JOSÉ GONZALO MORANTE
(Perú, 1929-2003), muere en el más completo olvido, en la soledad más absoluta, sus libros y su biblioteca fue rematada por la dueña del apartamento en donde él vivía o moría de amor en la avenida Wilson 1522-(304)en la esquina con el Paseo Colón, en pleno Centro de Lima en ese lugar residió muchos años y los últimos de sus días de su vida.
Una parte de esos libros llegó al negocio de Ángel Izquierdo Duclós, entre ellos el único poemario que publicó en vida: "El Mentir de las Estrellas"(Líma, 1988). Libro en donde revela una gran sensibilidad humana, artística y social. Y la plaquette(20 páginas) "Para que tú me ames" publicada el 20 de julio de 1991, en donde se encuentra el poema "Para que tú me ames" que le da el título al cuadernillo de poemas compuesto por veinte poemas románticos y amorosos.
La aparición de "Para que tú me ames"(1991) significó un acontecimiento para los amigos que lo admirábamos y queríamos. Efectivamente, cuando Gonzalo Morante recitaba "Para que tú me ames" se emocionaba hasta las lágrimas. Uno de los recuerdos bellos que tengo de Gonzalo Morante, en verdad, podría mencionar varios; pero comtaré simplemente aquel en el que me obsequió una copia escrita a máquina de "Para que tú me ames", esa misma noche le dio otra copia a Hudson Valdivia, que nunca lo declamaría ni lo difundiría por encontrarse en un período de franco alcoholismo que posteriormente lo llevaría a la muerte.
La revista "Fastos" ese mismo año hizo un extracto de la plaquette "Para que tú me ames".
Poeta mayor y profesor universitario por muchos años. Fue un gran amigo a carta cabal y sobre todo poeta por excelencia. José Gonzalo fue admirado por los poetas de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA) en la década del 80. Escribió dos grandes poemarios "Qué puedo hacer mujer que me ames" (1985) y "El mentir de las estrellas" (1988), publicadas por la ANEA.
JOSÉ GONZALO MORANTE Y SU POÉTICA
El poeta nicaragüense Ernesto Cardenal escribió: “El primer lenguaje fue la poesía. La prosa vino luego. La poesía mantiene vivo los ideales y anuncia un mundo mejor (…) La poesía es anuncio y denuncia. Anuncio de un mundo nuevo y denuncia las injusticias”. Justamente el poeta Gonzalo Morante en las múltiples conversaciones que tuvimos en la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA), él solía concordar con el pensamiento de Cardenal acerca de la poesía. Morante fue un poeta maduro y un gran convencido de que el hombre debe luchar persistentemente para dar nacimiento a un mundo nuevo y mejor.
José Gonzalo Morante apostó por la poesía de la vida, del amor y la esperanza. Su poesía se caracteriza por su frescura lírica y su rica expresividad literaria. La originalidad está presente en los poemas de su obra poética “El mentir de las estrellas”. Usó con mucha mesura los recursos literarios al escribir poesía, sin caer en la exageración. La obra de Morante es corta, pero es sumamente apasionada e intensa. El poeta ha bebido para enriquecerse poéticamente de la obras de Gustavo Adolfo Bécquer, su admirador, del inmortal César Vallejo y del genial Pablo Neruda. Él me confesó que la obra nerudiana “20 poemas de amor y una canción desesperada”, es lo más grande que se ha escrito sobre el amor.
“Para que tú me ames” es su poema emblemático. Siempre lo leía llorando en la Asociación Nacional de Escritores y Artistas y de paso también hacía derramar lágrimas a los poetas y otros oyentes. Su sufrimiento de poeta enamorado por un amor imposible siempre me contagió
El amor frustrado y no correspondido produce en el poeta Morante una profunda depresión y un inmenso dolor que lo devora de a poco, que lo lleva a hablar con la naturaleza que es su aliado:
“Para que tú me ames he de hablar con el viento,
he de hablar con la noche, he de hablar con la flor.
Y hablaré con la luna que va en mi sentimiento,
Iluminando mi alma para hablarte de amor”.
El poeta obsesionado por el amor de una mujer que no corresponde a sus nobles y sinceros sentimientos, delira sumergido en un mundo de ensueño:
Para que tú me ames volaré a los mares
y me iré por la altura que despierta al jazmín;
yo buscaré en la estrella nuestro ramo de azahares
y soñaré contigo nuestra dicha sin fin.
