sábado, 12 de noviembre de 2016

JOÃO MIGUEL PEREIRA [19.534]


JOÃO MIGUEL PEREIRA 

Nació en Vila Real de Santo Antonio, Portugal en 1973. Licenciado en Historia por la Universidad de Évora. Es docente. Coordinador del Club de Lectura en lengua portuguesa en Biblioteca Provincial de Huelva.
Ha participado en las antologías Foz do Guadiana (2012 y 2014) y Apontamentos da Margem (2015). En 2016 ha publicado Lugar sinónimo, a cuatro manos con Pedro Oliveira Tavares.



LA CAÍDA DE BIZANCIO

Otra ciudad que despierta en la noche.
Los rostros se transforman en el desasosiego
de buscar cuerpos transeúntes que sugieran
la emoción de neones lascivos. Son el azote
del puritanismo burgués del día soleado. Ciego.

En los pliegues de la calle asoman demonios.
Por la ventana abierta, una pareja se ama ardientemente
y la alba cama es una carta que se va escribiendo
con sudor y otros fluidos mudos.

Y en la distancia,
los fantasmas de la soledad se disipan. El remitente
de la mañana son los amantes, los gemidos nocturnos
lanzándose al abismo de la memoria, mutuamente.

Más allá suenan pasos en el asfalto de la vida,
son almas hambrientas. Bizancio cayó estrepitosamente
y las bailarinas de vientre desnudo apenas son remedio
de un recetario de turgencia consumida.

Y los rostros que se desconocen obvian las convenciones,
nadie sabe el nombre que tiene ni la persona que fue.

                   *Traducción de Pedro S. Sanz
http://traducciones.lagallaciencia.com/2016/11/joao-miguel-pereira.html




A QUEDA DE BIZÂNCIO

Uma outra cidade desperta à noite.
Os rostos transfiguram-se no desassossego
da procura de corpos transeuntes que sugiram
o frémito dos neons lascivos. São o açoite
do puritanismo burguês do dia soalheiro. Cego.

Na dobra das ruas, os demónios assomam.
Por entre a janela aberta, um casal ama-se ardentemente,
e a cama alva é uma carta que se vai escrevendo
com suor e outros fluídos mudos.

E, distantemente,
os fantasmas da solidão dissipam-se. O remetente
da manhã são dos amantes, os gemidos nocturnos
lançando-se ao abismo da memória, mutuamente.

Lá em baixo os passos soam no asfalto da vida,
são almas famintas. Bizâncio caiu estrondosamente
e as bailarinas de ventre despido são agora apenas cura
de um receituário de turgidez consumida. 
E os rostos que se desconhecem obviam as convenções, 
ninguém sabe o nome que tem ou a pessoa que foi.




Silencios 

No hay poemas de almas inmensas,
ni vuelos rasantes con las alas extendidas.
Morirán las palabras ilesas y las extensas
esperanzas de silencio hendidas.

No busques en las grietas de la acera
los pasos del tiempo que se derramó,
de los relojes de la hora anunciada,
de la mañana tardía que atardeció…

No temas el grito intacto
de la bondad pura madurada,
ni la voz ebria o el fuego fatuo.

No cuelgues de las cuerdas de la esperanza
el etéreo sueño murmurado
en las páginas de un poema… así, después… silenciado.



Silêncios

Não há poemas de almas imensas,  
nem voos rasantes nas asas estendidas. 
Morreram as palavras ilesas e as extensas 
esperanças de silêncio fendidas.  

Não procures nas fendas da calçada  
os passos do tempo que se verteu, 
dos relógios da hora anunciada, 
da manhã tardia que entardeceu… 

Não temas o grito intacto 
da vontade pura amadurecida, 
nem da voz ébria ou o fogo fato. 

Não suspendas das cordas da esperança, 
o etéreo sonho ciciado 
nas páginas de um poema… assim, pois… silenciado.

De Lugar sinónimo (lorem ipsum), 2016









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