ANGÉLICA TORRES LIMA
Angélica Torres nació en Lima Ipameri (GO), Brasil en 1952. Estudió Arquitectura y Urbanismo en la Universidad de Brasilia (UNB) y Dirección y Escenografía de Artes Escénicas en Fefieg (Unirio actual). Se licenció en Comunicación en la UNB y especializada en la edición de libros y revistas de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.). Trabajó en varios periódicos, por lo general en cultura editorial. Publicó Sindicato de Estudantes (1986), por la que recibió el Premio de Poesía Quintana Mario de la Unión de Escritores de Brasilia, y Solares (poesías, 1988), con el grupo Bric Brac. Es autora del texto Koikwa, Um Buraco no Céu (Editora UnB, 1999). Autor de libros de poesía Paleolírica (Brasília: Alô Comunicação, 1999) e O Poema quer ser Útil (Editora LGE,2006).
Traducción por Javier Iglesias
Rogério Arvate, Angélica Torres, Liliane Bernardes, Márcia Theóphilo, Anand Rao, Matías Lockhart
ANOCHECIÓ
Los hombres se inauguran bruscos
como monumentos,
toscas palabras de sal.
Duermen secas las cáscaras,
lagrimosos de la madrugada,
desflorada por gallos y perros.
En geometría abismal
beben las torrentes
del sueño encendido.
Y la sangre huye
para un campo
apartado y sin barro,
mientras la Vía Láctea
acecha
la leche latina
de la transmutación
LA MAÑANA
La mañana llega encendiendo luces en el patio.
Los árboles posan para el cuadro digital
con sus verdes menta y marrón café,
mostaza, magenta y las rosáceas,
los ciprés, los bambúes.
El Creador ordena el eco en plenitud
y el silencio trae el rumor de las calles
de la infancia y su voz melodiosa
de agua campana animales versos
hojas vientos risas prosas.
La vida entonces se compone,
libre de los dolores de espalda
de los recelos sombríos
de los obstinados insomnios.
Aunque sea por pocas horas
BORRACHA DE NUBES
Que ni el cuerpo
libre del ave calma
nave leve
en el agua lejos,
nieve-lava
del pecho en desamor,
levita
la brisa del verano
en el alpendre.
Desdóblanse
aromas de lavanda
mundo húmedo
ramas de baranda
ENTRE LOS ÁRBOLES DE LA PLAZA
Jardines perfuman la noche de otoño
tejida y reluciente debajo de la luna.
Bajo la calle de la vieja estación
con sombra de faroles a media luz.
Las casas, oscuras. En los patios
luciérnagas muestran el camino
para nadie.
Mudos, los gallos perduran la brea
en las tintas de la Aurora perezosa.
Sólo el eco de un sapo ciego
en la cisterna vertiginosa.
En el árbol, un hada ilumina
de oro la penumbra
que oculta la niebla
de la bruja en el sótano.
Una niña que se despierta,
se ve sola
en aquel piso sombrío.
Perros traducen el silencio
de los gatos, grillos, gritos
cautivos en la huida de la memoria.
Estrellas saludan a la madrugada
acostada en los tejados, espiando
por (las) venecianas de sueños
el lance conocido de las horas.
Todo es calmo y sereno sobre rosas.
Pero la ciudad pequeña deambula
por los tibios caminos de mi sueño
dictando glosas.
EMBARCADOS
¿Es útil lo que se hace?
Inútil el deseo y alguna herencia.
De día los pasos decrecen
de noche desploma la escena
en el gesto intransparente
del soplo como eco de la eternidad.
Cerca, muy cerca,
la partida irrevocable.
La muerte no me asusta,
pero el dolor que en ella aguza,
aguda, extrema,
la tortura que provoca
No me aterrorizan
la negrura, el vacío, el avieso,
el pasaporte dantesco
al lado de Caronte y Virgilio
que por dicha sea la suerte
Todavía el aire
desfallecido a la faena,
el corte, la glacial
navegación de la sangre.
LA CIUDAD
No soy la misma persona
después de conocerte, ciudad,
y andar por tus calles imantada
en cielos rojo y azul.
Tus avenidas me expandieron
los horizontes concéntricos
de la inmortalidad oculta en el pecho.
Ciudad, que me adoptó por legítima
en un bautizo de aceras de piedras
en medio a las miradas extraviadas.
A mí, que vine de campos
y arroyos del confín
de un continente recién inaugurado.
Ahora somos una en pasos,
rastros y sombras pegados
en el tiempo etéreo.
