TOMÁS O'CONNOR D'ARLACH
(Tarija, Bolivia, 1853 - 1932).- Poeta, novelista, biógrafo y periodista.
Estudió en la UMSFX de Sucre donde se tituló de Abogado (1876). Desarrolló intensa actividad periodística en medios como ‘El Diario’, ‘El Telégrafo’, ‘La Alborada Literaria’, ‘El Fígaro’ y principalmente ‘La Estrella de Tarija’, medio del que fue director. Senador de la República (1904-1914). Es autor de la letra del Himno a Tarija.
O’connor fue un estudioso de la vida y obra de Mariano Melgarejo Valencia, quien fuera Presidente de Bolivia (1864-1871), sobre el que publicó dos libros de carácter histórico, uno de ellos El General Melgarejo.
Hechos y dichos de este hombre célebre (1890), que alimentó el mito de la personalidad del gobernante. Más tarde, basado en sus estudios, publicó la novela Doña Juana Sánchez (1918), quien fue su compañera.
Augusto Guzmán al referirse a Doña Juana Sánchez, define que la misma “mucho tiene de Melgarejo puesto que se refiere a su concubina oficial a quien amó con pasión indestructible. Juan Sánchez, como tantas otras mujeres de la historia, alcanzó celebridad a causa del amor. Compañera de Melgarejo vivió a su lado mientras este disfrutaba de las prerrogativas absolutas del poder. En el sombrío corazón del tirano, encendió la maravillosa lumbre de amor. Hay algo de conmovedor y de trágico en este romance violento, donde la pasión del hombre se cruza con la ambición y la vanidad de la mujer. A pesar de que el libro lleva el signo de doña Juana, Melgarejo resulta el protagonista más vigoroso, porque su áspera y bravía personalidad lo avasalla todo, tanto que lo verdaderamente dramático, empieza desde él y acaba en él”.
Enrique Finot en su Historia de la Literatura Boliviana (1964), concluye que “se trata del libro que ha obtenido en Bolivia los más resonantes éxitos de librería y el honor de varias ediciones, porque sirvió para alimentar la curiosidad del vulgo sobre los hechos y personajes que han alcanzado contornos legendarios. La historia que O’Connor d’Arlach recoge en la obra es de preferencia la historia anecdótica de que siempre se alimenta la fantasía popular. De ahí su éxito sin precedentes en la bibliografía nacional”.
Gustavo Adolfo Otero se refirió a la cualidad literaria en general del autor: “Poeta de emotividad romántica, se caracteriza por su amor a la naturaleza, unido al localismo pintoresco y por su individualismo sentimental, quejumbroso y henchido de suspiros. Como prosista, se ha inspirado dentro de su tendencia, en el pasado histórico, realizando novela a la manera de waltercottiana”.
Un fragmento del Himno a Tarija dice:
"Tarijeños la fama pregona
nuestra gloria y heroico valor
bravos hijos de Méndez nos llaman
de la Patria el orgullo y honor.
...
Ni tiranos ni déspotas nunca
nuestro orgullo podrán salir;
somos libres, y a ser ¡ay! esclavos
preferimos mil veces morir".
LIBROS
Novela: Doña Juana Sánchez (1918).
Poesía: Hojas de otoño (1875); Hojas marchitas (1878); Colección de poesías (1883); Prosa y poesía (1891); Poesías (1896); Siempre vivas (1898); Flores y lágrimas (1898); Impresiones (1907); Recuerdos de mi tierra (1917).
Estudios literarios: Artículos literarios (1883); Escritos de Pablo Subieta (1887); Crónicas de Tarija (1887); Tarijeños notables (1888); Arica y Tacna (1890); Poetizas bolivianas (1890); Páginas literarias (1892).
Historia: Documentos que justifican el derecho de Bolivia sobre el territorio de Tarija (1884); Los presidentes de Bolivia (1889); El General Melgarejo. Hechos y dichos de este hombre célebre (1890); El periodismo americano (1890); Discursos de Baptista (1892); Semblanzas y recuerdos (1893); Catolicismo y radicalismo (1898); Tiahuanacu (1911); De los Andes al Plata (1914); Rosas, Francia y Melgarejo (1914); Recuerdos de mi tierra (1924); En la aldea (1828); Tarija. Bosquejo histórico (1932).
Ref.- Otero, Crestomatía, 17; Costa, Catálogo: I, 751-52; Finot, Historia Literatura, 1964, 360; E. Oblitas Fernández, “T.O.D: y su obra” en prólogo a Doña Juana Sánchez, 1980, 13-19; A. Guzmán, Panorama, 1985, 72; W. Mendieta, Diccionario Histórico: II, 384; Monografía de Bolivia: IV, 1975, 362; Blanco, Tarijeños, 2010, 56
Tardes grises
Es la tarde: es una tarde de esas tristes, nebulosas,
en que flotan en la mente los recuerdos de las cosas,
de las cosas y los seres que pasaron, que murieron,
¡Que no existen, que se fueron,
que ya nunca volverán!...
