CONRADO ALZATE VALENCIA
Caldas, Colombia, 1962. Poeta y ensayista.
Miembro del movimiento Poetas del Mundo, de la red de Escritores Latinoamericanos y de la Unión Hispanoamericana de Escritores.
Ha participado en cinco Nuevos Juegos Florales de Manizales (1998, 1999, 2000, 2005 y 2009), tres Encuentros de la Palabra (Riosucio, 1993, 1996 y 2006), III Feria Iberoamericana del Libro: “La palabra la tienen los poetas” (Manizales, 2000), Primera Muestra Internacional de Poesía: Palabra Nocturna (Pereira, 2000), Octava Feria del Libro Ciudad de Manizales: “Lectura de Poesía” (2007), Décimo Festival y Sexta Muestra Iberoamericana de Poesía (Manizales, 2008), Segundo Festival Nacional de Poesía de Amor y Desamor (Riosucio, 2008), III, IV y VI Encuentro Universal de Escritores: Vuelven los Comuneros (Santander, 2009, 2010 y 2012), VIII Festival de los Ocobos: Encuentro Nacional de Escritores (Ibagué, 2010), XIV Encuentro Internacional de Poetas (Zamora, Michoacán, México), Encuentro Internacional: “Poetas en el Equinoccio” (Pereira y Dosquebradas, Risaralda, 2010, 2011, 2012 y 2013), Primera Ruta Poética del Occidente Colombiano (Tuluá, Caicedonia y Sevilla, Valle del Cauca, 2012), III y IV Encuentro Internacional de Poesía por la Paz (Guarne, Venecia, Amagá, Guatapé, Itagüí, Bello, Medellín, Antioquia, 2011 y 2012), entre otros eventos.
Ha publicado los libros de poesía: Paraísos inexistentes (2000), Canción de Ahasverus (2000), Escrito en el viento: versos de amor y desamor (2004), Sílabas humanas (2004), Memoria de la sangre (2006), dos ediciones de Apología de los dragones (2007 y 2008), Cantos para anunciar la luz: antología personal (Colección “50 poetas colombianos y una antología”, 2010), Poemas ecológicos (2012) y Apenas voy para las cosas (Colección de Poesía “Tulio Bayer”, 2013). Sus textos han sido publicados en Hipsipila: Revista Cultural de la Universidad de Caldas, Juegos Florales: Revista de Literatura del Centro de Escritores de Manizales, Revista Mefisto, Luna Nueva, Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República, La Avispa (Mar del Plata, Argentina), entre otras. También ha dado a conocer su obra en periódicos, suplementos literarios, páginas electrónicas y portales de Colombia, Perú, Chile, Argentina y México.
Es Fundador-Director del Taller de Poesía “Carlos Héctor Trejos Reyes” y del Festival Nacional de Poesía de Amor y Desamor, de Riosucio, Caldas. En la actualidad es Coordinador de la Biblioteca El Bosque, de la ciudad de Manizales”.
ARENGA PARA EL HOMBRE
Somos el secreto, el conjuro y la llave.
Somos el camino que trazó el ángel del bosque.
Somos el poder y la puerta que os llevará
hasta los jardines del inquisitivo Adán.
El rey de la tierra nos enseñó a ser generosos
con los seres que valoran nuestra misión.
Colocad vuestro oído en la savia, en el dosel,
en los tallos y oiréis la palabras del origen.
Encended la lámpara de vuestros sentidos
y veréis los elegidos cruzar el umbral del paraíso.
EL RÍO DISCURRE POR LAS CASAS
Los muros tienen sentidos como los seres vivos.
Por ellos discurre el río con sus voces y misterios.
Los seres del agua llegan enredados en la arena
y las piedras con las que construimos las casas.
Por esta razón a veces sentimos presencias
que nos desaprueban y estrujan nuestras cosas.
Y escuchamos murmullos, cantos de sirenas
y el dialogo inagotable del agua y las ondinas.
Por esta razón la abuela dice que nos cuidemos
de lo que hacemos en la soledad de nuestro cuarto.
Las paredes y las baldosas de la casa están llenas
de espíritus que los albañiles atrapan con sus plomadas.
EL OSO DE LA PRADERA
En este verano no encontró salmones
ni caribúes, ni frutas, ni vegetales.
En su territorio sólo halló juncias, raíces,
aves de rapiña y casas humeantes.
Y aún él no cuenta con la grasa y el peso
que requiere para soportar el largo invierno.
Por eso en el próximo verano, no saldrá
a buscar alimento en el río y la pradera.
El oso se quedará en la guarida, sumido
con su osezno, en un eterno letargo fisiológico.
INVOCACIÓN A LA PIEDRA
Tú, que has vencido el paso implacable de los años
y por lo tanto eres capaz de detener las ruedas del tiempo.
Tú, que no posees vocablos de ningún idioma
y sin embargo te comunicas con los sabios de mi aldea.
Tú, que estás cerca de la inmortalidad y los enigmas,
enséñame los secretos de tu permanencia en esta tierra.
