miércoles, 2 de noviembre de 2016

HUBERT MATIÚWÀA [19.437]


Hubert Matiúwàa

Hubert Matiúwàa pertenece a la Cultura Mè´phàà (Pueblos asentados en la Región de la Montaña de Guerrero, México). Por su obra “Tsína rí náyaxaa” (Cicatriz que se mira), el poeta tlapaneco consiguió ser el ganador del Primer Premio a la Creación Literaria en Lenguas Originarias, Cenzontle 2016. Hubert dedicó su premio “al pueblo Mé’phàà y a cada niño que nace en la Montaña, quienes abrazarán nuestra lengua y la llevarán a vivir por los caminos del mundo.”

Caminar, acompañar la ausencia del otro y ser uno mismo “fantasma de paso” que siente en piel propia el dolor ajeno: “estoy contigo en las velas,/ en el humo que engendra el camino,/ en el olor del copal que recoge/ el agua de ojos/ de las mañanas sin voz.” Porque mientras no haya justicia habrá que nombrar las cosas y hacerlas existir. Así es la rabia mineral de la poesía.


Xtámbaa/ Piel de Tierra 

Àjngáa rí màrma’áan àkuíáan ló’ ju’yáa dxáma Mauricio Ortega Valerio.


I

Nè’ne xàñúun a’óo
mbí’i rí nìrugáan,
àtsíyáa rí xùgii rí núñaa ikháán núñí ikhúún nye’,
nìndxá’wa ló’ ná nixphíbí rìga ràwúan,
ná nìgrigá’ ló’ gajmíí anjgián’ ló’
khamí xuge’ nángua rá,
náa màro’ó gà’khó rìge rá,
tsá jàyá ìdxúu xuajíín ro’,
naa krùse màxtrigùùn ñò’on tsí nudii a’ó rá,
naa jùbà’ màxkhámaa nàkuáa’
xùge rí nanbra’á mìnaa ngàmí xùbía’
khamí nàgajáa iñúu tsìá’ ló’ rá.



A Mauricio Ortega Valerio, desaparecido el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.

I

Mi voz se hizo nido
el día que te agarraron,
¿Que no saben que todo lo que te hagan me lo hacen a mí?,
aullé el relámpago en tu boca,
donde anduvimos con los nuestros
y ahora, ya no,
¿Dónde amarraré este dolor que enciende la esperanza?
¿Quién traerá la cabeza del pueblo?
¿En qué cruces colgaré aves que sepultan mi lengua?
¿En qué tierra he de encontrar tus pasos,
ahora, que tu cuerpo se acobija en el miedo
y crece la espiga de nuestra rabia?



II

Àtrakhá’o mìnaa ná ìñúun itsí,
àrà’thiin màgátháa rùjmba
asndó rí mànbúún mùxkha xàbò,
tsí dùyaa xùù xuwia ló’
nagóo judèe xnujndaa ló’
ná xkrajndí rí nangúaa thángaa,
asndó xó ru’wa ja’ñúun ná xàbii nùxkháa ló’
khamí nùràxnúú ìjín ñàwún
numaa ló’ tsáa jùwá ló’ ná Júbàá,
tsáa gìdá’ ngu’wá ñàwuáa ló’,
tsáa màñà’ jùbá’ ló’,
tsáa jùwáa ló’ ná gò’óo Lucio.



II

Escóndete en la cueva,
espera que baje la neblina
y termine la caza,
los que huelen la carne
se llevan nuestros sueños
en autobuses que no tienen vuelta,
en su sigiloso acecho se visten de lluvia
y cuentan los dedos
por los que estamos en la Montaña,
los de la mano oculta,
los de la tierra roja,
los que vivimos en la casa de Lucio.



III

Xtámbaa,
xtáa gàjmá níndxàa ná inuu numbaa,
ná a’wá rí jàyáa mbró’o,
ná nùtsía nìma tsí ndàa inúú,
tsí ndàa ñàwúun,
tsí tsíyaa axúún,
xtáa gàjmá nìndxàa ná wàjún ndela,
ná inuu nguni’ rí nàxná jambaà,
ná gii’ xùù wuájià rí nàyaxii
iya ìdúú mi’chá rí ndáa a’óo.



