martes, 28 de abril de 2015

FAUSTINA SÁEZ DE MELGAR [15.788]


Faustina Sáez de Melgar

Faustina Sáez (Villamanrique del Tajo, 1834 – Madrid, 1895), escritora, periodista y traductora, se inició muy tempranamente en la creación literaria, pues con apenas diecisiete años publicó su primer poema  ̶ «La paloma torcaz»‒ en la popular revista El Correo de la Moda. Aunque sus inquietudes artísticas eran ya evidentes en su juventud, habrá que esperar hasta su matrimonio con el editor Vicente Melgar en 1855 y el posterior traslado de la pareja a Madrid para poder considerar propiamente los inicios de la carrera literaria de la ya Faustina Sáez de Melgar. Gracias a la buena posición de su marido en los círculos periodísticos y literarios de la capital y su amistad con el escritor Eugenio Ochoa, la joven fue consolidándose paulatinamente como una de las nuevas voces femeninas que parecían proliferar abundantemente  en la prensa periódica del momento.

A partir sobre todo de la década de los cuarenta, muchas son las autoras que empiezan a publicar en revistas orientadas a la enseñanza moral de la mujer burguesa, tales como La Moda (1842-1927), La Mujer (1851-1853) o posteriormente La Violeta (1862-1866). Faustina Sáez de Melgar es un ejemplo paradigmático de este tipo de escritoras que, bajo nombres como «generación de 1843» o «escritoras isabelinas», siguen la ideología tradicional y neocatólica imperante. En Sáez de Melgar, como en el resto de escritoras del momento,  entran en contradicción la ideología de la domesticidad que difundía en sus obras y artículos con su misma posición dentro de la esfera pública de la sociedad como escritora profesional. La teoría que Sáez de Melgar divulga en sus escritos –acerca del papel de la mujer dentro exclusivamente del ámbito del hogar  ̶  entra aparentemente en contradicción con sus mismas prácticas literarias, así como con el importante papel que dentro del ámbito público de la cultura desempeñó, ostentando cargos como miembro del Comité de Señoras de la Sociedad Abolicionista Española, fundadora y presidenta del Ateneo Artístico y Literario de Señoras en 1869, vicepresidenta de la Sociedad de Amigos de las letras para el fomento de las buenas lecturas en 1879 y, en el ámbito internacional, como vicepresidenta de honor de la sección femenina de la Exposición Universal de Chicago en 1893.

En el ámbito literario, Faustina Sáez de Melgar también destacó por poseer una vasta  producción en todos los géneros. Sus poesías, publicadas en primera instancia en la prensa periódica, fueron recopiladas en varios poemarios propios como La lira del Tajo (1859) o África y España (1859), así como en numerosas obras colectivas, especialmente ligadas a la monarquía: Poesías dedicadas a la Reina Isabel II (1865), Almanaque Bastinos para 1887 (1886), Siemprevivas que depositan varios ingenios en la tumba de Su Majestad la Reina Mª Mercedes (1879), Corona fúnebre a la memoria de Mª Mercedes (1879) y Novísimo romancero español (1880). En cuanto al cultivo del género dramático, destacan sus obras Contra indiferencia, celos (1875) y especialmente La cadena rota (1879), drama a favor del abolicionismo que suscitó muchos comentarios críticos.

En el terreno de la novela, Sáez de Melgar fue notable como autora de numerosas obras que, según críticos como García Jáñez, pueden dividirse cronológicamente en dos periodos. En una primera etapa, destacan obras cercanas en las que tienen como papel protagonista el sentimentalismo y el ensalzamiento de las virtudes; por ejemplo: Los miserables de España o secretos de la Corte (1862-1863), Adriana o la quinta de Peralta (1866), Amar después de la muerte (1867) o La cruz del olivar (1868). En un segundo momento, a partir de la Gloriosa, en las obras de la escritora empieza a denotarse cierto aire progresista –siempre dentro de los límites del neocatolicismo  ̶  con novelas que reivindican el papel de la mujer trabajadora como Rosa, la cigarrera de Madrid (1872 y 1878), El Hogar sin fuego (1906), Inés o la hija de la caridad (1878), Sendas opuestas (1878), El deber cumplido (1879) o Aurora y felicidad (1881).

