lunes, 7 de noviembre de 2016

LORETO SESMA [19.501]


Loreto Sesma 

Zaragoza, 1996. Estudiante de Periodismo y Publicidad bilingüe.
Empieza a escribir canciones a los once años, pero se da cuenta de que su sueño de ser cantante va a necesitar de una varita mágica.
Una tarde tonta de marzo de 2013, decide subirse a un barco llamado Youtube con uno de sus textos como bandera.

Antes de que llegara a puerto, se da cuenta de que capitanea una tripulación de más de veinticinco mil seguidores.

El tremendo éxito de su primer poemario ‘Naufragio en la 338’ (editorial Lapsus Calami, 2014) bastó para que la editora de Espasa llamara a su puerta ofreciéndole un contrato para su segundo libro ‘317 kilómetros y dos salidas de emergencia’. El nuevo fichaje de Espasa compagina sus clases de Redacción en la Universidad de Navarra con una apretada agenda de promoción por toda España y con una capacidad innata de hablarle sin permiso a la vida.

317 kilómetros es la distancia que separa Pamplona (donde Loreto Sesma estudia la carrera de Periodismo) de Zaragoza (su hogar). 

Esta distancia, que ella recorre a menudo, le ha inspirado un poemario precioso, en el que se advierte su voz ágil, fresca y desenfadada. Cuatro partes (Trayectos / Áreas de servicio / Gasoli­neras, y un mechero en la mano / Ciu­dades) marcan el ritmo de los poemas.

Su segundo poemario: “317 kilómetros y dos salidas de emergencia”, de Loreto Sesma (incluye CD) [Editorial Espasa en su Colección Espasa es Poesía, 2016.]


Después, mañana

Estaba loca, loca de remate,
y era guapa, guapa de cojones.
Y conocía a la luna,
y bailaba rock and roll frente al espejo,
y salía
y bebía
y no se acordaba de nada al día siguiente.

Estaba rota, tanto como un trapo,
y era dura, dura de roer,
y odiaba a los poetas,
y se ponía hasta el culo
y lloraba
y se corría
y no se acordaba de nada al día siguiente.

Dormía poco,
y tenía las ojeras más preciosas
que habían ignorado jamas.
Era la princesa de mi cuento,
la que follaba con extremo duro sonando de fondo
y se metía de todo, menos mis drogas.

Amaba, 
era capaz de amar,
por encima de cualquier boca deaspeinada,
de cualquier trovador de mierda,
de cualquier basura literaría que le escribía,
era jodidamente perfecta,
y su único defecto era  yo.

Sospecho que venía de otro mundo,
por eso de que nadie había logrado entenderla nunca,
aunque siempre era la que más gritaba
y que era inmortal
por eso de sus infinitas pecas,
y que me tenía calado,
y que sabía cosas sobre mi que nadie sabra jamas.

Era la chica con la desearías pasar 
el resto de vuestra vida.
Era la chica diez,
y le faltaban un par de veranos,
conmigo, digo,
y cada vez que me la encontraba por ahí,
me decía que no se acordaría de nada al día siguiente,
y aun así,
me iría a vivir con su olvido,
todos los días del resto de mi vida.


Solo dame una razón

Si nos da miedo el amor, 
es porque hubo una vez nos hicieron daño, 
o incluso dos. 
Y cuando a la tercera,
cuando en teoría va la vencida,
lo que ocurrió es que realmente nos dimos por vencidos. 

Así que no juzgues a alguien por lo que quiere
o deja de querer, 
porque a lo mejor tiene el corazón echo añicos 
y unas cicatrices en su piel que no se irán,
 por mucho tiempo que pase. 

El amor es ese tren que no es que no espere, 
sino que atropella. 
Pero es dirigido por alguien por quien te habrías tirado 
a las vías una y otra vez. 
Por eso no vuelve a pasar, 
porque cada amor mata. 
Y la ilusión del siguiente es lo que resucita, 
y por eso hay quien dice que si no has muerto por lo menos siete veces en vida
 es que no has vivido nada.