III

Xtámbaa,
estoy contigo en el mundo,
en el trueno que trae la noche,
en baile de ánimas sin rostro,
sin brazo,
sin descanso,
estoy contigo en las velas,
en el humo que engendra el camino,
en el olor del copal que recoge
el agua de ojos
de las mañanas sin voz.



IV

Mauricio,
nàdxáa
asndó xó ru’wa ná Júbàá,
ndayá ra’áa awún’,
khamí ná wíí rigaan
nagàjaa tsíòon xuajián ló’
ìdo narma’áan akúiin ithane.



IV


Mauricio,
de la Montaña
vienes de lluvia,
abrazas mi estómago
y en silencio
crece el fuego
de nuestra tierra en tu memoria.


Soñaron los perros (NÌGU’NDÁA XÙWÁN)


I

Soñó la noche
que nos levantamos un día,
bailamos entre abuelos
e hicimos cantar la tierra,
soñó el camino
que escuchó nuestro pie regresando al pueblo,
soñaron los perros
que vestían de estrella su piel
y sepultaban la sed de nuestro miedo.

Soñó la piedra de lluvia
tu nombre en nuestro brazo,
el cielo en la palma de tu mano,
soñó el árbol
que retoñamos cada mañana
y crecía nuestra rebeldía en la casa de luna.


I

Nìgu’ndáa mbro’ó
rí nìwuáxúún ló’ mbá mbí’i,
nìjtsía ló’ màjiúun buànuun,
khamí nejné ló’ ajmúú jùbá’,
nìgu’ndáa jambaà
rí nìndxàún a’ò nakhúa ló’ nàthángáá ná xuajíin,
nigu’ndáa xùwán
rí nìjú’wuán xtíñúún à’guàán
khamí nìdíí rí nànjda’ó rí nàmíñáán ló’.

Nìgu’ndáa itsúu ru’wa
mbì’yá ná ñàwuan ló’
ikhaa mìkuíí rí gìdá’ ná àkuíín ñàwuan,
nìgu’ndáa ixè
rí nàrudiáa’ ló’ mbámbá mi’chá
khamí nàgàjáá gùkú akhiáan ló’ ná go’wò gòn’.


II

Hormigas rayo

En memoria del Ta Savi Antonio Vivar Díaz.

Volvieron las hormigas en la piel del encino rojo,
cargadas de nubes levantaron la tristeza del hambre,
el más viejo traía tu voz de rayo,
Toño,
la piedra del caracol y el ojo de venado;
regresaron a pedir justicia,
¡Muchacho!
semilla de lluvia, casa de luna, brazo de río.

Ayer preguntaron al vestido de estrella,
dónde tu sombra se sienta
y santiguaron la tierra con hojas, maíz y frijol.

Preocupado el pájaro corta nube,
esta mañana danzó en el cielo que escribe tu nombre.


II

Akuán bègò

Àjngáa rí màrma’áan akiáan ló’ gàjnè dxáma Ta Savi Antonio Vivar Díaz.

Nìgùwáán akuán ná xtóo xtámañà’,
judéé dùùn nìgùwéé khamí nìyáxììn rí tsíngìnuu èwè,
tsí ìwá nìkhí jàyá a’wáa táta bègò,
Toño,
ikháán itsúu ngo’xó khamí ìdúú àñà’;
nìgùwáán nùndá’èe rí màgumá mbáníi xtàngòò,
¡dxáma!
tsígòo ru’wa, go’ó gòn’, ñawún màthá.

Rìxíi nìráxíi jga’niúun à’guàán,
náa rìgá xkamíxàa
khamí nèné tsakúràmáa jùbà’ gàjmà iná, ìxí khamí yàjá.

Nìxná mijúún ñò’òn xkhóto dùùn,
nàkí mi’chá ní’tsièe inuu numbaa rí nà’tháan mbí’yá.


III

Repartió la flor

La flor repartió el mundo,
pintó cerros en donde andará el colibrí
que levantará nuestra palabra,
quemó el nombre de las ánimas
que enseñaron al pensamiento a caminar la tierra,
a juntar la lumbre de la piel,
a sostener la piedra de nuestra voz
en el estómago de lluvia
y amarró piedras en la casa de muertos
que aguardan a jugar nuestra lucha.


