Ángel Talián
(Madrid, 1985)
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Miembro de la asociación del ‘Diente de Oro’, en la que codirigió el ciclo de recitales ‘Vitolas del Anaïs’. Codirigió la revista ‘Letra clara’ de la Facultad de Letras de Granada.
Ha publicado la plaquette El último verano (Vitolas del Anaïs, 2008). Obtuvo la mención especial de los premios Federico García Lorca 2009 con el libro de cuentos With or wihout you (Point de Lunettes, 2010). Fue ganador de ‘La voz + joven’ de la Obra Social Caja Madrid 2011. Su último libro, La vida, panorámica (Rialp, 2013) obtuvo un accésit del Premio Adonáis 2012. Dirige el proyecto Los versos más míos. Actualmente vive en Praga.
TORMENTA (con Javier Marías)
Llueve con ganas esta noche. Octubre,
Granada, 2007: cajas llenas
de libros, cuadros por colgar, persianas
caídas. Suena el móvil con mensajes
que precipitan el mañana. Pienso
en un título para este momento;
El oficio de oír llover . Resuena
el eco del pasado por mi cuarto.
Me pregunto si Dios está molesto.
Me pregunto si Diós
yo,
me pregunto.
TORMENTA REVISITED
hoy 14 de enero 2009
llueve con ganas como en el poema
‘tormenta’ que escribí hace dos años
-llueven chuzos de punta como dicen-
pero hoy no me pregunto como entonces
si dios está molesto
si dios
hoy qué es lunes noche llueve y nada
me pregunto ¿por qué llueve con ganas
¿por qué llueven canciones aburridas
por la radio ¿por qué llueven visitas
de las tías y llueve y llamadas
que te dicen que no que no salimos
y la vida se alarga como un siglo
y aquí en esta tarde destrozada
no paran de llover malos poemas
TORMENTA THE END
hoy ni llueve ni frío ni una leve
brisa hoy junio España calor calor
y el delirio entrecortado de la tarde
recuerdo entonces cuando la lluvia
marcaba el ritmo del poema ¡ah
el recuerdo
la lluvia llamando a la ventana un hombre albornoz gafas cigarrillo
un hombre ordenador luz penumbra la lluvia un hombre teclea
que teclea que teclea la lluvia un hombre que teclea
ahora son lejanas fotos añoradas
ahora es un requiebro en el hastío
porque en la tarde eterna devorada
ya no está la música el poema la lluvia
aquí tumbado en el empeño
sobrevivo a esta tormenta de silencio
LAS ABUELAS (con Carlos Pujol)
Las abuelas vivían de puntillas
por temor a que el tiempo las oyese,
disimulaban silbando canciones
o se escondían entre los visillos.
Se callaban durante unos segundos
y se quedaban quietas, de repente,
o corrían inquietas, escaleras
arriba, con la excusa de buscar
fotos en el desván.
Se sabían ancianas y temían
que en un descuido fueran encontradas.
Poco a poco aprendieron a fundirse
con la casa, sentadas con su manta,
mirando la novela, vigilando el fogón,
deshaciéndose sobre el decorado.
PEQUEÑO SALMO
Acuérdate de mí cuando te mueras.
Del viaje a las estrellas a caballo,
de nuestros besos bajo la mirada
atenta de un delfín en el sonrojo
del océano Índico,
del vals que abrimos juntos
en el palacio del príncipe de Austria,
del viento –o fue un suspiro– al asomarnos
al precipicio del Kilimanjaro.
Acuérdate de nuestros escondites
ahora que no estás.
Del iglú en Groenlandia sobre el hielo
y el tipi en la reserva de Dakota.
Quédate con los días increíbles.
Acuérdate de mí cuando no estés
pero no ahora,
ahora no me observes en tu ausencia
cómo arrastro mis pies
por estas calles grises,
cómo espero en atascos,
cómo llego al trabajo,
cómo escribo memorias, cómo vuelvo
a casa y cojo el mando a distancia
y miro a la ventana
y te busco
y sólo encuentro
mi traslúcido rostro deshaciéndose.
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