miércoles, 22 de abril de 2015

OMAR ROLDÁN RUBIO [15.718] Poeta de México


Omar Roldán Rubio

Poeta, escritor y promotor cultural nacido en Tulancingo, Hidalgo, México en el año 1960. Ha participado en Talleres de Análisis y Creación de Textos Literarios a cargo de escritores de la talla de Juan Galván Paulín, Gaspar Aguilera Díaz, Raúl Renán, Juan Bañuelos, Ricardo Yañez, Agustín Ramos y Saúl Ibargoyen, entre otros.

Ha publicado cuento,relato,ensayo y poesía en las revistas
Umbrales(Tamaulipas);Crónicas del Emir (D.F.); Eclosión y Escafandra (Hidalgo), Va de Nuez (Sonora) y Tercer Ojo (Morelia, Mich.), además del poemario Sueño de Miércoles y Mayo (Ediciones el Aduanero 2002), el cuadernillo poético Para Acabar el Año (Ediciones Caronte 2005); poemas sueltos en las antologías 100 Poetas del Mundo (Zamora, Mich. 2006), El Sol Desmantelado. W. H. Auden Revisitado (Hidalgo 2006) y La Mujer Rota (Literalia Editores. Guadalajara, Jalisco. 2008), así como la edición y publicación de la página cultural Fase de Sol ( 20 ediciones) en el diario local El Sol de Tulancingo (2005) y la publicación, en el periódico de circulación nacional El Financiero, de la crónica Una Leyenda, ¿un mito? en la sección cultural.así como una serie de poemas, en la sección poética del mismo medio, denominada La Furia del Pez.



SOY EL ÍNFIMO PUNTO EN QUE ME ENCUENTRO
insalvable reducto de mí mismo.
Soy la tarde tenaz
aura emigrando hacia las sombras 
en esta inexorable hora del tiempo
en que aún soy estío. 

(2010)


SEDIENTO DROMEDARIO DE TI
arrojo hacia tu mar
impetuosa atarraya
para atraparte banco de coral
manto de peces
caracola dulci sima
tu boca.

(2010)



A Sabines

NO ES CIERTO QUE TE HAS MUERTO

no lo acepto
quiero mejor pensar que tomaste un descanso
que no quisiste dar más recitales
ni escribir más historias
que huiste de la luz que molestaba tus ojos
y de la gente que te hacía preguntas tontas.
No es cierto que te has muerto
este aviso es otra nota falsa
de esas que a diario dan los noticieros.
Sin embargo, me duele tu partida
tu desaparición tan repentina.
Me duele que no estés
como me aflige la ausencia de mis padres,
de mi hermano, de mi amigo
como la pérdida de mi niñez
como duele saberse descubierto de un íntimo secreto
aprisionado por años en el alma
y denunciado al alba
como primera nota fatídica del día.
Te marchaste sin saber
que me hubiera gustado ser tu amigo
tu hijo quizá
o alguien muy cercano a ti, como la tía Chofi
o como alguno de tus pensamientos
reminiscencia de tus pesadillas.
Aunque acaso soy parte tuya
en el reflejo de tu poesía
como lo es todo aquel que aparece en tus memorias.
Y aunque intento negarme al hecho tapándome los oídos
negándome a mirar el homenaje ridículo y terrible
que hacen los demás
a un cuerpo que no es el tuyo (que niego que es el tuyo)
algo dentro de mí –apenas si lo escuchome
grita que lo acepte.
Yo lo niego
porque vi un hombre tendido que no te correspondía;
demasiado rígido para ser Sabines
demasiado quieto.
Tú inmóvil, apenado quizá, incómodo a pesar
iracundo por no poder gritar entre tanto ruido
¡yo no soy éste, que me dejen en paz, que me dejen carajo!