Aunque la producción literaria de esta autora es muy amplia, el desprecio y la desconsideración hacia las obras de las escritoras isabelinas –acusadas de excesiva moralización y limitaciones estéticas‒, provocan que figuras como la de Sáez de Melgar hayan pasado a la historia específicamente por la importancia sociológica de sus tratados pedagógicos, cuyo objetivo era educar moralmente a la mujer burguesa en pos del ideal del ángel del hogar. Sáez de Melgar cuenta con un gran número de este tipo de publicaciones en prensa periódica (véase su colección de artículos Deberes de la mujer de 1866), así como tratados o recopilaciones de textos con una clara intención pedagógica, dirigidos especialmente a la instrucción de las niñas como Epistolario manual para señoritas (1877) o Manual de una joven adolescente o Un libro para mis hijas. Educación cristiana y social de la mujer (1881), obra que alcanzó tal popularidad que fue reeditada en 1897. Además, la importancia de Sáez de Melgar en el ámbito pedagógico se legitima con Páginas para las niñas (1885), obra convertida en libro de texto obligatorio en las escuelas del país.

Es importante destacar también su papel como traductora, vertiendo al español textos de Pierre Zaccone (Los dramas de la bolsa, 1884), de la sueca Fedrika Bremer (Los vecinos, 1883), de Madame de Waddeville (La sociedad y sus costumbres, 1883) y varias composiciones poéticas de Carmen Sylva, reina de Rumanía, algunas de ellas recogidas en el volumen Flores y perlas (1889).

Como publicista, Sáez de Melgar fundó y dirigió la revista La Violeta (1862-1866), publicación que, en consonancia con la importancia de la escritora en el ámbito pedagógico, se instauró por Real Orden de Isabel II como suscripción obligatoria para Escuelas Normales de Maestras y Escuelas Superiores de Niñas. También dirigió otras publicaciones semejantes como La Mujer, La Canastilla Infantil y la francesa Paris charmant artistique.

Además, Sáez de Melgar colaboró con sus artículos costumbristas, pedagógicos y literarios en muchas de las publicaciones de la época: El Trono y la Nobleza, La Antorcha, El Occidente, La Aurora de la vida, El Museo Literario, El Museo Universal, La Iberia, La mujer, La Ilustración de Madrid, El Recreo de las Familias, El Bazar, El Salón de la Moda, El Resumen, La Discusión, La Época y El Correo de la Moda. En esta última publicación, a partir de la década de los ochenta, Sáez de Melgar empezó a firmar sus artículos bajo el pseudónimo de «Artemisa» como muestra de su belicosidad al tratar asuntos que ponían en duda cuestiones moralmente indiscutibles desde el ideario neocatólico. Una idea de la importancia internacional que llegó a adquirir Sáez de Melgar –en especial por la figura de Ricardo Ovidio Limando, abogado venezolano que compró los derechos de publicación de las obras de la española en el extranjero ̶ , la ofrecen las colaboraciones de la escritora en publicaciones como El Correo de Ultramar de París (ciudad en que Sáez de Melgar ejerció como cronista), El Siglo de La Habana y La Concordia de Caracas.

Su presencia en El Museo Universal se limita a tres colaboraciones en los años 1867 y 1868. Dos de ellas son cuentos con clara intención moralizante y en los que se alaba encarecidamente –tanto de forma implícita como explícita− la importancia del trabajo, el esfuerzo y la buena economía doméstica, cualidades todas ellas fundamentales en el ideario burgués. La tercera colaboración, que aparece en la sección «Álbum poético» es un poema dedicado a la niña Concepción Serrano, hija de los Duques de la Torre.

Cuentos

Faustina Sáez de Melgar, «Contra pereza, diligencia», El Museo Universal, XI, 37 (14 de setiembre de 1867), pp. 295-296; 38 (21 de setiembre de 1867), pp. 303-304.
Faustina Sáez de Melgar, «El árbol de Natividad. Costumbres alemanas», El Museo Universal, XI, 51 (21 de diciembre de 1867), pp. 406-407.

Otras colaboraciones

Faustina Sáez de Melgar, «Álbum poético. Serenata», El Museo Universal, XII, 52 (27 de diciembre de 1868), pp. 414-415. [«Niñs, preciosa niña...»]