 Hay que tener un par de cojones 
y mucho
 pero que mucho coraje para enamorarte,
porque aquel que te sonríe
es el mismo que una mañana te dejara las sabanas frías
y un hueco imposible de llenar en tu cama. 

Hay que ser valiente para querer enamorarte de alguien,
aún sabiendo que sera el poema más bonito,
pero también el más jodido de escribir cuando todo se apague. 

Tienes que ser un jodido héroe 
para ser capaz de salvar la sonrisa de alguien
cuando este naufragando en lagrimas 
y todo su mundo se haya reducido a un mar
de donde no ahí posibilidad de rescate, 
pero llegues tú y le digas: 

Mira,
no se si ira todo bien, 
pero si te ahogas,
te prometo que lo haremos juntos. 

Imbécil es lo que eres si cedes tu canción favorita
pensando en esa persona, 
porque luego cuando la escuches,
toda partitura, 
palabra, 
sílaba 
y sonido 
sera un recuerdo llamando a tu puerta. 

Así que te pido que tengas mucho cuidado. 
Te dirán que el amor solo tiene un final posible 
y es el olvido. 
Pues olvídales tu a ellos. 
Veras a tu alrededor 
historias rotas y escritos como esto. 
Que te sirvan de motivo
 para demostrarnos que todo es posible. 

Huye de quien te diga como vivir, 
porque ni el ni nadie
 tenemos ni puta idea de como hacerlo. 

Y arriésgate, 
porque echar de menos 
es como si el corazón dijera: 
Oye, me rindo, 
a mi no me jodes más.

 Y yo no es por joder, 
pero si ensuciamos tanto la palabra amor, 
si creemos que sabemos querer, 
es por gente como tú.


Abre la botella, amigo, que tenemos un poema

Poco se habla de los que hacen resurgir tu mundo día a día.

De esos amigos que siempre han estado ahí y que te han visto en tus mejores momentos y en los peores.
Esos amigos que te llenan la copa cuando ves el vaso medio vacío y te
quitan la botella cuando estás al borde del abismo.
Los amigos que te miran y te dicen lo preciosa que eres, lo bonitas que
haces que sean las calles cuando pasas.
Poco se habla de cómo su abrazo puede hacer que todos los problemas se olviden.

Poco se habla de los amigos que son verso, poema, poeta y que no son
Madrid, ni Barcelona, ni París, porque son hogar, refugio, sonrisa.
Poco se habla de esos amigos que te sacan a bailar bajo la lluvia, bajo el
sol de agosto, y las estrellas de cualquier cielo. De esos que saben cuál
es tu comida favorita y de qué color te gusta pintarte los labios.
Amigos que harían cualquier cosa por ser armazón y que nunca te hirieran.
Resucitar en un abrazo después del dolor en el pecho, un abrazo de esos que hacen crujir los huesos y que te falte el aire.
Poco se habla de los amigos que escuchan siempre los versos de otros para otros y que en realidad, son los que reconstruyen siempre el poema.
Por eso te he escrito esto, a ti, que siempre me has puesto los pies en el
cielo, que me enseñaste que soñar se puede también con los ojos abiertos.
Me dijiste que el amor no entiende de kilómetros y me demostraste que el amor es una locura en la que loco y loca, o loco y loco, o loca y loca; me da igual, no encuentran, ni quieren encontrar la cordura. Me has dado tanto que incluso la poesía se queda corta. Y sí, ya sé que dices que soy un desastre, que pierdo el mando en la mayoría de las situaciones, eso de: joder pequeña, cómo la has liado. Pero también me dices que soy preciosa y que tengo un corazón que no me cabe en pecho, que lo hecho, hecho está y tire pa’ lante. Porque tú me llevaste a una azotea para que dejase de sentirme tan pequeña y gritara que no le tengo miedo a nada, me agarraste de la mano al cruzar la calle y me regalaste flores el 14 de febrero para que me sintiese flor entre tanto capullo.
A mí que no me jodan, grandullón, poesía eres tú, diga lo que diga, o que quiera decir o intente decir Bécquer.

porque siempre estas para recogerme…. por este poema….




Conocerte.