¡Ay Jaime!
te fuiste y un pedazo de mí se va contigo
tal vez un pensamiento, una sonrisa,
una lágrima que ya no te hará daño.
Qué van a hacer ahora con tus cosas
con tus hojas en blanco, con tu pluma.
A quién le quedará tu ropa, tus zapatos, tus anteojos,
quién fumará tus últimos cigarros,
quién como tú leerá ahora tu poesía.
Anda, levántate de ese incómodo cajón
y vete caminando a tu morada
ándate por los caminos de tu infancia, o mejor,
guárdate entre la sombra de una esquina
en algún aposento
en los rincones de cualquier cantina
entre las putas, donde nadie te vea,
pero que yo sepa que estás ahí, que lo adivine al menos.
No es cierto que te has muerto
pero si así lo fuera
no serás un muerto más entre los muertos
siempre serás Sabines, el poeta.





LLEGÓ POR LA MAÑANA
como un gato
y se metió en mi cama.
Su mano acarició mi espalda
y sentí sus labios
húmedos y fríos
recorriéndome el cuerpo.
Su voz
presagio de lo inevitable
murmuró palabras en mi oído.
Es el tiempo, dijo,
mientras su piel calofrío
en la mía transmutaba.
Mis pasos como eco
bajaron la escalera
recorrieron los cuartos, la azotea,
el baño, la cocina, la pequeña terraza,
y fueron hasta el lecho
donde mi cuerpo aún tibio descansaba.
Soñaba no sé qué,
sin despertar escuché claramente
“ya perderás el miedo cuando cruces”.
Es el tiempo, dije,
y me miré al espejo
en un afán de no olvidarme nunca
pero no era yo quien me miraba
sino el rostro de alguien ajeno a mí lejano
como aquel sueño que fui
un miércoles de mayo.





CINCO DE LA MAÑANA
y entre bruma emerges repentina
tan deslumbrante, tan siglo dieciocho.
Tu cúpula
coronada por un frío de invierno en mayo
es inédita
y sus vitrales mirada de esqueleto
son faro de mis pasos.
Lunes y resaca me atosigan
por eso naufrago entre las calles
buscando puerto dónde anclar mi sed.





APÓSTATA DEL AMOR
navego entre las olas de mi cama revuelta.
Me erijo
sobre este húmedo altar
donde las sombras cubren
las púberes caricias atrapadas
entre las redes lúdicas de la tarde que muere.
Fornicius
con su mano efímera
te ha guiado dulcemente hasta llegar a mí:
un viejo pescador y un navegante
de mares de argamaza.
Cae la noche
y lo que fueron manos y nucas y cinturas
son sólo sueños
y lo que fueron lenguas y ojos y tu pelo
sobre mi sexo están.
Mi nombre entre tus labios son cuatro letras muertas,
el tuyo
silencio que no quiero romper.






QUÉ ES ESTA CONDICIÓN HUMANA
sino ingravidez tristísima del mundo,
paradójico espejo en que miramos
no un rostro
sí un hueco eterno.
No un camino
tan sólo huellas dispersas
en este deambular sombrío.






RENACES LUMINOSA
entre la tibia sombra de un encarnado halo.
Rotunda exhalas polvo de oro viejo
sobre este mar invierno que me cubre.
Carmenas tu aura cabellera
y te preparas
ojo del cíclope estelado
a iniciar el periplo cotidiano
para encallar la aurora.





DE CADA OJO NACES
oráculo de luz
aventura que viene
¿o vuelve a mí?
A cada noche cambias
y eres sombra y entraña
mar, mirada y todo.






Es la soledad
como un libro no escrito
donde la ficción
apresa realidades
y ausencia de Dios.
Aquí el tiempo
impasible, incierto
reverbera entre sombras
y sopla el viento, escucha,
oye la voz que dicta
el nombre de las cosas
y vaticina,
oráculo indeleble,
la oquedad en el hombre.
Aquí aún es octubre
y pájaro la aurora
el mediodía canícula
y a las tres de la tarde,
como cirios,
son las garzas en el cieno
celebrando su última liturgia.
Aquí, de bruces,
se diluye mi cuerpo,
raigones oxidados son mis extremidades
que reclama la tierra.

