve de muy lejos
y abre despacito
la puerta de su casa. 

 
Masaje

A principios del siglo XXI un fantasma recorre Europa
es el fantasma del método Pilates
media Europa se abandona al menos dos veces al mes
en las manos blancas y veloces de su fisioterapeuta
el viejo mundo se ha convertido en un spa.
hoy se puede ir de Cádiz a Estocolmo
parando cada día en un centro de masajes
se reproducen como conejos las clínicas de osteopatía

Será por eso
cada vez nos duele más el cuello
de tanto mirar para otro lado.


Desobediencia

Obedeciendo se extienden los imperios
se construyen ejércitos,
aviones supersónicos,
se levantan catedrales.
Demos gracias a la bendita obediencia
porque ella es la verdad y la cuadrícula del mundo
porque ella nos ha abierto este camino de progreso
en la selva cerrada de los siglos.

Por eso la enseñamos en el cole
Porque la recta es la distancia
más corta y aburrida entre dos puntos.
Por eso  nos prohíben seguir con la mirada
la espiral en vuelo de las moscas
y nos hacen amarrar en un establo del cerebro 
los caballos azules de los sueños.
Y nos aconsejan :
es mejor un solo pájaro en la mano
que una desbandada en la cabeza,
renuncia a tu trébol de diecisiete hojas
asesina al dinosaurio que duerme
al otro lado de tu frente. 

Y sin embargo de la maldita desobediencia
no nos dicen ni mú
porque no se necesitan soldados desertores
ni conductores de autobús con inquietudes.
No hacen falta jardineros que rieguen con ternura
todas nuestras interrogaciones
y por eso matamos a los perros
que siguen suspirando como lobos
y suicidamos a los oficinistas
enamorados de la fotocopiadora.

Nos olvidamos, sin embargo, de que esta historia,
la nuestra,
comenzó desobedeciendo:
aquel intrépido homo loquefuera
que regresó de las llamas del primer árbol ardiente
con un trocito de trueno entre las manos
con una rama de fuego doméstica y minúscula
es el padre de todos los que estáis leyendo esto

Somos el animal desobediente
el hijo protestón de mamá Naturaleza.

La desobediencia
no construye autopistas
es cierto,
pero nos ha hecho surcar el universo
con el pequeño cohete de nuestro dedo índice
Sacarle la lengua al pasado
y su negra procesión de nosepuedes.
Pintarle un ridículo bigote
a todas las verdades absolutas.

La maldita desobediencia
nos hizo cambiar el jardín del paraíso
por esta pensión llena de goteras y palabras
por esta pequeña habitación con vistas a la nada 

Y quizá no vaya a salvarnos del incendio
pero mientras el miedo se empeñe en que callemos
habrá que seguir arriesgando la garganta
aunque solo sea
para que el obediente silencio
no llegue a tener nunca
la última palabra.


Teatro del absurdo

En el segundo exacto en que aterrizó la bomba de Hiroshima
hubo alguien en algún lugar del mundo
que no podía abrir un bote de guisantes.
Mientras caen los cuerpos desde la planta 65 de las torres gemelas
en la planta 18 una mujer sale del baño y sonríe aliviada ante el espejo.
En el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau
se eleva cada jueves una columna de humo negro
mientras en el roble más cercano es primavera
dos mariposas amarillas hacen el amor y son felices
El mismísimo día del fin del mundo
se seguirán rompiendo los calcetines por el dedo gordo.

Pero bajemos a tu vida:
¿Recuerdas el momento en que comprendiste
que habían dejado de quererte?
La noche interminable
bajo el cielo intoxicado de septiembre
y aquel sabor a wiski y aquella horrible telaraña,
pues al día siguiente aunque ya no lo recuerdes
el sol saltó del horizonte como un niño de la cama
te cepillaste los dientes como siempre
y luego pisaste un chicle de camino al metro.

Después de tu muerte o de la mía,
ojalá que sea dentro de muchos años,
ese mismo día por la noche
seguirá estando rica la tortilla de patata
alguien que nos quiso con locura volverá del tanatorio
se rascará la espalda y encenderá la tele a ver qué ponen.

Detrás de cada aquíyahora
siempre hay un allídespués agazapado
unos metros más allá de lo terrible
habrá alguien que silbe
dé una patada a alguna piedra
y siga caminando.

Empezamos a intuirlo
la gran tragedia humana
no es que echemos de menos un guión bien construido
ni un teatro mejor iluminado
ni siquiera que nos falte el Director de escena
la verdadera gran tragedia es sencillamente eso
que no hay tragedia.