REÁTAME
Perdóname, aunque sea quien se vaya.
Perdí el pulso a la luz del deseo
y el final del baile, acá, sin poder mirar
Que hada malvada,
esa que te cría
piedra bruta, rapto,
escena en lo oscuro
(que te quería destino alegre, niña).
Me desgarras, me avergüenzas.
A la una, en el Café Neón,
de gafas rayban y paraguas.
Descifrarte con fecha marcada
¡amor-muerte! Cinematográfica, rápida
la pasión dilacera el relámpago,
nada que necesite explicarse.
EL AMOR
Ponte feliz: en el rostro,
en los colores del vestido
en el gesto del cuerpo
Toma de ese virus, poeta!
Quién sabe la fiebre se alargue
y la ciudad arda
contaminada por ese Ícarus
rumbo al sol de la tarde
Espera el amor
sentarse a tu lado,
y contempla el paisaje.
¿Felicidad?
Alas derritiéndose
de tantas brasas?
Oro y plata incandescentes?
Alegría de esperarte!
GRANADA EN EL PECHO
Estaría yo mejor
si estuvieses aquí conmigo
en este Café,
donde Lorca se sentaba
al sol tibio de diciembre
entre los pájaros
y palomas de la plaza
con el pecho en llamas
los ojos inflamados
el incierto destino
de los solitarios.
*
Dale limosna, mujer,
que no hay en la vida
nada como la pena
de ser ciego en Granada.
(L. A. de Icaza)
Una explosión en mi pecho
y aquí estoy en esta cuidad
cercada por Sierra Nevada,
sola y desolada, por desamor
sin pena, devastada todavía
ciega y muda de dolor.
Intento enterrar ese amor
en el Jardín de los Siete Sellos
y no encuentro un lugar
que se me ofrezca.
Voy a ahogarlo en la corriente
de las aguas que atraviesan la fortaleza
y se recusan a recibirlo.
Lo empujo desde las Torres de Alcázaba
y flota como pluma de seda
en el cielo azul-turquesa.
¿Por qué no mueres, amor?
pregunta, cansado, mi corazón
ya casi todo incinerado.
Y me responde, atrevido,
el viento dulce que desliza
entre los Palacios de Nazáries:
"Porque el amor vive para la eternidad
aunque no te ame más tu amado"
EPICURANDO
El albo es el clavel
a ser del pecho en flor
arrancado
no la planta
rosa, púrpura
pero lo que desgarra
y despedaza del alma
la serenidad franca.
Silencio ensordecedor.
Espera sin fin.
Huyo
y el sol corre a esconderse
sonámbulo sobre el muro
del laberinto.
Mejor así.
y el crepúsculo en la vista
se disfraza en el paisaje,
todo es destello.
Noche día lucen
mismo en el alma pálida
*
El Perro Blanco
De
El Perro Blanco
Revista Internacional Verano 2009
Zaragoza, España
Torbellino de estrellas
collares de silencio centelleante
hacia la media noche.
MADRUGADA DE AGOSTO
Escenas de sombras
bajo el pensamiento
memoria
perdida en el tiempo
estación viajante
sola, otra vez
Nada en la mente
mientras se enfría
el corazón
LABERINTOS
Es duro, padre
andar en este
tu laberinto
Tu luz se disipa
y me ausento
en negrura
Duro es tantear
en la busca de hallarte
y encontrarme
en el velorio del día
en el fondo
del mar
Y amar, entonces, señor
ese profundo despeñar
de abismos
y la rosaleda, las trincheras
los puñales, y el oro
en el crepúsculo, ensangrentados
el peligro de los descaminos
mi grito apagado
Tus laberintos son espinas
y piedra puntiaguda, Padre.
Y tornado.
MATÓ A LA FAMILIA Y SE FUE A DORMIR
Colisión en el paraíso
Caín mató a Abel
Abel mata a Caín
Adán mata a Eva
Eva le pone fin
Listo.
Habrían evitado
mucho disgusto
STARDUST
Sembrado en que amara
Yo desierta, soleada, en aquel
Sáhara
la tabla suelta el paso flojo
(falling in Love)
el ojo verde centellando en la
oscuridad
Del Corazón ningún quejido
si el mar fingiese ser lago
y la luna parase en otra estación
susurraban sweethearts
y la ciudad dormía
encendían mil y una noches de
satén
al borde de fuego de la pasión
Estos poemas fueron traducidos en un taller coordinado por Alicia Silvestre con las participación de los siguientes alumnos: Aline Fernandes Barreto, Rosa Maria Severino, Carlos Saiz Alvarez, Suzana da Costa Outeiral, Flavio Barbosa, Elessandra Cruz, Maria Stefânia e Keni Carla.