III

Nìxphitáa rè’è

Nìxphitáa rè’è numbaa,
nì’ñiì júbà ná màrigó tsú’tsún
tsí mayáxíi ajngáa ló’,
nìtsíkée mbíjyúún nìmá
tsí nìnsjgáa jùma ná inú numbaa,
tsí nírùwáa àgúu xtá ló’
khamí nìwuatùún ra’á itsúu a’wá ló’
ná awún ru’wa,
khamí nìro’ó itsí ná awún gu’wá wàjín
rí gì’thúún mà’tsí skíyá’ ló’.



IV

Saliva de estrellas

Regresará a nuestro cuerpo
la saliva y humo que dejamos en el camino,
regresará el agua de las estrellas,
y el andar del tejón con la luna.

En la casa,
hilvana el ánima de tu lengua
la carga de lumbre,
aquél zumbido que levanta la noche
y cobija mi sombra.
Aquí, en el polvo
anduvo nuestra esperanza
en el estómago del mundo.


IV

Iya ndaúun à’guàán

Màthangaa ná xùbiá ló’
iya ndàwa khamí gùní rí nùni’ñáa ló’ ná jambaà,
màthangaa iyún à’guàán,
khamí jambòò gòn’ gajmaá gòn’.

Ná gu’wá ló’,
náru’wáa nimíí ràjuán
mbá e’doo agú,
khamí à’wá rí nìyáxii mbro’on,
nàriguu jnè xtàtsiin xkamixó’.

Gèjio’, ná inuu yojnda’
nìrígoo àkián’ ló’
ná awún numbaa rìgé’





LAS RAYADORAS DE MARUTSÍÍ

II

En la piedra

Nacimos en la piedra
donde se posó el pájaro Marutsíí,
cantó a los montes para esconder nuestra hierba
y talló nuestras manos hasta hacerlas
suaves para recibir la sonaja de la muerte.

Aquí,
nos quieren porque nuestros dedos
rebanan el sol para chorrear la tarde,
porque nuestra piel guarda los fantasmas
y el llanto de otros pueblos.

Nos quieren,
porque nuestros pies son sigilosos
y no lastiman a las lenguas
que brotan de la tierra
para pintarse de blanco, de lila y de rojo.

Nos buscan,
porque sabemos surcar el arado
para sembrar las palabras:
hambre, necesidad y pobreza.


III

La lluvia

Llegó la lluvia
en los ojos del pájaro Marutsíí
y bajo su canto sembraremos
los cuerpos que no tienen sepultura
y en los ojos de la luna tierna,
cortaremos la bellota
que ensalivará el pico del pájaro carpintero.

En el río donde nadie mira,
cosecharemos las sonajas del sol
para enlatar nuestra sombra
y hacer crecer la noche en las básculas,
en las bolsas de naylon
y en las cinturas del silencio.


IV

Las navajas

Nuestras navajas rayan de noche
para sangrar el día sobre la piedra,
cortan kilómetros de carne
y viajan en túneles para esconder la avaricia.

Nuestras navajas brillan en las manos de la muerte,
dibujan los rayos que caen en los ojos,
tienen ausencias de labios,
tienen añoranza de brazos, pies y cabezas.

Nuestras navajas viajan cortando los vientos
y afilando las mañanas,
encuentran pies en Tlapa,
escarban hoyos en Chilpancingo
y se visten de rojo en Chilapa.

Nuestras navajas esperan en ataúdes
nuestros pequeños cuerpos,
han llegado de lejos a vivir en nuestras manos,
a algún espíritu le pertenecían
o a un aire malo,
llegaron con hambre de nuestros brazos tiernos
y ahora, en esta loma en que se mece el dolor,
¿Quién recreará el rompecabezas que han hecho?


V

Las semillas

Nuestras semillas traen la esperanza
de comprarnos huaraches nuevos,
una pastilla para el abuelo
y para ayudar al tío que se va al Norte.

En nuestras lenguas se visten de cielo
para germinar las estrellas
en pequeños lunares de tierra
que embellecen el campo.

Nuestras semillas agusanan los cuerpos
y trasnochan los ataúdes,
nos cubren el hambre,
bordan nuestros nombres en los diarios,
en el filo de los machetes
y en las balas que buscan tu nombre.