En Voces del Viento Sur. Surada poética 2014/2015. 30 poetas de la conciencia crítica. Ed. El Desvelo. Santander, 2016



Las muelas del juicio final

Nos encerraron en un círculo cuadrado
y nos pusieron a pensar en el futuro
Nos regalaron una zanahoria de plástico
nos llenaron el tiempo de peajes 
 y resistimos con tres muelas del juicio.

Nos pusieron a vivir en la afueras de la vida
en las afueras del amor
en las afueras…

Nos regalaban las sábanas
para que pariéramos tornillos.
Nos alimentaron  con pienso
nos explicaron
la  mecánica del éxito
y resistimos con dos muelas del juicio.

Nos redujeron la alegría y la llamaron hobby
nos ensancharon el deseo
y lo llamaron grandes almacenes
nos precintaron las lágrimas
las más nuestras y tremendas…
Nos indicaron , nos contraindicaron
y resistía el juicio de una sola muela.

Brindaron con  nosotros
por la fugacidad del tiempo
nos forraron el útero de hielo
Nos ordenaron  los sueños
y a cambio nos devolvieron
un catálogo de muebles
Nos ocultaron  la vida
pero nos compraron un poni
Nos sacaron los ojos y los echaron al cesto
nos sonrieron
en el idioma de las hienas
nos acariciaron
en el idioma de los perros

Nos dejaron, al cabo
provistos de todo
y desprovistos de muelas.

Cuando quisimos salir corriendo
ya era tarde
caminábamos tristes y correctos
desdentados 
con el estómago lleno de todos los escombros
y nadie mordió a nadie
y nadie mordió nada
y todos mordimos el estúpido polvo
de la nada.



Pequeño consejo de convivencia felina

Hay un tigre debajo de tu almohada
hay un tigre azul océano
que salta a tu pijama desde fuera de las cosas
hay un tigre colmillo de pregunta.

Apagadas las luces de la casa
una vez hecho el repaso cotidiano
de facturas con el mundo.
cuando ya has pensado en fulanito
cuando has pintado de trece colores  el techo
entonces te quedas solo
muy solo
y piensas en eso
que yo no sé lo que es
que tú no sabes lo que es
que nadie sabe.

Hay un tigre debajo de tu almohada
Hay un tigre de ternura sin retorno
Hay un tigre salvajemente humano
debajo de tu almohada y de la mía.

Es para siempre
puedes conversar con él
aprende a soportarlo
 no lo domestiques. 



El amor es un terrorista suicida

El amor es un niño, 
el amor es un niño …deforme
un tomate que habla
un engendro.

Con todo lo que cuesta  alimentarlo
mantenerlo en equilibrio,
y de repente sin venir a cuento
se hunde, se hunde…
y uno ve salir las ratas por debajo de la cama
despaciosas
con un cigarro de hielo entre los dientes
Y se te pasan la horas y las nubes
buscando un trozo de pan al que agarrarte,
buscando las gafas o una monda de palabra
que lo vuelva a pegar todo.
Pero sólo  vienen escapadas rurales y toses y cojines.

El amor es subnormal,
de repente sin venir a cuento
se jubila anticipadamente
y a vuestro sábado le crece ese tumor de los domingos
compras el periódico y te descubres llorando los deportes
y sus labios…
que eran canela  y cocaína,
-antes-,
ahora  la estación de servicio de una autovía de peaje.

El amor es imbécil,
de repente sin venir a cuento
se  larga, no te dice dónde
pero  te deja arrasado y luminoso
lleno de fantasmas
como una aldea indígena cuando el imperio ha pasado
como un  caimán en el desierto más desierto
y sus verdes y tus rojos y tus casas incendiadas
y  tus mujeres violadas en la luna.

El amor es un terrorista suicida
que un buen día  busca el mando de la bomba…
Y en este restaurante nadie sabe nada de nosotros
nadie nos mira,
los dos hincamos la cabeza
en la estúpida carta de los postres
como quien lee los planos de evacuación
en el centro mismo del incendio.
Mientras el amor pulsa el botón
y nadie alrededor escucha la bomba...

Salvo nosotros
porque después de la explosión cambia el silencio
y de pronto ya no nos miramos a los ojos
y ahora  nos queremos mucho
pero nos evitamos  los ojos
como se evitan siempre
los ojos de los muertos.