Aparta el musgo de tu piel y muéstrame tu verdadero rostro.
Háblame de los mensajes que hay en tus signos extraños.
No entregues tus labios sólo al espíritu de mis antepasados.
Permite que yo también sea tu humilde interlocutor.
ARENGA DE LAS VENTANAS
A través de nosotras la casa puede observar
las nubes que discurren por las colinas lejanas,
el encanto de los árboles y el alfabeto de la lluvia.
Todos los días nos abrimos para que el viento
avive el fuego de la cocina, para que los pasillos
y la sala se iluminen con el canto de los pájaros.
Somos dóciles con la luz, con las mariposas,
con el perfume y los espíritus de la huerta.
Somos enemigas silenciosas de la oscuridad.
Sin nosotras la casa sería una construcción insípida,
perdida en el corazón de los cafetales y la soledad.
Sin nosotras la casa no tendría ojos, ni color, ni vida.
EL DESIERTO
Yo fui dulce y generoso como vuestros padres,
yo tuve bosques, ríos, cultivos, reyes y Dioses.
En mí florecieron los sueños de altas civilizaciones.
Pero ahora soy un infierno de guijarros luminosos,
un reino despreciable de alacranes y crótalos.
En mis dunas sólo crecen árboles de fuego.
Hace años que desaparecieron mis cisternas
y que el cielo no me envía una gota de agua.
Ya no sé cómo son las nubes, los peces y las ranas.
Las caravanas me temen porque sé canciones
para confundir y enloquecer a los hombres,
porque he sepultado en la arena las más bellas ciudades.
EL PESCADOR
Vivo cerca del río, en los viejos naranjales
que sembró mi padre; allí fabrico redes
para capturar peces y estrellas en la noche.
Cuando salgo de casa, en las mañanas,
me encomiendo a los espíritus del agua
para que iluminen mis oficios y mi vida.
El río me enseñó sus plateadas sendas,
su idioma, sus mejores canciones y alegrías;
por eso yo, sólo veo con los ojos del agua.
De él aprendí que los remansos son el cielo
de los peces, de las ninfas y los ahogados.
En el río aprendí a ser un pescador de secretos.
GÉNESIS DEL ÁRBOL
Cuando no existía el árbol,
los pájaros construían sus nidos
en los follajes invisibles del cielo.
Pero un día el espíritu de la tierra
engendró el árbol para que fuera
la casa de los frutos y las alas.
Y desde ese momento los pájaros
fabrican cantos para anunciar la luz
y celebrar las maravillas del árbol.
HABITANTE DE SAVIAS
A Julio César Arciniégas Moscoso
He vivido en el árbol de fuego de la colina,
en el ángel que lo nutre y lo protege del hacha,
en el musgo y las aves que habitan sus ramas.
En la noche sueño con la sangre de sus frutos,
con el vestido de sus flores y los ojos felinos
que me lanzan hojas con su arco de sigilos.
De tanto habitar el árbol y otear desde su copa,
aprendí el idioma de los bosques y las ninfas.
Yo bebo enigmas en el vaso oculto de la savia.
DIARIO DE UN SECUESTRADO
A Oscar Tulio Lizcano González
Estos seres humildes, de ojos taciturnos,
han sido mis alumnos durante ocho años.
Yo les he enseñado con devoción lo poco
que he aprendido en el mundo de los humanos.
Estos seres son los tableros y las páginas
donde escribo con lágrimas mi poesía.
Ellos son más atentos y poseen más dulzura
que los hombres que me han quitado la libertad.
Los árboles de esta selva son todo lo que tengo,
son mi lenitivo, mi amuleto y mi canción.
MONÓLOGO DE LAS ONDINAS
Nosotras somos tan reales como los huesos
y las llamas de sangre que crepitan en el humano.
Las manos verdes y laboriosas de la naturaleza
nos hicieron de los efluvios y la música del agua.
Unos nos han visto pintar las piedras del río
y llevar a la superficie del agua a los ahogados.
Otros nos han visto danzar en la ribera y las olas
y sin embargo dudan de nuestra existencia.
Nosotras somos deidades de los mares y la lluvia;
somos el misterio, la vida y los ojos del agua.
SOLILOQUIO DE LA PIEDRA
Soy un libro que contiene el origen de los seres
y las cosas, la historia de viejas civilizaciones
y los poderes que me engendraron en estos montes.
El hombre con frecuencia indaga mis secretos,
pero yo siempre callo, jamás muevo mis labios.
Las palabras y el ruido no forman parte de mi mundo.
Mis pensamientos y mis sueños son intraducibles
como el sonido del mar y el canto de las aves.
Sólo los espíritus del bosque comprenden mi lenguaje.
TUS MANOS
Tus manos crearon los árboles
para los seres de la tierra y el aire,
para las cigarras y el caminante.
Ellas los hicieron para el ojo humano,
para el alma, para que veamos
la belleza que derrama tu creación.
Y todas las mañanas tus manos,
los riegan con una lluvia de hálitos,
de colores, de mariposas y de pájaros.
