miércoles, 29 de abril de 2015

IGNACIO QUINTANA MARRERO [15.803]


Ignacio Quintana Marrero 

(Teror, Gran Canaria  1909-1983)

Poeta de vocación y periodista de profesión nos dejó además de cuatro grandes obras poéticas “Breviario lírico (1949), “Alma serena” (1965), “Nacido resplandor” (1975) y “Arpa de las islas” (1979), numerosos artículos periodísticos y ensayos. Sus años de formación en el Seminario Pontificio de Canarias donde estudió Humanidades, Filosofía y Teología y en Madrid donde cursó Periodismo, lo convierten en uno de los más destacados intelectuales de Canarias de mediados del siglo XX, llegando a obtener el Premio de Poesía “Tomás Morales” en 1964, además de otros de carácter periodístico y literario. 

Pese a esto, Ignacio Quintana destaca por haber sido director de prensa durante más de treinta años e impulsar en 1945 la sección semanal “Letras Canarias” que se convirtió en el órgano de expresión literario más activo de entonces, además de la sección crítica “Plumas de las islas”, publicada a lo largo de los años 40, en la que dejaron su huella críticos y estudiosos de la literatura insular como Joaquín Artiles, con quien colabora en una “Historia de la Literatura Canaria” (1978), Mª Rosa Alonso o los hermanos Antonio y Sebastián de la Nuez, entre otros. 

Su fuerte convicción religiosa y, principalmente, su fervor por la Virgen del Pino dio lugar a que le dedicara buena parte de su producción literaria, tanto en algunos de sus libros como en multitud de artículos periodísticos e incluso un Himno Popular. Esta composición musical la realizó por encargo del Obispo Pildain en 1955 con motivo de la celebración del cincuentenario de la Coronación Canónica de la Patrona al que, posteriormente, pondría música el director de la Banda del Regimiento Militar de Infantería de Las Palmas, José Moya Guillén. Desde entonces, este Himno continúa cantándose en la Basílica durante la festividad del Pino, alternándose con el que ya había escrito en 1914 el Canónigo Miguel Suárez Miranda. Además, a Ignacio Quintana Marrero le correspondió anunciar por primera vez las fiestas de Nuestra Señora del Pino, al asumir el compromiso y el honor de ser su pregonero en el año 1948, honor que volvió a repetir en 1964.




UNA CASA EN VEGUETA

Más que casa es palacio esta morada
Donde el amor que es genio labró un día
El espíritu egregio que tenía
El arte de la Antigua Afortunada.

El ojo goza de visión colmada
Y la mente serena, parca y fría
Encuentra en esta casa la armonía
De la belleza justa y acabada.

Por su prestigio, fuente de dos fue
Que de las letras patrias las corrientes
Engrosaron de histórico caudal;

Por su apellido y su pinacoteca.
Por la capilla y por la biblioteca
Es trasunto de mínimo Escorial. 






PATRIARCA DEL HOGAR

Es el patriarca del hogar. Su vida,
De una serenidad de Siglo de Oro,
Disfruta del purísimo tesoro
De la horaciana a que Fray Luis convida. 

La integridad moral que su alma anida
Y retallece en ejemplar decoro.
Traduce su conducta en un sonoro
Concierto de virtudes. Tan unida

Lleva la religión con su ancha ciencia
Que convierte al maestro en sacerdote
Y al caballero en ejemplar perfecto.

Por eso este varón tiene el aspecto
De un árbol viejo en cuya piel se anote
La singularidad de su excelencia. 






RUTA DE FE.

Con una fuerte dosis de experiencia
Y una franca alegría ponderada
No encuentra ni un escollo en su jornada
Porque el dolor comprende y la inconsciencia.

Su virtud principal es la prudencia,
Y en tal forma la lleva en sí encarnada,
Que parece su vida estar caldeada
En el horno vivaz de la advertencia. 

