martes, 22 de septiembre de 2015

TIRSA CAJA [17.115]


Tirsa Caja


Poeta. Madrid.
Licenciada en Psicología y profesora técnica de Vidrio y Cerámica. Escribe poemas desde la adolescencia pero no ha sido hasta los últimos años cuando, por azar, encontró un grupo de poetas y empezó a participar en diversos seminarios y talleres dándose a conocer. Desde entonces asiste a varias tertulias como la del grupo “Poetas Conversos” y “Poetas con Hierro” integrado éste último en las actividades de la Fundación Centro de Poesía José Hierro, en las cuales participa activamente desde 2007.

Ha participado en diferentes recitales poéticos colectivos y en el programa de radio especializado en poesía La Estación Azul, dirigido por Ignacio Elguero.

Ha publicado poemas en diversas páginas web, en la Revista Virtual Iberoamericana Termita Caribe, en la revista Cuadernos del Matemático y en la antología Boca aboca, editada por la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Cabe destacar también su papel como fundadora y parte del consejo editorial de la revista de creación poética Atlas de Divagantes. Los más queridos nombres es su primer libro publicado.





DE TACTOS Y DE VOCES

 El hombre aquel de los ojos de nube
se enamoró de oírla hablar. 
Ella tenía en su voz los registros necesarios,
los sentidos abiertos en todas las palabras.
Y no tenía edad, 
desde siempre fue joven.

Él sabía de un mundo de voces y de tactos.

Veía a esa mujer 
con el vislumbre opaco de sus dedos
al inventar su forma.
Y la llamaba:
"Dime, con voz de pájaro a punto de volar,
dime el color, la luz,  
la densidad del humo,
las mujeres de Rubens...
Dime las cosas con tus ojos".

Ella lo acompañaba.
"Ayúdame, no me fío de los conductores, 
los bordillos tan altos...
Sube conmigo, tropezaré en las escaleras...
Abre la puerta de mi casa 
que se resiste a tanta soledad.
Pasa conmigo niña, mujer, voz de mis manos,
pasa conmigo. 
Traduce tus palabras en texturas. 
Déjame oír tu piel".

Entonces era la compasión.  
Y el miedo y la tristeza
huían escaleras abajo.




ALGO SOBRE MADRID

En Madrid, 
chocamos con otros en el metro, por las calles
y nos perdemos en su plano circular y neurótico
sin encontrar salida.

Inventamos lenguajes 
que nunca nos salvarán del hermetismo.
Proliferan los espectáculos nudistas
pero nos mantenemos pudorosos en las distancias cortas.

Los perros sin dueño
son envidiablemente queridos
por el vagabundo de la calle Preciados
y mi gato no cuestiona mi amor,
se sube a mis rodillas, simplemente.

Hay hombres que buscan conversación 
en el territorio de las prostitutas
y mujeres que no saben 
cuánto sexo darían a cambio de muy poco.

A veces volvemos la cabeza pensando que nos llaman.
Qué señal para reconocernos.
Dónde la costumbre de sonreír.

Hoy he oído en las noticias 
que las vacas de granja 
dan más litros de leche si se les habla, 
si se les llama por su nombre.



UN MUCHACHO

Yo, no te conocía por tu nombre, 
sólo participaba
del regalo de tu simple presencia
en aulas y pasillos,
del inconsciente don que repartías
sólo por existir.

Sabía, sí,
de tus hermosos años cargados de futuro,
de la luz que al mirar expandías
y esa risa tan fácil
cuando se tiene tanto por vivir.

Pero, cómo explicar
el trágico trazado
de la palabra nunca en la pizarra
un viernes de febrero.
Ninguna ecuación, ninguna fórmula,
nada para entender
la delicada línea que dividió tu tiempo.

Dicen que fue un instante,
que un monstruo con entrañas de motor 
se atrevió a profanar tu cuerpo adolescente,
quebró tu frágil talle sin esfuerzo
y rojas amapolas mancharon el asfalto y enturbiaron 
el transparente azul de tu mirada limpia.

Y el carnaval entonces
irrumpió sin permiso 
con máscaras mostrando carcajadas,
mientras todas las madres lloraban sin pudor
el dolor insaciable de tu madre
y todas las muchachas se vestían 
de novias viudas para llorar de amor
en las futuras noches de jazmines tronchados




Naufragio

I

Desordenada yo, 
mi casa, mi equipaje.
Qué naufragio de puertas abatidas.

A la deriva edades, voces, 
palabras de papel, a la deriva.

Un tiempo derribado en los escombros.

Días sin paginar 
esperando una ley que los ordene.


II

Olvidaos de mí.
Dejad que muera un poco en mi derrota, 
que me quede dormida en la playa de nadie.
Si alguien me ama sea
igual que a un ser inerte, sin voluntad ni prisa.
Dejadme que no pueda.
Y que después de un tiempo de abandono
me reconstruya y busque por caminos borrados
una razón donde coser mi nombre,
una isla que acoja mis enseres.




Dudar  funambulistas

mantenernos en el temblor 
de los instantes

                                   siempre al borde

salvarnos cada día

pisar sobre un terreno sin raíces
saber que los inviernos caducan con sus hojas
que algunas cosas caen inertes en sí mismas

y resistir perennes
a punto de rompernos.






Los más queridos nombres. Tirsa Caja. Eva Chinchilla (Prólogo)
Amargord Ediciones
Año de edición 2011




El silencio es caníbal

El silencio es caníbal,
devora el interior sin compartirse.

Afuera todo en orden.




Hoy has amanecido así

Hoy has amanecido así,
circunstancial
desperezado para el único día

contemplativamente

         nace un guijarro
         se desnuda el agua
         se suicida un gorrión

sin tu consentimiento

y no eres
sino estás

esperando que todo se resuelva a sí mismo.




-


Cómo vas a saciarte, tan porosa.
Las cosas te atraviesan y se van.
No puedes tener siempre
el corazón de esponja
y beberte de un trago
el agua y sus aristas de cristal

Quién mientras importabas
te hizo creer que eras imprescindible



-


Qué eres.
Sangre y semilla. Ombligo.
Para ti, centro de ti, se pensó el universo.
Para ti
se conjuntaron las casualidades,
la evolución dio un salto
hasta la cama de tus genitores.
Si supieras que estás por un olvido,
por nada, porque si, por un instante
del azar descuidado.

No has de quebrar el orden.
Por más que te complazcas en pensarlo
las órbitas no van a desviar
sus trayectorias.


-



Dicen que hay hombres
que con la amanecida abandonan su lecho
y, fieles a la esposa, su perfil en la almohada,
salen con las escarchas a los parques
al encuentro de un amor vertical
y no median palabra,
el sexo abandonado a una mano sin rostro.

También hay árboles.
Y en la casa ya el olor a café.







No hay comentarios:

Publicar un comentario