VIOLETA GIL
Nace en Hoyuelos, Segovia, España, en septiembre de 1983. En 2002 viaja a Madrid e inicia estudios de Filología Inglesa en la Universidad Complutense y de interpretación en la Real Escuela Superior de Arte Dramático. En 2005 conoce a Itsaso, Pablo y Celso, con quienes funda la compañía La tristura, con la que trabaja forjando una trayectoria rápida y sólida en el panorama teatral español. Realiza también piezas en solitario. En 2015 se muda a Iowa City donde cursa el master de Escritura Creativa. Escribe prosa y poesía. Compagina sus estudios con la práctica de la danza clásica.
Disparan a los caballos…
Los poemas de Violeta Gil que ahora presentamos incursionan en lo autobiográfico, en la exploración de los hechos que moldean la identidad del poeta, en las heridas y los descubrimientos que nutren la creación poética. Muestra de un libro en preparación, incisivos, escritos con un lenguaje galopante, estos poemas no son ajenos a la experiencia de Violeta Gil en el ámbito del monólogo dramático.
una respuesta
es imposible que recuerde
cómo puede ser el origen tan oscuro
no hay pistas
ni un libro en el que pueda entender
qué estaba pasando
bajé a la calle fui corriendo a la librería quería comprar el libro de valérie mjrén antes de que cerraran quería leerlo cuanto antes en un artículo decían que valérie trataba de poner orden en su vida y tener conversaciones con su madre que se había suicidado cuando ella era adolescente el libro habla del día en que alcanzó en edad a su madre y de que imaginaba que todos los que estábamos en esa situación pasábamos por algo parecido claro me acuerdo perfectamente de ese momento del año anterior y del anterior años que significaron crecer enfrentarme conmigo con mi familia y con la idea de que nunca podríamos encontrarnos porque yo ahora tenía su edad y un padre y una hija no pueden tener nunca la misma edad eso es imposible.
Ángela otra vez
hace tiempo que dejé de besar chicos
durante años creí que debía hacerlo
chicos rubios
como el protagonista de “mi chica”
niños, adolescentes, chicos, hombres
besé a todos los chicos que pude
sin pasión pero con fuerza
con determinación y con mucha saliva
el otro día besé a Ángela
anoche nos volvimos a acostar
y me acordé de mi primer beso
mi primer beso fue con una chica
una chica de mi propia familia
y me acordé de lo que pensaba
cada noche al acostarme
rezaba y me repetía
–yo también soy una chica–
debajo de las sábanas
todo se veía distinto
la luz era naranja y mis piernas no
paraban de crecer
–yo también soy una chica–
y no era eso lo que importaba
debajo de las sábanas
mis extremidades indefensas
los ojos entornados
no podía, no debía
no sé si dios me miraba
Cine
disparan a los caballos, ¿no es así?
la ventana estaba abierta y entraba el último sol
necesitaba fuerzas, dormí unas horas
como los que trabajan de noche
sola
todo esa noche
lo hice sola
(alguien podría pensar que me preparaba para una batalla
pero me preparaba para bailar)
durante horas
mi cuerpo tomó formas inesperadas
yo misma no lo reconocía
–mira cómo tuerzo el esternón
¿quién nos puso allí?
¿era una foto?
¿vienes conmigo a casa?
¿nos vamos a quedar?
alguien me sacó a bailar
alguien me ofreció drogas
alguien me pidió silencio
mantuvimos el fuego encendido toda la noche
vi que era casi de día
que seguía sintiéndome sola
y tendré que decir, ahora no ¿ya no?
porque todas las cosas importantes
de los tres últimos años
ocurrieron por esa noche
todas las cosas importantes
de los tres últimos años
ocurrieron porque estaba sola
todas las personas importantes
de los tres últimos años
estuvieron allí
algunas no lo saben todavía
quise parar
quise quedarme
quise beber
quise besar
al hombre que meses después vi en un bar con su hijo
recién nacido
y una cara más triste aún
que cuando le conocí
que cuando le prometí que había alguien que me cuidaba
era mentira
mantuvimos el fuego encendido toda la noche
me quité el pañuelo del cuello
me quité los zapatos
me quité los calcetines
me solté el pelo
un chico de apellido ruso, Serkin en el remitente
averiguó mi nombre
me envió un email después de unos días
me decía que no podía olvidar el momento en que me vio
dando volteretas laterales
toda la noche
–como en el circo–, me decía
mantuvimos el fuego encendido toda la noche
a las doce de la mañana cogí un taxi
cuando llegué a casa supe que si quería
la próxima vez habría alguien
¿a quien le importara?
aunque él aún no tenía modo de saberlo
.
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