ALEJANDRO GONZÁLEZ TERRIZA
Alejandro González Terriza nació en Madrid en 1970 y es doctor en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid. En 1993 esta universidad publicó su libro de cuentos Lo único que importa es no perder el rumbo, ganador del premio Ramón J. Sender.
En 2008 se publicó su poemario Devocionario pop (1220-1996), del que Antonio Muñoz Molina ha escrito: «Hay dos cosas en el libro que pocas veces encuentra uno en la poesía española de ahora: intensidad verdadera y sentido del humor, furia sentimental, rabia política, melancolía, sarcasmo, amor por la literatura, amor por la música, por el modo en que la música pop es ya parte de la aleación de nuestros sentimientos más hondos, de nuestra experiencia biográfica».
En 2016 publicó en Renacimiento su último poemario hasta la fecha, El agua siempre encuentra su camino.
Devocionario pop, Alejandro González Terriza.
Ediciones Trea, Gijón 2008.
You're so vain (you thought this little song was about you)
No me atrevo a decírtelo. ¿Qué culpa
tienes tú de que sienta lo que siento?
La luz ciega o nos falta y no culpamos
por ello a las estrellas. Desde lejos
(tan lejos como puedo) te atesoro,
tomando de ti solo lo que dejas
en público usufructo. No eres mía
pero en mí te entrometes, te complicas
sin piedad en mi amor o mis recuerdos,
ocasión de un afecto que asesino,
de un verso que no dice la que eres
pero eres tú también. Descanse en orden,
meciéndose en los números sin número
que rigen las palabras. Mientras tanto,
un día de los días tú las lees
y dudas si eres tú. Tal vez lo creas.
Tropicália
Para bien, para mal, somos alcoholes
en la destilería de Epicuro:
nos fascina la luz de lo inseguro
y el sol que torna egregios los guiñoles.
De paño burdo y simple (sí: españoles),
nuestros nombres no adornan ningún muro:
somos desconchaduras de lo oscuro,
buñuelos que desprecian aerosoles.
Una pena que esconde sus espinas
nos nutre en capilares con su magia:
una dulce y recóndita hemorragia
que salva, pues es savia, sus esquinas
y empapa cada cosa torpe y yerma
con la nobleza impúber de su esperma.
I Me Mine
Si yo no fuera yo... Me apunto al trato.
Quiero mirar el sol con otros ojos,
ver verdes estos rojos,
saltar por la ventana, ser el gato
que roba la comida de tu plato
y contemplar con lentes infrarrojos
el mundo más allá de los cerrojos
que yo destejo y teje mi recato.
Estoy cansado, sí, de quien suscribe.
Prefiero ser ese señor que escribe
las cosas que de vez en cuando firmo;
ser esa habitación donde no he estado,
tener recuerdo claro (lo confirmo)
de todo lo que nunca me ha pasado.
My White Bicycle (despedida a Leopoldo María Panero)
La muerte y un señor en bicicleta
me saludan: '¿Adónde, Leopoldo?'
'¡A la mierda!', repongo, y Fernán Gómez
me habita con su risa cavernosa.
Toma nota el lector y el entusiasmo,
ese vil blandiblú, nos envenena,
nos alza, nos descalza, nos despoja
de toda dignidad inconveniente.
Abajo, en los cimientos de la vida,
un ratón chiquitín roe la mano
podrida e incorrupta de mi padre.
Leopoldo María, Leopoldo
Sánchez Dragó (las siglas nos avalan:
L.S.D.), Leopoldo en fosfatina,
Leopoldo este sángüich vegetal
donde el bosque completo se atesora
y regadas de luz manan las fuentes
lenguas de gato, vértigos posados
desde antiguo en la taza del retrete.
Una dosis fetal de soledad
nos vuelve irreductibles al olvido,
a la inmortalidad de lo que escapa
ileso, impune, incógnito a las manos
de tantos filisteos. Corro, piedra,
al ojo del dragón cuya pupila
se ensancha, se dilata, me hace un hueco
donde poderme hallar. Por fin pagada,
mi muerte se relame las encías
y besa al portador. Vuelta al silencio,
vuelta y media al dolor. Otra de todo
y esta vez ya verás cómo es de veras.
Fake Plastic Trees
Tu amor es una cárcel de cristal
en la que me mantengo prisionero,
una fuga de luz que en pleno enero
me inunda con su angustia tropical.
Ayuno de lo más elemental,
escarbo en tu cariño traicionero,
adicto compulsivo y usurero
de tu calor sonámbulo y mortal.
En ti sembré mi asombro, mi inquietud,
mis manos siempre frías, mi esperanza
de ser alguna vez quien tú quisieras;
por ti he desenvasado la virtud,
soñado este rubor que ya me alcanza,
rumiado esta verdura de las eras.
ALEJANDRO GONZÁLEZ TERRIZA
EL AGUA SIEMPRE ENCUENTRA SU CAMINO
El agua siempre encuentra su camino es una fiesta de no cumpleaños donde hemos sido invitados todos los que pensamos que la poesía puede y debe correr el riesgo de ser amena, directa, comunicativa, sin que por ello tenga que prescindir de la cultura, del homenaje intertextual, del artificio retórico.
Alejandro González Terriza es una rara avis en el concierto poético español de la segunda década del siglo XXI. Su poesía tiene aguijón: pincha al lector, lo agita por dentro, lo divierte, lo incorpora a su gang diciéndole. «Termina tú el poema como quieras». Eso se llama poesía cómplice y lo demás son tonterías.
Luis Alberto de Cuenca
CONJUGACIONES
Ahora que soy pequeño como el prólogo de un sueño
y mis zapatos húmedos aprenden a volar,
no quieras ya tirar de la costura del recuerdo,
no vayas a quedarte, como el sol, a medio arder.
No hay nada tan urgente que no sea irremediable
caer en que no puedes pronunciarlo sin mentir.
Es la palabra el único tesoro que persiste:
el lápiz con que puedes dibujar cualquier color.
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