Aleyda Romero
Nació en Pto. Cortés, Cortés, HONDURAS en el año de 1964. Es egresada de la Carrera de Letras en la especialidad de Literatura , de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH. Publicó sus primeros poemas en el Boletín Literario 18- Conejo, también ha publicado en revistas y periódicos locales.
Ha participado en varios recitales individuales y grupales, además de escribir poesía, escribe cuentos cortos, tiene un libro pendiente de publicación, sobre la guerra civil del Salvador: “De la guerra y más historias”, un poemario “Destiempo” y “Tradiciones orales en San Juancito”
“Destiempo”
Poema uno
Ahora tengo bienes que me aterran,
mi nombre parece importante
en ese papeleo legalista.
Busco seguros que me den garantías,
me preocupan los robos,
las enfermedades,
el dolor.
La pobreza de espíritu,
la banalidad material,
lo fútil de mis lecciones,
la muerte como siempre
mis poemas
que nadie lee,
mis cuentos
sin final feliz.
Los sueños que aún no alcanzo.
Poema cuatro
A mi Doña por supuesto
Levantándose de todas las caídas,
resistiendo en la penumbra,
para que nadie más sufra.
Estás en todas partes,
en lo infinito de los recuerdos
siento tus manos tibias
en todo lo que palpa
mi tacto de ciega.
Te quedaste aquí,
en cada rincón
de esta casa vieja,
en el sofá,
en la cocina,
en las comidas,
en las recetas.
En nuestras vidas
que fueron siempre tuyas,
en nuestra alma
floreciendo eternamente.
Ustedes
Pisotean dignidades
arrebatan sueños.
Golpean
sin recibir respuesta.
Miran caer luceros
impregnados de sangre
sin sonrojarse,
no tienen compasión
por los que abren el puño
para pedir vida.
Cuántas voces se apagaron
y se escucharon sus gritos.
Cuántos dejaron de ser
para que ustedes fueran.
Nnca se equivocan,
lo saben todo,
ya leyeron la biblia,
comulgan el domingo
en misa de seis.
El poema que no se debe escribir
a F.J.A
Tiempo que se niega
a ser fugaz,
denso
como los segundos
que se despedazan en la espera
de una llamada que no cayó el jueves,
una carta que no vino el lunes,
torpemente
busco encuentros premeditados
para sucumbir al vértigo de verte
una y todas las veces.
Pensarte,
descubrirte en los perfiles
de las estrellas.
Cuando te pienso,
como te pienso ahora
en este lugar
un día viernes
lluvioso,
titubeante,
todos mis ancestros
cobran vida.
A veces.
“Sucede que me canso de ser hombre”
Walking Around.. Pablo Neruda.
Sucede que me canso de ser mujer.
De mis dolores de siempre,
y mi amargura mensual.
Me cansa la faena, la rutina, el apuro
por las “cosas importantes”,
me cansa tener que llegar siempre a la misma hora,
Salir atropellando sueños,
sobrevivir a dentellada limpia.
Me canso de ensordecer y enmudecer a veces,
Me cansa la radio, la televisión…
estos años que se me vienen encima
sin ningún respeto, esta memoria que cavila
con fechas y nombres que fueron importantes.
La tristeza y hasta la felicidad
me aterra, puede ser un mal presagio.
No me cansa la sonrisa de aquel niño mío,
Un libro, un atardecer, un poema, un buen amigo
y la visión de aquel ángel.
Choluteca 1998.
Don Salva.
“Mamá ya tiene canas, malhumor y bisnietos”
Rigoberto Paredes.
Papá envejece, aunque
lo disimula bien.
Oye poco, habla menos,
se hace niño.
Enciende la televisión
y se queda dormido.
Nunca ha visto
El arco iris del cine
y su único universo
es nuestra casa vieja.
Tegucigalpa. 1991.
DESTIEMPO.
Tiempo descocido en sus medidas,
que transcurre sólo en la piel
y sus miradas.
Edad sin límites,
vivencia eterna.
Locos que seguirán entretejiendo
telas de arañas,
mientras engullen sueños.
Para ellos el amor
-si un día nace-
es imposible:
no tiene pasado,
no tiene futuro
y el presente…
DUNCAN.
Me mirás como sólo vos
podés mirarme:
fijo,
largo,
tendido.
Esperás una caricia
para entregarte todo,
ternura incondicional,
silencio perfecto,
amor sin pretensiones.
Lluvia de pelos y cariño,
huracanes de entendidos,
fiel a mi tristeza,
invisible a mi ira.
Inmune a los surcos del tiempo
a las carcajadas y al llanto.
Dolor escondido,
para que nadie sufra.
Mi Duncan, desafiando la vida
desde su mundo perruno.
Tegucigalpa. 1990.
Sueños literarios.
Para: mis alumnos de Vida Abundante Choluteca.
Viajo con mis alumnos en una máquina del tiempo,
los hago suspirar por Helena, Blanca, Efraín, Gustavo, María.
Después nos detenemos a cuestionar la eterna lucha entre civilización y barbarie, tomamos partido por los Luzardos.
Nos conmueve, la determinación del viejo Santiago.
El memorando que le pueden mandar a Gregorio Samsa,
el viaje inútil del coronel al correo.
Después miramos la pintura de Castel y entendemos a María Iribarne,
aterrizamos en Comala, queremos explicarle a Juan Preciado,
porque esas voces vienen de tan lejos,
hemos intentado mandarle un e-mail a Santiago Nasar, imposible
ese día no revisó correspondencia.
La literatura tiene más tristezas que alegrías,
reniegan a veces,
sueñan,
ríen,
piensan,
disfrutan,
Finalmente los despierto para cambiar de clase.
Choluteca. 2002.
La transparencia del tiempo
Para Víctor Manuel
Me descubro en tus ojos
Como la primera vez,
No me oculto.
Pero vos sos predecible
No intento triquiñuelas,
Ya me conoces,
Puedo descansar en vos.
Te encuentro,
Disfruto ese romance de tu mirada
Ese preludio
Ese ritual.
Esa batalla donde sucumben mis emociones.
Renovada,
Por este amor que no corroe el tiempo,
Que vence la rutina,
Que busca otra vez;
Sumergido en la transparencia del tiempo.
Desaparecemos.
Ni vos,
Ni yo,
Ni antes,
Ni después…
Juntos.
Choluteca, 2004
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