Tardes grises, en que el alma, allá en negra lontananza
vio morir sus ilusiones y extinguirse la esperanza,
y sus sueños, golondrinas bulliciosas y ligeras
Alzar vuelo a otras riberas
en dó nunca tornarán,.
Tarde fría, tarde negra, de recuerdos dolorosos,
Es que gime triste el viento, con acentos quejumbrosos,
en que el cielo se presenta melancólico, sombrío,
en que siente el pecho mío
todo el peso del dolor.
Los recuerdos de otros días de esperanza, amor y gloria
atormentan más que nunca, punzadores, mi memoria,
en las tardes del otoño, tardes grises y sombrías
de negras melancolías
y de tedio abrumador.
En su poema Laura, también escrito en versos de arte mayor (dieciséis sílabas), con rima asonantada, O’Connor D’arlach, inicia el verso galante, en confrontación con la Laura de Petrarca, como motivo de inspiración. He aquí algunos versos:
Laura bella; sí, más
bella que la Laura de Petrarca,
que otros canten tu belleza, tus encantos, tu talento;
yo tan sólo canto, Laura, a tus ojos celestiales
que se mecen en los mundo de la Gloria y el Ensueño.
En la selva donde viven mis quimeras de poeta,
penetraron, misteriosos, como rayos de un lucero;
en las sombras de mis noches penetraron las miradas,
de tus ojos soñadores, tan azules como el cielo.
Una aurora es tu mirada, dos estrellas son tus ojos,
que titilan dulcemente en el éter del ensueño;
feliz, Laura, quien reciba los efluvios deliciosos
que despiden tan hermosos, tan espléndidos luceros.
Yo contemplo esas estrellas seductoras y brillantes,
en mis noches otoñales, en mis noches de silencio,
y su luz penetra entonces en la selva sin rumores
donde duermen olvidados mis poéticos ensueños.
De Impresiones (1907)
María Inmaculada
Bendecirán los siglos tu pureza
Y ante ese dogma, oh, reina inmaculada
Inclinarán los sabios la cabeza;
La humanidad entera, prosternada
Rendirá culto al dogma, virgen santa,
Cuya pureza el universo canta.
Bendita y alabada eternamente
Seas, oh, santa emperatriz del Cielo!
De la mañana estrella refulgente,
De los que sufren, divinal consuelo
Oh, virgen ! tu pureza inmaculada,
La humanidad saluda entusiasmada.
Impresiones
En este grande y memorable día,
Toda la cristiandad ante tus plantas
El dulce nombre invoca de María
La inmaculada santa de las santas,
La reina de las reinas, la señora
A quien ferviente el corazón adora.
Bendita sea, oh. Virgen, tu pureza
Y benditos tu imagen y tu nombre;
Ante tí inclinen siempre la cabeza
El ángel en el cielo y aquí el hombre,
Y seas por los siglos alabada,
Oh, madre de Jesús, inmaculada !
La Paz, 8 de diciembre de 1906.
La Natividad de Nuestra Señora
Como hoy naciste, soberana Virgen,
Oh, madre del Cordero inmaculada;
Consuelo de las almas que padecen,
Estrella del amor y la esperanza.
Gloria á tí Reina del Empíreo augusta,
Flor del Carmelo, resplandor del alba;
Líos cielos y la tierra te bendicen
Rendidos hoy á tus divinas plantas.
Te saludan los astros y las flores,
Tu gloria hoy día el universo canta,
Y yo te traigo por ofrenda, solo,
Con mis pesares el dolor del alma.
Impresiones
Pesares y dolor que á tus pies pongo,
Que por tu amor ofrezco, Virgen santa,
Pidiéndote un consuelo en esta noche
Sin astros, sin rumor, deja desgracia.
Tahua, 8 de septiembre de 1901.
Mi patria
Desde el humilde retiro
De mi hogar en este día
Te saludo, patria mía,
Oh patria ! por quien deliro;
Y en cada nota un suspiro
Y en cada suspiro un canto,
Hasta tí, oh patria ! levanto
En medio de la amargura
Que mi corazón tortura
Y arranca á mis ojos llanto
Impresiones
Soy huérfano desdichado,
Ay ! murió mi madre, es cierto;
Pero la patria no ha muerto,
Y á la patria me ha dejado,
Ella á quien tanto he amado.
Mi corazón y mi vida
Son tuyos, patria querida,
Y recobrando la calma,
Para cantarte, del alma
Bendo la profunda herida.
