viernes, 4 de septiembre de 2015

VICTORIA MENDOZA [16.992] Poeta de Panamá


Victoria Mendoza

Panamá, 1987.   Actriz, Poeta e Instructora de Teatro.  Pertenece al Grupo de Teatro Rayuela de Panamá desde el 2008. Licenciada en Arte Dramatico.   Ganadora del concurso “Torres de Alba-Ars Amandi” para poetas noveles en el marco del Festival Internacional de Poesía Ars Amandi Panamá, con el poema “Miro desde un espejo”.   Ganadora del concurso “Gustavo Batista Cedeño 2013 por su poemario “Biografía del Daño”. Asistió al IX Encuentro Centroamericano de Actrices y Actores en el 2014 con el taller Internacional “Memoria y olvido en la Acción Dramática” dictado por los maestros Arístides Vargas y Charo Francės, Organizado por el Proyecto Lagartija Centroamérica en El Salvador.





POEMAS



1959
                                              A  Mariana

I

Mírame ingenua, no me temas.
No podré amar nada que sea perfecto,
nada que lleve como símbolo una bandera blanca y una cruz en la frente.
Tomaré vacaciones, dice Dolores.
En la casa de Matías todos comemos del fruto de su abuelo.
Comeremos pastel y dormiremos a la hora que decida Matías porque es su casa.

Le temo a las agujas- Madre Vuelve- , no orinaré a Carmen.
Le diré al número    10     que regrese a su casa de cartón.
Te lo prometo, Madre, no me sueltes la mano;
empácame el traje rosa con el que despedí a mi hermano.
Cuando se fue a volar con pájaros claros.


II

He vuelto a mi hogar. Todos mis hermanos se aletargan.
Un viejo carga un televisor. Esta es su esposa y estos electrodos son sus hijos.
Hay puntos negros que se achican y se agrandan en esta habitación soleada.
Las Pastillas son fuertes.
Casi no te oigo madre, no me cubres, no me alimentas.


III

Rafael me acompaña ahora. Me ha construido una casa de tablones.
Mis árboles se han muerto desde la infancia
y la tierra es áspera como tu rostro que se aflige de lejos.
Te bañas afuera para no incomodarnos. Crees que no te veo.
Se me está secando la boca. Estoy temblando,
dame de los frutos que se desintegran en mi boca.
Me has traído dos niños,
no les conozco, hablan en lenguas  y se esconden entre  mares de brazos.

Madre, Rafael no despierta.
Los dos niños desaparecieron  y estoy sola.
Es la primera vez en cincuenta y dos años que estoy sola.
Le estoy dando de comer y no come. Se ha orinado en la cama.
Nunca supe cuidar niños.
Este será mi primer hijo, pequeñas moscas verdes ya le decoran el cuerpo
y tiene un olor a vela derramada y a pasto profundo.






2007
                                 
A Bobby, Chocle, Aureliano, Dante, Maga, Greco.
                                      (Más que cosas)

Se ha muerto un humano con cuatro piernas.
Sus ojos de dios escondido en alguna cueva lejana.
Su sombra era la sombra de un hilo con cuatro horquillas.
Tu aliento entre álbumes descascarillados

Has dejado tu forma en el suelo.
Recuerdo cuando llegaste como animal y las refrigeradoras saltaron a electrocutarte,
porque siempre fuiste agua amarrada a un estanque.

Detrás de ti todas las fieras de los montes próximos.
En esta casa hemos hecho un voto de silencio por tu partida.


¿Volveremos a escuchar tu voz?





2006
                                         
“Tu inocencia es como un cuchillo delante de mi rostro,”
                              Antonio Gamoneda

Llegaste bajo la lluvia de octubre con un paraguas negro y el brazo morado.
No pregunté nada sobre tu brazo,
no quise oír de tu boca una mentira diáfana.
Te abrí la puerta con cerrojo y entraste porque eras tan pequeño que cabías en cualquier parte.
Te temí inmediatamente por haberte sentado en mi vientre,
me desplumaste de adentro hacia afuera con la minucia del egoísmo en tus manos.

Ahora te baña la más anciana de la casa, te cubre de azafranes y hierba buena.
Caminas a tientas en este cuarto oscuro que soy yo,
no me pidas que te cuente sobre explosiones y soledades.
Si pudiera hablarte, diría que eres la guarida de algún animal miedoso, débil.
Y me pides pan y avena,
y no me sé la canción que te gusta,
pero te cantaría la canción de los elefantes ahorcados con mil cuerdas que les nace de la boca.
Siempre dormido en ochocientas palabras sin verbo.
Así, todo y nada,
porque tengo un naranjo aprisionado en el pecho y mis costillas son sus ramas afiladas.






1963

Respiras y soy yo la que miente.
Soy yo la que no quiere salir de este hueco
porque es delicioso y despiadado.
Las bestias a nuestro alrededor nos atacan,
nos amurallan la casa en los alrededores.

Sueño con perros negros y hocicos partidos,
y hay sangre que no existe y perros que no existen,
y me gusta mi hogar aunque nadie diga que sea mío.

Existo y mis hijos están contentos entre jardines de papayas y buenas tardes.
El mayor nació ahorcado,
salió como una violeta negra a punto de morir.
Lo amaba, pero él no me pertenece, lo he enviado donde su padre en el país de los olvidados.
Odio cuando me habla de aquellos seres,
pero su olor a ahorcado todavía lo guardo en mi vientre que está podrido.

Lo amo más que a la otra, que es ingenua y es capaz de perderse persiguiendo
cualquier cosa que vuele, ya se lo he dicho y ella se silencia en su orgullo de 7 años.
No le importa, prefiere estar sola frente a nuestra puerta roja que se desgasta con sus
uñas. Nació de árboles cortados, ¿entienden?, ella nació vieja.

Tomo café para olvidar su pérdida, siempre en la taza amarilla, seis de la mañana.
Cuando ella va a la escuela con su anciano padre
yo me rompo en infinitas cosas innecesarias porque no soy necesaria y tú lo sabes.
Lo sabe también mi madre, el perro, las vecinas;
todos lo saben, y aún hay aguas inconfundibles como su pecho que ya no se abre para mí.

El niño ahorcado nunca me perteneció, va y viene cuando quiere, pero ya no lo quiero.
Los últimos días mira a su hermana como un fantasma y la asusta.
Le ha clavado un lápiz en el pecho para separarla entre animal y fantasma.
Él no llora, ella tampoco.
Me dicen que están bien.
Pero la niña tiene la punta del lápiz clavada en el pecho.
Y yo lloro, me asusto y todas las noches me acalambro,
pequeños tigres me sostienen los dedos con sus garras.

El hombre no ha vuelto, ya tiene hormigas caminándole en las piernas
y la mujer cada día tiene el pecho más abierto por la punta de un lápiz.






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