Maribel Fernández Garrido
(Santander, 1976) es poeta, geógrafa, y cantante e instrumentalista en el grupo El Hombre Pez. Ha ganado varios premios de poesía y ha publicado Trilogía de Amor y Desencanto (Santander 1997), Las Mil Malditas Fases de la Luna (Santander, 1999), Qué se Puede Contar en una Noche en Vela Cuando se Terminan las Ovejas (Santander, 1997), Luz de Gálibo (Santander, 1998), Ferramarealia (2002), La áspera lengua del jaguar (Lloreda de Cayón, 2002) y Estación Terminus.
Además, ha escrito varios cuentos cortos y ha colaborado en diversas publicaciones poéticas: Historia y Antología de la Poesía Femenina en Cantabria (Santander, 1997); Nueve Novísimos de la Poesía en Cantabria (Santander, 1998); Poesía Española del Medio Siglo: La Isla de los Ratones (Santander, 1999); En Homenaje a José Hierro (Santander, 1999); Norte y Sur de la Poesía Española Contemporánea Santander-Málaga. Encuentro sobre teoría y escritura de la poesía actual (Santander, 2000), En homenaje a Ana Mª de Cagigal (Solares, 2001, 2002 y 2003; Santander, 2004) y Estrellas de Hierro (Santander, 2002). Aparece en la antología Voces Poéticas de Cantabria. 1977-2002 (Madrid, 2002) reeditada y actualizada en 2005.
LEIT MOTIF
En medio de este territorio devastado
llené mi vaso con un agua
que no calmó mi sed;
llené mis ojos de una luz
que no me devolvió pleno
el pulso del mundo.
Se hizo el silencio.
Fue entonces cuando pude
reparar en los gritos desarmados
que exhalaron
los pulmones deshechos del suelo que pisaba.
En los sombríos tiempos de la escarcha
me llegaron
las rosas de temporada,
rosas de cal,
perfumes sin aliento.
Fluyeron como agua las piedras
y cuajó la roca en los arroyos.
Dejaron de cantarme. Y así, lentamente,
a mis pies, junto a
mi sangre
se deshojaron otras vidas sin vida,
otros cuerpos sin cuerpo.
BRIZNA
Ella fue demasiado pequeña,
traslúcida y corriente
para ser objetivo, titular, conversación o incluso
causa perdida de algún loco.
Ella fue
un universo insignificante,
una minucia prodigiosa y única;
creció, palpitó casi, desprendió su diminuta corona
cargada de vida venidera
y se disolvió en el viento.
Pero nadie se hizo eco de su
muerte discreta.
Ella fue pequeña, pero hubo muchas como ella,
abandonadas al desorden de la nada.
Y así, sin entender
el porqué del latigazo que nos quebró el letargo
fuimos sorprendidos por el luto
de un hambriento
invierno inesperado.
CUÁNDO
Un tránsito
como un trago de cera caliente
recién petrificado.
Un golpe,
sólo un certero golpe cristalino
como una gota de agua
rotunda y resonante.
Miradas laceradas de síndromes
que no saben
llamar a la puerta
ESTACIÓN TERMINUS
Poemario subtitulado “Fin del universo conocido”, es el primero de la nueva colección Los versos del sextante de la editorial Kattigara
VERA
Me pediste cristal
y fui transparente;
me pediste el todo
y fui yo, sin más.
A partir de ahí, las lágrimas hablaron
de cuánto y cómo te pertenecía; la médula del yo
se expuso, blanca, a tu mirada,
encendida de entrega, olvidadiza
en pudor y prudencia.
No tuve miedo de exponerme al hierro,
y a hierro me partí el brazo en la contienda.
Pero cristal. Pero blanca.
Así me edifiqué hasta el fin de las metáforas.
Hasta que un día desperté asaeteada
por una certeza vuelta del olvido:
vacía, blanca y rota recordé que
en realidad
esto tenía que ser un intercambio.
(de Estación Terminus)
No hay comentarios:
Publicar un comentario