De
Angélica Torres Lima
Luzidianas
Brasília: Athalaia Gráfica e Editora, 2010.
147 p. (Coleção Oi Poema, v. 5)
de lobos e anjos II
O que é que eu faço, Anjo?
Quer que eu corra, que eu dance
que eu morra? que me levante
e cante uma ode à insõnia?
Não vê que o crepúsculo
já faz muito se desfez?
Que a lua é selada
em céu negro-martírio?
E não guarda o meu sono
nem me faz companhia,
CruEl, que só me inspira
elegias!
trilhas para o altar
Face de maçã trincada na manhã de louça.
Lâminas de agulhas negras fatiam
o altiplano azul no sonho das cabeças
A pedra engastada em prateleiras
oculta o segredo de gestos e passos
: corpos estagnados de anseio.
De Luzidianas,
inédito (2007-08)
ENTARDESCENDO
A tarde não se olhou no espelho.
Sabia que a beleza aquele dia
era artefato insubmisso
a Miguel e Luzefel
E fez-se mel no crepúsculo
resplandecência, esmero.
Vestiu-se epifania no facho azulado
e nos raios dourados do sol
sobre os cabelos.
*
Desenho de giz:
apaga-se o sol
e o reflexo mutante
cintila
em nenhum significante
De que me serve
o mundo, Sigmund,
se no tempo
tudo é desmanche
constante?
*
Turbilhões de estrelas:
colares de silêncio cintilante
para a meia-noite
De
O Poema Quer Ser Útil
(LGE/FAC. Brasília, 2006)
TRAVESSIA
Cidadã de um deserto tecnológico,
atravesso portas giratórias
escadas rolantes metrôs
estradas metálicas,
sobre pés e rodas.
Braços troncos rostos
roçam-se as auras
que o desconhecido devora.
São apenas nomes
de personagens e histórias.
Não mais que sonhos e miragens
de almas deserdadas,
e deus algum as incorpora
MATOU A FAMÍLIA
E FOI DORMIR
Reveillon no paraíso.
Caim mata Abel
Abel mata Caim
Adão mata Eva
Eva põe-lhe fim.
Pronto.
Teriam evitado
muita chateação.
MEU CERRADO
Encho os olhos
de paisagens
do cerrado
Um espírito rendado
emana da floresta
de ikebanas goianas
A claridade rasgada
o plano exato:
geografia instantânea
PEIXES ROLANTES
Devo deixar essa má água
(pelos meus olhos) vazar
e te levar na corredeira?
O preço é simples:
morte certa
lua sem verso
teu olhar sem mim
Ou contigo
rio abaixo
à cachoeira
peixes folhas
galhos pedras
laços sorte
e os anelos,
braços dados,
devo ir?
Paleolírica: poemas
(1986-2000)
ANOITECEU
Os homens inauguram-se
como monumentos bruscos.
Toscas palavras de sal.
Dormem secas as cascas
lacrimais da madrugada
desvirginada por galos e cães.
No vazio abismal bebem
as torrentes do sono aceso.
E o sangue foge
para um campo arredio, sem lamas
enquanto a Via Láctea espreita
o leite latino da transmutação
GIRASSOL
Luz girassol no campo
Na torre o ponteiro gira
Lua flutua em Amsterdã
MADRUGADA DE AGOSTO
Cenas de sombras
sob o pensamento
memória
perdida no tempo
Só, outra vez
Nada na mente
enquanto esfria
o coração.
DESCONFIE
Não vás crer
tanto assim
num poeta
Vê a cota
ilusionista
que contém
o que ele conta
Ele é sempre
personagem
forasteiro
Experto
em camuflagem.
Um cigano
faz-de-conta.
Bêbeda de nuvens
Que nem corpo
livre d’ave calma
nave leve
n’água longe
neve-lava
de peito em desamor
levita
a brisa do verão
no alpendre.
Desdobram-se
aromas de lavanda
mundo úmido
ramagens de varanda
O mago
Da alma do velho
pássaro falecido
ouvi teu canto
rouco, manso
Sol ardente
dor incendiante.
Resisti
Num haicai de três asas
sem som de palavras
bem-te-vi
Vaga-lume
Encontro os pés do dia
longe da raiz do medo.
Silencia atento o desejo
e a brisa esverdeja a luz.
De chegada, a chuva
trespassando estorvos
e arroubos.
