martes, 28 de abril de 2015

MOISÉS VILLAVICENCIO BARRAS [15.792] Poeta de México


Moisés Villavicencio Barras

Moisés Villavicencio Barras, Oaxaca, México  1970. Poeta y narrador. Fue becario del FOESCA en  el área de Letras, 1993-1994 y 1996-1997. Ha publicado en las revistas: Cantera Verde, El Cocodrilo Poeta, Viceversa, Hojas de Utopía, Periódico de Poesía de la UNAM, Tierra Adentro. En los periódicos: La Jornada, El Financiero, Generación, Público de Guadalajara y El Universal. En los libros colectivos: Oficio de Cantera y Poetas de Tierra Adentro II. En el 2002, el poemario Mayo entre voces, editado por el IOC, colección Voces solares.

Versiones de sus poemas han aparecido en Contemporary Verse 2 ( Cánada) y
en Beatitud (USA). Su Segundo libro de poemas, Luz de Todos Los Tiempos
publicado en marzo del 2012 en edición bilingue. Desde 2001 radica en Madison, Wisconsin.



Como gato de monte

Soy el recuerdo de ese gato de monte
del que mi madre hablaba
soy ese recuerdo que ahora regresa
y no encuentra territorio en sus ojos de bosque
Soy ese recuerdo en las palabras de sus hijos
sobre ese gato de monte sin territorio escribo
como polen de sangre 
en árboles ajenos
nacido entre el ruido  de las cosas que pasan
Mi padre me acompañaba en los sitios de la noche
era bueno mientras podía
porque las raíces de su sangre a veces lo golpearon
hasta tirarlo al suelo como a gato viejo de monte
Tengo entonces de ti madre
el lecho de los ríos y las palabras
Yo entiendo que uno como gato de monte
tiene que andarse solo por la tierra
con la nariz en el aire de distintos arroyos
comiendo de la carne viva del mundo 
husmeando el vapor a veces de trenes cargados de 
insomnio
uno tiene a veces que acercarse a las ciudades 
y es en las ciudades donde uno aprende del desconsuelo
ahí uno como gato de monte tiene que esconderse
en los gestos del odio y el miedo
Mi padre me contó que su sed y hambre 
lo llevaron bajo puentes y horizontes 
de un rojo desconocido
Mi padre que ahora camina los suelos amargos
de sus muertos sin territorio

Uno como gato de monte sigue aprendiendo.




Soledad de la tierra

El pasto
que se levanta medio dormido
ignora los caminos
los movimientos
de la muchacha ciega

Un conejo
sembró con sus saltos
otros sonidos en la tierra

En esta vecindad
la memoria
calza cuerdas
Nuestro hijo
no juega
con otros niños
los contempla

Una pluma
en cada esquina
sin una mano
que la sostenga





Oso Polar

Desde la noche amé
la ternura del hielo
bajo mis patas.
Su claridad fue el poniente,
y el hermano que busco.

Amé todo lo que se movía
sobre sus costillas
de pájaro en el aire hambriento:
la gaviota,
el león marino.

Así desde la noche, 
el aire me traía ciudades
de las que mi madre habló.

La ternura del hielo,
sus edades,
se derriten bajo mis patas.
El mar se abre
como la espalda 
de una foca cayendo en el abismo.





para Ángel Ordoñez


DIOS

me gustaría que entraras al patio
de mi abuela
y sacudieras con toda tu fuerza
el árbol de limones
pero no le cumples deseos
a los que todavía esperan
que una tarde llegues por esa puerta de madera
a los que te pueden ver
sentado en las raíces de ese árbol
Dios me gustaría que entraras al patio
y sacudieras el árbol limones
frente a los ojos agitados de la abuela
sé que ella pensaría cosas buenas
como que de vez en cuando existes
para hacer cosas pequeñas
Dios me gustaría
que ella te jalara de las orejas
y te mandara después a la tienda
para comprar cervezas