VI

Regresar al pueblo

Yo quiero mirar los ojos del maíz bola,
poner mis dedos en su corona de sol,
sentirlo llorar en mis manos,
quiero bailar con la voz de sus semillas
y que el pájaro Marutsíí guarde mi secreto.

Quiero regresar al pueblo
para rayar la boca del sueño, 
aquí, se arruga la tarde, no pagan bien,
se aburre el gusano de los surcos
y las horas desprenden insectos
que pululan en las lápidas,
en la sangre coagulada que se anida en los malecones.

Allá, las mangueras persiguen
a las bolas de sol
y bañan a sus aretes multicolores
que curan las muelas
y las heridas del hambre.

Quiero regresar
a las tardes de Zapotitlán,
a los caminos con la leche de olor
para despertar las hojas
y quemarle los pies al diablo.


XI

El niño

Vinieron a buscarlo en el pueblo
porque no había para donde darle
y atorarle con los contras,
se hacía costumbre ver a los zopilotes
carroñar en las mojoneras,
bajar los ayates de las redilas
y esculcar las enaguas, buscando carne.

Él dejó sus canicas en la cuarta del rombo,
en la raya con nubarrones de nostalgia,
dejó los peces multicolores
con los sueños de la noche
y dejó entre los cafetales
los columpios colgados donde se mece la miseria.

En sus huesos,
fue creciendo el llanto de sus amiguitas,
las niñas de Marutsíí,
que pedían oído al polvo y a las piedras
para que no se lo llevaran.

Lo encapucharon con escamas de la tarde
y le colgaron un cuerno de chivo,
tres rosarios del ojo de venado
y se dispuso a cazar hombres
y a sentar la muerte en su mesa.

Desde entonces,
dicen que los de la Montaña
somos buenos para eso
y no dejan de venir para llevarse a los niños
y sembrarles la muerte en las manos.


XII

Llegaron los soldados

Llegaron los soldados a quemar el maíz bola,
se corrió el rumor por la radio
que esta vez sí era en serio,
llegaron con cascos para vestir de verde los caminos,
con pies de hormigas para subir en los árboles,
en las cañadas y en el nido de Marutsíí.

Llegaron por el río mirando a las muchachas
y con armas largas bajaron el rayo de los cielos
e incrustaron en los pechos el temor del silencio.

Llegaron con el pretexto de siempre,
a buscar las ausencias
para llenarlas con sus inventos
y desmontar a los espíritus de la goma.

La gente se organizó y los fue a ver,
para que no hicieran nada, pidieron una res,
un chivo y las dos niñas de Marutsíí,
que ellos están para servir
a quienes les saben tratar.



IJÍÍN GO’Ò MARUTSÍÍ TSÍ NUXNÁA IKOÒ ÌNA XNDÚ ÀKHÀ’.
[LAS RAYADORAS DE MARUTSÍÍ]
IJÍÍN GO’Ò MARUTSÍÍ TSÍ NUXNÁA IKOÒ INÁ XNDÚ ÀKHÀ’.


II

Ná tsudùù itsí

Nìgumáa xò’ ná tsudùù itsí,
ná nìríguí ño’ón Marutsíí,
ná ni’níi ajmú inuu júbà rí nikra’ò iná xò’,
ná nìdóo ñawuán xò’ asndó nì’nì bàbà’ nè
rí magòò mudríwuíi xò’ mbèkúu wuajén.

Gèjío’,
ná xuajián xò’,
nàndúun xàbò juyáa xò’ numuu rí ijíín ñawuán xò’
naru’tíín àkhà’ tsí matsúwaa ya’dúu ìdo na’nè wakhà’,
numuu rí xuwía xò’ nayaxíín nè tsiyóo
khamí iya idúun i’wa xuajèn.

Ná xuajián xò’, nàndúun juyáa xò’,
numuu rí xawì nakua xò’,
khamí nànguá ènè ñawíín xò’ rajún iná
rí najra’an ná inuu jùbà’
rí na’nè mìnáa mi’xá, mi’ñúun khamí màña’.

Ná xuajián xò’,
ndú’ñáa xò’,
numuu rí nàmañà xò’ nònè riyóo jùbà’,
ná nùdíí xó ajngóò èwè, ga’kho khamí rí tsingìna.


