lunes, 27 de abril de 2015

CECILE CLOUTIER [15.780] Poeta de Canadá


Cecile Cloutier

Cecile Cloutier es una poeta de Quebec, Canadá nacida el 13 de junio 1930.

Ha estudiado literatura, estética y psicoterapia en la Universidad de París. Tiene un doctorado de la Sorbona y una maestría en filosofía por la Universidad McMaster.

Fue la primera profesora de griego y latín en la ciudad de Quebec, enseñó literatura y francés en la Universidad de Ottawa, la Universidad Laval y la Universidad de Toronto.

Estudió varios idiomas, incluyendo el sánscrito, el esquimal y chino.

Obras

Poésie: Mains de sable, 1960; Cuivre et soies, 1964; Cannelles et craies, 1969; Paupières, 1970; Câblogrammes, 1972; Chaleuils, 1979; Springtime of Spoken Words, 1979; Près, 1983; L'Échangeur, 1985; L'Écouté, 1986; Lampées, 1990; Périhélies, 1990; Ancres d'encre, 1993; Ostraka, 1995; Bagues, 1996; Le Poaimier, 1996; Anthologie: Anthologie de la poésie québécoise contemporaine, 1968; Contes: La Girafe, 1984. Essais: Opuscula Aesthetica Nostra. A Volume of Essays on Aesthetics and the Arts in Canada. Un volume d'essais sur l'esthétique et les arts au Canada, 1984



El trabajo

En una soledad 
De número uno 
Antes de que el nacimiento 
Hubiera sido 
Ella hilaba 
Ya 
Una seda de bronce
Inquieta de duración 
Y de hojas 
Desdichada de raíces 
Ausente de pájaros 
Sembré árboles

Vivo en una jaula 
De palos de corteza 
Con un haz de apretón de manos 
A la mano

La gran necesidad de las cosas 
Me asaltaba

Encontraba la paz 
En el ojo perfecto 
De un gato

Dinastías 
De huevos calientes 
Permitieron los collares 
De las primeras palabras 




Tumba

No habías puesto todavía
todos los caminos a tus pies
como zapatos

Ni verificado la arena
de todas las riberas
entre tus dedos
Ni medido la profundidas de las raíces
de todos los árboles
ni dibujado todos los humos
de tus manos
Ni contado todas las horas
del mundo
No habías empezado todavía la vida.



Ser

En las patas de la noche
sin haber sido jamás visto
llegar hasta el fondo de la gravedad
sin sentir la parada de la isla
bajo su pie
se convence alguna vez
de su sombra
en lo opuesto del sol
buscar la sinceridad
al otro lado de la gota del agua
allí donde no podemos tocar
encontrar una estrella
sin distancia
al comienzo del índice
tener envidia de jugar con el mundo
de nuevo




VIII

Toma tu camino
por la mano
y condúcelo
al puerto
de un viento de piedra






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