para Erik, Horacio y Flavio

ESCRIBO PARA QUE NUESTRA SANGRE HABLE

con el río de la calle donde nadie sabe de nadie
para que tú desde una esquina de la noche me consumas
con la fuerza de un barco que se hunde
Escribo para que el aire respire aire
Escribo para que me piense el musgo del camino
para que me descifre en las praderas el ganso y el búho
Escribo cuando tengo hambre
cuando estoy por cerrar la tienda de mi alma
Escribo para que ustedes me escriban
para que me consideren uno de los suyos
de los que reúnen semillas y se abrazan con las llamas
como si nada pasara y solo yo pasara
Escribo para que mis hijos un día sepan que tengo otra voz
no la voz del que indica a que hora apagar o encender la mirada
si no la voz que ustedes también reconocen en los almendros
y en el moviento de las nubes
Voz que desde hace siglos me nace
con cascabeles y plumas
Escribo para que ustedes se hallen ante mis palabras
Escribo por los que no escriben y se ríen solos
para los que aman y andan entre el polvo
Escribo entonces para nombrar las cosas que no tenemos
para inventarlas
para los que se deshacen de tristeza
para los que nos golpean y nos encierran
para los que yacen bajo las raíces de las aguas
Escribo para que juntos nos asombremos
Escribo para los que no pueden ver la luz y sostenerla en sus manos
como lo hacen nuestros hijos todas las mañanas
Escribo para que ustedes dispersen con su risa el ritmo el canto






ESTA LLUVIA QUE DE OTRAS DISTANCIAS VIENE

es la lluvia que toca mi ventana con manos de quien entra en la nada
Ha llegado tarde para los que siembran ternura
o no ha llegado del todo a donde con grietas en la cara la esperan
En un cementerio de provincia llueve para mi madre
es una lluvia jaguar que se esconde entre las ramas
Ayer mi amiga se tuvo que ir nadando por la ventana
Pasó una mano la soledad en sus alas de mujer que no desea enfermarse
En un callejón sin salida acomoda sus pies en la banqueta el agua
La lluvia tararea en los techos de todas las casas
nos quiere decir tantas cosas al mismo tiempo
es como si nos hablará el eco del eco
y nos hablará en esa cueva que visitamos una vez aquí en la Tierra
con nuestros pies humanos
una cueva húmeda en la mirada y en los recuerdos
Escribí lo que sigue en otra parte
A mi madre le gustaba la lluvia en su ventanana oscura
el olor del barro en la tardes de octubre
Estoy en desacuerdo contigo la lluvia no repite lo mismo
nosotros en nuestro pecho la repetimos
como esa canción que sale de una cantina sangrando y sola
Me gustaría caminar de la mano con la lluvia
como camino a veces con mis hijos
contarle hasta diez para que se detenga
en la esquina justo antes de que la espanten las luces de los carros





A la memoria de mi madre
Francisca Barras Talledos


1

Se despierta la tierra
octubre en el agua de los ríos
Se despierta el dolor en la casas desnudas
Yo también me detengo como tú
a mirar las huellas del cielo y la lluvia
Bailo con la música
de la muerte en una plaza de miles
Antes que tú se fue la angustia
se fue mi madre con sus sandalias de arena
Como tú yo también me inclino
a mirar la estación de las hormigas
yo también deposito mi fe en las hojas amarillas
Se despierta el Amor en los aparadores
de una tienda de telas
tiene los ojos tiránicos y hermosos
Sol que en lo alto nos vigila
Vienen las nubes
como un tren de uvas bajo tus manos
como un golpe de dados



2

Madre
hay cienegas de nubes y lodo
en las palmas de tus hijos
hay una estación de trenes
como único refugio
portales que se desdoblan
como abánicos
donde los ancianos de tu aldea
tratan de espantarse los dolores
Madre
esta la casa de la abuela
azul toda que te sobrevive
el árbol de zapote
y los saltos del agua en sus raíces
 Madre
hay después de la tormenta
 cangrejos que salen
 a comer los espejos de la memoria



3

Leo ahora
que en las tierras de tu tierra
encontraron intrumentos
de una barro
inquebrantable y dulce
como tus brazos
Yo también encontré
madre en las aguas
de los ríos tu voz
de espina en pena
encontré lo que pocos buscaron
era yo el zumbido
de las cigarras
a la hora mas iluminada
de la vida
galope puro
tu hijo de cinco años



