domingo, 4 de diciembre de 2016

EMILIO PEDRO GÓMEZ [19.685]


EMILIO PEDRO GÓMEZ

Emilio Pedro Gómez nació en Astorga (León) a finales del 51. Su temprana opción por la docencia de las matemáticas le llevó a Zaragoza a los 17 años. A partir de la obtención de su licenciatura (1973), ha ejercido como profesor de secundaria por la tierras de Aragón . Como tal ha intervenido en diversas publicaciones educativas, que van del libro “¿Queréis la escuela?” (Colectivo del Martes) editado por Zero-Zyx en el 77, a “Bloqueos en los umbrales de la Resolución de Problemas” (1997), pasando por “Aportaciones desde la práctica educativa” (Aula Libre), en el que firma un original capítulo titulado “Poesía en Matemáticas”.

Entre uno y otro libro, no ha cesado de colaborar en diversas revistas sindicales y pedagógicas: “Sigma”, “Al recreo”, “Aula libre”, “Suma”, “Libre pensamiento”, “Cuadernos de Pedagogía”…

Su primer libro de poemas “Heridario”, publicado por Endymión, significó el alumbramiento de una poesía certeramente emocional, cuya edición se agotó pocos meses después de salir a la venta.

En su segundo libro de poemas “Solamor” (Endymión), nos mostró una visión lírica de la vivencia amorosa, confirmando un avance en el proceso de maduración -en lo vital y en lo literario-del poeta.

Su tercera entrega “Álbum de rotos” (Huerga y Fierro editores), recoge poemas a modo de instantáneas retrospectivas e introspectivas, configurando un amplio paisaje que añoranza y misterio, infancia y muerte, delimitan.

Posteriormente obtuvo el premio “Isabel de Portugal” (Diputación de Zaragoza) por su poemario “La nieve horizontal de los vilanos”, en el que, a través de la blanca mirada de su madre, se adentra de puntillas en los parajes desolados de la demencia senil.

“Me acuerdos” (Huerga y Fierro editores) es un libro que recupera setecientos instantes aparentemente banales, pero que al ser comunes para la gente cuya infancia y adolescencia transcurrió en las décadas del 50 y 60, configura –tal vez sin pretenderlo- un lírico paisaje de la educación sentimental de una generación.

En “Sílabas blancas” (Lola Editorial), fiel a su expresivo manantial de emociones, retorna al misterio de su madre invadida de olvido.

Su apuesta por la expresión breve e insinuadora, iniciada en “Me acuerdos” se encarna en la honda sencillez de su último libro: ”Haikus de la casa” (Editorial Eclipsados, 2010).

Ha sido incluido en las antologías “Entonces, Ahora”, “Enseñar-Ensoñar”, “Desde aquí”, “Aldea poética III”, “20 poetas aragoneses expuestos” y “La luz escondida”. Así mismo ha publicado poemas y artículos en diversas revistas literarias como “Trébede”, “La nevera portátil”, “Papeles del martes”, “Laberintos”….



Tras el crepúsculo amanezco
a un ángel que pretende ser mi yo.
Empeñado en cobrar la plenitud
que el día en sus albores prometía
hurga en su brasas con inecuaciones
que implacable me invita a resolver:

¿Sospechas de ti mismo?

¿Huyes del radar solidario?

¿Qué ión del universo
has dejado de amar
cuál cosecha de luz sin recoger?

¿Has cumplido tus gramos de utopía
de erotismo, de canto, de creación...?

No me deja olvidar
¡cómo se lo agradezco!
que al fondo de uno mismo se parte a ese lugar
donde se funden las fronteras
en conciencia común.




Me acuerdo del olor a gasolina que desprendía el rito de poner en acción un chisquero.

Me acuerdo de que la mano derecha de Franco, durante los sermones que nos echaba en Navidad, parecía trasplantada de un títere.

Me acuerdo de los paquetes de “Ideales” y “Bisonte” que nunca me atreví a desprecintar.

Me acuerdo de que el latín no era una lengua muerta. Se amontonaba en la liturgia, se sufría en las clases, se rezaba.

Me acuerdo de una vibración verde aquella vez que miré a Imelda.

