ZHANG JI -TCHANG TSI-
Originario de U-Kiang, en el Kiang-Nan, Tchang-Tsi nació hacia el año 770 de nuestra era. Perteneció a una de las familias más ilustres del Imperio. La nobleza de su nacimiento, su reputación de letrado, la bondad de su carácter tan firme como equitativo, le valieron la protección de Han-Yu, ministro del Emperador, que lo agregó a los Archivos del Impero. Muy pronto, el mismo monarca Te-Tsung, reconociendo los méritos, muy grandes, del poeta, le cobró afectuosa estimación y lo nombró, en 815, profesor en el Colegio Imperial. Algunos años más tarde lo llamó a la presidencia del mismo Colegio, puesto que Thang-Tsi conservó hasta el fin de su vida. Murió hacia 850 a la edad de ochenta años.
Sus versos, destinados sobre todo a ser cantados, se distinguen por un trabajo muy cuidado de la factura y de la rima. Forman seis volúmenes, publicados en China, bajo el título de Tchang-Tsi-Tsuian.
UNA ESPOSA FIEL A SUS DEBERES
Señor, acabáis de ofrecerme dos perlas brillantes,
Sabéis, sin embargo, que pertenezco a un esposo
Y que guardo fidelidad al que juré fidelidad.
A pesar de esto, mi corazón está lleno de emoción, mi espíritu de inquietud.
¡Ah! no olvidéis que los pabellones de mi familia flotan en el parque imperial,
Y que mi esposo lleva lanza dorada en el palacio de Nankin
No dudo, por otra parte, de la pureza de vuestros sentimientos,
¿No es cierto que son elevados como el sol y como la luna?
Coloqué un momento, sobre la seda de mi manto rojo
Las dos perlas brillantes. Recobradlas. Las devuelvo a Vuestra Señoría.
Tomad también las dos lágrimas que tiemblan en el borde de mis pestañas ...
¡Ah! ¡que no os haya conocido, cuando era libre todavía!
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CANCIÓN BREVE
El cielo azul es inmenso y vacío,
el claro sol alumbra sin raíces ni apoyo,
su fulgor luminoso salido de la tierra
de nuevo entra en la tierra.
Su curso hace que nuestra juventud
dure sólo un instante.
Nos hemos encontrado los dos y, de pronto,
quedamos silenciosos,
entristecidos con la edad que avanza.
Jamás tendremos más alegría que hoy.
Una copa de oro está ante ti, llena de vino.
Saludándote, te deseo que vivas mil años.
(Traducción de María Teresa León
y Rafael Alberti)
EPISTOLA A LI-TAI-PO
Tres Noches seguidas he soñado contigo.
Estabas frente a mi puerta
Y te pasabas la mano por la cabellera blanca.
Parecía que una gran pena te amargase...
Al cabo de diez mil, de cien mil otoños,
No tendrás otro premio
Que el inútil premio de la inmortalidad.
FIDELIDAD
Sabéis que soy de otro,
Sin embargo me brindáis brillantes perlas.
Emocionada por vuestro persistente amor,
Las pongo en mi vestido de seda roja.
Mi situación se halla entre la de los pares del Imperio.
Mi marido lleva la lanza en el Palacio de la Claridad (3).
Vuestras intenciones son tan puras como el sol y la luna,
Pero yo he jurado ser fiel a mi esposo en vida y muerte.
Con lágrimas en los ojos os devuelvo vuestras perlas.
¡Que no os haya conocido soltera y joven!
Chang Tsi - Poeta del siglo IX. Ocupó un puesto oficial insignificante.
(3) Puesto honorífico, como un abanderado.
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El solitario en otoño (Der Einsame im Herbst) es el segundo movimiento de La Canción de la Tierra (Das Lied von der Erde), ciclo de canciones en forma de sinfonía de Gustav Mahler en el que el autor pone música a antiguos poemas chinos. En el caso de la canción que nos ocupa, la letra procede de un poema de Chang Tsi (710-782), poeta de la Dinastía Tang:
Las nieblas otoñales ondean, azules, sobre el mar;
toda la hierba se cubre de escarcha;
se diría que un artista ha extendido polvo de jade
sobre las delicadas flores.
El dulce perfume de las flores se ha evaporado;
un viento frío dobla los tallos.
Pronto flotarán las mustias y doradas hojas
de las flores de loto sobre el agua.
Mi corazón está cansado. Mi pequeña linterna
se apaga crepitando, y me hace pensar en el descanso.
¡Voy hacia ti, querido último lugar de reposo!
¡Sí, dame tranquilidad, necesito tanto alivio!
Lloro muchísimo en mi solitud.
El otoño perdura demasiado en mi corazón.
Sol del amor, ¿ya no quieres brillar más
para secar tiernamente mis amargas lágrimas?
Anclaje Nocturno Junto al Puente del Arce
Agoniza la luna
con graznido de negros cuervos.
El cielo lo cubre la escarcha
desvelado, oigo triste
el rumor de los arces
que bondean el rio
parpadean las luces
de las barcas de pesca.
A media noche,
el tañido de las campanas
del templo Monte Helado
que se alza en las afueras de Suzhou.
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