Sergio Valero
Nació en la ciudad de México, el 12 de julio de 1969. Poeta. Estudió lengua y literaturas hispánicas en la FFyL de la UNAM. Ha sido socio fundador y miembro del consejo editorial de El Dorado Ediciones. Becario del FONCA en su Programa de Apoyo a Jóvenes Creadores, 2001-2002 y 2003-2004. Colaborador de El Búho, Ensayo, Gaceta del FCE, Letras Libres, Los Universitarios, MAD, Mala Vida, (Paréntesis), Periódico de Poesía, Vuelta y Sábado. Premio Nacional de Poesía Joven de México Elías Nandino 1997 por Cuaderno de Alejandra.
Obra publicada
Poesía: Cuaderno de Alejandra, CONACULTA/Gob. del Edo. Jalisco/Secretaría de Cultura de Jalisco, Tierra Adentro, núm. 150, 1997; CONACULTA, Tierra Adentro, 2004. || Valga la noche, Ediciones Eloísa, Buenos Aires, 2003.
LOS ANALES DE LA HISTORIA
detrás de cada esdrújula un mundo nos observa como
aquella burbuja sin brújula epidérmica
quizá no es el ombligo sino la obligación de medir con la
mano lo sano del escándalo
lozanos entregamos el rayo de los párpados y el celo de unos
pájaros de vuelo desmedido
espectáculo inverso de un tímido agujero por donde asoma
el sol que dio sombra a sodoma
es un culo o un verso de rima subterránea y unos pocos
milímetros como todo perímetro
acaso centimétrico si es balance de dos y el balbuceo de un
dios debajo de la lluvia
esa ronda en la cúspide que sostiene el aliento del náufrago
que insólito amarra entre tus islas
las ínsulas colgantes del peso de tus hombros
como la línea rota y rica en minerales cuando el tiempo se
parte donde se aparta el viento
pendiente de tu cuerpo el relámpago explota para tapar lo
fétido del poso de tu entraña
romántico desliz del aire más sincero
del que nace en el cero donde concluye todo
Tomado de Eco de voces. Generación poética de los sesentas. (2004).
Historias de aquel viene viene que quiso ser chófer
cuando vira ese auto
metal sobre neumáticos
ser humano y peluche
nadie puede saber qué está girando
si un volante o la calle
si la memoria
en ese mismo instante son millones los autos que viran en el mundo
cuántos de color rojo
nadie lo sabe
nunca se sabe del mundo lo que gira
pero este auto vira sin saber de elegancia
en el abuso mortal de la fortuna
quien hace de chófer nunca sabe lo cerca que está de la catástrofe
dos cuadras más allá
en un punto invisible donde no está virando
aunque otro auto vira
una abuela
sin saber de elegancia
atraviesa la calle con el paso que resta al final de la vida
y la fortuna rueda para no detenerse
ese auto que miro no atropella a la abuela
ni en el mundo sucumben las diez o quince abuelas que en un instante así corren peligro
pero al pasar tan cerca de donde yo lo miro el auto sí ejecuta un atropello único
debajo de la falda con bordes de peluche asoman los pedales que accionan mi memoria
del sinfín de desgracias que pude padecer cuando aún manejaba una sola me resta
no poder ver de reojo la humedad catastrófica de la piel de tus piernas -
Cuaderno de Alejandra, poemario de Sergio Valero
BAJORRELIEVE
1
Casi al final del río se aprecia la cortina del agua verdadera, como un cristal cortado en su primer reflejo. El agua a la mitad nunca es la mitad del agua, si acaso una razón de peso muerto: bajorrelieve
Al fondo Al fondo del abismo entre una llama del desierto enmedio de una pupila y otra la sentencia del cáliz de espiral inasible humor de miedo voltear la mirada ponme de las luces temerosas la aurora una llama aquí como espuela de una ráfaga de sierpe insalvable a mi sed enrarecida y el alba por tus ríos sé mi brisa un solo anuncio en la espuma del fuego del camino verdadero de piedra
bajorrelieve Camina muy despacio la conciencia a su nicho, entre espigas de niebla helada hasta los nervios. El humo sólo es cifra para el aire visible: bajorrelieve
Me voy me quedo salta Te vas te quedas dudas la liebre del sombrero de asir el cielo del tacto te vas despacio por tu fe por lo cierto crees entre una magia de nieve conocer al ángel sorprendida porque una pluma vuela
bajorrelieve
3
voz descenso ángel luz la forma de la luz es la voz de un ángel en descenso brazos grito puerta luz los gritos de la luz son una puerta sin brazos pies fuga razón luz la fuga es la razón en los pies de la luz luz ángel nada caída la luz es nada sin la caída del ángel
6
Alguien habló un día de un pañuelo. Alguien dijo dos o tres cosas del tacto sedoso de un pañuelo. Alguien, no sé quién fue, me contó de su vida dejada en un pañuelo. Y la vida es así, como nunca saber quién nos ha hablado, como ir dejando la memoria en pedazos de papel blanco y sin conciencia. Alguien pudo mentirme, hablarme de oídas de lo que fue un papel y era un pañuelo -tal vez nunca fue nada. Alguien podría venir a confirmarlo.