En su ruta de fe no hay retroceso
Porque en el pecho siempre lleva impreso
De Dios el blanco beso de la gracia.

¿No la oísteis hablar? Su voz fraterna
Nos recuerda la bíblica cisterna
En donde el alma sus anhelos sacia. 





SERENIDAD

Un viva Cataluña en Gran Canaria
De su más fiel retrato es la hermosura.
Todas sus cosas tienen la mesura
De una madre abadesa extraordinaria. 

Hay virtud, en su risa, de plegaria,
Y una gracia que dice donosura.
En todo pone su pupila pura
La claridad serena y necesaria.

Ella interpreta la terrena prosa
Con la misma quietud con que una rosa
Se muere sobre el pecho de una dama:

No tiene para nadie hiél ni espina
Porque es sencillamente femenina
y una mujer, si es, perdona y ama-





PIEDAD, SEÑOR..

Piedad, Señor, para quien sufre y llora.
Piedad, también, para quien ríe y canta,
Porque tener el alma en la garganta
Es igual que llorar en cada hora. 

Porque esto es ser clavel, alma que añora
Un dolor y un placer con ansia tanta.
Que la divina arcilla se levanta
Sin poderse tener y al cielo implora.

Así eres tú, clavel de romería,
Que quiere deshojarse en su agonía
Para volver a florecer jocundo,

Y un alma que es clavel ¿es un misterio
Que sus piedades sirvan de cauterio
A los dolores por que pasa el mundo? 





LOZANA MEMORIA

Hace honor a la fama de su nombre
Y en tal gala lo lleva que, si ahora
Entre nosotros fuera la Doctora,
Sería como ella. No os asombre 

Que con tal alto nombre yo la nombre:
La claridad del verso corrobora
Que ella ha sido la hermana coadjutora
De aquel hermano de insular renombre.

Y por una virtud de lozanía
Refresca su memoria repitiendo
Con voz querida y ojos casi en llanto

Todo lo que su alma más ansia:
De los padres la siembra ir recogiendo
Y del hermano simular el canto. 





AGUSTÍN ESPINOSA

RAUDO como una fuga y transparente,
Sobre el breve Pegaso de una vida,
Casi apenas pasó, suelta la brida
-Jinete del dolor— por la corriente

Mísera de los hombres. La alta frente
Pensó, midió, de la Belleza asida,
Y la mano compuso, complacida.
Lo que el arte dictó: semilla y fuente. 

Hubo espiga granada y vena clara
En el libro, en el aula y en la avara
Riqueza de su habla hecha armonía.

Hubo, en su vida breve, ya un maestro
Y hay una juventud que sigue el estro
Del hondo profesor de Poesía, 






EL CURA DE TEROR

Como en París el de la Magdalena
Es el del Pino el "primus ínter pares".
Él lleva pan y luz a los hogares
Y hay en su mano don de gracia llena. 

Con porte ilustre y majestad serena,
Él realza el fulgor de sus altares:
Basilical y episcopal, los lares
De la parroquia son liturgia plena.

Es capellán de honor cuando al santuario
Van reyes, cardenales, capitanes.
Abades, príncipes y otras gentes claras.

El sabe del trajín moderno y diario
En donde en un afán van cien afanes
Que él colma de virtud y gracia raras. 






LAY

ANTE la azul custodia del Saucillo
Informando la gloria del paisaje,
Ingrávido, a la grupa de un celaje.
Raudo el Pegaso va de mi estribillo. 

Él te lleva el dorado cofrecillo
No portador aún de otro mensaje:
Estampa de tu nombre y de mi viaje,
Recuerda este soneto tan sencillo.

Alas al viento pide mi deseo
Y corre para oír el balbuceo
Mínimo y dulce de la hija ahijada,

Obligando a cambiar espina en rosa.
No quieras más llorar: la Dolorosa
Deje sus lágrimas y se vista de hada. 





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