Cristina Guillén.  http://gicesxix.uab.es/showAutor.php?idA=370



Cabe pensar, pues, que Faustina respira por la herida cuando en 1880 se incorpora con unos versos al festivo y constantemente incrementado Pleito del matrimonio entre T. Guerreo y R. Sepúlveda, contendiendo en él como jueces, letrados y testigos distinguidos escritores, en su 4ª edición (pp. 228-229): 



“Decía un recién casado, 
lleno de sublime ardor:  
-“Yo me casé por amor 
y vivo desesperado:  
y escaso un año ha pasado 
y ya me aburro sin tasa; 
me cae encima la casa, 
y anhelo con ansia fuerte  
salir de ella sin que acierte 
a saber lo que me pasa”. 
“Y su esposa que le oyó,  
contestóle con presteza: 
-“Amigo, el fastidio empieza  
por donde el amor salió:  
si débil afecto unió  
al tuyo mi pobre ser 
no puedes mi dicha hacer, 
pues requiere el matrimonio 
indudable testimonio 
del firmísimo querer.” 




Inauguración del Canal de Isabel II. 1858

Conocíamos la relación que en los primeros años de su carrera literaria mantuvo Faustina Sáez de Melgar con Palacio, a través de su familia política, y el mecenazgo de la Reina disponiendo que todas las escuelas públicas se suscribieran a la revista que dirigía, La Violeta. Tras la caída de Isabel II mostraría sus verdaderos intereses con su vinculación a los krausistas, si bien no dejó, al volver la monarquía, de retomar los vínculos palatinos, como demuestran algunos poemas dedicados a la infanta Paz, por ejemplo. 

Reproducimos un poema manuscrito, que creemos inédito: A S.M. la reina Dª Isabel segunda en la inauguración del Canal que lleva su augusto nombre:



Ved cual se agita el pueblo tumultuoso,
Lanzando por doquier plácido grito,
Ávido de admirar el portentoso
Alto caudal, que llega al infinito.

Lleno su pecho de gozoso anhelo,
Acude a contemplar en este día
Del fecundo Lozoya en nuestro suelo,
El rico manantial que nos envía.

¡Oh! Miradle correr grande y potente
Sus aguas ved a tan inmensa altura
Deslizarse, cual rápido torrente
Asegurándonos días de ventura.

Decirnos quiso el murmurar sonoro
Con melodioso y argentado acento
«Hoy te lego, Madrid, un gran tesoro
Recíbelo con himnos de contento.

Se que esta villa, pobre, entristecida
Sus campos secos, áridos, sombríos
En breve ostentarán embellecida
Rica y feliz con los caudales míos.

En breve sus magníficos pensiles
Te ofrecerán sus olorosas flores
Sonoras fuentes brotarán a miles
Con cascadas y bellos surtidores.

El industrial activo y codicioso
Recogerá mis aguas cristalinas
Y el labrador con ellas afanoso
Trasformará en edenes sus colinas.

El poderoso encontrará hermosura
Dulce recreo, amenidad notoria
Daré a la Ibera Corte galanura
Y a su reina inmortal, eterna gloria».

Esto el Lozoya con murmúreo blando
Dijo al brotar en ímpetu bravo,
Absorta el alma lo escuché temblando,
Y hoy lo traduce el pensamiento mio.

Bendecid Ysabel, la bondadosa,
Que os viene a dar la dicha imaginada
¡Oh! Vedla siempre grande generosa
De su España leal idolatrada.

Ved la alegría que en su frente brilla
Por el inmenso bien que os concedió
¡Gloria a la Soberana de Castilla
Que obra tan colosal patrocinio!

Himnos doquier de gratitud eleva
El pueblo, que la aclama jubiloso
Que raudo el viento por el orbe lleva
Cual emblema de paz, no glorioso.

Y cual madre la adora entusiasmado
El rico y el magnate la venera
Que hará glorioso su inmortal reinado
La escelsa nieta de Ysabel primera.

La augusta madre, su constante amor
Siempre celosa de su timbre y gloria
Recuerda amante que su nombre caro
Símbolo fue mil veces de victoria.

Y hoy asociado a la gigante empresa
A través de los siglos trasmitido
Su gloria el tiempo conservando ilesa
Será por las naciones bendecido.







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