III

Ru’wa

Ni’kháa ru’wa ná idúu ño’ón Marutsíí,
ìdo magi’dúún ma’níi ajmú,
mò’nè manjguàn xò’ xàbò tsí ndáa ná mi’díín,
khamí ìdo majanúu gón’ rudíí
morutú xò’ xdútún rí ma’níí rawún xìda’
tsí gida’ ajuàn’ rawún.

Ná matha ná tsí yàxee xàbò maxíín,
mu’dáa xò’ mbékoo àkhà’,
khamí muyáxíí xò’ ya’dúu iná ná awún ajuàn’
rí nayáxii akiàn xò’,
ikhaa rí na’nè mbàà bro’ón ná inuu ajuàn’ rí nàgewan,
ikhaa rí nadríñíin xàbò ná awún bolsa naylo,
ikhaa rí nagíwuán ná smiduun xàbò ajuàn’ rí jàyá ngàmí.


IV

Iná ajuàn’

Iná ajuàn’ xò’ naxnúu nè ikoò iná xndú ìdo nà’nè mbro’ón,
numuu rí nandoo nè rí mbámbá mi’cha
matsúwa nè ya’dúu mbi’i ná tsudùù itsí,
nàro’thón nè áùn xuwiún xàbò
khamí nàkra’o mìnà nè ná awún iñúu jùbà’,
ná nayáxii nè rí nagi’nuu wuèñon akián ló’ e’nè.

Iná ajuàn’ xò’ nàmbitha’a nè ná ñawún wuajén,
na’níín nè bègò tsí nàrákhaa ná ìda ló’,
nda’yá nè rajúún xàbò,
nandoo nè mèkhoo ñawún,
nàkhún khamí idxún.

Iná ajuàn’ xò’ grígòò nè nárothón inuu gìñan,
grígòò nè nàriyáa inuu mi’cha,
naxkhamà  jambòò nè ná A’phàà,
na’dí nè ìñá ná Kra’áá,
khamí na’nè màña’ xtiñun nè ná Xkua miñáá.

Iná ajuàn’ xò’ gìthúun nè mèkhoo xuwia xò’ ná awún ejna,
tsíngua’ ni’kha nè, nandoo nè maxtáa ñawuan xò’,
a drígòò mbá nìma ne’nè ñajún nè,
a drígòò mbá giñá xke’, tsángua rá,
nìjanu nè nárudií akuín ná ñawuán xò’,
ikànjgóo xùge’, ná judíí ná naxtrakamijna ga’kho,
tsáa ma’níí idxúun xàbò rí nìchikuriga nè rá.


V

Tsígoo iná xndúu àkhà’

Tsígoo iná xndúu àkhà’ xò’ naxna nè tsiake rí
mutsíi cháda xò’ rí nuxè’,
khamí thàna rí na’ñaa xi’ña xò’ rí ma’nii akuín,
khamí nambayúu nè àmà xò’
tsí nakhá nagà’ya ñajún mbaa rídáa.

Ná inuu rajuán xò’ nà’nìì nè xó mikuíí,
ìdo najra’ín a’guàán
asndó xó spiaja drígòò jùbà’
rí na’nè tsíyáa júbà ja’nii nè.

Tsígoo iná xò’ nadríñii nè xàgaa ná awún xuwi
khamí natsúu nè ná awún ejna,
narogòò nè rí naxkidxa xò’,
khamí naxmí’ nè mbi’yáa ná inuu iye’ rí jagòò anjgáa,
mí nàriyáa nè mbi’yaa ná inuu chidè
khamí ná inuu xndúu ajuàn’ da’ñáan nè.


VI

Mathangaàn xò’ ná xuajèn

Ikúún  nando’ mayaxúu idúu ri’yuù iná xndú àkhà’,
maguathún tsúkáán idúu ri’yuù nè,
nando’ manbiyá’ nè ná akuíín ñawún,
khamí nando’ masìá gájmàá a’ó tsígoo nè
ikànjgóo ño’ón Marutsíí mayáxíi ngu’wà ajngo’.

Nando’ mathangúun ná xuajín,
nando’ mathangúun maxnúu ikoò iná xndú àkhà’
ná rawún xnu’ndaa,
ná xuajen rigè’,
na’nè xndú mìnáa wakhà’ khamí xàbò tsénè numèè maján,
na’nè tsískamìnáa àdoo rìyóo jùbà’,
khamí ìdo narákhàa idúu àkhà’,
nagumíí xtrakíín tsí nuxpità mi’nà ná rawún ìñá wajén,
ná ne’né gùkúu mijnáa i’di khamí ná’nii rìyóo nè.