Tus manos, Señor, radiantes y puras,
deben tener los arcanos y la inocencia
que reinan en tus hijos de celulosa.
ROGATIVAS
Hacedor de milagros para mi pueblo; creador
de bosques húmedos, de líquenes y pájaros.
Instala tu inmenso toldo de niebla sobre esta tierra
de osos, de cazadores, de secretos y leyendas.
Bendice los ríos y los lagos con tus manos de agua
para que en ellos nunca falten salmones para el águila.
Escucha, oh Dios de la Lluvia, nuestras oraciones.
Haz que tu espíritu viva siempre en estos montes.
No importa que tus aguaceros estropeen las aldeas
y en la noche los niños no puedan contar las estrellas.
MONÓLOGO DE LAS PUERTAS
Somos hermanas de las ventanas, fieles guardianas
de los objetos del hombre, de sus sueños y alegrías.
Nosotras venimos del humus, de la semilla, de la savia,
de las altas jerarquías que rigen los bosques y la tierra.
En su taller de geometrías el ebanista nos dio elegancia
y movimiento; nos ligó al misterio de la arquitectura.
El ángel del bosque nos roció con sangre de cordero
para protegernos de la levedad y los demonios.
Por eso tras nosotras hay un reino íntimo y puro;
un reino donde la muerte no tiene poder ni convicción.
SOÑADOR
Préstame el más humilde de tus poderes, hermano,
el ángel de la tierra, las semillas de luz, los pájaros,
el viento y los rumores que mueven tu misterio.
Préstame, silente, el idioma nemoroso de tus sueños.
Préstame por una noche el unicornio de tus ojos,
el magnetismo de tu tallo, la oración de tu silencio
y el agua que nutre tus entrañas desde tu nacimiento.
Préstame, benefactor, las imágenes de tus sueños.
Préstame el arquitecto de tu destino y de tus años,
los milagros que espigan en tus manos verdes
y la sonrisa de los niños que juegan a tu alrededor.
Préstame, soñador, los frutos dulces de tu sencillez.
INTERPRETES DEL ORIGEN
Tal vez ellos, han conjugado
y pronunciado perfectamente el verbo
que creó el mar, la tierra y el cielo.
Y con sus armoniosas canciones,
han escrito en los cuadernos del aire
las palabras sagradas del origen.
Tal vez ellos, con su idioma límpido
como los ojos de los niños, han abierto
ya las veredas y cerrojos del paraíso.
Miembro del movimiento Poetas del Mundo, de la red de Escritores Latinoamericanos y de la Unión Hispanoamericana de Escritores.
Ha participado en cinco Nuevos Juegos Florales de Manizales (1998, 1999, 2000, 2005 y 2009), tres Encuentros de la Palabra (Riosucio, 1993, 1996 y 2006), III Feria Iberoamericana del Libro: “La palabra la tienen los poetas” (Manizales, 2000), Primera Muestra Internacional de Poesía: Palabra Nocturna (Pereira, 2000), Octava Feria del Libro Ciudad de Manizales: “Lectura de Poesía” (2007), Décimo Festival y Sexta Muestra Iberoamericana de Poesía (Manizales, 2008), Segundo Festival Nacional de Poesía de Amor y Desamor (Riosucio, 2008), III, IV y VI Encuentro Universal de Escritores: Vuelven los Comuneros (Santander, 2009, 2010 y 2012), VIII Festival de los Ocobos: Encuentro Nacional de Escritores (Ibagué, 2010), XIV Encuentro Internacional de Poetas (Zamora, Michoacán, México), Encuentro Internacional: “Poetas en el Equinoccio” (Pereira y Dosquebradas, Risaralda, 2010, 2011, 2012 y 2013), Primera Ruta Poética del Occidente Colombiano (Tuluá, Caicedonia y Sevilla, Valle del Cauca, 2012), III y IV Encuentro Internacional de Poesía por la Paz (Guarne, Venecia, Amagá, Guatapé, Itagüí, Bello, Medellín, Antioquia, 2011 y 2012), entre otros eventos.
Ha publicado los libros de poesía: Paraísos inexistentes (2000), Canción de Ahasverus (2000), Escrito en el viento: versos de amor y desamor (2004), Sílabas humanas (2004), Memoria de la sangre (2006), dos ediciones de Apología de los dragones (2007 y 2008), Cantos para anunciar la luz: antología personal (Colección “50 poetas colombianos y una antología”, 2010), Poemas ecológicos (2012) y Apenas voy para las cosas (Colección de Poesía “Tulio Bayer”, 2013). Sus textos han sido publicados en Hipsipila: Revista Cultural de la Universidad de Caldas, Juegos Florales: Revista de Literatura del Centro de Escritores de Manizales, Revista Mefisto, Luna Nueva, Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República, La Avispa (Mar del Plata, Argentina), entre otras. También ha dado a conocer su obra en periódicos, suplementos literarios, páginas electrónicas y portales de Colombia, Perú, Chile, Argentina y México.