“Hay muchos detalles que aún tengo que conocer de ti.
Detalles, como por ejemplo, si eres de los que miran con nostalgia por la ventana del autobús.
O si eres de esos que analizan a cada persona que entra.
 Si de vez en cuando juegas a mi rompecabezas de adivinar cuales son las penas que acarrea cada cuerpo, de donde vendrán.
O si ellos también están enamorados.
O si lo estarán algún día.
Puede que incluso acaben prendados de tu sonrisa.
Pero esperemos que no, porque yo quiero ser la ocupa de tus labios por mucho tiempo.
Me gustaría saber si también caes en la tentación de tararear tu canción favorita cuando suena en la radio.
O si algún día podré ser el motivo por el cual tengas dos pies derechos y no puedas levantarte ninguna mañana con el izquierdo.
Hay tantas cosas que ahogan mi cabeza que, por un momento, quisiera escribirlas en una lista como quien escribe la lista de la compra.
Pero se que eso no es posible, porque si algo he conocido de ti, es que tienes una letra ilegible y que jamás te descubrirías detrás de tu mascara de corazón fuerte.
Pero algún día lo harás, porque no se pude besar con los labios cubiertos.
Igual que no se puede querer a un corazón que está a oscuras.
Pero, ¿Qué te voy a decir?
Con la de damas que san roto la falda para tocar un mínimo de tu mejilla. 
¿Qué te voy a decir si eres el caballero que aparece para convertir cada momento en fantasía, y luego desapareces, tal y como dicta tu guión.
Porque eres un sueño, pero aún así siempre serás ese chico que se acomoda en la esquina del bar y nunca tiene la copa vacía.
Quiero conocerte, saber de ti.
Que una noche cualquiera vallamos al bar de siempre y se te olvide que solías pedir un tiro largo de Jack, porque estas tan ocupado intentando conocerme que todo se desvanece a tu alrededor.
De momento, voy a limitarme a sonreirte, porque se te ve muy solo en esa esquina del bar.
Y no sabes si cuando vallas a pedir la cuenta, la camarera con su falda tan corta te valla a invitar a otro trago más. 
O quien sabe si me acerco, y te susurro todo esto y nos tomamos la siguiente.
Porque hasta ahora solo he jugado a intentar saber como eres, y ahora es el turno de conocerte.”



Sonríe(me).

Ven, mira lo traigo aquí, es un escrito como tantos que en realidad no dicen nada pero que de algún modo cuenta todo lo que llevas dentro, todo lo que tienes ahí atrapado que casi no te deja respirar cuendo las fuerzas se quedan en alguna otra parte. Mira, yo no tengo ni idea de escribir y mucho menos soy alguien para juzgarte, pero creo que no deberías llorar más, porque no te lo mereces, porque hace ya tanto tiempo que juegas a sonreir en otras bocas que has olvidado como era tu propia risa. Deberías olvidarte de hacerles sonreir a los demás y empezar a darte cuenta de que el resto sólo sonreirá si tú lo haces.
Y claro que las cosas podrían ir mejor,claro que podría haber más amor. Que yo te entiendo, yo también me he equivocado y aquí sigo, se lo que es estar jodido porque no eres el motivo de sus palpitar.
Y yo también tengo amigos que parecen cuento, mi amigo Alex, sin ir más lejos, con su pequeña Julia. No sabes cómo habla de ella, consigue traer la primavera aunque el cierzo nos esté congelando. Y claro que les tengo envidia, cómo no tenerla si parecen el reflejo de todo espejo de historia que nos enseyan de pequeños.

También sé que es buscar abrazos en personas que sabes que no te los dará tan bien como quien pagarías porque te los diese, y sé lo que es buscar una mano que entrelazar cuando en esta ciudad del viento hace bajar los termómetros al bajo cero.
Que yo te entiendo, y creo que sabría descifrar, sin conocerte, esos ojitos de pena que traes algunas mañanas.¿Sabes? Creo que deberías cerrar los ojos y ponerte tu canción, porque "nadie baila como tú, tu canción favorita". Al fin y al cabo,  ¿para qué existen las canciones si no son para creer que fueron escritas para nosotros?.
Y entiende que la vida es muy pero que muy jodida, pero que a veces incluso ella se siente sola. Así que levántate y comprende que no samos el animal que tropezamos dos veces con la misma piedra, somos el animal que nos enamoramos de esa jodida piedra. Y por eso todo.
Que no te mereces tanto daño asi que levántate y sonríe.
Escúchame, sonríe.
Porque aunque este escrito no haya servido para nada, necesito tu sonrisa para escribir o al menos intentarlo en el siguente poema.