Ná xuajián ló’, asndo náa tra’á chambóo iya
rí nasgájma ná rìga iná xndú àkhà’,
ikaa rí naxtijiò xábíi re’è rí mixtíi,
ikaa rí na’nè thanúu ìñaa ló’,
khamí na’nìì tsinúu èwè.

Nando’ mathangúun
ìdo na’gòò dùùn ná Xirágáá,
nando’ mathagúun ná jambaà ná jágò nàkhá ya’dú rí ndátsún,
ikhaa rí maxkaxíí akuìn iná
ikhaa rí matsígàà nakhúu gíxaa.


XI

Àda

Nìguwá gi’yáa ènè xàbò tsí jùdá ajuàn’ ná xuajiún
numuu rí nìgi’dúun xkunjdú
khamí nangua ì’gùun mutsáñúu gajmíí i’wíi xàbò,
tsétsé ma’ nawi’ñuu dxá’an tsúkuè,
ikíín tsí na’pho xuwi ná ndáwuá xuajían ló’,
ikíín tsí nurigú amaa ná ajuàn’ xkaràdi,
ikíín tsí nùkuxè nàún khamí nònè ngínií ijíín go’ò ná júbàá.

Xó ma’ ikhaa nìnìñuu xndú tsígùn’ ná awún rómbo
ná ikhóo idi rí jagò tsingìna,
khamí nìnìñuu igi’ tsí mixtíin ná  awún xnu’ndóo mbro’ón,
khamí nìnìñúu ná awún ixè kafé
tsímbi ná naxtraka minà rí tsingìna ló’.

Xó ma’ ná awún ìtsuu ni’khá ragàjáa iya idúun
ijíín go’ò Marutsíí tsí nimbaxù gajmíí,
ijíín go’ò tsukuè nindxáwuè ná nituxuù yojndá’ khamí itsí,
rí maxa’ga ji’yáa gonè xàbò.

Xàbò tsí judà anjuàn’ nìxùdaa xtá inuu,
khamí nìstrakée mbá xkamida’ rí mbijua ná xpapòò,
atsú tsákuun idúu àñà’ ná ñawún,
ikànjgóo ikhaa nìgi’dúun nìgùdíi xàbò
mí ni’gíì rí tsingìna inuu ixè xàphoo xuajiún.

Numuu mbí’i rukhuè, nakhí rí nìgàji’yáa
nùthée rí tsáà xàbò júbà ñajuán xò’,
maján ènè xò’ ñajún rukuè me’
numuu rukuè tsétsé nagùwá xàbò
tsí nagòo ju’díin ijíín xuajèn.
khamí nùdíí  ga’kho ná ñawún èjèn tsúkuè.


XII

Nigua’núu xàbò maxíín

Nigua’núu xàbò maxíín
mùtsìka iná xndú àkhà’ rá me’,
ni’kha ra nunjgòò a’wá
ná awún ajuán’ rí nuthara’a mijnà anguián ló’,
xugè’ rí gakho rá,
tráma xuá xkókó idxúun nigua’níi,
asndó nuníí màxa jambaà ná igóò,
asndó xó nakhún àkuán nakhún
rí natsimuun ná inuu ixè,
rí naguathán ná bòò
ná ndu’yée xañúu ño’ón Marutsíí.

Nigua’níi ná rawún matha,
niyáxúun ijíín go’ò,
gájmàá xkamida’ rí mbijua
niriguíì a’ó bègò ná mikuíí,
khamí nìxu’dáa ngàmí ná xoxta’ ló.

Nigua’níi nònè ndúwee mbámbá tsígu,
nùriguii ajngáa wa’a tsúda ló’
rí magòò murathúun nìma
tsí nuñawuán iná xndú àkhà’.

Xó ma’ anguián ló’,
niruwá mijnè nìgúyúun xàbò tsí maxíín,
tsúkuè nirí’ña
rí nimbá mùxunii, ninda’à mbá xède,
mbá tsotón, khamí ijíín go’ò Marutsíí,
ikiin júwè mòne mbáníi rí na’than xuajèn
xí najanúu tsígèjña me’.