Es Fundador-Director del Taller de Poesía “Carlos Héctor Trejos Reyes” y del Festival Nacional de Poesía de Amor y Desamor, de Riosucio, Caldas. En la actualidad es Coordinador de la Biblioteca El Bosque, de la ciudad de Manizales”.
ARENGA PARA EL HOMBRE
Somos el secreto, el conjuro y la llave.
Somos el camino que trazó el ángel del bosque.
Somos el poder y la puerta que os llevará
hasta los jardines del inquisitivo Adán.
El rey de la tierra nos enseñó a ser generosos
con los seres que valoran nuestra misión.
Colocad vuestro oído en la savia, en el dosel,
en los tallos y oiréis la palabras del origen.
Encended la lámpara de vuestros sentidos
y veréis los elegidos cruzar el umbral del paraíso.
EL RÍO DISCURRE POR LAS CASAS
Los muros tienen sentidos como los seres vivos.
Por ellos discurre el río con sus voces y misterios.
Los seres del agua llegan enredados en la arena
y las piedras con las que construimos las casas.
Por esta razón a veces sentimos presencias
que nos desaprueban y estrujan nuestras cosas.
Y escuchamos murmullos, cantos de sirenas
y el dialogo inagotable del agua y las ondinas.
Por esta razón la abuela dice que nos cuidemos
de lo que hacemos en la soledad de nuestro cuarto.
Las paredes y las baldosas de la casa están llenas
de espíritus que los albañiles atrapan con sus plomadas.
EL OSO DE LA PRADERA
En este verano no encontró salmones
ni caribúes, ni frutas, ni vegetales.
En su territorio sólo halló juncias, raíces,
aves de rapiña y casas humeantes.
Y aún él no cuenta con la grasa y el peso
que requiere para soportar el largo invierno.
Por eso en el próximo verano, no saldrá
a buscar alimento en el río y la pradera.
El oso se quedará en la guarida, sumido
con su osezno, en un eterno letargo fisiológico.
INVOCACIÓN A LA PIEDRA
Tú, que has vencido el paso implacable de los años
y por lo tanto eres capaz de detener las ruedas del tiempo.
Tú, que no posees vocablos de ningún idioma
y sin embargo te comunicas con los sabios de mi aldea.
Tú, que estás cerca de la inmortalidad y los enigmas,
enséñame los secretos de tu permanencia en esta tierra.
Aparta el musgo de tu piel y muéstrame tu verdadero rostro.
Háblame de los mensajes que hay en tus signos extraños.
No entregues tus labios sólo al espíritu de mis antepasados.
Permite que yo también sea tu humilde interlocutor.
ARENGA DE LAS VENTANAS
A través de nosotras la casa puede observar
las nubes que discurren por las colinas lejanas,
el encanto de los árboles y el alfabeto de la lluvia.
Todos los días nos abrimos para que el viento
avive el fuego de la cocina, para que los pasillos
y la sala se iluminen con el canto de los pájaros.
Somos dóciles con la luz, con las mariposas,
con el perfume y los espíritus de la huerta.
Somos enemigas silenciosas de la oscuridad.
Sin nosotras la casa sería una construcción insípida,
perdida en el corazón de los cafetales y la soledad.
Sin nosotras la casa no tendría ojos, ni color, ni vida.
EL DESIERTO
Yo fui dulce y generoso como vuestros padres,
yo tuve bosques, ríos, cultivos, reyes y Dioses.
En mí florecieron los sueños de altas civilizaciones.
Pero ahora soy un infierno de guijarros luminosos,
un reino despreciable de alacranes y crótalos.
En mis dunas sólo crecen árboles de fuego.
Hace años que desaparecieron mis cisternas
y que el cielo no me envía una gota de agua.
Ya no sé cómo son las nubes, los peces y las ranas.
Las caravanas me temen porque sé canciones
para confundir y enloquecer a los hombres,
porque he sepultado en la arena las más bellas ciudades.
EL PESCADOR
Vivo cerca del río, en los viejos naranjales
que sembró mi padre; allí fabrico redes
para capturar peces y estrellas en la noche.
Cuando salgo de casa, en las mañanas,
me encomiendo a los espíritus del agua
para que iluminen mis oficios y mi vida.
El río me enseñó sus plateadas sendas,
su idioma, sus mejores canciones y alegrías;
por eso yo, sólo veo con los ojos del agua.
De él aprendí que los remansos son el cielo
de los peces, de las ninfas y los ahogados.
En el río aprendí a ser un pescador de secretos.
GÉNESIS DEL ÁRBOL
Cuando no existía el árbol,
los pájaros construían sus nidos
en los follajes invisibles del cielo.
Pero un día el espíritu de la tierra
engendró el árbol para que fuera
la casa de los frutos y las alas.
Y desde ese momento los pájaros
fabrican cantos para anunciar la luz
y celebrar las maravillas del árbol.
HABITANTE DE SAVIAS
A Julio César Arciniégas Moscoso
He vivido en el árbol de fuego de la colina,
en el ángel que lo nutre y lo protege del hacha,
en el musgo y las aves que habitan sus ramas.
En la noche sueño con la sangre de sus frutos,
con el vestido de sus flores y los ojos felinos
que me lanzan hojas con su arco de sigilos.
