sábado, 3 de diciembre de 2016

WANG YIN [19.681]


Wang Yin

Shanghái, 1962
Poeta, editor, fotógrafo, periodista y promotor cultural chino. Comenzó a escribir y publicar revistas literarias clandestinas en la década de 1980. Reunió su trabajo poético de más de veinte años en Luz de calcio (2005, y una segunda edición ampliada en 2015). Ha recibido importantes reconocimientos como el Premio de Poesía Tierra del Río del Sur. Desde 2012 dirige la serie de recitales de poesía del Museo de Arte Minsheng de Shanghái, considerado el mejor evento de su tipo en China. 


La presente traducción del inglés al español de Hedeen y Rodríguez Núñez se hizo a partir de la traducción del chino al inglés de Andrea Lingenfelter.

Traducción de Katherine M. Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez


El tiempo de las flores

El tiempo de las flores, la noche negra de cristal
Esqueletos helados fáciles de ver
Se vuelven pedazos bajo el sol
Los ojos sin pupilas se abren lentos

El alma siempre tiene un lugar donde refugiarse
En las profundidades frondosas de la oscuridad 
Como una espiga de trigo, un fugitivo se reclina sobre
Una escalera angosta, crece sin sonido

Las campanas de la medianoche doblan tristes
Los granos de arena crujen mientras bailan
Esta noche una vez más una ronda de oscuridad sin fin
La ciudad a mi lado se acuesta quieta e inmóvil



Mar blanco

Un mar blanco fluye por el hospital antes del amanecer
Los rastros de calor persisten sobre el vidrio desnudo
Me acuesto en la acera de la medianoche
Su superficie de concreto está congelada como un espejo, la ciudad
Bajo mi columna vertebral
Corre silenciosamente

En lo más profundo del dolor
Sólo puede ser de noche
Mi sueño lleva el nombre de todo sueño profundo
Mis lágrimas son todas las lágrimas que hay
El bálsamo del lirismo
Destapa las mentiras

El universo es frágil
La juventud no reconoce dudas
Un mar blanco fluye por el hospital antes del amanecer
Mientras el acero flexible da cuenta
De un largo verano caído en el óxido



New Continental Village No. 9

En los inviernos de Shanghái
Casi nunca nieva
Esas cinco noches de las que escribió
Se han vuelto silenciosas
Como cinco mujeres
A la suave deriva por sus hombros
Se cierran los párpados, se aprietan las manos
Un árbol y después otro
Quietos, quietos
Envueltos en la nieve
Duermen tranquilamente

La noche larga no tiene fin, no tiene fin
Sin fin

———————
Nota del autor: New Continental Village No. 9 en la calle Shanyin de Shanghái es una antigua residencia de Lu Xun.



El olor del otoño

La lluvia cae sobre mis labios, se extiende como desinfectante
A lo largo de un camino de asfalto recién hecho
Las barandas de cemento se vuelven pálidas y secas
El humo de las hojas en llamas y los periódicos
El olor del pan a la deriva por el muro interior de un vagón 
se acerca a mí
Los aromas del cielo y del invierno son así, 
divididos por la línea más fina
El olor de los libros, el aroma de los piojos
Un gato se pega a la caldera, un olor a piel quemada
Manchas de tinta en las yemas, cáscaras de fruta podrida en una canasta de bambú
El perfume fluye más allá del terraplén
De pronto los cielos oscurecidos se vaporizan en alcohol
Brillantes y resistentes, una telaraña que tiende un puente sobre el río tiembla
El cable telefónico que conecta la ciudad
El corazón del pueblo se permea del olor agrio del gas de carbón
Una azotea que relumbra de lluvia es la única carta que llega
Una ruta vacía iluminada por la luz de la luna
El pelo marchito del otoño
Cae silencioso en los recesos de una gaveta



En vuelo hacia el país de la lluvia

en vuelo hacia el país de la lluvia
el boeing 757, posado rígido
roba un poco de sueño al volar
fantasmas de papel se sientan a mi lado
miran una película de dos horas
la aeromoza azul me da una cola helada
la gelatina tiembla ligeramente en una taza de aluminio
las alas exponen sus huesos
los motores plácidos siguen zumbando
vientos desconocidos arrancan algo del otro lado de la ventanilla
los clavos pegados en el agua aguantan un legado incómodo de 
preocupaciones
en alguna parte bajo mis pies, los camiones que cargan hierro
forman una larga cola

es medianoche, y antes de que amanezca
la luna nos da la espalda y se va
tazón molesto, su superficie fina
rebosada de un júbilo nostálgico
las lágrimas traen una cesación de pena
esa ambivalencia infinita se aferra a mí
me ha acosado casi todos mis días
nubes a la deriva por encima de la chatarra

estrellas suspendidas que giran
junto a mí
en vuelo hacia el país de la lluvia




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