Dolly Pagani
Poeta y ensayista. Cintra (Córdoba). Argentina. 1933. Licenciada en Letras Clásicas. Universidad Nacional de Córdoba (Facultad de Filosofía y Humanidades). Becada por Centro de Estudios de la Lengua fr Córdoba, Argentina. 1967 y por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid en 1968 para realizar estudios de especialización en Madrid. Ha participado como asistente o ponente en Simposios organizados por el Instituto Literario y Cultural Hispánico con sede en California: Montevideo (Uruguay), Asunción (Paraguay), Caracas (Venezuela), Madrid (España). Invitada como panelista en Mesas Redondas en Feria Internacional del Libro del Autor al Lector, Buenos Aires, Argentina.
Obras publicadas;
-“Vecino de Dios”. 1990, Mención Especial. ^trmio Faja de Honor de A. D. E. A, (Asociación de Escritores Argentinos). Mendoza.
-“Repetición del Fuego”, 1993,
-“Memorias de la sangre”. 1994.
-“La ambición de Prometeo”. 2006 (en prensa).
-Cinco estudios de poetas villamariernses en “Villa María 100 años de Literatura” (de B. Calvo, Pagani, Fernández Núñez). 1993.
-“Pascanas, una Historia en tres tiempos”. Edición Municipal. 1903.
-“Cien años de molle florecido” (Historia de Pozo del Molle, Edición Municipal). 1904.
-Publicación de estudios críticos en revistas literarias del país y del exterior.
-Conferencias en ciudades del país y en España.
-Cursos de Perfeccionamiento Docente sobre temas españoles en Universidad Nacional de Córdoba y de Villa María auspiciados por Institutos privados y oficiales.
-Premios municipales, nacionales e internacionales.
-Participación en Encuentros de Escritores y Mesas Redondas de poesía en ciudades del interior (Chaco, Corrientes, Santiago del Estero: Río Honndo, Tucumán, La Rioja, Mendoza, Córdoba),
-Coordina, en la actualidad, Talleres Literarios.
Canción para después
Cuando todo era aire
y los sapos oscuros cerraban la noche
en las cunetas
yo era transparencia y mojadura
yo era tu improbable no nacida
tu conjetural canción
para cantarte.
Ahora
me llueve este árbol de brumas encendidas
estás sobre mi boca antigua, María
navegando semillas bajo tierra
y yo,
improbable
arrimo, fortuita, mi palabra a tus vocales
merodeando las íes y las aes,
bordeo los costados del follaje
abrazo lujuriosa tus verdes claridades
y en un pánico esplendor/
te me deshaces.
Quise
otra vez, cantarte,
pero todo era mudanza inteligible
desvaivén precario, insuficiente
resplandor desgajado como un sueño.
Cuando seas un paisaje demudado
debajo de mi carne,
un sobrenombre apenas entredicho
un tatuaje de vigilia en mi garganta.
Cuando no haya signos
en la mitología extraña de mi sangre
yo, dispersa y convergente,
te cantaré
cantando
en la matriz oscura de tu río
renaceré en el canto.
Con esta obstinación abierta,
con el supremo azar de lo infinito,
renaceré en tu canto
te cantaré
cantando.
a Villa María, de " El canto de la piedra"
La lluvia y el deseo
Vienen sin convocaciones
el agua y el deseo
surgentes del origen
y encuentran
la boca abierta de la tierra
y un naufragio de rosas
en la sangre
Son designios iniciales
de la luz y de la sombra
el agua y el deseo
Dos sucesos desmedidos
que acontecen
en el límite del ser
y el principio del poema.
(de Vecino de Dios)
Chivo expiatorio
Nada hay
sólo la luz que no acontece.
Acecha la intemperie
desde el soplo caliente de la greda.
No hay signos
ni gestos
ni señales.
Los fuegos fatuos atizan escondrijos
en la hostil concavidad de la caverna.
II
La tregua entre los bordes y el peñasco
castigo a la ambición de Prometeo.
Epílogo
Extenuado.
Restellante sobre el cuerpo de la piedra
salpicado de la sangre de uno mismo
el poema.
De cara al infinito
triturado con los huesos de uno mismo
el poema.