De tanto habitar el árbol y otear desde su copa,
aprendí el idioma de los bosques y las ninfas.
Yo bebo enigmas en el vaso oculto de la savia.
DIARIO DE UN SECUESTRADO
A Oscar Tulio Lizcano González
Estos seres humildes, de ojos taciturnos,
han sido mis alumnos durante ocho años.
Yo les he enseñado con devoción lo poco
que he aprendido en el mundo de los humanos.
Estos seres son los tableros y las páginas
donde escribo con lágrimas mi poesía.
Ellos son más atentos y poseen más dulzura
que los hombres que me han quitado la libertad.
Los árboles de esta selva son todo lo que tengo,
son mi lenitivo, mi amuleto y mi canción.
MONÓLOGO DE LAS ONDINAS
Nosotras somos tan reales como los huesos
y las llamas de sangre que crepitan en el humano.
Las manos verdes y laboriosas de la naturaleza
nos hicieron de los efluvios y la música del agua.
Unos nos han visto pintar las piedras del río
y llevar a la superficie del agua a los ahogados.
Otros nos han visto danzar en la ribera y las olas
y sin embargo dudan de nuestra existencia.
Nosotras somos deidades de los mares y la lluvia;
somos el misterio, la vida y los ojos del agua.
SOLILOQUIO DE LA PIEDRA
Soy un libro que contiene el origen de los seres
y las cosas, la historia de viejas civilizaciones
y los poderes que me engendraron en estos montes.
El hombre con frecuencia indaga mis secretos,
pero yo siempre callo, jamás muevo mis labios.
Las palabras y el ruido no forman parte de mi mundo.
Mis pensamientos y mis sueños son intraducibles
como el sonido del mar y el canto de las aves.
Sólo los espíritus del bosque comprenden mi lenguaje.
TUS MANOS
Tus manos crearon los árboles
para los seres de la tierra y el aire,
para las cigarras y el caminante.
Ellas los hicieron para el ojo humano,
para el alma, para que veamos
la belleza que derrama tu creación.
Y todas las mañanas tus manos,
los riegan con una lluvia de hálitos,
de colores, de mariposas y de pájaros.
Tus manos, Señor, radiantes y puras,
deben tener los arcanos y la inocencia
que reinan en tus hijos de celulosa.
ROGATIVAS
Hacedor de milagros para mi pueblo; creador
de bosques húmedos, de líquenes y pájaros.
Instala tu inmenso toldo de niebla sobre esta tierra
de osos, de cazadores, de secretos y leyendas.
Bendice los ríos y los lagos con tus manos de agua
para que en ellos nunca falten salmones para el águila.
Escucha, oh Dios de la Lluvia, nuestras oraciones.
Haz que tu espíritu viva siempre en estos montes.
No importa que tus aguaceros estropeen las aldeas
y en la noche los niños no puedan contar las estrellas.
MONÓLOGO DE LAS PUERTAS
Somos hermanas de las ventanas, fieles guardianas
de los objetos del hombre, de sus sueños y alegrías.
Nosotras venimos del humus, de la semilla, de la savia,
de las altas jerarquías que rigen los bosques y la tierra.
En su taller de geometrías el ebanista nos dio elegancia
y movimiento; nos ligó al misterio de la arquitectura.
El ángel del bosque nos roció con sangre de cordero
para protegernos de la levedad y los demonios.
Por eso tras nosotras hay un reino íntimo y puro;
un reino donde la muerte no tiene poder ni convicción.
SOÑADOR
Préstame el más humilde de tus poderes, hermano,
el ángel de la tierra, las semillas de luz, los pájaros,
el viento y los rumores que mueven tu misterio.
Préstame, silente, el idioma nemoroso de tus sueños.
Préstame por una noche el unicornio de tus ojos,
el magnetismo de tu tallo, la oración de tu silencio
y el agua que nutre tus entrañas desde tu nacimiento.
Préstame, benefactor, las imágenes de tus sueños.
Préstame el arquitecto de tu destino y de tus años,
los milagros que espigan en tus manos verdes
y la sonrisa de los niños que juegan a tu alrededor.
Préstame, soñador, los frutos dulces de tu sencillez.
INTERPRETES DEL ORIGEN
Tal vez ellos, han conjugado
y pronunciado perfectamente el verbo
que creó el mar, la tierra y el cielo.
Y con sus armoniosas canciones,
han escrito en los cuadernos del aire
las palabras sagradas del origen.
Tal vez ellos, con su idioma límpido
como los ojos de los niños, han abierto
ya las veredas y cerrojos del paraíso.
Ecológica
Por amor a los árboles no quiero escribir más.
Ellos son la casa de los pájaros y de las mariposas.
Son diarios de los bosques y los espíritus de la tierra.
Los árboles son tan nobles como los niños.
Y no merecen ser devastados sin compasión
Para satisfacer vanidades y caprichos literarios.
Tras lo escrito en cada página hay una historia
Inexpresada para videntes, una historia nemorosa
Hecha con tinta de tallos, de ramas y de savia.
