Daniel Moreno López
Daniel Moreno López, 25 años (Bogotá, Colombia), Licenciado en Español y Literatura, radicado en Armenia desde el año 2004.
Mención de honor tercer lugar en el I Concurso Departamental de Cuento Humberto Jaramillo Ángel, 2009, con el cuento “Grieta”.
Autor de los libros de poesía inéditos: Al final de la calle, Como lengua de Camaleón, La ciudad y sus bestias.
Ensayo sobre la novela Rayuela: “Convergencias novelescas en el juego Literario”, publicado en la revista de la Universidad del Quindío, Número 13, 2007. Además fue trabajo de grado Meritorio en la Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Quindío.
Reseña crítica de la novela Plata Quemada: “Plata quemada; ceniza en las plantas de Dios”, en la revista Polilla N• 7, 2009, del programa de Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Quindío
Publicación de poemas en la Revista Luna Nueva, Número 35, de 2009.
Cuento “No me ves” en el libro antológico de RENATA Quindío Narrativas en Movimiento I.
Cuento “Enlazados” en la segunda antología de textos del Taller RENATA Quindío.
Ha dirigido talleres y tertulias literarias en municipios del Quindío y en la Fundación Universitaria San Martín.
Canción de las bestias
Cantan, cantan y cantan
azules los pájaros
detienen al abismo
en su eterno revés
Cantan cantan
los árboles quietos
ya se van
se van despidiendo
Canta la bestia
sus llamas sobre la noche
y tú
a quién imploras?
Cotidiana
Leía cerca del parque cafetero
ya ni los adictos se divierten
y está muerta la bebida.
Cansado de viajar en mundos negros y quietos
cansado de caminar por parques discontinuos
preferí subirme en la primera lata de sardinas
a las que pagamos el placer
de lamernos en el diario viaje
a la muerte chiquita.
En una esquina
un viejo flaco con una guitarra
tan afinada como rota
bailó la lógica cotidiana.
Mi reproductor me gritaba al oído
hay cerca del bar cuatro putas que bailan vals
y el viejo
rompía sus cuerdas
vivía a Antonio Aguilar,
y se puede sentir fuerte el sudor detrás del cristal,
ahí, donde siempre hay un fantasma ciego
de pelos tan viejos como el sol,
Hoy se paran más de cuatro putas
con más de cuatro kilos en cada sonrisa oxidada
en cada cana en cada arruga de cada sueño de cada fuga,
y todos miramos la cuatro por cuatro
de ciento cuarenta millones
que conduce una puta de cuatro millones noche:
la mira cada puta de cuatro mil pesos
-con la mano papito
las miro yo con mis cuatrocientos pesos;
qué día especial,
mi soledad de cuatro monedas
me salvó.
La verde voz de Walt
La presión de mis pies sobre la tierra
levanta miles y miles de emociones
que desprecian este esfuerzo mío por definirlas.
Walt Whitman
I
Apaga tus discursos;
túmbate conmigo en la hierba...
retumba y retumba tu voz en mis días, en mis trabajos,
querido viejo.
Y sí, ahora, aquí,
en esta expansión, que sólo los necios llaman trabajo,
en el universo del poema, que cante la piel,
¡canta alma mía!
II
Y se han ido, apagados, los días que no trajeron
danza júbilo canto temblor emoción
el vértigo propio de la belleza,
la libre poesía que es la vida.
Y se han multiplicado, gozosos, los tiempos en los que
la pluralidad del universo
se reflejó en la superficie de un papel;
mira, sus ondas aún duran en mí,
aunque no esté acodado a sus orillas,
azorado mirándome a mí, a ti.
Al fondo de la estrofa
se asoma un poeta azteca,
se asoma su canto de árbol.
III
El tiempo triste atrapado en un triste reloj de oro y esmeralda
nos mira y trata de acelerar las manecillas
que, ensimismadas, hipnotizadas,
lo carbonizan.
Estamos lejos, cerca del cielo,
cerca de un beso,
fuera de su esfera.
Dios sólo atina a decirle al tiempo:
no perturbéis la paz de los amantes.
IV
Y te emborrachas en su aroma, en ese olor
que no es de animal ni de planta ni de mar
y sin embargo te arrastra se entierra murmura
Y tocas su sed, pruebas, gustas el tacto
destrozas toda gota
arrancas de tajo cada diente del deseo,
para siempre, hasta siempre,
hasta que nazca de nuevo el sabor insaciable
de su sexo en tu llaga, que se abre,
que se expande y consume su olor...
y el tuyo.
V
Lo invisible se prueba por lo visible,
no se cansa de cantar esa voz tuya, querido Walt,
esa verde y rebelde voz tan americana como ninguna.
La ira de Dios, el arma de Zeus
está en una piel templada, en un brazo de indio que cae fuerte
y la golpea, tiemblan sueños, de vivos y muertos
en el grito del tambor.
