Lourdes Barría
Lourdes Barría. Seudónimo: Mónica Jensen (Puerto Montt, Chile 1944), profesora, Supervisor y Administrador Educacional. Ha escrito poesía y narrativa, obteniendo diversos premios y menciones literarias a lo largo de su vida en nuestro país, como también en Buenos Aires y Jaén, España".
-La casa de las mareas y otros poemas. Puerto Montt, Chile: Gobierno Regional de Los Lagos; Ilustre Municipalidad de Puerto Varas, 2008.
-Zona de Mujeres, 2007
PRESIONE ESCAPE
Lucy in the sky with diamonds
Los Beatles
En la trampa de las ortigas
En el cuadrilátero del fuego
Allí estábamos otra vez
Añorando esa sobredosis de océano
Que todavía no vuelve contigo de la muerte.
Y todas éramos una.
La que sabía hablar con los grillos
Y detener con ceniza un ejército de caracoles
Dijo: si hasta los grillos cantan
Por qué no cantamos en la oscuridad.
La que abría de noche las ventanas
Y abrazaba a los relámpagos
Dijo: hay tanta luz aquí
No querrán volver a caminar como los ciegos.
La experta en todo tipo de cuchillos
En arcabuces y flechas
Nos dio la espalda. Dijo:
Sé que aún en la niebla
Soy capaz de atravesar el blanco.
Cualquier blanco.
La que bailaba doce horas exclamó:
Pero si ahí está Lucy en el cielo con diamantes
Imaginen una barca en un río
Con árboles con mandarinas y cielos
De mermelada.
Taxis de periódico aparecen en la orilla
Esperando llevarte.
Subes en el asiento posterior
Con la cabeza en las nubes
Y has desaparecido.
La que en el techo bloqueaba muda
Los goterones de la lluvia
Dijo: Sí, bailemos.
La que buscaba entre sus mapas
El río del olvido, murmuró:
Se encuentra el espíritu de Pavese entre nosotras,
Hay que dejarlo marchar.
No, respondió la que deseaba irse
En los caballos del silencio,
Su tatuaje arde en toda mi piel.
Sobre nuestro cuerpo desnudo
Estaba escrito:
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Comprendimos que tarde o temprano
Tú regresarías
Que ibas a buscar allí en el torniquete
O en el puente,
Donde todo el mundo sonríe cuando pasas
A Lucy:
En el cielo con diamantes.
Y fuimos aquella chica,
La de los ojos de calidoscopio.
SILENCIO
Nuestro silencio
es un viejo submarino. Periscopio de ojos ciegos.
Escotillas cerradas.
Un radar que no escucha
cómo el otoño avanza,
cómo voy corriendo
de la nada a la brújula,
cómo busco un torpedo
que pueda astillar de golpe
toda la noche detenida.
Aquí
yo no sé cuándo tú lloras.
Qué timón debo tocar
para encontrarte
y subir contigo a la superficie.
Delantal
Ella es la mujer que habita
la cámara secreta de todas las fragancias
y al solo contacto con el agua
convierte en pez
cada una de sus manos.
La que hace girar en el centro del azúcar dorada
sus brebajes de amor
y su menta.
La que obliga a la sal
a navegar por ríos dulces, hace magia con un palo de vainilla,
canta al orégano seco
y a los limones amarillos.
Ella es la mujer que acaricia las primeras arvejas
y todo el pan lo reparte,
lo multiplica en la mesa;
la que ríe y llora al sur
de las aceitunas o los erizos.
Ella es la increíble mujer del delantal.
Túnica
Hasta que llegues
permaneceré en lugares que huelen
a menta
a peces
a extravío
a naranjas.
Lugares de sol. O lugares de sombra.
Bajo un techo dulce. O bajo un techo amargo.
Seré siempre Lía Sara Raquel
con mi túnica blanca esperando
envolver tus ojos tristes y tu larga risa
tus arcos de triunfo
tus marejadas.
Todo mi vientre hecho nieve
para albergarte una y otra vez
cuando regreses
por la derecha por la izquierda.
Tú : nacida de mi.
Lourdes Barría: El barrio de los cisnes
Lourdes Barría, ganadora del Primer Premio del Concurso Internaciona de Poesía Leopoldo Marechal, en Argentina.
"Ellos eran los cisnes de la ciudad,
los niños bautizados
con polvo de oro
de campanilla,
los que no rompían el extraño pacto
de estar juntos
en la otra acera
desde su ronda de helado
y mazapán.
Ellos se movían como flores
bajo una lámpara de Sevres,
los envolvía un arco iris
todo el tiempo.
Sus ángeles no se emparentaban
con los míos.
Yo era fea."