Para qué escribir toneladas de libros que no leemos
Y que terminan encajonados como objetos de museos.
La Tierra no necesita tantas letras, necesita oxigeno.
La Ciudad
No sabemos quién es el dueño de lo que vemos
Ni quién convirtió la ciudad en un supermercado.
Todos los lugares sagrados han sido pisoteados
Por una multitud de hombres angustiados y vacíos.
El ruido y la voz de los foráneos nos sacaron
De los Dioses, de las plazas y los templos.
Nuestro valioso patrimonio ha sido profanado
Por los ojos depredadores de los ambiciosos.
Ya no podemos precisar dónde están los poetas,
Los viejos amigos y el amor; la brújula es incierta.
Perdimos la capacidad de recordar y la identidad
Se hunde en el olvido como barcos en el amor.
Los seres comunes se tornaron escurridizos,
Sólo los podemos recorrer y acariciar cuando
La noche abre las aceras de las calles y los sueños.
Ahora la ciudad es un espacio de la globalización.
El judío errante sueña con una pradera
Busco un lugar que no esté gobernado por el Dios
Que me condenó a vagar eternamente por el mundo.
Deseo olvidar por un momento que soy un viajero
Acosado por el polvo y los vientos furiosos del camino.
Hoy pienso en un sitio donde pueda reclinar mi cabeza
Sin que el fuego de las maldiciones caiga sobre mi vida.
Una noche de sueño en una pradera llena de estrellas,
De hojas secas y luciérnagas sin duda renovaría mi alma.
El mutilado
Me siento como los juguetes mutilados
De mi pequeño hermano, como los objetos
Inservibles que mi madre arroja al sótano.
Ya no podré correr como mi perro,
Ni acechar los tímidos pájaros del collado,
Ni coger los tomates maduros del vecino.
Las minas que sembraron en el sendero,
Destruyeron las promesas doradas del campo,
La paz de las familias y la mitad de mi cuerpo.
A pesar de todo, mi padre cree que los pies
No son indispensables para saber de caminos,
Que también se puede caminar con la mente.
Apología de los dragones
Conrado Alzate Valencia, es uno de los poetas caldenses de obligada lectura; por tal motivo, en esta página va un ensayo sobre su poesía, su voz, sus imágenes, sobre la memoria, como así lo titula su autor, el también poeta Gabriel Arturo Castro.
Apología de los dragones: poesía con fervor o memoria simbolizada
Por Gabriel Arturo Castro
Podríamos titular la siguiente reflexión con uno de los siguientes lemas: Poesía con fervor o Memoria simbolizada. No importa la nominación. Lo vital es aproximarnos a la raíz espiritual que ha engendrado el libro Apología de los dragones. El escritor Roberto Vélez Correa manifestó que Alzate Valencia: “Ha logrado un acompasado juego del lenguaje para expresar conflictos, interrogantes, misterios, elegías y sentimientos trascendentales”. Ramón Cote Baraibar y Juan Felipe Robledo aseguran: “El autor demuestra un conocimiento del universo reflexivo y sensible que permite la estructura de poesía, y hay un acertado ejercicio de la creación de mitologías que le dan autonomía y rotundidad a los poemas. A su vez crea un mundo original rico en matices y signado por apreciaciones sólidas que consigue asombrar y seducir al lector”.
De acuerdo, en la voz lírica de Conrado Alzate Valencia domina la expresión de una poesía meditada, trascendente, llena de vigor, color, tono y calidez. Poesía que es comunicada desde un movimiento expresivo e intenso. Alzate Valencia asume el compromiso de la poesía como provocación, libre de toda atadura retórica, especulativa, decorativa o artificial. Lo primero que impresiona es su actitud personal trasladada a un lenguaje no separado de su creador, fusión de obra y autor. De entrada nos invita a recorrer territorios insospechados mediante la aventura del viaje por el tiempo, la memoria del pasado, el color exótico, turbador, de un nuevo y extraño mundo: santuarios, panales, semillas, peñascos, la casa tibia, ríos de hielo, la casa de los abuelos, libros sagrados, dragones, reptiles, diarios de guerra, el viento de la noche, la chimenea, el castillo y el fuego, el dolor, la pequeña aldea, pálidos forasteros, puentes, laberintos, una pradera llena de estrellas, el sótano de los juguetes mutilados, algo así como los habitantes de su poema Escritura, el cual dice en su primera estrofa:
Pone palabras en la piel de los frutos,
en las alas de los pájaros, en los molinos,
en los sueños de colores de los niños,
en las garras y el olfato de los felinos.
Poesía que infunde a la realidad la carga de una actitud emocional, los sueños del pasado despiertan para actualizarlos en una clara vigilia. El poeta lo expresa de manera enfática: “Desde tiempos inmemoriales estamos atados / a la mitología y a los seres de este territorio. / En él somos la conciencia y la vida del cosmos”. Lírica que podemos definir como una mezcla de universos extraños, presencia de lo fantástico, de lo espléndido, lo maravilloso y lo raro, lo cual se cumple de manera singular en el siguiente poema:
Los tigres del templo
Para nosotros, estos felinos son sagrados
como nuestros libros, nuestros santuarios
y los dioses bienhechores de las montañas.