El mar eterno que no se cansa
recomienza y baila en la arena, pero no se repite;
su hermano mata y brilla estrellas
cantan mudas una misma canción, pero no se repiten;
en mí están la luz y la espuma, así como en la hormiga que amo,
pero ella y yo no nos repetimos; únicos y plurales somos la prueba /de la vida.
VI
El jaguar es el señor que camina entre la luz y la oscuridad.
La garra del jaguar prueba la fuerza invisible.
La piel del jaguar prueba la magia invisible.
El acecho del jaguar es el deseo invisible.
El jaguar, el trueno, el sexo, el poema
son hojas;
la rebeldía, la poesía (que justifica el mentiroso lenguaje),
la verde infinita voz de Walt, que ya es la mía y la tuya
son la hierba.
Soledades distintas
A qué hacer poesía hoy
me digo mientras espero
frente a un puesto de salud
y un perro famélico,
cachorro amarillo rústico algodón
huesos y huesos cubiertos apenas por pelitos sucios,
orejas tan grandes como hundidos los ojos
me mira, se acerca y me mira.
Saluda un poco ingenuo
mira un tanto
huele heridas en la piel
soledades distintas
desvaríos hermanos
recuerdos en costra
saltan y molestan
esperanzas-pulga
de la vida que hay que agradecer
tiembla con cada trazo
de mi voz
incapaz me levanto.
Ni la poesía rescata de la podredumbre humana
Esta noche
Aunque esta noche
sea espejismo blanco
ríndete, rinde tus defensas
sus caricias no son ataques
sus líneas pueden iluminar caminos,
no son barrera de destinos denunciados, derrotas anunciadas,
sus colmillos también pueden rozar
los tímpanos de la pasión
Aunque esta noche sea la más vacía de lenguas
grita hasta que vibre y quede exhausto como los muertos
Aunque esta noche hasta las voces se han ido
quema la estancia de la paciencia,
si el tiempo no ha llegado
puede que no venga jamás.
Esta noche, a pesar del vientre plano, olvidado,
abre las piernas como quien va a parir y
, quién sabe,
quizá al menos nazca el color de la rosa;
ya no hay hambre
no hay soledad
no amor
vacío
plenitud de muerte
Después de misa
-La vida viene de Dios,
y a Dios vuelven todos
cuando dejan la vida;
luego, él es caníbal.
No, tranquilo padre,
en ira no arda ni tiemble;
Dios tiene sentido del humor.
O mire a los lados, y niéguelo.
Deshabitarte antes que adular
Prefiero, oh mundo!
deshabitarte antes que adular
la carne en ruinas aposentada en tus imperios
Me prefiero arrastrado y muerto
no profanado en los tronos alzados sobre elefantes muecos,
elefantes mudos
mirando pasar a sus dolientes en reverencia
Preferiría tu justicia simple
tu rosa con espinas, oh mundo!
a las negras disposiciones
de águilas que se reparten la miseria de llover lepra
Prefiero cantar y llorar,
desgarrar en lamentos imaginerías y adormideras
y cortarme con cada cambio
de hoja
y de luna
, nunca marchar al uniforme ritmo ofertado por tus ejércitos:
muerte Moda izquier dos Tres!!!
Cantos a la ciudad
I
Hay jinetes, a veces hombres a veces mujeres,
que prefieren la noche y cabalgan
campos de tela coronados de terciopelo,
jinetes que persiguen el gozo,
jadeantes jinetes, pese al dolor
galopan en la húmeda decisión
II
Grumos de mugre
recuerdan formas humanoides,
grumos cuya presencia es anunciada por un olor tremendo
a cuadras de distancia
grumos que crecen y crecen
sin atención
sin memoria en transeúntes apresurados
sin compasión de las cámaras con lentes de gas
que limpiaron otras calles
y quieren limpiar las de hoy
Crecen, sin comida, pero crecen
huelen el día entero
huyen la noche casi completa
desbordan el misterio de calles ocultas
III
Guerreros sin elegancia
sin belleza o una pizca
de lealtad a la estética
sin una doncella por rescatar
ni un dragón abismado
Guerreros con la cabeza rapada
intentan invisibilizarse
copiar y superar la miseria
ponerse barbas falsas
guerreros bestias
corriendo y comiendo
-de la muerte y pedazos de muerte-
IV
Hay grumos malolientes en la calle
y no a fuerza de ignorarlos
dejarán de estar ahí ahora y esta noche y mañana y pasado;
hay jinetes demorados, anunciados
y esperados
jinetes que cantan y tocan trompeta;
hay guerreros que trotan y apuntan y beben y fuman y viven;
V
He visto centauros desnudos, todavía,
corriendo lanzando besos
tomados de las manos.
http://griffosdenneonn2.blogspot.com.es/
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