La angustia del poeta crece cada vez más porque se encuentra inmerso en la soledad y el desamparo. Su sufrimiento por el amor de una mujer lo lleva a un delirio que lo envuelve de fiebre, alejándolo de la realidad:
Para que tú me ames incendiaré el aroma
y bajaré mil veces hasta tu corazón;
he de escribir tu nombre con candor de paloma
y el ruiseñor cantando te dirá mi pasión.
El discurso literario se vuelve pesimista en la última estrofa del poema porque el poeta enamorado que está al borde de la desesperación le pregunta a la mujer que ama con una voz melancólica, qué debería hacer para que ella le ame y no le haga sufrir más ya que no se merece esa indiferencia hiriente. El dolor que siente por la ingrata mujer inconmensurable. Al final de todo el discurso poético de Morante se torna fatalista porque el poeta le pregunta por última vez ¿Acaso debo morir para que tú me ames?
¿Qué deseas que yo haga para que tú me ames?
¿Qué deseas que yo haga para ya no sufrir?
¿Qué deseas que yo haga para que tú me llames?
¿Para qué tú me ames, debo acaso, morir?
La forma del poema “Para que tú me ames” es sencilla y carece de adornos retóricos tradicionales ya que facilita al lector realizar una lectura ágil y una rápida comprensión.
Rafael Alvarado Castillo
Los poemas de José Gonzalo Morante
La vida
Es el grito perlado de la rosa,
es la espuma soñada del rocío,
es el vuelo del agua en aquel río,
es la sangre de un día que se empoza.
Es de tu amor imagen dolorosa,
es de tu piel razón o desvarío,
es de tu corazón el albedrío,
eres tú, que te yergues olorosa.
Es el mar que en su música se inclina,
es la constelación de la azucena,
es el canto que en el amor se empina.
Tal es la vida que nos encadena:
es la rosa pero también la espina
la alegría pero también la pena.
Ballet
A mis alumnas de la Escuela
Nacional de Ballet
Si te paras de puntas como un sueño
mientras tocan el piano de la brisa,
canta o golpea el mármol de tu risa
y avivas con tus pies algún ensueño
La música de un beso muy pequeño
bailas con levedad de una sonrisa
y entonces, con el viento hecho ceniza,
arden mis horizontes como un leño.
Las golondrinas marcan tu camino,
y el movimiento es hierro en tu batalla:
ser planeta de lirio, ese es tu sino.
Y es del amor tu corazón metralla
y te hundes como espada en mi destino
cuando tu cuerpo en música te estalla
La vejez del amor
Cómo has envejecido, amor.
En tu piel las arrugas van como las olas,
por tu boca pasa la sombra de los besos.
Cómo has envejecido, amor,
lejos de mí.
Sobre tus sienes veo el polvo de los sueños
y entre tus párpados, la aurora de tus lágrimas.
En tu talle brillaba la luna,
en tus senos ondulaba la música,
en tus muslos se adelgazaba el día.
No me dejaste encender los carbones de tu corazón
ni regar tus rosas con el rocío de tu aliento.
No fue mío el huracán de tus cabellos
ni en mis campos floreció la primavera de tus caricias.
En tu risa, que era jaula de un ruiseñor,
caen como hojas secas los trinos en otoño.
Cómo has envejecido, amor,
lejos de mí,
Ven, sin embargo,
ven que quiero amarrarme al mármol de tus venas
y sentir el trompo de tu sangre,
Ven que hay frescura en la lluvia de mis manos
y en mis ojos recuperarás la juventud.
PARA QUE TÚ ME AMES
Para que tú me ames he de hablar con el viento,
He de hablar con la noche, he de hablar con la flor
Y hablaré con la luna que va en mi sentimiento
Iluminando mi alma para hablarte de amor.
Para qué tú me ames yo volaré a los mares
y me iré por la altura que despierta al jazmín;
yo buscaré en la estrella nuestro ramo de azahares
y soñaré contigo nuestra dicha sin fin.
Para que tú me ames incendiaré el aroma
y bajaré mil veces hasta tu corazón;
he de escribir tu nombre con candor de paloma
y el ruiseñor cantando te dirá mi pasión.
Para que tú me ames me miraré en tus ojos
y sentiré tu fresco rocío de mujer;
en la noche callada hablarán los sonrojos
y serás más hermosa si me quieres querer.
Si me amas, habrá fiesta en un cielo de rosa
y sonará la música con olor a claveles:
yo llenaré de besos tu boca rumorosa
y mojarán mis manos los lirios de tu piel.
¿Qué deseas que yo haga para que tú me ames?
¿Qué deseas que yo haga para ya no sufrir?
¿Qué deseas que yo haga para que tú me llames?
¿Para qué tú me ames, debo acaso, morir?
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