Son seres amarillos que nos recuerdan
los tímidos rayos del sol de las nieves.
Por eso vivimos en armonía con ellos
y los cuidamos con amor todo el tiempo
como si fueran nuestra propia sangre.
Para nosotros, estos tigres son inofensivos.
Para otros, son el salto terrible de la muerte.
Construcciones imaginarias que fácilmente se condensan en nuestra realidad. Abundan imágenes sobrecogedoras de naturaleza mitológica y canalizaciones esotéricas que son desprendimientos, constelaciones, apariciones visionarias. Siempre la palabra tiene un afán de reconstrucción, donde el florecimiento de los motivos cae en tierra propia hacia la imaginación y el espíritu. Los símbolos e imágenes le dan a los poemas una continuidad necesaria de significación, en medio de aquellos aires singulares e infrecuentes, antiguos y radicalmente distintos. Los habitantes de este universo se asimilan con un movimiento repentino de asombro. La imaginación activa del autor recrea la vida en términos de tiempos y sitios lejanos, gracias a la fuerza de la analogía. El poeta despierta formas y rituales, restaura olvidadas ceremonias:
Ojo de oro del cielo que iluminas los cultivos,
los bosques, las casas y el río donde los niños
juegan con saetas de agua y peces plateados.
Aleja el rencor y el odio de nuestro pueblo.
No apagues vuestra dichosa lámpara de amor.
Evocación que conserva vigencia del presente, con base en un tratamiento fantástico. Siempre un decir vehemente, una intensidad expresiva, sostenida; la tendencia a recurrir al pasado para hacer una lectura contemporánea de hechos sublimados por la lírica personal. Sugiere, entonces, el autor, que es posible desde la poesía trazar imágenes imperecederas y símbolos como el dragón, del cual hace una defensa como ser alegórico, antiguo y arcaico, un poderoso medio a través del cual expresa debilidades, temores, ansiedades y un drama que atraviesa la obra para definir su profundidad emocional. Es menester recordar que el dragón posee connotaciones opuestas en Oriente y en Occidente. En Occidente simboliza la naturaleza más elemental y primitiva de la humanidad, que debe ser vencida por la fuerza y la autodisciplina, y en la mitología cristiana encarna a Satán y las fuerzas del inframundo. En Oriente, en cambio, el dragón se ve como un símbolo de alegría, de dinamismo, de buena salud y de fertilidad, y se piensa que su imagen protege de los malos espíritus. Es, en suma, el poder espiritual. El presente libro se acoge a la anterior noción simbólica, expresada en el poema que le da título a la obra:
Apología de los dragones
Ellos, que fueron seres alados de fuego,
hijos del Sol y hermanos del rayo,
seres que hicieron temblar el suelo
y derritieron las armaduras de los soldados.
Ellos, que volaron como el viento
por el cielo de la antigua China,
que robaron el ganado de los granjeros
y marcaron las rocas con sus llamas.
Ellos, que fueron animales extraordinarios,
tan reales como la lanza de sus verdugos,
ahora duermen en lechos invisibles de hielo.
Es la vuelta a los orígenes. Como decía Nietzsche: “El que vuelve a los orígenes encontrará orígenes nuevos”. No es una poesía evasiva o anclada sobre el pasado, sino una poesía proyectada en el tiempo, poesía que busca el porvenir. Conjuro, ritual, ceremonia viviente. “Hay en las cosas no dañadas por el hombre, en lo natural rodeado, un secreto de sencilla bienaventuranza”, afirma Fina García Marruz.
Entonces reaparecen en Apología de los dragones, fragmentos de la sustancia paradisíaca de lo no contaminado (los dioses bienhechores de las montañas, la tierra de los espíritus de la memoria, el espíritu del monte, los árboles de los pájaros, el lenguaje de la inocencia y la alegría, la noche maga, la luna coqueta y sus devaneos, las tardes de agosto, las inmensidades marinas) en un ámbito de realidad angustiosa, infernal, sedienta: “el salto terrible de la muerte”, “árboles secos”, “la brújula incierta”, “el ruido y la voz de los foráneos”, “las emboscadas grises de las nieblas”, “los pies ruidosos de los malos espíritus”, o “los pálidos forasteros de barbas luengas”.
Enfrentamiento continuo de realidades: los hombres inamistosos contra los espíritus del recuerdo; las durezas y las penas del mundo exterior frente a la casa íntima; el viento inamistoso de la noche y la noche jugadora de manos; los tigres amarillos de las montañas y el felino asolador de las pequeñas aldeas. Paraíso con infierno incluido, procedimiento que lo aleja del ingenuo romanticismo, el ingenuo, el del eclecticismo retórico y sin contenido. No, Alzate Valencia liga su expresión a aquél romanticismo que valora la conciencia subjetiva y en donde el sentimiento alcanza una jerarquía especial, inspirado en una visión dramática de la realidad que a la vez parece inaccesible, una aguda percepción individual de la naturaleza y una violenta pasión por la libertad. El escritor Mario Armando Valencia mencionó del autor su legado romántico en cuanto “al tono de tormenta e ímpetu, la exaltación y forma que transmiten sus textos”. Su protesta directa en el poema Los jurados de los concursos así lo indica: “Si ven un dictado de la soledad, del olvido, / de la angustia y la desazón de nuestro tiempo, / lo desaprueban sin piedad como si fuera/ la hojarasca y los ripios del peor romanticismo”.