Me acuerdo del reclamo penetrante del afilador. Animaba la calle su música, y el desnudo quehacer de su trabajo.

Me acuerdo de las peleas con espigas verdes de trigo haciendo diana en los jerseys.

Me acuerdo de la cansina tarea de quitarle las piedrecillas a una bolsa de lentejas.

Me acuerdo de que cualquier torero que se preciara tenía su pasodoble y película particulares.

Me acuerdo de que todo parecía preparado para encerrarnos a cal y canto en el catolicismo.

Me acuerdo de los baches, como volcanes naturales del asfalto.

Me acuerdo de las historietas de "Zipi y Zape". Los envidiaba. Sabían ser cobardes de una forma mucho más ingeniosa de cómo lo era yo.

Me acuerdo de que las niñas eran ángeles de carne y miedo.

Me acuerdo de que antes de recitar una poesía para Radio Popular de Astorga, tuve que hacer propaganda del “Chocolate Milagritos”.



POETA ADENTRO

Sumido en la belleza de las sílabas
-inaccesibles confidencias interiores
a la luz más oblicua del lenguaje-
nunca sudó mi mano

el sudor colectivo de otras manos,
jamás nombré “exterminio”, “Sarajevo”, “tortura”.....

¿Es genocida mi silencio?
¿Acaso las víctimas
no son mis acreedores?

Si gané la palabra
he perdido la voz.
Ahora lo siento.






TUVE AMANTES
que confundían el amor
con la pasta de dientes.
Las hubo que albergaban
fragmentos de cilicio
o una mueca románica en el sexo.

Mas conocí también
la autoridad de un cuerpo hermoso
independiente
silencios de una piel tumultuosa.
Amantes que sabían duplicar 
la juventud
y el sida
(con alguna de hurañas apariencias
rocé el Adán del paraíso).

Pero tú estabas honda
y siempre.






Ascensión pirenaica
MOCHILA AL HOMBRO
remontas paso a paso
la vertical audacia del sendero.
Abandonas la sombra edificante
de bojes y avellanos
(lágrimas de sudor
sin su cobijo).
Funde su trasparencia
el azul venoso del acónito,
el vibrar del silencio en las campanas
púrpuras-rosadas de la digital,
la amarilla pupila de las nomeolvides.

Dejas atrás las bayas rojas del serbal
el acebo esplendente
las alas protectoras del hayedo,
y un sarrio parpadeante
como el pasar la página de un libro.
Despide el rododendro al pino negro
a la herbosa pendiente la pedriza.
El avanzar te asciende
como un beso.
Asoma la implacable
nitidez de los vértices
las formas más osadas en su abismo.

Al alcanzar la cumbre
atónito de cielo
transparece de cuajo la alegría
arrullando el supremo silencio 
de la cresta.
Sacias la sed de soledad
bendices el esfuerzo
(qué lejano el dolor
y las muecas hurañas del camino)
inauguras la piel de confidencias
inéditas al viento....
Lento de gozo arribas
al poema imposible:
el lenguaje más aéreo de la piedra.
la escritura sin fondo de las águilas.....
vuelas adentro
accedes a tu propia lejanía.

Y sabes que jamás fue tan íntima
tan extensa ni plena, tan hermosa
nunca fue tan eterna
-roza la piel del tiempo-
tu mirada.

(las palabras en cursiva pertenecen a Leopoldo Panero)





Para mi madre, vulnerada por el mal del alzheimer

Los enfermos son pacíficos monstruos inocentes
que saben recordar el porvenir.

Carlos Marzal



ÁLAMO BLANCO 
en una celda.
¡Qué extraña la belleza
tan densa
de un cuerpo contraído!

Puro estado de pétalo
desnudos los surcos del alma.

Transita de una mirada indescifrable
réplica en el cristal
de su honda sombra
a unos ojos sobreiluminados.
La luz desengañada de la luz.

Salvo la desposesión
nada posee.
Sólo le quedan dos objetos preciosos 
que ofrecer:
sus besos (a veces ya no acierta
le salen hacia adentro
o se rompen sin llegar a tu mejilla)
el virgen resplandor con que sonríe
y –sin pretenderlo-
te desarma.

