TERESA GUZMÁN CARMONA
Nace en Don Benito, Badajoz el 6 de octubre de 1972. Realiza sus estudios de bachillerato en el I.B. Donoso Cortés y posteriormente Filología Inglesa en Cáceres y finalmente cursa Magisterio.
Su contacto con la poesía comienza cuando tiene 13 años. En el colegio mandaron a hacer alguna actividad para el día del maestro. Ella escribió un poema, descubriendo que aquello le gustaba. Fue el primer poema que escribió y que siempre recordará de memoria.
Aunque su afición literaria se inicia en su adolescencia, será en su etapa universitaria, no obstante, cuando comience a publicar sus composiciones. La primera –amén de artículos de opinión en algunas revistas y periódicos– ve la luz en 1993: la Diputación Provincial de Cáceres, por medio de la Institución Cultural “El Brocense”, publicó su primer libro de poesía bajo el título de Poemas. Dos años después, en 1995 publicó Poemas para un collage en la colección de pliegos de poesía de la Diputación de Cáceres. Fruto de esta actividad, su nombre figura recogido en la antología Diez años de poesía en Extremadura (1985-1994); su poema Amantes fue publicado en el Boletín de la Academia de Extremadura en 1993 y obtuvo en dos ocasiones el Premio de Poesía de los Juegos Florales del Colegio Claret de Don Benito.
Teresa Guzmán pertenece a la tertulia de la Institución Cultural “El Brocense”, de la que es miembro fundador, y además colabora con el colectivo Alcandoria de Mérida. Entre su obra inédita se encuentran los poemarios El interior Incandescente, Cuando el cielo se nos parta y La sombra de Adentro, presentados al público en 1992, 95 y 97 respectivamente. Sus recitales poéticos han sido numerosos.
Participa también en todas las obras del Colectivo. Su cálida voz resbala cadenciosamente por sus versos evocando vivencias y sensaciones de un mundo interior que, al recrearse y hacerse visible, tiñe de nostalgia y ausencia el aire que exhala.
En el 2003 le fue concedida una beca de Creación Literaria por la Junta de Extremadura, fruto del que nació un trabajo titulado Intenso. En el 2007, también la Junta de Extremadura le concede otra beca de Creación Literaria por su trabajo Ángeles contra la Altura.
En el año 2008 gana la XI Edición del Premio de Poesía García de la Huerta, organizado por el I.E.S. Suárez de Figueroa de Zafra, con su poemario Ciudad Hotel.
Ha merecido, entre otros, los premios Valbón, Certamen de poesía de Valverde de la Vera, Porticvs, Elvira Castañón.
Por otro lado, en 2010 recibió una beca para la realización del trabajo Todas las razones para la huida.
Su obra escrita es la siguiente:
• Poemas (Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1993).
• Amantes (Boletín de la Real Academia de Extremadura. Julio-Diciembre 1993).
• Poemas para un collage (Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1995).
• Antes de dormir (1999).
• Correspondencia de Punto y Aparte (2000).
• Intenso (2003).
• Los visillos del viento (Asociación Cultural Porticus. Villanueva de la Serena, 2004).
• Soledades de Cadaqués (Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 2007).
• Ángeles contra la Altura (2007).
• Ciudad Hotel (nº 13 de “Los cuadernillos de Intramuros”. IES Suárez de Figueroa. Zafra, 2009).
• Acortar la distancia (Fondo Editorial Ilmo. Ayuntamiento de Don Benito. Don Benito, 2011).
• Todas las razones para la huida (De la Luna Libros. Mérida, 2013).
• Zapatos para pisar la lluvia, (La Isla de Siltolá en su colección Tierra, 2016).
Soy ser desnudo de fuego,
tú el ocre pincel
que me dibuja
en mitad de las estelas.
Como si todo fuese a ser eterno,
como si nada tuviese sentido
mientras exista sol para encenderme,
mientras exista el color,
como una estrella encenderé tu vela,
como un testigo,
veneraré tu dios.
(de su libro Poemas, I.C. El Brocense, 1993)
Zapatos para pisar la lluvia, (La Isla de Siltolá en su colección Tierra, 2016).
Mañana estrenaré zapatos para pisar la lluvia.
No podrás verlos, pero quizás hagan
el camino a tu casa como a un lugar de refugio.
PULSO COMPARTIDO
A María Moliner, equilibrio y fortaleza
Porque tú nunca estás del todo
he trazado una cartografía del silencio.
Ninguna brújula conoce
el secreto orden de tus puntos cardinales
cambiados a diario, al arbitrio y capricho de un destino
para el que nadie prepara.
Quizás los días terminen
arrastrando los restos de este derrumbe.
Quizás dejen, desnudas y a la intemperie
las únicas verdades que una vez
sostuvieron en pie esta ciudad.
También tú verás sus restos carcomidos por la sal.