Las aves saetan alabanzas
hacia las cuatro auras
y arengan gorjeos en mis oídos
pero he olvidado el salmo.
Me roban la memoria
esos ramajes negros, 
dolientes como muros,
me extravían el oído ráfagas de ocre viento 
y mi olvido es plasmado con destellos rojizos y añiles.
Qué puede hacer un hombre contra el hombre
que abusa del poder que le confieren
otros hombres tan necios como él,
qué puede hacer un hombre contra otros
que enceguecidos por la fatuidad, 
embozados de verdugos jueces,
suponen, ejercen, determinan, 
repiten uno a uno los delirios
implantados por nefandos dioses
que dictan 
en su ebriedad inicua 
simiescas decisiones.
Qué puede hacer 
sino gestarse fauno de sí mismo,
adentrarse en su bosque
resguardar su mar, su luna.
Mas, primero en su desierto,
debe irrumpir desnudo de ropajes
descarnado de ego 
para encontrar la voz, la propia
y redimirse.
Y una vez liberado de sí mismo
conciliada la voz con el entorno
ser el ave saeta y el susurro
que oriente su ojo hacia la nada.
Aquí,
ingobernable al hombre
inmerso en este bosque que me envuelve,
soy fauno que resguarda el soplo lunar sobre el follaje,
el murmullo del mar y el polen de los vientos 
que anidan en las ramas de estos árboles
de épicas raíces más cobalto que azules. 
Aquí y ahora
la noche se sitúa
Otoño versa follaje oblacionado
a la tierra que llama, 
el bosque eclosiona en laberinto
y el fauno que soy se pierde en sus reductos.
Allá, fuera de mí, está el sendero, 
en él mis huellas,
ínfimas pausas en el tiempo, 
plasmadas sobre otras
pronto serán ceniza de hojarasca 
o mariposas pintadas con fulgores de sol.
Ya vendrán otras noches y auroras
otros nefastos días
otras voces marinas a mi oído
y a mis labios aljibe de palabras 
luego ineluctable 
llegará el invierno.








Hallé  sobre la mesa de cocina
restos de pan tostado
impregnados de olivo
y en el aire rescoldos de aroma de café.
En un traste mi último poema
sazonado con ajo, albahaca y miel,
y en el radio a Sabina.
De tí sólo encontré
una boca pintada en el espejo
y un te deseo suerte
mal escrito.
En la cama revuelta
tu atrapada figura
y ese olor a guayaba de tu axila.
Era marzo tal vez.

poemario"Del viento y la mirada" 








La hoja y la mirada: La poesía de Omar Roldan, esa eclosión

Omar Roldan pertenece a una generación de escritores a la que también pertenece un grupo de autores que fueron conocidos como “La diáspora”; escritores que nacidos en la década de los 50’s migraron en los 70’s de Hidalgo hacia la ciudad de México llevados por la necesidad de la formación académica, donde comenzaron a desarrollar sus carreras literarias, para terminar, en la mayoría de los casos por quedarse allá lejos sin dejar de pertenecer acá cerca. Omar nació en lo que podemos considerar el ultimo año de esa generación, pero no se fue, él decidió quedarse y en esa decisión de vida permitió que su literatura se forjara en el crisol del terruño, de la provincia. Su presencia en las letras hidalguenses toma una particular importancia entre la creencia de que “no se puede hacer literatura en Hidalgo” y la convicción de que la literatura hidalguense podía consolidarse a partir de esa generación. Así que Omar se quedó a padecer no solamente el agrio quehacer de la escritura, sino también el penoso recorrido hacia la publicación, el cual le ha cedido cuatro poemarios en los cuales es claro el oficio que posee y el cual se muestra en todo su esplendor en “Éxodo hacia ninguna parte”, poemario editado por el CONACULTA y el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo en el 2014.