Lento paso

1

Si el silencio construye más que la palabra, guardaré la palabra, la quitaré de mi piel, dejaré que hormigas arranquen mi lengua, que la tormenta inunde al niño de mi oído, mi cuerpo ya no dirá nada más y mis manos, mis huesudas manos amarillas se quedarán donde pega el sol, bajará mi cuerpo de entre mis dedos, se detendrá en tu boca, abriré un día y echaré mis ojos para que se queden contigo, luego entonces, llenaré de silencio mis huecos, sembraré aves en los acentos que deambulan los sueños y sólo después, ya no me verás sonreír, ni buscar la palabra en tu frente de tierra, ni seguir el aire con que compones tus días, porque te construiré en silencio, también te abriré un tiempo donde serás: río, pájaro corta nube, ojo de noche, lengua de lluvia, y yo seré, piedra torcida, vientre de hueso, entonces, el frágil esqueleto del cuerpo hueco se quedará ahí pensando donde tuerce el silencio la palabra y construye tu nombre.


2

Hay en el temblor un frío que llega laminado, se instala en la palma con que te tiemblo, un hueso que mide los fantasmas del sueño, silogismo que te enciende miedosa en lámpara de mar, donde guarda tu carne el amarillo vuelo, ¿hubo un remolino de aves en la niña de tu oído?, las zancas hicieron días en el ombligo de tus dedos, terroso y agrio brota el gozne del augurio ¿Y si por ejemplo, habitara una noche en el filo de la espina, si fuera murciélago en la cueva de tu vientre?, el agua de vuelta, abeja en la punta de tu labio, ¿hay un nido de vuelos nocturnos que llevan a ti?


3

De otro tiempo ha emergido este paso, lento en tu pecho de ave descalza, que no sabe ni cómo le viene el gorjeo donde se sentó la noche a crear  posibilidades que no he sido, esos “otros” que construyen ríos y han venido a tu piel, a sembrar redes con que se amarra el sudor de tu ombligo, nuestro ojo tendido de arañas, origen, esperanza que esconde el faisán que no llegará. Yo, casa de tormenta, garganta que busca la gota de tu lluvia, en el cruce de los otros que soy.


4

Caigo del hueso, entre el vuelo de la palabra sueño tu ombligo, caigo en la grieta donde anidaron las aves que florecieron tu lengua de lluvia, caigo en el aullido de los terribles niños que fui, en el umbroso ojo del venado donde empezó la palabra, caigo en el gorjeó de la saliva, en la constelación del silencio que guarda nuestros pasos.



TSÍ  NÒNÈ MÌJNÁA GÀÁ / CONVERTIRSE EN ARMADILLOS


I

Trabajar 

Acostumbrados a ver a sus hijos irse,
convertirse en armadillos
para acorazar la nostalgia,
para cruzar Chilapa bendicen sus ayates,
los llenan de esperanza y totopos
para mitigar el hambre de los caminos,
sus abuelos amarran en las cruces
las piedras de sus nombres
y los obligan a escupir en los dinteles de la puerta
para que pronto regresen,
que siempre encuentren el camino a casa
y su cuerpo sediento
vuelva a beber la saliva que les midió el primer paso.


II

La mujer del rayador

Se conocieron en los surcos
en donde se agacha la pobreza
y azota la avaricia,
él la trajo a su pueblo
para vestir en sus manos las flores del diablo.

Ella se encaminó a los colores de su Montaña,
a sus ganas de rayar su cuerpo hecho bola,
a sus noches de yunta para sanar la tierra
y sembrarle retoños del desvelo.

Él decidió regresar a la Sierra
para buscar con qué tapar el hambre
que hacía arañas en sus vientres,
en las hojas que se llenaban de vacío,
se fue diciendo a sus dos hijas, ahí vuelvo.

Ella se quedó con las palabras
que había aprendido para amarlo:
nàndo jayáa dxoò,[1]
majan xtáa gájmàá nindxáa,[2]
tal como se ama a los hombres de estas tierras,
pero se quedó con sus ojos de hoja seca,
con sus labios de tierra roja,
esperando a que volviera
y nunca volvió.

[1] Te quiero mi compañero.
[2] Vivo bien contigo.


