Anestis Evánguelou
(Salónica, 1937-1994), hizo estudios de derecho en la universidad de su ciudad y más tarde se desempeñó como agente aduanero. En 1960 apareció su libro de poemas que le hizo conocer, Descripción de un desahucio. Es autor de tres libros de ensayos y de siete de poesía, y ha sido traducido a numerosas lenguas, incluidos el inglés, italiano, polaco y rumano.
La herida
Aquí
un poco más abajo del cuello
en el pecho
jugando casi
insospechada
indiferente
dejaste tu profunda huella
me marcaste para siempre.
Han pasado tantos años, claro, desde entonces
pero
brilla, sabes, levemente bajo la ropa todavía
de modo extraño
no puedo ocultarme, me ven
el marcado dicen y con el dedo
me señalan.
Por las noches sin embargo,
me quito despacio la ropa y a la luz
de la lámpara, desnudo,
acaricio con ternura la herida
la venero
y la cuido con orgullo secreto.
Últimas palabras
Ahora que naufraga en la oscuridad
y el agua asciende,
entre la locura y los gritos trata
de juntar tus palabras,
y celebra este naufragio,
la catástrofe y la matanza de nuestro tiempo,
todo lo que no dicen los reportes oficiales,
y di aún más sobre los culpables,
pon toda tu resistencia para encontrar a los culpables
–como si alguien te escuchara en medio de esta destrucción,
como si tuviera tiempo, como si alcanzara,
como si no fuera a absorber el mar dentro de poco
el barco, a ti y a todos.
Ven pues entre la destrucción
Ven pues entre la destrucción y las ruinas,
tierna y pequeña figura, detenida en la primera edad,
ven, espíritu del bien, personaje mítico,
pequeña voz perdida, vagabunda,
cuando en las calles llueve soledad
y cae temprano la noche sin sueño, ni sueños,
lava la nube que me envuelve el rostro,
limpia el cielo, avanza,
abre camino entre la destrucción y las ruinas,
hazme un espacio para que me sostenga, para que me mueva,
para que pueda existir más humano.
Versiones de Francisco Torres Córdova
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