Sin embargo su carácter romántico, el de mejor vertiente, se comprueba en de toda su obra a través de la variedad de formas, heterogeneidad que revela la fragmentación de su visión de mundo para nada sistemático, sucesiones de poemas sin enlaces preferentes. Ello lo menciono como una virtud, de la cual ha tomado su fuerza. El concepto de unidad aquí no es primordial, pues la obra no debe ser un todo autocontenido, según la concepción poética de Conrado Alzate Valencia.
Al interior de sus poemas es posible ver como florece la autobiografía, la confesión y las memorias. Otra característica es que el poeta no se reconcilia jamás con la realidad, siente añoranza por los periodos pasados, posee un anhelo de regresar al paraíso y enarbola una especie de exotismo que concibe una fantástica vida en sitios lejanos.
Lo anterior son las constantes y los estímulos de su imaginación y actividad creadora, junto a la última invariable que me permito comentar: su propensión al silencio y la interiorización de la obra como imposibilidad, donde el rastro de tinta es la única realidad. La primera estrofa del poema Apología del silencio lo testimonia:
Las palabras no son tan fundamentales
como creen los charlatanes insufribles.
Es mejor actuar con el lenguaje de los sabios,
es decir, con ademanes y silencios profundos.
O en el poema Mensaje desde el silencio:
Desde las regiones del silencio
donde habitan los sabios
y son inútiles las palabras,
deseo hablarte sin hablarte.
Es decir, comunicarme contigo
solamente con mis pensamientos.
La inutilidad de la palabra, porque el poeta se dirige hacia aquella zona negada por el verbo. Ausencia, marginalidad, incertidumbre, duda, vacilación, Alzate Valencia, por fortuna, detenta el escepticismo, pues sólo desea encontrar el limo de las palabras, el rastro al fondo de las sombras, no su esplendor engañoso:
Estos versos que se agitan en mis labios
como materia de un volcán en erupción,
sólo me han servido para escalar algunos sueños (…)
Con el ruido de estos versos vacíos, lo único
que he logrado es contaminar el mundo,
mancillar el papel y dejar correr la imaginación.
Y pese a ello el poeta quisiera que a través de esa sombra ausente que es la palabra, acto de fe, las cosas persistieran, se resistieran a la ausencia. Como consecuencia Alzate Valencia y su poesía se incrustan en el silencio. Silencio para acoger la palabra, dejar que el misterio irrumpa en nuestra realidad, en un espacio donde vive la imagen encarnada en sus manos y en una voz que responde al exigente llamado de la memoria. Fascinación, potencia, herida que a la vez indaga, busca, sueña e inquieta. Sólo así la evocación meditada de los sentidos posibilita el caudal de la poesía, circunstancias que son sugeridas por una palabra o una frase. Son expresiones escogidas, cargadas de fascinación, acuñadas para determinados instantes, una imagen interna o externa que aparece. Aquello que es aprehendido en un momento especial, concentrado, que toma contornos, en tanto que es una aparición. La memoria y la expectativa enlazan la aparición con las experiencias y sueños más antiguos de la humanidad, y con los tanteos de las búsquedas más recientes:
Somos hombres inamistosos,
predadores como los agujeros negros,
la muerte y el solapado olvido.
Se trata de una mirada que descubre detrás de lo insignificante “misteriosas cavernas”, que crea un doble efecto de distancia y extrañamiento. En Apología de los dragones vemos, entonces, los objetos de un modo no habitual, con un significado que trasciende lo meramente referencial, descubriendo lo que está oculto. Memoria simbolizada que alude a un pasado, la infancia personal y la infancia de la edad del hombre. La infancia de este libro es un estado donde predomina la sensibilidad y por lo tanto va siempre ligado a la magia, a la imaginación y el sueño. Autoexploración y un descenso al yo que traspasa fronteras. La impulsión verbal llena el vacío del pasado y las imágenes se desarrollan en una fuga, porque Apología de los dragones es una aventura por el tiempo. Su lenguaje evoca raíces, orígenes y sombras de murmullos. Una voz escuchada que es urdimbre, trama viviente, tejido de tiempos vivos que dialogan, ecos lejanos y cercanos, la casa de los abuelos pero también la ciudad globalizada, el dragón de fuego, la madre agua y la brújula incierta; el poema como una forma plasmada, presenciada y mantenida por la vivencia, el afecto, la imaginación y el oficio.
Revista Mefisto: Arte, Literatura y Medio ambiente. Pereira, Risaralda (2008)
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