El libro abre, a manera de prólogo, con tres notas dirigidas al poeta de la pluma de Juan Galván Paulín. Galván Paulín ha sido maestro de muchos de nosotros en Hidalgo, sin embargo, la relación que ha establecido con Omar trasciende al lindero de la complicidad, de la compañía fraterna, casi paternal, en el devenir literario, siempre intrincado y doloroso. En estas notas, el maestro “Paulín” no solo hacen un breve recuento de las coincidencias en los días de su taller literario en Tulancingo, además deja constancia no solamente de la cercanía con el autor sino también con su poesía, se reconoce emocionado por leer lo que Roldan va produciendo y reconoce en ello un crecimiento del que no puede, aunque quisiera, sentirse ajeno, por el contrario se regocija al grado del orgullo. Pero no me refiero al orgullo del alfarero que ha determinado la forma y el destino de la vasija, sino al orgullo del escritor que mira como germinan las letras de un hermano, sabedor de haber sido parte de ese esfuerzo.

Por si ser testigos de este maravilloso encuentro en el tiempo y en la literatura no fuera suficiente, Antonia Cuevas Naranjo, otra importante narradora y poeta tulancinguense, esboza unas líneas para introducirnos en el poemario que estamos a punto de leer y exalta de él dos características importantes: la ausencia de pretensiones y la sutileza con que sus versos nos atacarán. Cuevas hace hincapié en el sobrecogimiento del que seremos víctimas, irremediables, ante la forma con que Roldan aborda un tema tocado por otros poetas, pero nunca resignificado de tal manera como ahora.

“Éxodo hacia ninguna parte” se divide en dos tiempos, cada uno de ellos independiente pero complementario del otro, como dos poemas de largo aliento que pudieran respirar por separado pero que juntos dan un hálito a la visión que el poeta quiere compartir con nosotros en este momento. El primero de ellos “Mi destino” deviene en una colección de poemas íntimos y  arteros, mostrándonos la parte más mística del poeta; son una suerte de larga alegoría metafísica, una oración pertinaz al creador, al universo, pero también a la mujer perdida, a los amigos traicionados, a uno mismo. En ellos encontramos imágenes misteriosas, bizantinas, que van deshilando lo más profundo del alma del poeta: “más de una vez me has arrojado /en busca de mi mismo /al hueco inexorable que me habita”; y es precisamente en esas entrañas donde comienza el éxodo del autor, recorrido imperante para la búsqueda de lo que lo forma. Desde ese principio los versos son los pasos de esa viaje interior, son el rastro de una búsqueda abyecta, donde el descubrimiento no es el objetivo, es el éxodo en si mismo; el poeta no pretende encontrar nada, solo pretende buscarlo: “es un vaivén constante /este mi andar a tientes tus designios / buscando algo de mi que nunca encuentro”. El éxodo interior es pues, el más intenso y persistente.

El segundo tiempo “Mi casa”, es el éxodo exterior, la búsqueda que el poeta hace de si mismo en lo que lo rodea, le pertenezca o no, lo va formando también; el espejo denudo, el ceño fruncido, una bicicleta bajo la lluvia, un son sin partitura, un indulto. Es aquí donde el poeta nos muestra la parte más luminoa del libro, llena de cadencias que rayan en el gozo, en la alegría de saber que el éxodo no termina, aún, cuando se crea que se ha llegado a un sitio: “Mi casa un manantial de rio cangrejos /una estación de tren un día de nieve /parábola de heno y de ahuehuete /tendero de besos y trebejos.” Roldán nos confirma que el poeta es un errante condenado, una vigía permanente de lo que acontece (ya desde un libro anterior, “El viento y la mirada”, lo sugería), un desfachatado voyeur del mundo todo, bello o pestilente, da igual.

“Éxodo hacia ninguna parte” confirma a Omar Roldan como un poeta sin falsas poses pero que ha alcanzado una estatura raras veces encontrada en la literatura de estos tiempos, en un poeta que sabe esgrimir su pluma para decir lo que quiere; corte preciso, dolor abundante, la sangre como trofeo. Éste poeta que leemos ahora, en el que se ha transformado Omar Roldan, es de aquellos en los que, por tradición, descansa el peso de la literatura de un país y en el caso del país nuestro, descansa la poesía en las letras de un poeta que sabe que el único éxodo posible es aquel que no tienen destino, pues es el destino en sí mismo.

Texto leído en la Biblioteca Sor Juana Inés de la Cruz 
de la ciudad de Tulancingo, el miércoles 11 de febrero de 2015, 
durante la presentación del libro.







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