Desde la acera de enfrente, Lourdes Barría establece la brutalidad del sentimiento de exclusión, e inaugura desde esas imágenes de infancia, una forma de percibir el entorno que se transforma en una constante, y que define los rasgos fundamentales de su libro CONTRATO PERSONAL, publicado hace unos años en nuestra ciudad, y que ha cobrado interés a partir del reconocimiento que obtuviera este año la autora en Argentina, y de la distinción especial que recibiera por parte de la Municipalidad de Puerto Montt.
Con el antifaz de Mónica Jensen, saludando la memoria del danés Johannes Wilhelm Jensen — Premio Nobel de Literatura en 1944 — Lourdes Barría configura un tránsito existencial, en que la óptica femenina opera de modo determinante en la absorción e interpretación del barrio — calle — mundo en que se mueve. Un microcosmos agresivo en que es posible advertir la presencia de los cisnes, marcando una irremediable e insuperable diferencia. Parecieran confluir, entonces dos condiciones que tensionan el discurso: el ser mujer y — además — ser diferente. Centenares de estudios y discursos en torno a la condición femenina, podrían obviarse con sólo algunos de los poemas contenidos en "Contrato Personal".
Lourdes Barría, exhibe una escritura sencilla, en la que habita una energía sorprendente. Yace y subyace en ella, la violencia, el dolor, el abandono. Sin embargo, la autora controla el desgarramiento, frena la pasión, articula un mundo que pareciera querer estallar por los cuatro costados y que logra en la contención su mayor fuerza y expresividad. Hay también una reiterada confrontación con Dios. En la negación — no obstante — , campea una ambigüedad que desata lecturas diversas, incluso cercanía con territorios místicos de los que —en primera instancia — pareciera renegar.
La ansiedad del despegue, del vuelo, del viaje, se transforma en una obsesión, una especie de vía de escape, para dejar atrás a la niña que mira a "los cisnes" sintiéndose fea. "No es posible morir / en esta calle angosta/ la del primer día ", nos dice y crea, recrea, recorre puertos y aeropuertos en un ejercicio que tiene casi características de huida, de hambre por trastocar un orden — desorden que comienza con ella, y en ella: "Mi padre vino/ apuntó a mi muñeca por la espalda/y con ella me desintegré en el aire."
Un texto fundamental, que en gran medida constituye una respuesta, un viraje — o un salto — de la niña que mira los cisnes, en su autopercepción y en la percepción del entorno, es el poema que da título al libro: "Contrato Personal". En ese texto, las preguntas existenciales, se mezclan con las "confesiones" domésticas, articulando un discurso que — siendo coloquial — mantiene y acentúa el tono dramático de la mayor parte del libro: "Voy a iniciar ahora/ el aprendizaje de amarme/ y esto significa:/ no sentirme culpable/ porque odio viajar/ al fondo de la sal/ en la cocina."
Interesa consignar — aquí — brevemente un viejo problema de estética literaria. Antiguos maestros valorizaron y dejaron expresada su idea de una poesía sencilla en el decir. La validez de tal postura tiene su referente inmediato en Jorge Teillier, Efraín Barquero o Delia Domínguez; estos dos últimos, recientes candidatos al Premio Nacional de Literatura. Lograr la sencillez, alcanzar altura poética a través de la cotidianeidad de la palabra, es una tarea de largo aliento. El Neruda de las odas elementales, es la máxima expresión de ese esfuerzo.
El academicismo, la crítica supuestamente experta, no pocas veces se enreda los pies exaltando o dictando cátedra, respecto a la validez de una forma por sobre otra. Pero la poesía, la Literatura en general, habita un territorio libre, en el que puede discutirse todo, menos la validez de la forma que adopte la escritura.. NO es mejor poesía la más compleja en su apelación intelectual. No es mejor poesía la que usa desvíos, laberintos, oscuridades reales o artificiales. La poesía que apela directamente a los sentidos, la que no usa maquillaje de ninguna especie, la que se construye y llega con la misma eficacia al lector y al auditor, no necesita la bendición de los expertos, porque se sostiene firme en sus pies y porque se escucha de manera nítida, contra todo viento y contra toda marea.
Pertenezco a un club de mujeres
en el que nadie es paloma, avestruz,
santa u oveja negra.
Cada una es la que es
pese a quien pese
y ninguna reclama un lugar
en los concursos de belleza,
porque ninguna mide
noventa sesenta noventa.