Verás la herrumbre en sus cascotes
como si en verdad estuvieses mirando de frente
todos sus desengaños.
Y sabrás entonces que con ellos tendrás su perdón.
Todo lo que al final te quede.
Lo que el tiempo no lograra borrar.
Lo que te cosiste al alma y no se desprendiera.
Lo que conservaste con mimo para un lugar futuro.
Aléjalo de ti.
Porque una vez perdido su propósito
ya nunca volverá a pertenecerte como creíste.
(De “Zapatos para pisar la lluvia”)
Entre un hombre y la sombra que traza de sí mismo / caben la perfección y el desmoronamiento, escribe Teresa Guzmán Carmona en los dos magníficos versos con los que cierra su Líneas precisas, uno de los poemas de Zapatos para pisar la lluvia, que publica La Isla de Siltolá en su colección Tierra.
Por sus versos intimistas y urbanos, que confirman a su autora como una de las voces más consolidadas de la poesía que se escribe hoy en Extremadura, transcurren el tiempo y duelen las ausencias hasta que la carne del dolor se hace palabra serena o estatua cincelada por la soledad.
Escrito con ambición verbal y con una voluntad creativa que hace que su lenguaje vaya mucho más allá de la melopea arrítmica y conversacional a la que algunos han rebajado a la poesía, este es un libro que mira la vida de frente, un libro turbio y nada complaciente en el que la voz poética ajusta cuentas con un mundo opaco -desierto de sal o espejismo de la costumbre- y consigo misma, cuando detenida aquí, la belleza carece de importancia.
Un libro en el que llueve el desconsuelo sobre la ciudad de la derrota y circulan los trenes en trayectos de ida y vuelta y el tiempo se detiene sobre la intemperie frágil de la vida antes de dejar paso a la esperanza final. [SANTOS DOMÍNGUEZ]
EL PASEANTE DEL MALECÓN
A Santiago Castelo, la sombra alargada de todo lo que deja.
Será un día más, tú bien lo sabes,
en este reino que aspira a la ceniza
mientras muda de piel una y mil veces
reinventado el engaño de lo eterno.
Seguirá colándose la luz sobre el malecón.
Seguirán los muchachos
lanzando sus cuerpos desnudos al agua.
Y en otras latitudes,
bajo un cielo profundamente amplio,
varearán los olivares
con el ardor de quien se abraza a la tierra.
Ahora te oirás a ti mismo con una voz más íntima.
Tendrás al fin las palabras exactas
en un reino donde el tiempo no existe.
Y tu frente coronada de laurel
lucirá el premio de los justos,
de los eternos, de los siempre nombrados.
Será un día más, amigo, pero tu sombra imponente
alargará el espacio de todo lo que dejas
tatuado en la piel de los que aguardan el regreso.
INSUFICIENCIA
Debiera bastarnos con esta verdad,
y sin embargo una ventana con la luz apagada
muestra a un hombre desnudo
que ha dejado revueltas las sábanas
como signo de protesta.
La muerte es como la noche,
una forma de no ser.
Va trazando sus brillos
en un espejo de niebla
que no reconoce reflejos ni sombras.
Esta es la danza que toca,
la de miles de “claxons”
que convocan una ceremonia
urdida por la prisa.
Quizá todas nuestras razones
fueran siempre pasto del humo,
quizá por eso existan tantas realidades,
y tantas aceras y tantos escenarios
en los que representar la misma obra.
EL MENSAJE
Ciento sesenta caracteres.
Ciento sesenta malditos caracteres que no te devolverán,
que no serán suficientes,
para tanta rendición y tanto ahogo.
Ciento sesenta caracteres multiplicados por seis.
Aunque tú no lo sepas,
son sólo el espacio de estar vivo.
(De “Soledades de Cadaqués”)
ESTAMPA DE NUEVA YORK
Amarillea el sol sobre las chapas del edificio Chrysler,
las calles rezuman vaho como salido de un espejismo,
y en atestados taxis alguien se apresura
a escapar del mundo anestesiado
de efímeras presencias con fecha de caducidad.
Desde la altura la noche ofrece
una constelación de neones
cuyo lenguaje es indescifrable.
“Welcome to Paradise” creíste haber leído en la autopista,
cuando recién llegado miraste hacia abajo con atrevimiento,
animado por el fervor peregrino
de quien lo reconoce todo.
Cambiar la identidad de un nombre
en una nueva ciudad en la que aguarda
el mismo viento y la misma lluvia.
Sólo la madrugada le concede el aspecto soñado,
la geografía de esta ciudad
es como la espalda de esas mujeres
a las que amaste y te olvidaron.
Lo único seguro es que también ella te olvidará,
como esos taxis que intercambian viajeros,
mudan la piel, pero el alma se les queda
prendida en las arrugas de sus asientos.