4

En Tomellín era fácil nombrar las cosas
todo lo teníamos al alcance de la lengua
los ciruelas los mangos
Madre debo escuchar las voces
que como la tuya
crecieron como el musgo
de manos infinitas
junto a los mapas de piedra
Escribo ahora madre
voy como el venado
en la noche de asfalto
Como el silencio de nuestros caminos
desemboca en ti el cansancio y los años
Escribo desde que te miré sola
desde que te entendí mujer de tierra y trabajo
Madre el arroyo aquel que pasabamos
no trae ahora el mismo entusiasmo
serpea sunámbulo solo entre Clarasoles roto
Madre en Tomellín a estas horas
se cocina el pan de la noche



5

Bondades de lluvia
para los que al último
te olvidaron
para los que no te supieron
Bondades
desde lo profundo
de tus gestos en la tierra
desde tus ojos
que son los ojos de la abuela
desde las piedras
que te lloraron
Bondades de lluvia entonces
madre para los sufren todavia
de sus pasos aquí ahora
Bondades desde tu tumba
de abrojos y viento
Bondades que se levantan
como espigas solas
sin luto ni gloria


Luz de Todos los Tiempos / Light of All Times 
by Moisés Villavicencio Barras


In this bi-lingual collection of poems, Luz de Todos los Tiempos / Light of All Times, Mexican poet Moisés Villavicencio Barras explores the idea of crossing from a multitude of perspectives, and comes again and again from his various journeys, back to the central figures of his parents. This is a book of love and homage, as well as a tender but honest exploration of what it means to grow into adulthood and reconcile oneself with the past. Writing of his family and childhood in Mexico and also of his own children growing up in the Midwest, Villavicencio Barras has a strong sense of himself as survivor: “I am the one who still walks the prairies / inventing my self / speaking the language of things” he writes in “Ancestros”/ “Ancestors.” Having lived now in Wisconsin for over ten years, Villavicencio Barras moves between languages and cultures, between the natural world and the city, between dreams, memories and the day’s sharper delineations. As poet Roberta Hill puts it, “his self-reflective vision of living at once in the North and South awakens us to what is near, just outside the window, and to what is far, the jaguar in the ravine.” Distance brings desire; as Wisconsin’s Fourth Poet Laureate, Bruce Dethlefsen, acknowledges, these poems give us “a dark, familiar theater of heartfelt longing.” And yet, the poet responds by finding gifts in the mundane, “like that small rainbow of car oil on the sidewalk.”



Lavaplatos

Yo miraba las manos de mi madre
ir de a un lado a otro de los platos.
El limón se comía la grasa
y la ceniza el cochambre.
El agua sucia era
para los jazminez y los geranios.
Pensé muchas veces en sus raíces
retorciéndose como los intestinos de los gatos
atropellados en la noche de mi barrio.
Sordo escuché las quejas de mi madre
hacia los posillos de estrecha boca
y los vasos de plástico.
La vi sangrar lágrimas en monosílabos.
Mi padre me dijo mientras se afeitaba:
Los platos, los desperdicios y rosarios
son asuntos de mujeres.
Uno hace las cosas duras que le tocan al hombre:
Encontrar los yacimientos de peces,
masticar tabaco y tirar las redes.
Hoy yo también me quejo de la redondez
estúpida de los platos de tantos vasos
y de tantas tazas.



Dishwasher

I used to watch my mother’s hands
going round and round on dinner plates.
Lemon ate grease and ashes grime,
filthy water fed jasmines and geraniums.
I often thought about their roots twisting
like the intestines of cats killed
at night in my barrio.
Deaf, I listened to my mother complain
about our glasses with narrow mouths
and our plastic mugs.
I saw her bleed tears in monosyllables.
My father said to me while he shaved:
Dishes, leftovers, and rosaries are women’s business.
We men do the hard work:
Fishing, hunting and chewing tobacco.
Now I complain about the roundness of dishes,
so many cups, so many glasses.



No hay comentarios:

Publicar un comentario