Patria de la madre mía,
De mis hijos, de mi esposa,
De amor mi pecho rebosa
Al cantarte en este día
Que es para tí de alegría,
De recuerdos de heroísmo,
De espanciones de civismo
De libertad y de gloria,
De la más grande victoria,
Del más puro patriotismo.
Como hoy del poder hispano
Te independizaste, altiva;
De la paz la verde oliva
Hoy ostentas en la mano
Y ante el mundo americano
Te presentas grande y bella,
Como la polar estrella
Que al ascender en el cielo,
Traspone el celeste velo
Que el misterio eterno sella.
Vive ! vive patria mía !
Dilecta hija de Bolívar;
A tus labios el acíbar
No brinde la felonía
De otra nación algún día,
Y en las hojas de tu historia,
La libertad y la gloria
Siempre se ostenten unidas,
Y no se diga que olvidas
De tus padres la memoria.
Impresiones
Que tu bandera gloriosa
Hoy bien alto se levante
Tus glorias el bardo cante
En estrofa cadenciosa;
Que la anarquía horrorosa
Nunca se muestre en tu huerto;
Cual el iris en el cielo
Sea tu linda bandera,
Nuncio de paz duradera
De amor, de unión, de consuelo.
Tregua les daré á mi llanto
Y á mis oscuros pesares,
Mientras llevo á tus altares
La ofrenda de mi amor santo,
Oh patria ! á la que amo tanto
Y con cuyo amor deliro,
Perdona, pues, si un suspiro
Percibes en la armonía,
Con que te saludo hoy día
Desde mi humilde retiro.
Madre mía 1
Como sombra surjida del sepulcro,
Vago en la noche en la mansión desierta
Y grito: ¡ madre mía ! en mi delirio,
Y solo el eco me responde: ¡ muerta !
Aquí están los objetos que tocaba,
Allí la ropa que vestir solía;
En todo tu recuerdo y tu perfume,
¡ Y tú en ninguna parte, madre mía !
No hay pena que á mi pena se compare,
No puede haber dolor que iguale al mío;
Impresiones
Ah ! la noche polar cayó en mi alma,
Con todas sus tinieblas y su frío.
Creo oir el rumor de sus pisadas,
Y me parece percibir su acento;
Escucho. ... no es su voz, ni son sus pasos,
Es el gemido funeral del viento !
Me acerco en el silencio de la noche
Junto al lecho vacío en donde muerta
La contemplé, despedazada el alma,
Que desde entonces ha quedado yerta.
Ah ! yo muerta te vi ! Te vi sin vida,
Único objeto de mi amor eterno !
Y sentí en ese instante que rujian
En mi pecho las penas del infierno.
i Huérfano ! Comprendéis cuanta amargura
Esta palabra de dolor encierra?
Ay ! ella sintetiza las desgracias
Y las penas más negras de la tierra !
Huérfano me has dejado, madre amada,
Y hoy me agito sin rumbo en el vacío;
De la noche polar siento en el alma
Toda la lobreguez y todo el frío.
Quisiera abrirme el pecho y arrancarme
El corazón, caliente y palpitante,
Arrojarlo á la tumba donde duermes
El sueño de la muerte ¡ Oh madre amante !
Y destruir quisiera mi cerebro
Para matar en él i ay ! la memoria
Y no acordarme de aquel negro instante
En que te vi en la caja mortuoria.
Cerebro y corazón ! Fieros verdugos
Que me atormentarán toda mi vida,
Con el recuerdo de mi santa madre
Ay ! cuya sombra lloro ya perdida.
Cerebro y corazón ! En ellos, madre,
Tu imagen llevaré siempre grabada,
12 Impresiones
Hasta que libre de esta vida, vaya
A acompañarte en la última morada.
Entretanto, oh, amor de mis amores,
Desde el día en que solo me has dejado,
Concluyó todo para mí en la vida,
Todo en el mundo para mi ha acabado.
Tarija, mayo 1896.
Once de Abríl
Solitario en las playas del destino,
Veo la negra nave ¡ ay ! alejarse,
Que conduce al amor de mis amores:
A mi adorada, inolvidable madre.
Me deja para siempre !
Y abandonado en tan fatal instante,
En las playas sin límites de un negro
Destino irremediable,
Contemplo el horizonte nebuloso,
La estrella de la tarde
Impresiones
Velada por las nubes melancólicas,
Por las pálidas nubes otoñales.
Frío es el viento de esta tarde, frío,
La mar impenetrable,
Y circundada de la eterna sombra,
Negra, muy negra la callada nave,
Dó navega el amor de mis amores,
Ay ! la que fué mi madre !