III

Los vieron llegar

Los vieron llegar
cargados de cosas
que habían comprado
para ofrendar a sus muertos,
hacía doce meses
que el silencio crecía en las barrancas,
en los brazos y pechos que dejaron,
no lo hubieran creído sus hijas,
si no hubiera sido por el taxista
que desde el alta voz
rompía el silencio,
para que los familiares
le pagaran el viaje de Acatepec.

Así creció el rumor
en bocanadas de aire,
que los que se van a rayar a la Sierra,
regresan en su día
para abrazar el dolor
y la ausencia con que se fueron.





I

Ñajún 

Nduyáa má’ rí xkua’nii nagòò ijíín mbámbá gon’,
nònè mìjnáa gàá
ikànjgóo rí maxa’nè gùkuu rí tsingìna tsúdùùn,
numuu rí manungúun rawún Xkuà Miñáá,
anúun nònè tsakuramaa amuu,
nùdríyée akuìn khamí goma xigu’ awún amà rukuè,
ikànjgóo maxnáa tsíake nè,
khamí màxa xkidxúun ná jambaà,
xó ma’ xi’ñun, nuru’wáa mbi’yúun ná krusè xàna,
khamí nutúun tsukuè rí mònduthá ná rawún xkrúga,
ikàjngóo wapha athangìin,
ikàjngóo xagì’níí wèñoon rí muxkamaa jàmboo gù’wún,
xó ma’ akuìn xí nanjdáò nè mathangáa nè magàan iya
rí niguxnúu nakhún nakí rí giníí jàyu nigóò.


II

A’guí xàbò tsí naxnúu ikhoò iná xndú. 

Nènè nùwì mijnée ná rìyóo jùbà’
ná nagradúun rí tsingìna,
khamí nagumáa ló’ mendako e’nè mbuka,
ikaa ni’khaa jayáa dxá’gù ná xuajiún,
rí magòò ma’níi ñawún tsukuè gájmàá ri’yúu gíxaa.

Xó ma’ dxá’gu ni’kha ná ki’nii e’nè re’è ná jambòò júbà,
numuu rí nandóo jayóo dxáma,
numuu rí nandóo mbi’ya ra’à asndó xó iná xndúu àkhà’,
khamí ìdo na’nè mbro’ón nagùathúun xkandajóo dxáma
khamí nònè màján júbùun asndó idúu natsúun.

Ndáwuá dxáma nithangáa ná Sierra,
niga’yée ñajún rí marugáa rí naxkidxúun,
ikaa rí nitaximijnà ga’ò ná awún,
ná inuu iná  xndú àkhà’ niguanúu  jambò,
ni’thún ná ajmíi ijíín, nakhá mathángúun náà.

Xó ma’ dxá’gù nìguanúu gájmàá ajngòò dxáma,
anjgáa rí nìmayúun, rí ma’thún dxáma rí nandóo ja’yóo:
nando’ jayáa dxoò, majan xtáa gájmàá nindxáa,
asndó xó nàndún juya mijná jiamà tsí jùwá ná xuajían ló’.

Asndó xugè’ gì’thún dxá’gù,
asndó xó iná ninjdóo ja’nii idúu,
niguanúu rawún rí xó màña’ jùbà’ ja’níi,
niguanúu gi’thún rí mathangáa dxáma,
mí dxáma nanguà nithangáa.


III

Nigua’núu

Niwi’ñúun nakhí nigua’núu
judée wají rí nitsíi
rí mònè gamakuí dxún nìma,
timba guwá’ ijma gòn’ nè’nè nakhí rí nigòò
timba guwá’ ijma gòn’ e’nè rí nigajáa rí tsingìna ná rawún matha,
ná ñawún khamí xoxtún gu’wíín tsí niguanúu ná gu’wáa,
tanìmbuún ijíín xí ra’kha numuu taxista tsí nìrigù a’wá,
numuu nandoo rí maguma nùmáa
numuu rí ni’kha jagúun xàbò tsúkuè
asndó ná Wi’íin.

Xkua’nìi ni’kha ragájaa a’wá ná inuu gìña,
rí angìán ló’ tsí nagòò nuxnaa ikhoò iná xndú àkhà’ ná Sierra,
nathangììn ìdo najanú mbi’yúun,
nathangììn duyara’á ga’kho
khami rí tsingìna rìgà’ xó má rí nigòò.









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