Es lo que queda de ella.
Nada más.
Un mínimo belén de
gestos desvalidos.

Me hago un harén 
con sus miradas:
un incendio de pájaros 
perdidos
a los que doy cobijo
-le acaricio- en su cara.

Cuando nadie me ve
uso sus gestos:
me estremece
un pasado futuro
a flor de aire.

Investigo en su ausencia
de nostalgia
la raíz del perdón.

Ahora que no estás
nunca me faltas.

Sucedes a través
de lo desconocido:
el átomo infinito
la dulzura sin dueño.....

Has dejado en mis manos
un hueco de paloma
que respira.




Motivos de horizonte. Ed. Enkuadres, 2015



La espuma de los sueños
que escapa legañosa
al subir la persiana

los silencios prohibidos
en las intrusas ondas de la radio

el cuerpo sumergido en la bañera
de la palabra “exilio”

el translúcido vaho
que en los espejos del azar
deja tu ausencia

la forma cóncava que irisa
el duende de la luz…

Todo lo que no está
conspira a tientas
su modo de volver.


*


PASOS COMUNICANTES

Lo fecundo de la debilidad
las bondades del miedo.

Escuchar a distancia lo más íntimo

desvelar en los labios
la insurrección de un beso.


Da a luz la soledad
de quien sabe estar solo

la erosión al restar
talla la vida.


*


           Cada día un poco menos             
poder…                                    
Pedro Provencio

Este abedul tan joven
¿conseguirá escalar
el cielo herido?

La curva de la senda
rompe el viento
anidado en sus ramas. 

“Huye
antes de ser talado.”

Cada árbol
comienza a ser
un disidente.     


*


Desierto de certezas soy más cierto
ocupo menos luz
más necesaria.

Crece la plenitud
en el libre paisaje de mi mano
a otras manos.

Lo que queda
después de darlo todo
es siempre más.


*


Sólo debiera
acudir
a los saciados.

Si vivir es buscar
perseguir un fulgor
saber quién eres
¿será la muerte darse alcance?


_



El poema que escriben
las huellas de las aves en la nieve
se reitera
 tan nuevo
  e indistinto.
Lo leo sin mirar
lo miro sin leer
como acaricio
  sin rozar
el signo indescifrable de este día.



_



Quedo suspenso
  en su aura.

Toda palabra es tacto
   divisorio
con su dosis de vértigo

dardo de impunidad
al centro de uno mismo.


_



El silencio de un libro
  no es silencio,
solo el falso letargo de la nieve
en su deshielo oculto.

Despertará a unos ojos
con voluntad de réplica
a todo lo que muere.

No se hace el ver
sino escuchando.

El silencio del libro:
   pura espera.


_


Despejad las palabras.

Como un puente
 o un río
el idioma es de paso.

Despejad las palabras.

Hasta que todas clamen
con sus patrias en blanco
los huecos de su voz.



**


Edad tardía

vibración de las pérdidas

la memoria varada
muy cerca de la fuga

toboganes cruzados 
al abismo

instantes que no queman
en el tiempo encendido de las sobras.



*


Una infancia de musgo
que la oculta

el mañana
    más breve cada vez…

sólo poros a un grito de descarga.

Si nos ha de salvar 
lo que salvemos
arda mi voz en el dolor del mundo

contra el miedo

por la metamorfosis
        ¿ imposible?
en ala colectiva
   del poder.



*


Pasión vertiginosa
cariño lento

ahora el fruto
como aroma el ayer.

Indagar en el tiempo
y su caja de ritmos

descubrir claros
en la desesperanza
indicios, trasparencias …

por si vuelven los sueños
que no pudieron ser.





.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, Fernando por sacar a la luz en tu blog, esta cuidada antología de mis versos. Me sorprende cómo has conseguido llegar tan atrás y tan hacia adelante (incluyendo poemas aún no publicados).
    Un buen abrazo en la amistad de la poesía.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti Emilio, siempre intento una visión lo más completa posible, me alegra que te guste, siempre a tu disposición por la poesía, un fuerte abrazo

    ResponderEliminar