¿Qué harías si no tuvieras miedo?

Si nos da miedo el amor, es porque hubo una vez nos hicieron daño, o incluso dos. Y cuando a la tercera, cuando en teoría va la vencida, lo que ocurrió es que realmente nos dimos por vencidos. Así que no juzgues a alguien por lo que quiere o deja de querer, porque a lo mejor tiene el corazón echo añicos y unas cicatrices en su piel que no se irán por mucho tiempo que pase. El amor es ese tren que no es que no espere, sino que atropella. Pero es dirigido por alguien por quien te habrías tirado a las vías una y otra vez. Por eso no vuelve a pasar, porque cada amor mata. Y la ilusión del siguiente es lo que resucita, y por eso hay quien dice que si no has muerto por lo menos siete veces en vida es que no has vivido nada. Hay que tener un par de cojones y mucho pero que mucho coraje para enamorarte, porque aquel que te sonríe es el mismo que una mañana te dejara las sabanas frías y un hueco imposible de llenar en tu cama. Hay que ser valiente para querer enamorarte de alguien aún sabiendo que sera el poema más bonito pero también el más jodido de escribir cuando todo se apague. Tienes que ser un jodido héroe para ser capaz de salvar la sonrisa de alguien cuando este naufragando en lagrimas y todo su mundo se haya reducido a un mar de donde no ahí posibilidad de rescate, pero llegues tú y le digas: Mira, no se si ira todo bien, pero si te ahogas te prometo que lo haremos juntos. Imbécil es lo que eres si cedes tu canción favorita pensando en esa persona, porque luego cuando la escuches toda partitura, palabra, sílaba y sonido sera un recuerdo llamando a tu puerta. Así que te pido que tengas mucho cuidado. Te dirán que el amor solo tiene un final posible y es el olvido. Pues olvídales tu a ellos. Veras a tu alrededor historias rotas y escritos como esto. Que te sirvan de motivo para demostrarnos que todo es posible. Huye de quien te diga como vivir, porque ni el ni nadie tenemos ni puta idea de como hacerlo. Y arriésgate, porque echar de menos es como si el corazón dijera: Oye, me rindo, a mi no me jodes más. Y yo no es por joder, pero si ensuciamos tanto la palabra amor, si creemos que sabemos querer, es por gente como tú.



Vértigo

Oro parezco, plata no soy, tiempo no doy y la paciencia acaba huyendo, el amor se esfuma y se fuma un peta con soledad. A mi edad, las lagrimas abren el telón de las letras, brechas que se abren por miradas, atacadas quedan cicatrices que parecían cerradas; y vuelve a llorar el león ante un rebaño, se avergüenza de que no haya pasado un año desde que aquella chica se fue... y él siga llorando.

Miedo tengo yo de no saber que hacer; permanecer, luchar y vencer o... volver, recordar y tener que vivir a base de un recuerdo. Muerdo al pasado, al ayer, me da tanto miedo como el futuro porque es como un muro al que no sabes vencer.

