sábado, 28 de marzo de 2015

INÉS ARÁOZ [15.312] Poeta de Argentina



INÉS ARÁOZ

San Miguel de Tucumán, Argentina l945
Estudió Lengua y Literatura Inglesa, música y luthería en la Universidad de Tucumán. Publicó La Ecuación y la Gracia (De la Hoja, Bs. As., l97l), Ciudades (De la Hoja, Tucumán, 198l), Mikrokosmos (El Imaginero, Bs. As., l985), Los Intersticiales (El Imaginero, Bs. As., l986); Inés Aráoz-Poemas, Plaqueta 28 (el lagrimal trifurca, Rosario, 1987), Ría (El Imaginero, Bs. As., l988), Viaje de Invierno (El Imaginero, Bs. As., l990), Las Historias de Ría (El Imaginero, Miramar, l993), Balada para Román Schechaj (Ediciones del Copista, Córdoba, l997), Balada para Román Schechaj (bilingüe español-ruso, traducido por Natalia Schechaj, Ediciones del Copista, Córdoba, 2006), La Comunidad. Cuadernos de navegación (Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., 2006), Echazón y otros poemas (Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., 2008), Pero la piedra es piedra (Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., 2009), Agüita (Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., 2010), Notas, bocetos y fotogramas (Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As., 2011), Rojo torrente de fresas. Tsvjetáieva & Ajmátova (Editorial Leviatán, Bs. As., 2012).




Poema 

He cazado a la muerte 
Como si fuera una palabra nueva
La he rodeado, inquirido y bientratado
Hasta he escrito sobre ella
–vida es la palabra que he usado–
y me ufano 
de contemplar a cada instante
su aleteo furioso
en mi corazón. 

De Viaje de invierno (El Imaginero, 1990)




H.F. 
                                                                             a Hugo Foguet

I

Es un amor que no puede ser contado.
Es el amado en el centro del poema quizás, y su poder                   
extraño, ni siquiera sol, ni siquiera Ulises.
Extranjero canto, meridiana  y  noche, distante y claro, 
convocando.
Y yo nada, mis  cabos sueltos, mi fuerte mirada ya sólo
en el amado, en él disuelta,
yo nada.
No  es  un amor de  pequeñas algarabías. Es  una  luna 
en llamas- y tan sin peso yo en ella -y  su  cielo un  
serpentino mar impío que la refleja.
Es un amor que empezó oscuro  como un  presagio, el  
pico  curvado  del  cazador  en  los  sueños de los     
amantes  y la voz  oracular e  íntima de  las  cosas 
sin nombre 
calcinándolos.

El amor de dos poetas, solos, en el centro del poema.

De Los intersticiales (El Imaginero, 1986)

           

                           
Rieles de fuego

Rodando están los cielos
En rieles de fuego
El tren no aminora la marcha
¿Se oye un silbato?
Al parecer ha muerto, no lo sé
Mi pequeño hermano
Me han dicho, sí, que en las estrellas
Y en los cuerpos
Está todo escrito
Y que no debo conjeturar
-¿Es eso todo?
Un niño dice Me asustan
Las mariposas amarillas
Oh bellas mariposas sombras
Las palabras (todas ellas)
Que están, que no están
Sólo viajeras 
De la luz
Y así es la eternidad
-¿Es eso todo?
Lo es. Pero también es menester
Que esté la lámpara encendida
(Dedicado a Tata Páez de la Torre)

De Pero la piedra es piedra (Grupo Editor Latino americano,  2009)




En esta misma casa

En esta misma casa
De cuya navegación me ufano
En el secreto movimiento
De mis células más íntimas

En esta misma casa
Estática
Que construí con la pasión
De quien va a montar su primera obra
El techo de los pobres
El techo de los ricos
El de quien al fin agacha la cabeza
Y entra en el mundo

En esta misma casa inserta en una selva
Antes sólo Sirio brillando algunas noches
Y en la que florecen los acantos al llegar octubre
En esta misma casa
Y entre sencillos actos repetidos día a día
Como enderezar los cuadros de un costado
O bien del otro
Los primeros Diciervo que colgara entonces
Cuando con ojos de navegante
Miraba en lo alto
En las hojas de las palmeras
El leve balanceo de las paredes sin techumbre
Y me preguntaba cómo sellar
Ese último reducto de libertad
Que haría de mi casa un templo
En esta misma casa
Que apenas si ha cambiado su apariencia
Es verdad que los hexágonos del piso
Me traen ahora a la memoria
El cielo que las aguas del Mediterráneo bañan
Las playas de Tipazá
Es verdad que el adorable pájaro ptiza
Aletea de cuando en cuando entre estas paredes
blancas
Siempre blancas

En esta misma casa
Desde la que me gusta contemplar a las tortugas
Devorando los capullos recién caídos de la rosa china
O el feroz combate de las grandes hormigas que luego
Por la noche
Roerán de a poco la pinotea del cielorraso

En esta misma casa a cuyas puertas y ventanas
Los benteveos acuden en noviembre
A depositar su ofrenda de moras maduras
En esta misma casa me pregunto
En qué puerto estoy
¿Es posible que este pequeño barco con su tierra a cuestas
De lapachos y palmeras
Teros guardianes
Y la mirada entrañable de algunos perros
Haya navegado tanto que pueda yo decir
Un hijo tengo y no tengo un hijo?

Jugando con los hilos de la luz
Hacer la propia casa y navegar hacia lo alto
Y el corazón que arde
Girando
Girando
Girando
¿Cómo decir esta misma casa y el poema
Sólo buscan la piqueta o el silencio evanescente?
¿Cómo hacer del propio barco la navegación
sin perder el rumbo?
¿Del rumbo hacia lo alto el propio barco?

Publicado en el libro: La Echazón y en revista A Turucuto, N°1.





Si la sabiduría está en el hombre inmemorial...

Si la sabiduría está en el hombre inmemorial
Si el universo, recamado y fulgurante, está en el hombre
Si el amor es la puerta y su misma llave
Si la ciencia es sólo una formulación distinta
Si el lenguaje es formulación, asimismo fulguración
Paraíso e infierno una misma célula, riente o colérica
Y la alegría es Dios

Qué error pensar la eternidad como el coronamiento
   del cordel de un barrilete.

Ría, El imaginero, Buenos Aires, 1988





Poema

Cada cifra del poema
Tomaba su valor
del lugar que mis dedos le asignaban
Sobre el teclado
Y yo, sin palabras, transcribía
Leía una partitura interna
Una voz en realidad, un sonido
Dios.



Oración por Malcolm Lowry
Dedicado a Hugo Foguet

Sé que voy a morir
Y me pesan, por Dios, los poemas
De Malcolm Lowry.
¿Es posible rodar tantas veces
y por tantos espejos desolados?
He leído a Conrad, los Naufragios
De Foguet. Otros náufragos chapotean
En la memoria del mar.
Pero esto es sólo una taberna
Y alguien bebe el agua ardiente.
El horror es la pureza, rojo tizón
La pureza es el horror
De este naufragio.



Poema
Dedicado a Santiago Di Lella

Y los pájaros arrasan el vuelo
Y se hunden en la misma desnudez del agua
Cómo renunciar entonces a esa simple alegría
¡Oh gran inercia de la gran naturaleza!
La costura más perfecta del más simple motivo:
La vida.

de su libro Echazón y otros poemas (Nuevohacer, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2008).







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