CONTRANATURA
3
tu boca es la primera estructura ósea del sol una fruta sitiada en la música del tacto toco tu boca para entrar a una razón de musgo en hueso muerdo con tu boca para afilar mi gusto por la luz tu silencio es una iluminación del odio del cielo serán siempre los soles de tu boca unas pequeñas nubes blancas encima de la loca inmóvil de tu lengua más allá del silencio tu locura no dura nada no dice luz alguna calla tu luz al tiempo que tu voz se hace polvo toco tu voz con la penúltima estría de mi silencio tu voz es una franja ilimitada en su vacío tu voz de cielo raso no deviene fuego no sabe de locuras sabe sólo de viajes imposibles toco tu boca de ríos garigoleados de palabras de invierno
LOS VERSOS DEL FUEGO
6
Esta palabra suena pero está demasiado cargada de silencio pero suena pero está demasiado expuesta al frío Sólo entre líneas Dios puede hablar de nosotros, mientras nos toca el hombro con su tacto intangible. Él conoce los ritos surgidos de su sino, es el creador del agua dibujando la tierra: así como estas manos inventando este cuerpo. De esta palabra el fuego es tan sólo materia frontera de este verbo rama seca de un árbol enraizado al infierno caída de un río pulcro Uno es el hombre, repetición del credo, paradigma o falacia del dogma del principio. Inercia de la fe. Uno es el hombre y la mujer dormidos, y el golpe fresco y fuerte del mercurio del beso. Esta palabra suena como la misma muerte como esa misma suerte como el juego divino del acto más siniestro Esta palabra es presa de su propia sentencia (como esa misma suerte) su cárcel es la mano apuntando al vacío su nada es el conjuro de todo lo que existe suena como la brisa de todas las cascadas suena como la insania pero suena Sólo para el olvido las alas de los ángeles, para el recuerdo impuro. Sólo para los ángeles las alas del olvido. La memoria de Dios. Las alas del olvido. Las copas de los árboles con nidos como nichos. La memoria de dos. La tierra de su sueño de un falso paraíso. Uno siempre es el hombre y la mujer dormidos. Y esta palabra suena a ritual de inventario pero suena
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Ha de quedar aquí la historia de la risa, velada entre el rocío de una hoja rasgada. No he podido esconder mi credo por el agua. No he podido saldar mis deudas con la lluvia. Yo no tenía en las manos el grito de los ángeles, y sí sólo una escarcha encubriendo mi aliento. Desde hoy estas letras pierden su curvatura, su dirección alterna. Ahora no hay más teas al fondo de los sueños y al final de este beso un alambre de púas. Al final de este verso la montaña desciende; en minerales graves desnuda mi sentido. Y la piedra se aloja en el hueco del mundo para hendir la mirada en lo negro del ojo. Yo no tenía del fuego sino un miedo inconsciente. Ha de quedar aquí mi grito envuelto en humo.
HORADACIONES
1. Nubes
'Sin perdón. Caminar sin perdón. Sin pedirle nada al cielo si la piel se rasga. Esas nubes no siempre han sido designio de la lluvia, también fueron perdón en otro tiempo.” Te miro juntar las manos formando un arrecife invisible. Tus ojos van del árbol a la niebla y sin regreso. El perro de tus pasos se detiene, toma aire, llena sus pulmones de la luz de estas piedras rojizas (¿acaso alguien dijo sangre mineral?). Caminas para detenerte, como en busca de un punto donde frenar la marcha. Las nubes ahora se abren. Un ángel asoma el filo de su voz entre lo más indefinido de tu canto. Ya no cantes. No hay quien te escuche. No hay quien quiera escucharte. Las nubes ahora vuelven a cerrarse. Congelan tu mirada en el silencio más nítido.