Si hay algo que no he conseguido perder en mi vida es el miedo, esa sensación, que te acobarda el pecho y te hace pensar que un hecho, valdrá siempre más que mil palabras. Y como yo siempre he sido de fallar, aquí te traigo mi verso, puede no servir de nada, pero lo dejo todo en el intento. Hay personas que escribimos versos, pero luego hay personas como tú, que son poesía. ¿Qué me hizo pensar que era mía esa musa que tienes por sonrisa? Tu eras de dormir en los porches y ahora de cometer errores y la magia surgió sola. Llevo toda mi vida nadando en el mar de la vida, para poder encontrar una isla que me salve... y no sabes cuanto me alegro de que no hayas sido tú, de que tú hayas querido hundirte conmigo y enseñarme que a veces vivir conlleva querer hasta morir... hasta ahogarte. Es curioso como el corazón encierra recuerdos, vuelve locos a los cuerdos y te enseña a querer perder la cabeza, es curioso como me has salvado sin sacarme de mi desastre y me has enseñado a enfrentarme a este mundo de locos en el que pocos quieren abrirse el pecho por alguien. Si te soy sincera, soy la primera que me rindo antes de hora, que escribo en la toalla mi poema de despedida antes de tirarla... y vas tu y me cambias las normas. Me enseñas a sonreír llena de heridas, me das tu mano para que cuente si mes tiene 30 o 31 días, me prestas tu hombro por si quiero derrumbarme...y quien me iba a decir a mi que vivo sin leyes, que seguiría cada uno de los mandamientos de tus caderas, que eras alguien me daría libertad cada vez que me besara en la jaula de sus piernas; yo no esperaba que te fueras, que estaríamos de nuevo las letras el silencio y yo, el gato ya maulló suficiente a la Luna, una ya sabe que a veces hay que perder para ganar, o eso dicen al hablar los que apuestan nada por nada; pero los que somos náufragos en la vida, nadamos con la mala de las suertes, contamos las muertes de las vocales que se caen al precipicio de este escrito, que es mi grito en mitad de mi naufragio para que vuelvas. Debería saber que mi intención era demostrarte todo lo que significas para mi, algo que pudiera evitar que te fueras.

Mi plan no era otro, que dejar de hacer planes, olvidarme del futuro y poder contar contigo para siempre.


Soy, aunque a veces no esté.

Tras haber leído, subrayado y quemado cada una de las hojas me he dado cuenta de que yo nunca fui Don Quijote, porque nunca fui valiente, nunca me atreví a enfrentarme a mis gigantes.

He aprendido que el invierno no era la llegada del frío sino ver llorar a mi madre.

He llegado a la conclusión de que nunca acabaré de memorizar cada una de mis cicatrices, porque las sigo confundiendo con heridas, cuando me empeño en abrirlas.

He medido la distancia en abrazos que le debía a mi hermano.

Me he dado cuenta de que el amor no tenía nada que ver con lo que me habían contado, sólo tenía que ver contigo, y sólo lo he sabido cuando en mitad del huracán he necesitado crear mapas con la piel de tu espalda.

Sigo leyendo a Benedetti cuando se me cansan las alas y sigo haciendo florecer a Neruda cada primavera.

He aprendido que no es a la tercera cuando te das por vencido, porque nunca has de rendirte. Que voy a tropezar, a caer, y a hacerme tantísimas heridas que voy a querer tener un doctorado en huidas, pero acabaré tirando pa'lante.

Porque sin andar no hay camino, y sin camino no hay historia, ni victoria, sólo derrota. Además, andando hacia atrás, uno siempre tiene más probabilidades de tropezar con la misma piedra.

También he aprendido que la magia del naufragio no está en llegar a ser superviviente, sino en aprender a bailar con el vaivén del mar, en mitad de la tormenta, agarrar el timón, aguantar el tirón, enamorarte de la corriente, ser paciente que las nubes se irán.

Que ya lo decían los Beatles: "el sol en algún momento va a llegar" y mientras, mientras tendríamos que bailar, bailar escuchando Calamaro, cantando con mi madre a Ley en el coche, otorgándole a la noche un derroche de gaste de caderas.

¿De veras creíais que iba a rendirme? Los que estuvisteis apuntándome con el dedo, deberíais saber que sigo siendo yo la que me pongo la pistola en la sien y la que decido si apretar o no el gatillo, que no hay más balas para mí que las que yo misma fabrico y no tengo más heridas que las que yo me hice por voluntad propia.

Lo bueno de tener el corazón hecho pedazos es eso, que las balas de los demás tal como entran, salen.

En fin, que no necesito la saliva de nadie para curarme, eso tuve que aprender a hacerlo yo solita; que por mi suerte o para vuestra desgracia, todavía no voy a ser el blanco fácil de nadie. Porque lo único que me hace llorar es ver cada domingo a mi madre despedirse en la estación.