Enquanto afrouxo, só.
A noite amorenando
logo ali
na soleira do instante
o seu retorno
A senda
O acesso à senda
silenciosa sonhei.
Havia cigarras
nas espirais do escutar
abertas às idas e vindas
de vozes flutuantes
e sussurros de mar
Desesperança
Ele chega. Lê meus poemas.
Flerta meus livros
e discos como se
me tirando a roupa,
olhando meu corpo
detalhada
e suavemente
Acossada, excitada
erro em tudo o que faço.
Desato laços poéticos,
patético.
Represento um papel
em que minha assinatura
não parece fiel nem meu texto
o mais puro e o mais próximo
da nudez singela do sertão
Ele pensa que possui essa alma
nua. Ela sonha possuí-lo nu
e alma.
Mas o enredo concreto
transpassa em silêncio.
E o tempo passa
na ponta de um imenso lápis
riscando o calendário
dia após dia
de vento
Em sol maior
Deserto nas ruas.
Longe, sons
de trompete e flauta
no vento
Um quarto de lua
perfume de inverno
tanta flama nua
em fogo lento
A noite,
cafetina gigante,
finge em seu palco
não saber
que emoldura
um luminoso
e maculado
incêndio
A pena
Entre o hábito falho
da lembrança da morte
e a nudez da ausência
flagrada de golpe
o corte
o soco
a queda
o choque.
O vazio habitado,
agora sabendo,
de fato, do nada
valendo a pena
Extraídos de Paleolírica: poemas (1986-2000). Brasília: Alô Comunicação, 2000.
De
SOLARES
(Bric a Brac/Coleção de Bolso.Brasília, 2000)
O CAMINHO DA NOITE
Entregue a meus sonhos despertos
o mundo nega-se a partir comigo
ensurdecido no silêncio da noite.
É toda feita de palavra
a espiral em que me movo.
Quebrarei o seu segredo.
Saltarei da última torre.
MORRE UM FAUNO
Um fauno passa
ecoando passos
entre carros mudos
Meia-noite, meio-dia
agonias roucas e surdas
trafegam no Largo do Proibido
carecia emprestar atenção:
o verde do tapete não esconde
nem revela natureza;
o fauno foge ao audível
silenciosamente
A buzina, o assaltante
o fauno se escondendo
sob os chassis
Na miragem
carruagens sulfurinas
por fogo envoltas:
o crepúsculo
o asfalto lavado em sangue
de animal divinhumano
numa fração de luz
de anos diáfanos e obscuros
a eternidade desconcertante
SOLARES DE YPAMERI
Vôo volátil, o vento
tocou-me o pensamento
em um jardim suspenso
entre telhas de barro:
olhos cerâmicos sombrearam o mundo
*
Desembrulhados
ao humor dos feitos do céu
os telhados guardam
em meu olhar desabitado
a alma da cidade
vermelha, de barro,
pairando no azul solar.
De Solares (Bric a Brac/Coleção de Bolso. Brasília, 2000)
De
SINDICATO DE ESTUDANTES
(Brasiliana. Brasília, 1986) :
NAMORO COM OS PATOS
Queria te levar comigo, marreco
mas no Brasil estrangeiro serias.
Estranharias talvez o calor
o abandono do povo
irias te sentir perdido.
Saudades do Lago Monona terias;
do jogging, do footing
no cais do Mendota, tu chorarias.
É melhor te guardar a lembrança
nesta poesia.
UNB DOMINGANDO
Uma bomba explode no campus
de reminiscências.
Minha cabeça
plantada sob o verde sorve o Minhocão
que a ala norte traduz em silêncio.
É domingo.
Filmo uma assembléia-geral
de pássaros e ventos
enquanto a jovem dama dorme,
indiferente
RETIRO
O sol e a lua de perpetuavam em coqueiros.
E o cheiro da mata, de samambaias
palhas e cavalos esfumaçava-se no ar
cozido em fogão de lenha.
A infância voava em balanço de cordas.
O cigarro de palha era desfrutado no paiol
às escondidas dos adultos
emoldurados pelo medo.
E tudo ia bem. Sem olhares maliciosos,
a adolescência seguia seu curso sadio
sob a Via Láctea e as Três Marias
vigiando o delírio vazio
de espelhos profundos
e assoalhos sem brilho.
E tudo iria bem, da adolescência
até o enterro sob a terra doce do Morro
onde vivem para sempre os bambuzais solitários
e a cruz de dona Iracema.
De Sindicato de Estudantes (Brasiliana. Brasília, 1986)
.
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