Lourdes Barría se nos plantea de ese modo, con la sencillez que — hace unos meses — le valió el Primer Premio del Concurso Internacional de Poesía Leopoldo Marechal, en Argentina, por su "Tango de Vos y Yo". En ese trabajo, está la mirada del aprendizaje de amarse, y está la experiencia humana de la pérdida, del dolor y la persistencia del amor como sentimiento que trasciende a la muerte. Y si bien la autora se ubica geográficamente en el Barrio de la Boca, en Buenos Aires, la visualizamos siguiendo los compases de un tango que proviene del barrio de los cisnes.
por Jorge Loncón
LA CASA DE LAS MAREAS De Mónica Jensen
POR RUBEN TORRES INFANTE
ANTONIETA RODRIGUEZ PARIS
Miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua
Puerto Montt, marzo del 2015
Este es el título del libro de poemas de Mónica Jensen, seudónimo de la poeta de Lourdes Barría. En una nota introductoria la autora explica que siendo, Puerto Montt su ciudad natal, pensó recrearla poéticamente. Y es eso lo que hace en el libro que comienza con una primera parte: “Lecciones de cosas” seguida de “La casa de las mareas”, siendo la parte central de la obra, para terminar con “Otros poemas” que ya habían aparecido en su libro “Contrato Personal”.
Se nota en el texto que hemos leído la voluntad de enraizar el canto en la experiencia personal y elevarlo desde ahí a la experiencia y voz estética de los poemas. Implicado con el entorno cotidiano e histórico del puerto, equidistante de la vida absurda y ciega de la ciudad actual, destaca las cosas bellas del pasado, sobre todo en la primera parte donde el tiempo se eleva sobre las fronteras de lo tangible para construir mundos y voces precisos.
Este es un poemario que confirma la sensibilidad poética y la comprensión humana del mundo propio de la autora. En “Lecciones de cosas” hay una reflexión emocional rememorativa tanto como propositiva. Hay fotografías que acompañan a los poemas, no los ilustran, como por ejemplo “Tranvía rumbo a Angelmó”, “Campanario Jesuita” que nos recuerda que marcó las horas del pasado. La presencia del mar y de los barcos está en los poemas “Carta al capitán del FOCA”, “Erlangen, el mercante alemán” detenido en la bahía entre 1939 y 1941 debido a la 2ª. Guerra Mundial. El tren es otra presencia importante en poemas como “El viaje de los niños” y es también un recuerdo cuando se vendía EL PENECA, la revista infantil que leían los niños de entonces como los poetas Jorge Teiller y Delia Domínguez. En el poema “Libros recomendados” (de comienzos de siglo) juega al quebrantahuesos como hacía Nicanor Parra. “Lecciones de cosas” es como una artesanía de la rememoración del pasado.
En la segunda parte está la casa y su entorno, y como dice G.Bachelard “la casa es nuestro rincón del mundo” así Mónica Jensen establece una geografía vital marinera, con barcos, faros, el barrio donde creció por donde pasaban los baguales, se veían los jotes sobre los techos de las casas, el viejo hospital Santa María, la calle Roseelot, el Liceo de Niñas, los zapatos que extraviaron su nombre, los telegramas de amor. Aquí el pasado pasa a ser testigo de su época juvenil, ve a los pintores soñando un cuadro desde la Casa de botes. Recoge los agradecimientos escritos al Anima Fortuoso y los convierte en un caligrama. Las fotografías juegan aquí en rol importante, igualmente acompañan a los versos. Siente el terremoto de 60. “Las calles se hicieron una culebra de madera rota”/ el espinazo de la ciudad se quedó sin médula”/ “La tierra era una campana”/” Bajo ella podía crepitar el vacío el infierno” El recuerdo existe en el interior de las personas, pero no siempre se expresa, la poeta lo hace a través de sus palabras. La casa de las mareas es el amor a la tierra que uno pisa, la que ve desde el mar, o de un avión, la que se veía desde un tren antes de llegar a la estación que ya no existe. Es el lugar donde nos gustaría quedar sentados en una rama de alerce. Para la poeta Puerto Montt es su casa y como dice G.Bachelard: “la casa alberga el ensueño, la casa protege al soñador, la casa nos permite soñar en paz.”
“Otros poemas” son los que forman parte del libro CONTRATO PERSONAL de 1994, se destacan los versos de “Club”, el poema que le da el nombre a ese libro, “Sueño”, “Quiero” “Relámpagos” “Carta a un Dios invisible”: con unos versos que posicionan a la poesía de Mónica Jensen en un lugar específico del mapa “Ayer creí encontrarte en un campo de aterrizaje vacío/ a un grado ocho minutos longitud oeste”, aunque ella sabe que la hora profunda del alma no está comprendida en los cuadrantes, y “La puerta” que cierra el libro y abre los relámpagos de noche, ventana abierta de par en par, para ser bella en el corazón de Manhattan o caminar sobre el frío de Rusia, porque no es posible morir en esa calle angosta del primer día.
Los versos de Octavio Paz “La ciudad que nos sueña a todos y que todos hacemos y deshacemos y rehacemos mientras soñamos…” que aparecen en la contraportada son los escogidos por la poeta para finalizar su bello libro dedicado a la ciudad de Puerto Montt.
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