En. Voces del Extremo. Poesía y resistencia. Ed. Amargord, 2013




Mis pies de mono

[Por Jorge García Torrego]

La primera vez que vi a Miguel Martínez López fue un martes cualquiera, hace ya unos años, en los Diablos Azules. Recuerdo que no es que me gustara su poesía, es que me sorprendió. Fue rápido el paso de la risa de alguno de sus poemas al frío de la angustia existencial y luego alguna de sus imágenes poéticas me remató. Joder. Le pedí su nombre y lo busqué por Internet. Descubrí que tenía un blog, Mis pies de mono, donde publicaba sus poemas. Ahí quedó la cosa porque tampoco le volví a ver, o si le vi no lo recuerdo. Y hace unos meses, en este zoco digital que es facebook, descubrí que alguien iba a ir a la presentación del libro Mis pies de mono, de Miguel, en esa semana. No pude ir, pero sabía que ese poemario iba a ser un atlas del dolor, de la alegría, de la angustia humana.

Y no me equivocaba porque en este libro publicado por Bailedel sol encuentras la agujeta enorme que supone hacerse mayor, como en el poema que inaugura el libro Cambio de asiento,

(...)
Guapos y valientes,
en el futuro atravesaremos
los campos, las ciudades,
sujetos a las crines de nuestro
caballo de acero.
(...)
Cómo imaginar
el asiento de delante
las mañanas de clínex y bostezos
la primavera gris de los semáforos.
(...)

Se puede decir que Miguel, desde la rutina y lo más opaco que te venga a la cabeza (hacer la compra, filosofar en la taza del váter, las axilas, los mosquitos del verano, el deambular mirando una manzana o al cielo) sabe desenrollar y multiplicar un paisaje rico y exacto. Digamos que pone la cantidad exacta de cocodrilo y de despertador, de risa y de muerte.

¿Y cómo no se va a admirar la poesía de un tío que escribe el poema Las palabras y las cosas? Ese poema que por supuesto quise, quiero y querré escribir porque consigue la magia de los poemas buenos y venenosos, que al leerlos crees que te han salido de dentro, que lo de fuera solo ha vuelto:

Yo no lo recuerdo
pero mi madre cargaba en brazos
cogía entre las suyas
mis dos pequeñas manos
que no eran manos todavía
que eran ruiseñores mudos y ni eso
que eran cabos sueltos
y me obligaba a tocar los objetos de la casa
uno a uno.
(...)

http://mispiesdemono.blogspot.com.es/


Y así te quedas, con cara de tonto y solo llevas treinta páginas del libro. La verdad es que es un libro currado, en el que aparece todo el mundo, incluido el currela (en el poema El extraordinario caso del hombre normal) que toma el café a tu lado cualquier mañana y que no leerá (creo) ningún libro de poesía porque no se siente identificado. (Pero en este si). También Miguel Martínez tiene la precisión o la alquimia o yo que sé de poder hacer imágenes poéticas como estas,

Llueve y es una catedral gótica/puesta boca abajo,
era tiernamente difícil/como el centro de un sudoku
Hoy el cielo limpio/como un portal recién fregado

Y ya veis, qué ojo tan normal y tan extraño tiene Miguel, qué dualidad (de puta madre) para seguir madrugando, desayunando, comiendo y viviendo y por otro lado, todo lo demás. El libro publicado por Baile del sol vale mucho menos dinero de lo que debería así que, antes de que alguien se de cuenta y se chive y suban el precio y a Miguel Martínez López lo pongan en altares y esas cosas y le regalen bolígrafos y cuadernos por las calles, id a comprarlo. Si no os gusta, leedlo de nuevo.

Aquí os dejo mi poema favorito de este librazo, que además me recuerda a mi poema preferido de tooooodos, el de La masa de Vallejo:

El poeta impuntual

El poeta vio una
puesta de sol
dulcemente hemorrágica
afiló sus lápices
muy rápido
y se sentó a escribirlo.

El poeta vio
a una mujer desnuda
siniestramente blanca
afiló sus lápices
muy rápido
y se sentó a escribirlo.

El poeta vio
a un niño devorando una chocolatina
despiadadamente puro
afiló sus lápices
muy rápido
y se sentó a escribirlo.

Por más que lo intentase
siempre llegaba tarde,
Siempre tarde
y la poesía de allí
se marchaba antes.

Cansado
el poeta se miró al espejo
afiló sus lápices
muy rápido
y se sentó a escribirnos.



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