No busco la aprobación de algún que otro imbécil que me dirá que esto no es poesía, porque es verdad, no lo es, esto es vida, la mía, así que ya decidiré yo como escribirla.

En fin, que sigo queriendo a morirme a todos los que me agarran cuando me fallan las fuerzas, que sigo teniendo en cuenta que aunque llegue el día que la sonrisa se me tuerza, van a estar ellos colocándome el mundo.

Y por eso, lo último pero más importante que he aprendido es que no soy aunque a veces no esté, sino que estoy aunque a veces no sea.



Noctem

La noche encendida, nosotros en mitad del incendio intentando sobrevivir al huracán que supone querernos y de repente te acercas, me miras y me preguntas -¿Es esto el amor?- Y yo, sorprendida, acariciándote despacio, te respondo: El amor, mi vida, es tener la sensación de estar en un vuelo continuo en el que no existe la posibilidad de caída. Es la partida a la que juegas sabiendo que en asuntos de la cabeza, es el corazón el que siempre pierde y aun así te abalanzas al precipicio sin tener en cuenta la balanza. ¿Cuánto amor me das para lo mucho que yo te quiero? El amor es el ahora, el presente que te otorga una sonrisa, la capacidad que tiene cuando te mira de congelar el tiempo, pero llegara el momento, y si el mundo gira porque seguirá girando aunque yo de la vuelta a la esquina y dejas de saber cómo seguirle el baile a la vida, seguirás amando, seguirás amando como sigue jugando el ludópata cuando pierde la partida, como sacude y parte las mesas un cocainómano. Volverás a reír aunque nosotros ya no nos demos la mano, buscaremos el modo sano de llevar la vida y nos daremos cuenta de que hay personas como nosotros a quien les cuesta de más vivir a salvo que en una continua caída.
Preguntarte que es el amor es como obligarle a un paracaidista que tenga miedo a las alturas o decirle a un trapecista que trate de perder el equilibrio, es como pedirle al mago que te enseñe el truco antes de la magia. He de reconocer que queriéndote a veces me siento como un alcohólico al que le piden que se mantenga sobrio y el acaba necesitando siempre un trago más.
No, calla, no digas nada, sabes que si te vas te echare de menos, te echare de menos y me sentiré como histérica tranquila, como una rosa sin espinas, como una noche sin estrellas, como quien te ve girar la calle y en la esquina ya no te giras. Todo será rompernos, curarnos y abrir de nuevo las heridas, encontrar el poema a la continua caída.
El amor, mi vida, es todo aquello que me buscas entre las pupilas al mirarme, que me gimes en la boca al encenderte, que me pides susurrándome. Y si dentro de un tiempo, en mitad de un terrible invierno nos encontramos y me lo preguntas, seguramente te lo diré: El amor mi vida, es todo eso que yo, no supe darte. 




Naufragio en la 338
Publicación: 2014
Editorial: Lapsus calami
Categoría: Poesía


27. Marilyn

–¿Puede un hombre sonreír cuando contempla a la mujer más triste del mundo?
–Todo el mundo piensa que soy muy alegre –replica ella
–Eso es porque cualquier hombre se siente feliz al mirarte –contesta él.

Viste sonrisa preciosa,
mirada incomparable con cualquier otra.
Lleva puestas esas pestañas que acarician el aire
y que cualquier persona querría robarle con un beso.
Será eso que arrastra cuando anda,
ese cantar del asfalto cuando lo rozan sus zapatos,
ese andar de dama en intención de huida
lo que la hace ser el punto de atención en mi poema.
Es la niña que juega a ser mujer
dentro de un vestido ajustado,
dentro de una vida que le viene demasiado grande.
Busca un lugar del que esconderse de las miradas,
busca un refugio donde llorar sea sólo vaciar su alma
y no ser débil.
Ella sólo quiere encontrar un abrazo,
alguien que la acepte tal y como es.
Necesita encontrar un lugar,
una persona
con la que pueda reírse por no llorar
y llorar cuando no pueda más.
Qué difícil es ser la pieza que no encaja,
tener que construir tu propio puzzle,
tu propio mundo,
para protegerte de lo que otros dicen.
Nadie entiende por qué,
teniendo esa risa que hace congelar el tiempo,
bailando como baila que hasta el viento la acompaña,
mirando con esos ojos de gata en su última vida,
no puede encontrar el lugar en el que ser ella misma.
Es demasiado complicada para solucionarla.
Donde los demás sólo ven incógnitas,
ella ve dolor,
Camina sola por la vida agarrando su propia sombra
por miedo a que la abandone también.
Camina por el borde del precipicio
sin decidirse si seguir andando
o alzar el vuelo que acabe todo para siempre.
Caer.
De eso trata todo.
Caer sin esperar que nadie corra a salvarla.
Aprender a curarse ella misma las heridas
que le hicieron los años
y sus siete vidas de gata.

