Celina Villagarcía
Poeta latina de Estados Unidos
Celina Villagarcía
Por Xánath Caraza
Las raíces de Celina Villagarcía están en el Valle de Río Grande, San Benito, Texas. Su primer libro de poesía, Pulp, fue publicado por Mouthfeel Press en 2013. Su trabajo ha aparecido en Texas Poetry Calendar, San Antonio Express-News, Forge Journal, Acentos Review y The Café Review. Se graduó de la facultad de sociología de la Metropolitan State University de Denver. Tiene una maestría en teología estética y la teología del arte, más específicamente, del arte religioso popular como vehículo para mejorar la imagen del mestizo. Dos de sus poemas, Instead of Barbie y Prayer for Tía Susie fueron finalistas en 2012 en el concurso de poesía Provincetown Outer Most.
Villagarcía ha vivido en San Antonio, Texas, los últimos trece años, con su esposo y cuatro niños. Actualmente se dedica a dar pláticas en las universidades sobre su experiencia como una mujer latina en los Estados Unidos, en búsqueda de un hogar físico, metafórico o espiritual.
Celina Villagarcía encuentra la libertad en el acto de escribir. Ha jugado múltiples papeles a lo largo de su vida: madre, activista social, esposa, hija, amante y creadora; y es finalmente, en las páginas de su libro, donde se siente en casa; en su casa, y todavía mejor, en su hogar. Como muchos escritores, Villagarcía era diferente, quizá, la marginada, en su niñez y juventud. Siempre comprometida con los movimientos sociales, específicamente con los movimientos chicanos en los Estados Unidos. No pasaba el tiempo jugando a las muñecas o simplemente, socializando.
La introspección es una constante en su poesía; vibra en sus versos. La voz poética reflexiona sobre su compromiso con los movimientos sociales chicanos de su juventud, y en una simbiosis dialéctica, la síntesis resultante se transforma en poesía que se desliza suavemente en las páginas de su libro.
La voz poética de éste es altamente femenina. Canta desde el espacio doméstico una poesía que sublima el espíritu y dibuja versos que fluyen libremente en las páginas. La reflexión sobre el acto creativo también es un elemento que se repite en todo el poemario. Desde la creación física de los caracteres en la hoja de papel, el papel mismo o la pulpa hecha de la madera, hasta llegar a ese acto que trae, por un instante, luz, e inunda los sentidos. En sus diferentes facetas de mujer, leemos a la amante que enciende obsidiana y lame el fuego blanco de la carne, pero también está la madre que ha perdido un hijo y lo reencuentra a través de las gotas de lluvia.
Selección y traducción de poemas:
En lugar de Barbie
I
Célula.
Fibra. Sangre. Hueso
Hechos de mí—
Cuando otras niñas
jugaban
con muñecas,
me sentaba
en la oscuridad
y miraba
hacia la ventana.
a la luz de la luna
delinearía
los sueños.
II
Célula.
Fibra. Sangre. Hueso
Hechos de mí—
cuando otras niñas
corrían
a las hermandades
yo me comprometí
con la causa, ¡viva la Raza!
marché
por la igualdad.
A la luz de la luna
delinearía
los sueños
¿Qué queremos?
¡Libertad!
¿Cuándo la queremos?
¡Ahora!
III
Célula.
Fibra. Sangre. Hueso
Hechos de mí—
Cuando otras chicas
organizaban citas para jugar
y partidos de dados
yo yacía
en desvelada esclavitud.
A la luz de la luna
delinearía
los sueños.
Amada, arrulla a los niños mientras duermen.
Amada, no puedes tomar sus almas y llevarlas.
Oración para la tía Susie
¿Qué pasa con los sueños de una madre
cuando un hijo muere?
¿Es que los sueños se escurren entre
las grietas de la acera
ascienden
al cielo?
Estos sueños. Se mantienen sin usar
arañados en el
fondo de los zapatos?
¿O caen
como lluvia
en los parques infantiles
aterrizan
en rostros jóvenes
mientras bailan
en círculos con los brazos al aire
hacia el cielo?
Creo que los sueños vuelven—
son fuerzas invisibles que provocan
risas en los bebes niños pequeños.
Los sueños
regresan a las madres
como lluvia.