(de La ambición de Promoteo)
La Mujer
“Dios es Padre
pero es también Madre"
Juan Pablo I
Organiza su costado desde el Génesis
Criada
Creada
Criatura creadora
Cintura de sal para ensanchar el mundo
Sacerdotisa de miel
en los pezones
guardando en sus altares
el pan
la hogaza
los cobres invisibles
de la herencia.
Donante extraña.
Antes de nacer le dio su sexo a Dios
para alumbrarnos.
Humana Teogonía de los partos.
La culpa
...o era el perro
que esclavizó mi infancia?
Con sus ojos de lágrimas
llevaba un pan duro entre los dientes
muy cerca e ml cama.
Anoche, cuando yo dormía
¿Cuál de los dos
era el perro que lloraba?
(de La ambición de Promoteo)
El inmigrante
Un rastro a la deriva
de sueño y de salitre
fue el preludio de la marcha
y enormes ojeras de tierra prometida
De un solo golpe
de sangre
o de alas.
La cabeza al frente
como Orfeo
apretando en sus brazos
el cuerpo tembloroso de su patria.
Epopeya sin héroe
pulseando su destino
de azar o de coraje
hasta encontrar el límite
imposible de una playa.
Y el filo de la noche americana
y el pico de los pájaros camperos
se hundió en la tierra
como una asada
como un facón de la labranza
hasta brotar el agua
y bautizar su sueño
bajo el sol de trópicos sedientos
o la blanca soledad
de una estrella congelada.
El plumaje de la pampa
y la bravura
habitaron sus primeras madrugadas
y el acento del país que quedó lejos
se volvió plegaria
se curó de extranjería
y de nostalgia.
Fue creciendo en la piel de nuestro pueblo
y nuestro canto
y a la hora de la cena
o a la hora del gozo o del espanto
se tiende el pan que manos juntas amasaron
simbiosis de temblores ancestrales
en las entrañas
de una sola patria.
Génesis
Mamé vocablos
de semillas sin labranza
leche dorada
sol de tierra
terrón inculto
embriones de agua,
urgencia por el aire
de palabras.
He olvidado, madre, el acento de los siglos.
Por qué este balbuceo demorando
en sutiles filigranas
el ademán silvestre
de aquel enjambre de gargantas?
Es verdad
“soy una sombra del poema ancestral
rescoldado en tus entrañas",
Entonces, aguardo.
Cuando salga de este sueño sin rituales
de esta quasi oscuridad del alma
de este seco manantial de antipalabras
yo quiero que te vuelvas
rompiendo la alborada
y me dejes "opulenta y legendaria"
la cósmica primicia de tus pechos
prendida para siempre a tu palabra.
Yo aguardo.
De la poesía
Me restituyo.
Esta es mi comarca verdadera.
Que aquí lo eterno es el instante
la infinitud del canto de la piedra.
Lo demás...
imposturas pasajeras.
De todos los mundos entrevistos
de las divinidades ajenas y dispersas
de las rosas entredichas en las venas de mis sueños
necesito el piadosos fulgor de una certeza.
Vidente (por sospecha) de lo oculto
escucho los silencios
de todo lo que dije
y en el quicio de la voz
-la oigo resistir- arde una hoguera.
No quiero violentar las cavaduras
ni desnudar los despojos de la guerra.
Me queda aquí
el poema,
último esplendor de la inocencia.
(de La ambición de Promoteo)
Los pies
El cielo es duro
para andar descalzo y en puntillas.
Cubrimos los pies con hierbas,
con garfios y canciones
y encarnamos un destino oculto.
Hundimos alas y todo lo que somos
en la arena
y el espejo de un guijarro
nos traslada al fondo, a una suerte de acertijo.
Los pies llenan la boca de la noche oscura,
tienen luz, porque saben la fricción
de dos piedras en el aire
saben la memoria, el atajo del hambre,
el final de la aventura o la opulencia.
En la geografía rugosa de su planta
se dibujan manuscritos
donde crecen mariposas
y fauces de dragones.
Se deslizan en la grieta de lo hondo.
Todo el misterio del abajo los conmueve
y vivifica.
Sólo se apagan
cuando un clavel nocturno los detiene.
Entonces miran hacia atrás
a espaldas del viento y de la sombra
abrazados al rocío
y buscan en el polvo
su tatuaje
inconmovibles rastros de la nada.
(de Repetición del Fuego)
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