Loreto Sesma, Naufragio en la 338.




“317 kilómetros y dos salidas de emergencia”, de Loreto Sesma (incluye CD) [Editorial Espasa en su Colección Espasa es Poesía, 2016.]

«Luchó por llegar a una cima solo para robarle un rayo de luz al sol y así poder alumbrar los ojos tristes de su madre»

En marzo de 2013, Loreto Sesma, una joven zaragozana de diecisiete años, decidió compartir sus sentimientos a través de YouTube, convirtiendo sus poemas en vídeos que ya acumulan casi nueve millones de visualizaciones y más de setenta y tres mil suscriptores.
Un año y medio después, en noviembre de 2014, Loreto Sesma volcó buena parte de aquellos poemas en el libro Naufragio en la 338, por el número de habitación en la residencia universitaria en la que vivía en Pamplona. Fue uno de los más sorprendentes bestsellers del año. Miles de lectores hicieron de ella y de sus poemas «mi salvavidas».
Desde  entonces Loreto Sesma se ha convertido en una de las voces más singulares de nuestro panorama poético. Su éxito está ligado a un renacido interés por pa poesía en España: se agotan las entradas para los recitales grandes y pequeños, aparecen nuevos sellos y revistas especializadas, ha irrumpido con fuerza el fenómeno spoken word y se ha producido una reinvención de la figura del cantautor. Mucho más que una moda.

“Esta es mi historia, mi viaje y mi último baile antes de besar el fuego, enamorarme del incendio y que salte todo por los aires.”

El amor, la familia —su madre y su hermano—, las distancias emocionales y sentimentales… y las experiencias personales son su fuente de inspiración. El viaje, con su carga simbólica, atraviesa los poemas reunidos en 317 kilómetros y dos salidas de emergencia. 317 kilómetros son los que separan Pamplona de Madrid, ciudad en la que viven muchos de sus mejores amigos; allí y en Zaragoza abrió dos puertas de emergencia que usa cuando el ánimo está bajo. Claro que podría haber incluido también la dos puertas de embarque que se interponen entre ella y su hermano Nacho, que vive en Bregenz (Austria).

«Un día conocí el amor, 
conocí el amor y empecé a escribir poesía»

El libro se divide en cinco partes (Trayecto, Áreas de servicio, Gasolineras y un mechero en la mano, Ciudades, Destino final y despedida). Cada una de ellas se abre con una ilustración de Daniela Carvalho y un poema alusivo al tema. Incluye también un prólogo de su amigo, el cantante de rap y poeta David Martínez Rayden y un epílogo de su hermano Nacho.

La autora:

Loreto Sesma nació en Zaragoza el 14 de octubre de 1996. Es estudiante de Periodismo bilingüe. Empieza de pequeña a escribir canciones hasta que la poesía llama a su puerta. 
Un buen día decide empezar a contar su historia en YouTube y reúne un ejército de salvavidas de más de 56.000 personas. Así, sobrevive a su primer libro, Naufragio en la 338, y junta el valor para llegar a tierra y emprender un nuevo viaje. 
Mañana no sabe qué pasará, lo único que tiene claro es que seguirá escribiendo.

El libro:
317 kilómetros y dos salidas de emergencia ha sido publicado por la Editorial Espasa en su Colección Espasa es Poesía. Encuadernado en rústica con solapas tiene 148 páginas. Incluye un CD.







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