Esperando el regreso
Yo—
enciendo obsidiana
fuego blanco que lame
la carne
—gota de agua
que cae a la seca tierra
desaparezco en
los labios
satisfaciendo
esta sed
—brisa
que levanta
tu vigoroso cuerpo
al
viento
te sostengo mientras
suspendido
flotas—etéreo
te llevo al campo
donde esperarás
Un largo camino hasta aquí
Cuando tenía diez
comencé a llevar
un cuaderno de rayas azules—y rápidamente
encontré
libertad
Fue ese septiembre que mi voz
nació—colectando
cartas que hablan
de amor y lo que se siente
como en casa; estas palabras
tenían que estar—a lo largo del camino—
mi definición de hogar
cambió—viajé
el sendero— de una joven en
una frontera—una esposa
—una madre
Aún estaba perdida—buscando
un lugar al que llamar
hogar—entonces el libro
me reveló—
que yo había llegado
Afuera
A los diez
sentía y
oía las cosas
de manera diferente. Este
conocer—me hizo
vivir—como si estuviera
fuera de mí
siempre viendo hacia dentro
sentía que estaba
caminando—
sin piel—
vulnerable
a todas las cosas
—cada una
de ellas.
Cuando escribo—
Estas palabras me protegen
—cuando escribo
estas palabras
Me dan piel.
Pulpa
A primera vista las letras parecen inofensivas;
madera—vuelta— pulpa—hecha—papel—
lado a lado esperando
ojos
Ahí yacen en las líneas extendidas
sin embargo extrañamente
familiar
palabras que parecen significar algo a otros ojos
Celina Villagarcia
Celina Villagarcia’s roots are in the Rio Grande Valley, San Benito, Texas. She earned her B.A. in Sociology at Metropolitan State University of Denver and most recently a Masters of Arts in Theology at Oblate School of Theology in May 2012. She has lived in San Antonio, Texas for the past twelve years where she and her husband, Paul, find great pleasure in raising their four children. An emerging poet, her work has appeared in Texas Poetry Calendar and San Antonio Express-News. Her forthcoming collection of poetry, Pulp, will be published Autumn, 2013 by Mouthfeel Press. Photo credit: Ashley Serene Photography.
Gateway to the Valley
for my grandmother, Maureen Gonzales
Heading south on 77 was always a test in patience.
Miles of ranch littered with nothing more than watering
holes—mesquite trees and Border Patrol always losing
their game—seeking maids and trabajadores.
King Ranch becomes—almost unbearable,
barren highways, suddenly divided by—oleander walls;
the only indication—civilization does exist
in this ghostly part of Texas.
There! Up ahead, palm trees lined in their perfect rows
marking the gateway—to the valley—
womb from which I was born.
At 16, I migrate—every year,
annual baptism in love. Cultura.
Familia.
When I would enter the gate at Cottonwood Creek—turn left,
I could taste café con leche—pan dulce—
feel the silk of furrowed hands against this face.
¡Aquí estoy! I'm home!
She is gone. And the road to her is marked Mont Meta
Cemetery. Miles south on 77 seem—impassable,
in this child's eye. Yes, this highway is still long—
and you can still see—
the devil dancing
outside—
so damn hot.
The oleanders still—
blush in summer.
And the palm trees
sway—in their greeting
to all who enter
here—but the valley,
is no longer
mine.
Cayendo Sobre el Piso
Look into her eyes. See yourself.
Your mother.
Unborn daughter.
Then you.
Laughter. The story unravels—
before you.
Colors of coffee.
Almond.
Oak.
Colors that paint
women with bent backs picking
cotton—
Lettuce. Grapes.
Knuckles
knead
masa for tortillas con
un poquitito de mantequilla cayendo
sobre el piso.
Young girls lost
en calor de pasión
with their clothes callendo
sobre
el piso—
thirteen-year-old
bodies—
torn—regretting cayendo sobre el piso
Brown bellies about to explode
—water—
from between thin legs cayendo
sobre el piso
school books in one hand;
life of pobreza—
in the other.
You smile. Then cry—
know you’ve seen
those eyes before.
They belong to some
hermanita
or vecina you see
cayendo sobre el piso—skinning
her knees.
Elbows.
Our hearts.
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