Esta ciudad borrará tus pasos
tras haberte convertido en un fantasma más,
después de que en alguna consulta un psicólogo
te convenza de que tampoco tú eres el origen del universo.
(De “Ciudad hotel”)
ANTE LA AUSENCIA
Para Ángel Campos Pámpano,
que nos dejó huérfanos de su palabra
Seria a morte esta carícia
onde o desejo era só brisa?
Una grieta profunda en la Raya,
un corte visceral y casi inhumano,
un lenguaje perdido en otra voz
que no será ya tuya por más tiempo,
un espacio habitado por tu ausencia.
De no haber sido,
tendríamos que haberte inventado.
De tus cenizas brotará el perfecto poema,
el canto blanco, ahora ya desangelado
como tu nombre.
Será la muerte esta caricia,
esta forma de ser desde la que
alguien escribe versos al vacío,
mientras imagina el mejor
de los mundos posibles.
JAMÁS NINGÚN VERBO CONTUVO MÁS PAISAJE
Jamás ningún verbo contuvo más paisaje
mientras casi sin voz
se colaba por entre mis dedos
la arena de las dunas de tu vientre.
Tendrás que mostrarme el rastro
que deja el abandono,
tendrás que explicarme
el porqué del aroma que siempre regresa
a las piedras en que estuvo contenido.
Y tal vez entonces yo entienda
que esta lluvia de hoy moje
mas que de costumbre,
que estas hojas de octubre
marquen con sangre
el suelo sobre el que cayeron,
porque nunca tendrás
otra de historia de infancia para mí,
ya no hallaré jamás
lugar alguno en que buscarte,
ni siquiera junto al mar,
ni siquiera en aquel patio del pasado.
Todas las razones para la huida
Mérida, De la Luna Libros, 2013, 59 págs.
Todas las razones para la huida, de Teresa Guzmán (Don Benito, 1972), es un libro de tono intimista, casi confesional, donde la soledad y el fracaso giran en torno al deseo y la imposibilidad de huir.
"Nos hemos pasado la vida
mirando los círculos concéntricos
que conducen a nosotros mismos"
dice. O:
"La esperanza es siempre territorio de otros."
Y:
"Como en una estación de penitencia
nos pasamos la vida /
acumulando escombros en los días".
Con estudiada naturalidad, haciendo uso de un lenguaje cercano que no pretende llamar la atención, la protagonista narra sus circunstancias vitales, entre recuerdos y pérdidas, desengaños y olvidos. "El dolor tiene memoria", escribe. Sus escenarios: estaciones, habitaciones de hotel ("Creo en las habitaciones de hotel / en las que estuve a solas, / porque allí conocí a alguien / que nunca creí haber sido."), casas vacías (la de infancia, por ejemplo)...
"Lo que tiene de inútil toda huida
es que siempre llegamos a un lugar parecido",
leemos a modo de conclusión, unas palabras que transmiten la misma desolación que el resto de una obra tan lúcida como doliente.PUBLICADO POR ÁLVARO VALVERDE
BOLSILLOS VACÍOS
Este polvo que se acumula bajo las uñas diariamente,
como en los muebles que dejan de usarse
o en las habitaciones cerradas,
delata que todos tenemos una deuda pendiente con la muerte.
Como en una estación de penitencia
nos pasamos la vida
acumulando escombros en los días
mientras hay quien alzando una mirada al cielo
se pregunta qué habrá más allá
de lo que a sus ojos es invisible.
Lo poco que nos queda
es un escaparate vacío,
un maniquí que se nos parece,
un montón de cajas apiladas en un sótano
y un tiempo que huyó
sin que nos diéramos cuenta
para que todos sin excepción
pagásemos una deuda.
CREDO
Creo en las maletas precintadas
porque albergan una esperanza.
Creo en los que vuelven
a la acera desde la que se cambiaron,
porque el amor no es asunto modas.
Creo en los postigos que se cierran
como una forma de asedio,
porque el silencio es el único bien
que no podrán arrebatarnos.
Creo en las vidas que se tatúan
para siempre con un único nombre,
porque éste bastará para imaginar
las mil y una maneras de hacerlo necesario.
Creo en los “imprescindibles” de mi vida,
porque éste será el único título que podré otorgarles.
Creo en las habitaciones de hotel
en las que estuve a solas,
porque allí conocí a alguien
que nunca creí haber sido.
Creo en todos los mapas que quemé en el fuego,
porque me bastaba con cerrar los ojos
para poder encontrarte.
Creo en el folio en blanco
que me paso por la cara,
porque fue mi sudario
en este lugar al que no pertenezco
y que nunca me perteneció del todo.
Creo en los rostros que se mezclan,
en todas las leyes de la probabilidad
que me trajeron hasta aquí,
en todas las verdades desnudas
y las mentiras bien narradas,
porque ¿de qué otra cosa
si no es de la ficción,
se alimenta el hombre?
(De “Todas la razones para la huida”)
.
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