miércoles, 30 de septiembre de 2015

SAMUEL LAGUNAS CERDA [17.157]


Samuel Lagunas Cerda

(Querétaro, México 1990). Sus poemas han aparecido en dos antologías: La Antología del Maratón. Reunión de poetas noveles (Épica, 2009) y Besar de lengua, (Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, 2011). Es columnista en el semanario Bitácora. 

Miembro de la Asociación de Escritores y Comunicadores Evangélicos (ADECE) ha obtenido algunos reconocimientos por su trabajo como poeta y narrador. Ha participado también en diversas revistas y periódicos.

La veterana editorial Mantis (18 años), dirigida por el poeta Luis Armenta Malpica, lanzó a fines de 2013 Todavía mañana, primer volumen poético de Samuel Lagunas, como parte de su colección Terredades.



Poeta del siglo veintiuno

 “Help, I need somebody”
John Lennon


Como la difuminada sombra en el alba
el poeta se desperdiga en el blanco del mundo,
es una rara canción, un cuadro momentáneo,
una fotografía desechable.

Su estilo es como el unicornio,
invisible a algunos ojos, inexistente,
inquilino de su mente, de la mente suya, inconexa,
abnegada, poeta, suya al fin y al cabo.

Sus palabras no son palabras,
se disfrazan de palabras, de ideas,
de personas que viven, se desviven
y mueren en un mundo que se llama REALIDAD.

Antes había Poetas, hoy hay gente, individuos,
que escriben a renglón cortado como
yo o como alguien, como algunos.

¿Poesía? Esto no es poesía, es un experimento, una vida diferente.

El siglo veintiuno es un experimento;
ha de ser de Dios; no hay coherencia,
sólo hay, hay tanto algo que quién sabe qué es,
que se parece a la vida, a vivir y la muerte, se parece…,
sólo se parece. Así como esto intenta
ser poesía, sólo lo intenta, no lo logra;
tal vez no quiere el poeta ser poeta,
sólo lo es, por instinto y por deber,
así como este nuevo siglo es, contra su voluntad,
un nuevo siglo que después será viejo, historia, pasado, olvido,
quizá poesía.



Conocernos

Conocerte,
así,
desde tu nombre
hasta la manera de rascarte el muslo
mientras duermes
esa cosquilla en el borde de tu cuello
y esa caricia
menismeante
de tus uñas.

Conocerte la vida
centímetro a centímetro
su olor a leche
a tierra
y al tan esperado olvido,
a noches enteras
bajo el manto
de las luciérnagas
porque no hay más estrella
que la palma de tu mano.

Conocerte en tu placer y en tu desdicha
ese jadeo zumbante,
flexible,
de tu beso,
riendo,
llorando,
bostezando,
leona,
olfateando el mundo
con tu nariz
de esfinge.

Irrumpir
en la liviana intimidad
de tu espíritu corpóreo,
bañarme en tu vestido de primavera,
en ese fresco virginal
que estimula
frenéticamente
a las nubes…
y llueve,
llueve amor
del paraíso
y nos humedece
el escenario de la lánguida
estrechez
de los cuerpos
comenzando,
así,
el bíblico conocimiento.



IV

Sí, me duele este atardecer,
esta boca de sol y de verano.
José Carlos Becerra


Esta ciudad se ha convertido en una tragedia griega
con los panfletos revolando en el desierto,
carroñosos,
altruistas,

basta saber que es bueno que nos enmienden los huecos,
las grietas que nos ha dejado el desconcierto,
y el rescoldo púrpura que agusana la memoria.

Esta ciudad, ciudad invencible,
titán,
titán que duele en cada exhalación,
titán que calla y se aleja,
titán escondido en las piernas de la tierra,
titán fálico,
titán que zangolotea en el pantano,
titán humilde, belicoso,
insurrecto,
titán mío,
titán anárquico,
titán de hielo,
titán que guarda a Homero en una uña,
titán que olvidó Rabelais en su búsqueda,
titán que atormentaba el sueño de Cervantes,
titán paréntesis de Shandy,
titán satírico,
titán utópico,
titán mío,
titán,
titán que duerme en la espalda de las interrogaciones,
titán científico,
titán poético,
titán cinematográfico,
hálito de titán
espéculo de titán,
espéculo de Balzac,
espéculo mío,
titán mío,
desierto mío,
polvo mío,

la poesía no da ninguna respuesta satisfactoria a la catástrofe,
guardémosla en el libro menos importante de una biblioteca privada
y que allí permanezca,
silente,
pasajera,
enigmática,
borgiana,


A

S

Í

O

P

E


sueño de ángel,
vaticinio incomprensible,
los ángeles matarían por tenerla,

poseer la poesía es estar cerca de la muerte,

la muerte es sinónimo del conocimiento,

¡vaya analogía fantástica!

Hay que tomarla en cuenta
con sus salvedades:

¿dios?


 De Instrucciones para la elaboración de un dios moderno





Acercamiento previo

¿No eras tú, mujer,
el primer indicio de deidad en esta tierra?
Partamos de ti, entonces,
de tu naturaleza de cuerpo desnudo
sin oscuro ropaje de ideología falsa,
de falsa artillería.
Qué mejor arma que tus senos
para taladrar mi alma
cálido
pétalo
insondable.

Hay que vernos en el pozo tus ojos,
espiar allí el alma de las palabras
y extraer el alba a este mundo,
extender el alba sobre el cuerpo,
absorber su esencia de misterio
y comernos el polvo de la vida.

Quiero recoger mi alma en tus cabellos,
tú puedes deshelar mis entrañas
con la lámpara de tu boca,
sólo tu boca puede iluminar las tinieblas
y disipar la bruma de las grutas.
Tu corazón configura las nubes
con decoración de almanaque viejo.
Ve pensando en que cuando te ríes se va a cobijar el cielo
bajo tu lengua,
si hay que sacarlo de ahí,
ha de ser con extremo cuidado,
ha de ser ahogados en un beso tuyo,
que nos funda
a la víspera de tu divinidad.
Porque has venido.

Has venido y no hay que olvidar
que te fuiste
para ordenar la aritmética del silencio
reconfigurar el vuelo del aire
y el pigmento formal de las azucenas
del cual te desprendiste,
lasciva,
lúdica,
dadivosa,
tu cuerpo cedió al mundo sus semillas de candela,
hay que abrasarnos en tu fuego

mujer,

a donde quiera que vayas,
te persigue el ser santuario,
el esperar en tus puertas a tu siervo
y tú de espaldas,
oculta el rostro en las cortinas,
inasible, gota de aire.

Si te vemos, morimos, medusa,
morimos en el lecho conyugal
de tu abrazo,
cuán dulce es la muerte en tal manera,
cuán dulce el expirar al conocerte.

De Instrucciones para la elaboración de un dios moderno



Duda agónica

El problema es
en manos de quién dejar la muerte
(o lo que queda después de haber vivido).
¿Bastarán acaso las ganas,
la locura,
el empeño?

Debe de existir un lapso de sonambulismo
donde sentarnos a la mesa
y trazar el pormorir,
el futuro diciembre del enero,
la pasmosa manía de la subsistencia
y las técnicas para evitar
el acumulamiento del tiempo.

Caso contrario,
un dios habrá de dibujarnos
algún boceto de universo
donde seremos la sombra
de alguna noche blanca,
o el simple canto viejo
de hojas olvidadas.

O acaso nuestra llegada sea
meramente el punto insumiso.

Y ya, después de poco,
se calle todo finalmente.

 De Instrucciones para la elaboración de un dios moderno




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