7. Arroyo
'Si todo fuera negro, ella dijo, la luna sería un colmillo de serpiente. La risa del trueno quedaría entre las nubes en silencio. Si todo fuera negro, repitió, no habría lugar en el mundo para el blanco de los ojos” Supo escribir del ala de las lluvias. Dejó en claro el profundo y lento paso de las piedras. 'Si todo fuera negro, preguntó al granizo, dónde harían madriguera las rosas del verano: las rosas mortecinas del incansable viento.” Gustó de la blanca dimensión de la muerte, ella sabía. Gustó de la claridad del aire hacia el abismo. 'Si no hubiera espacio para las yemas de los dedos, alfíles luminosos, para en la noche arrancar estrellas al grito en su vacío, qué sería de esta agua mansa de iris a pupila, de pupila al pez nadando hacia lo hondo. Si no existiera el blanco, advirtió, perdería sentido el azul iluminado de este arroyo.” Supo escribir del ala de las lluvias. 'Si todo fuera negro, dijo Alejandra, el corazón podría no ser el último resquicio.”
8. Desierto
Caminar bajo el sol siendo el primer vestigio de la sed: el último mártir de la arena: el punto medio de una lluvia inconclusa. Ser vuelo de los cactos. Oasis de la fe. Piedra del espejismo. 'Yo sé hablar del desierto.” Caminar hacia el sol siendo el primer vestigio de la lluvia: el último mártir de la sed: el punto medio de una arena inconclusa. Ser espejismo en vuelo. Cacto de todo oasis. Piedra de la fe. 'Del desierto sé todo.” Caminar en el sol siendo el primer vestigio de la arena: el último mártir de la lluvia: el punto medio de una sed inconclusa. La fe en vuelo. Espejismo de oasis. Cacto de piedra. 'Todo el desierto, todo.' Caminar bajo el sol siendo el primer vestigio del cacto: el último mártir de la fe: el punto medio de un espejismo inconcluso. Vuelo de sed. Arena del oasis. Piedra de lluvia. “Yo sé el desierto, yo.' Caminar bajo el sol siendo el primer vestigio de la fe: el último mártir del espejismo: el punto medio de un cacto inconcluso. Arena volando. Lluvia de oasis. Piedra de sed. 'El desierto me habla.” Caminar bajo el sol siendo el primer vestigio del espejismo: el último mártir del cacto: el punto medio de la fe inconclusa. Vuelo de lluvia. Oasis de sed. Arena de piedra. 'Soy el desierto.” Caminar bajo el cacto siendo el primer vestigio del sol: la fe del último mártir: el espejismo inconcluso del punto medio. Lluvia de sed. Lluvia de piedra. Lluvia de oasis. Lluvia en vuelo. Lluvia de arena. 'Todo el desierto, yo.” Caminar siendo el primer vestigio del sol: el último mártir: el punto medio, inconcluso. Vuelo. Oasis. Piedra. 'Todo, todo, desierto, yo,' Caminar espejismo: caminar cacto abajo: caminar de la sed: caminar en la lluvia: caminar de las piedras: caminar del oasis: caminar de la arena: caminar por la fe: caminar inconcluso: caminar siendo mártir, siendo el último mártir: ese primer vestigio: tan sólo el punto medio: 'El desierto, la muerte, yo.”
9. Río
Bajorrelieve. Sorprendida porque una pluma vuela, crees conocer al ángel. Entre una magia de nieve te vas despacio por tu fe por lo cierto. La liebre del sombrero de asir, el cielo del tacto. Te vas, te quedas, dudas. Salta. Me quedo. Me voy. 'El humo sólo es cifra para el aire visible. Camina muy despacio la conciencia a su nicho, entre espigas de niebla helada hasta los nervios.” Bajorrelieve. Un solo anuncio en la espuma del fuego del camino verdadero, de piedra. La aurora: una llama aquí, como espuela de una ráfaga de sierpe insalvable a mi sed enrarecida. Y el alba por tus ríos. Sé mi brisa. Humor de miedo de voltear la mirada. Pónme las luces temerosas. Al fondo del abismo, entre una llama del desierto, enmedio de una pupila y otra, la sentencia del cáliz de espiral inasible. Al fondo. Bajorrelieve. 'El agua a la mitad nunca es la mitad del agua, si acaso una razón de peso muerto, como un cristal cortado en su primer reflejo. Casi al final del río se aprecia la cortina del agua verdadera.”
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