Que huérfano en la playa solitaria
Me deja entre las brumas de esta tarde;
De esta tarde de abril fúnebre, negra,
Tarde que perdurable
Será en mi corazón y mi memoria;
¡ Primera tarde que pasé sin madre !
Y yo la vi alejarse para siempre,
En esa negra nave
Que ilumina la luz de blancos cirios
Y se desliza en piélago insondable !
Yo no sé, no me explico como pudo
Mi corazón amante,
No estallar dentro el pecho en mil pedazos
Y en mis lágrimas tristes no ahogarse,
Petrificado en solitaria playa,
Quedé desde ese instante,
Y siento en mi horfandad, sobre mi frente,
Que el genio del dolor sus alas bate !
Tarija-1896.
Día de Otoño
Es un día de Paolos y Francescas,
Un día de Eloísas y Abelardos;
Soplan las brisas del Otoño frescas,
Florecen las pervincas y los nardos.
Impregnada la atmósfera de aromas,
El cielo gris y verdes las llanuras,
Arrullando en el bosque las palomas
Y en el árbol las frutas ya maduras.
Día de Otoño, plácido y sereno
Que convida al placer y los amores;
IMPRESIONES
Día de paz y de recuerdos lleno,
De suspiros, misterios y rumores.
Día que el sello del Otoño marca,
Que á los recuerdos del pasado incita;
Que hace pensar en Laura y en Petrarca,
Que hace evocar á Fausto y Margarita.
Ya del árbol las hojas van cayendo,
Al soplo de los vientos otoñales,
Que pasan melancólicos gimiendo,
Y parecen llorar en los maizales.
Así caen también las ilusiones
Del alma, en el Otoño de la vida,
Así quedan también los corazones
Que sienten del Invierno la venida !
Tari ja - 1902.
Golondrinas
Golondrinas, golondrinas,
Que volvéis de otras regiones,
Cual vosotras mis divinas,
Mis perdidas ilusiones,
Ay ! ya nunca volverán !
Se fueron y me dejaron
En triste, fúnebre calma,
A otros climas ya volaron;
¡ Las golondrinas del alma
No vuelven cuando se van !
1900.
Cantar de ausente
Otra vez estoy ausente
Del objeto de mi amor;
De la que es de mis ensueños;
Ave, brisa, estrella, flor.
De la Aurora de mi vida,
De mi dulce, amado bien;
De esa Eva encantadora
Que el hogar torna en edén.
Sus palabras de consuelo
Hacen falta al corazón;
Impresiones
Hay en su voz y sus ojos
Amor, ensueño, ilusión.
Sus miradas, como el opio,
Aduermen, hacen soñar;
Son inmensas como el cielo
Y profundas como el mar.
¡ Oh ! no quisiera más dicha,
No quisiera más placer,
Que mirar constantemente
Los ojos de esa mujer.
Sus labios á los claveles
Más rojos envidia dan,
Y es el color de su cutis,
De canela de Ceilán.
Sus ojos parecen astros
De primera magnitud,
Brillan más que las estrellas
De la hermosa Cruz del Sur.
Venus, ni Cirio, ni Arturo
Tienen más puro fulgor
Que el que tienen esos ojos
En sus miradas de amor.
Hay en sus labios de grana
El aroma del jazmín,
En toda ella la belleza
De un alado serafín.
Tiene su rostro de virgen,
Del nardo la palidez;
Brotan flores, muchas flores
Donde ella pone los pies.
Y yo de ella estoy ausente,
Dejando de comtemplar
Sus ojos negros, oscuros,
Como una noche polar.
Y sus labios rojos, rojos
Como el más rojo clavel,
Impresiones
Frescos como una frutilla
Y dulces como la miel !
No más ausencia, querida,
Ya no más, celeste hurí;
La muerte preferiría
A existir lejos de tí !
1896.
Amapolas
Esa roja amapola que te envío,
Es el emblema de mi amor ardiente;
Roja como tus labios, amor mío,
Acepta de tu esclavo ese presente.
Entre sus hojas esa flor contiene
El opio que yo bebo en tu mirada;
Como mi corazón es roja, y tiene
Adormidera, como tú, mi amada.
Pon sobre ella tus labios purpurinos,
Mírala con tus ojos soñadores,
Impresiones
Con tus ojos hermosos y divinos,
Que tienen de una estrella los fulgores.
Roja como la sangre, esa amapola,
Te dirá que es tu amor la sangre y vida
Ay ! de mi triste corazón; que sola
Curar tu puedes su profunda herida.
Cúrala con el opio de tus ojos,
Con el carmín de tus graciosos labios,
En flores convirtiendo mis abrojos
Y en amor tu desdén y tus agravios.
1898.
No hay comentarios:
Publicar un comentario